BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • Job... la clave para saber por qué Dios permite el mal
    La Atalaya 1977 | 15 de abril
    • Job... la clave para saber por qué Dios permite el mal

      EL LIBRO de Job siempre ha sido sumamente elogiado como una obra maestra de la literatura. Y se dice que esto es así a pesar de que el libro sufre mucho al ser traducido del hebreo a cualquier otra lengua. Así, Martín Lutero, quien lo tradujo al alemán, expresó esta queja: “Job está sufriendo más por mi versión que por los desafíos escarnecedores de sus amigos.”

      Pudiera decirse que el mismo hecho de que tan sublime obra de escritura se haya compuesto unos treinta y cinco siglos atrás en medio de alrededores pastorales arguye a favor de la inspiración divina de este poema sagrado. Y treinta y nueve de sus cuarenta y dos capítulos son poesía.

      Pero ¡qué lamentable es que en el caso de la mayoría de las personas el aprecio que le tienen a la belleza del libro de Job esté acompañado de no poder comprender lo que su Autor divino, Jehová Dios, se propuso enseñarnos al haber hecho que se registrara! De hecho, muchos individuos que profesan gran aprecio a la belleza de este libro hasta dudan de su historicidad, y alegan que es simplemente una alegoría que se basa en un cuento folclórico.

      Sin embargo, negar que el libro de Job esté diciendo lo que en realidad aconteció es ir contra la razón y la Escritura. ¿Por qué? Porque Job está alistado junto con otros dos hombres fieles que tienen un lugar asegurado en la historia, en Ezequiel 14:14, 20: “Si estos tres hombres resultaran estar en medio de ella: Noé, Daniel y Job, ellos mismos por su justicia librarían [solo] su alma.” ¿Estaría alistado Job con Noé y Daniel si en verdad nunca hubiera vivido?

      Más que eso, el discípulo Santiago señala a Job como ejemplo de aguante paciente: “¡Miren! Pronunciamos felices a los que han aguantado. Ustedes han oído del aguante de Job y han visto el resultado que Jehová dio, que Jehová es muy tierno en cariño y misericordioso.” (Sant. 5:11) Si Job en realidad no hubiera vivido, y simplemente hubiese sido una figura alegórica, ¿de qué estímulo les serviría a los cristianos que se esfuerzan diligentemente por aguantar? Sí, un autor puede hacer que un personaje alegórico aguante toda clase de cosas por medio de su imaginación, pero ¿de qué ayuda les sería todo eso a criaturas imperfectas que en realidad pasaran por pruebas de aguante? ¡De absolutamente ninguna ayuda! No, para que podamos volvernos hacia Job en busca de estímulo, él en realidad tiene que haber vivido.

      ¿Y qué propósito tiene el libro de Job? Suministra una clave para el problema más desconcertante de la humanidad: ¿Por qué permite Dios el mal? O: ¿por qué permite Dios que los inocentes sufran daño?

      ¿Sabe usted por qué permite Él esto? Por el libro de Job podemos ver que Jehová lo ha permitido por una jactancia que presentó su adversario, Satanás el Diablo, a saber: que él podía apartar de Dios a todo hombre. Sí, Satanás alegó que Jehová Dios no merece que se le tema y se le adore y que la única razón por la cual los hombres sí le obedecen es para lograr ganancia egoísta para ellos mismos. Satanás se jactó de que si Dios le permitía atacar a Job, un hombre muy recto, Satanás podría hacer que Job maldijera a Dios. Dios aceptó el desafío y dejó que Satanás le causara toda clase de penalidad y sufrimiento a Job. El nombre de Job significa “objeto de hostilidad,” y ciertamente fue objeto de la hostilidad de Satanás. Pero Satanás no logró poner a Job contra Dios. Job así apoyó a Jehová como el Soberano legítimo y propio y Aquel que merece que se le tema y se le adore.

      ¿QUIÉN? ¿CUÁNDO? ¿DÓNDE? ¿QUÉ?

      ¿Quién escribió el libro de Job, y cuándo? Críticos modernos insisten en que no se puede saber quién fue su escritor, y le ponen fecha tan tardía como la del siglo sexto a. de la E.C. Sin embargo, hay razón para creer que fue escrito muchos, muchos siglos antes y nada menos que por Moisés. En los escritos de Moisés hay partes, tanto en poesía como en prosa, que se parecen mucho a partes de Job. También, doctos hebreos y cristianos primitivos opinaron que Moisés lo escribió.

      ¿Cuándo y dónde vivió Job? El relato revela que Job vivió cuando en ninguna parte de la Tierra había nadie semejante a él. De modo que debe haber vivido después de la muerte del fiel patriarca José y antes de que se hubiese levantado a Moisés como profeta de Jehová, entre los siglos decimoséptimo y decimosexto a. de la E.C. Vivió en la tierra de Uz, ubicada en lo que hoy conocemos como Arabia.

      En el libro de Job se pudieran distinguir cinco partes diferentes: Primera, el porqué de la tragedia de Job. Segunda, los discursos de Job y de sus tres amigos. Tercera, los discursos de Eliú, quien corrige a los cuatro oradores anteriores. Cuarta, las declaraciones formales que hace Jehová Dios mismo. Quinta, el resultado.

      LA PRUEBA DE DIOS

      El libro principia con información acerca del proceder sin culpa y recto de Job, acerca de su familia y de que disfrutaba de gran prosperidad material. Luego se nos suministra una vista del cielo, donde Satanás se presenta entre hijos leales de Dios en la presencia de Jehová. Dios llama la atención de Satanás al proceder recto de Job, lo cual da a entender que la cuestión había surgido antes. En substancia, Jehová le dijo a Satanás: ‘De modo que tú alegas que no hay ni un solo hombre en la Tierra que me tema y practique la justicia. ¿Qué hay de mi siervo Job?’ Y Satanás replica: ‘¿Ah, sí? Seguro que te sirve. ¡Pero mira lo próspero que lo has hecho... 7.000 ovejas, 3.000 camellos, y así por el estilo! ¡Quítale todo lo que tiene y verás lo que verdaderamente piensa de ti!’ Jehová acepta el desafío y permite que Satanás prive a Job de todas sus posesiones, entre ellas sus hijos.

      Pero Job no está sirviendo a Dios y haciendo lo que es correcto debido a las bendiciones materiales de que ha disfrutado, sino, más bien, por el amor a Dios y la justicia. Nuevamente Satanás se presenta en el cielo y, cuando se le dice que considere el firme proceder de Job, contesta que si se le impusiera sufrimiento a Job mismo, éste se pondría en contra de Jehová Dios. Entonces Dios permite que Satanás le inflija una enfermedad repugnante y sumamente dolorosa a Job, desde la cabeza hasta los pies. Ahora hasta la esposa de Job lo insta a ceder: “¡Maldice a Dios y muere!” Pero Job la reprende: “‘Hablas como una estúpida cualquiera. Si aceptamos de Dios el bien, ¿no aceptaremos el mal?’ En todo esto no pecó Job con sus labios.”—Job 2:10, Biblia de Jerusalén.

      DISCURSOS POR JOB Y SUS TRES AMIGOS

      Elifaz, Bildad y Zofar, tres amigos de Job, se enteran de la calamidad que le ha sobrevenido a Job y vienen a consolarlo. Tan horrorizados quedan por su condición desdichada que se sientan sin decir una sola palabra por siete días. Job rompe el silencio con un discurso en el cual maldice el día en que nació. En respuesta Elifaz alega que, puesto que Dios es justo, Job debe estar recibiendo lo que merece. Job le contesta y le pide que le muestre dónde se ha equivocado. Enseguida Bildad y Zofar presentan la misma alegación, y en cada ocasión Job sostiene su inocencia, pero justificándose a sí mismo, en vez de justificar a Jehová Dios. Y luego hay una segunda serie de discursos, y parte de una tercera serie. ¡Tratando de ayudar a Job, pero equivocadamente, sus tres amigos en realidad se convierten en sus enemigos, y, lejos de consolarlo, aumentan su desdicha!

      Repetidas veces Job los censura por sus palabras duras, que se hacen más vigorosas y más equivocadas a medida que va adelantando la discusión: “¿Qué censura el censurar de parte de ustedes?” “Ustedes son embarradores de falsedad; todos ustedes son médicos de ningún valor.” “¿Qué te irrita, que respondes?”—Job 6:25; 13:4; 16:3.

      A través de toda la situación Job se adhiere a su integridad y su fe en Dios. De hecho, vez tras vez en medio de sus respuestas se dirige a Dios más bien que a uno de sus amigos: “Hazme saber por qué es que estás contendiendo conmigo.” (Job 10:2) Son indicación de la esperanza de una resurrección estas palabras de Job: “¡Oh que en el Seol me ocultases, . . . que me fijaras un límite de tiempo y te acordaras de mí! Si un hombre físicamente capacitado muere, ¿puede volver a vivir? . . . Tú llamarás, y yo mismo te responderé. Por la obra de tus manos sentirás anhelo.” (Job 14:13-15) En su discurso final (Job capítulos 26 a 31) Job insiste en su inocencia: “¡Hasta que expire no quitaré de mí mi integridad!” (Job 27:5) Llama atención a la grande e insondable sabiduría de Dios; menciona lo grande que era su propia fama y la alta estima en que se le tenía, pero lo bajo que ha llegado a estar ante los ojos de otros; entonces de nuevo se espacía en su proceder de rectitud. No, él no había hecho nada que mereciera lo que le ha sobrevenido.

      ELIÚ Y JEHOVÁ LE CONTESTAN A JOB

      Todo esto lo escucha Eliú, quien ha vacilado en hablar debido a que es comparativamente joven. Pero ya no se puede mantener callado, debido a que Job está tan interesado en justificarse a sí mismo en vez de justificar a Dios. Además, los tres amigos de Job no habían podido convencer a Job y por eso “habían dejado mal a Dios.” (Job 32:3, BJ) Eliú suplica: “Oh Job, por favor oye mis palabras. . . . ¡Mira! Yo soy para el Dios verdadero justamente lo que tú eres.” (Job 33:1, 6) Habla en vindicación de la justicia y caminos de Jehová y señalando que es necesario que el hombre sea sumiso a Dios. Recalca la importancia de conocer a Jehová Dios; muestra que Jehová está equilibrado en sus tratos y en conclusión enaltece la grandeza inescrutable del Creador.

      Empieza a formarse una tempestad a medida que Eliú termina su discurso. Ahora Jehová habla desde la tempestad de viento: “¿Quién es éste que está oscureciendo el consejo con palabras sin conocimiento? Cíñete los lomos, . . . déjame interrogarte, y tú dame informe. ¿Dónde te hallabas tú cuando yo fundé la tierra? Infórmame, si de veras conoces el entendimiento.” (Job 38:1-4) Entonces Jehová llama atención a la insignificancia y existencia temporal del hombre en comparación con la eternidad del Creador, Su propia grandeza, Su poder y sabiduría conforme se despliegan en toda la creación, desde los vastos cielos estrellados hasta tan poderosas criaturas terrenales como el hipopótamo y el cocodrilo.

      Después de oír a Jehová Dios hablar de esta manera, Job reconoce que ha hablado imprudentemente, sin pleno conocimiento, y se arrepiente “en polvo y ceniza.” Entonces Jehová vuelve a hablar, y esta vez censura a los tres amigos de Job. Requiere de ellos que ofrezcan sacrificios y le manda a Job que interceda por ellos. Después de eso Job es bendecido con siete hijos y tres hijas hermosas y con el doble del ganado que tenía antes. Después de vivir 140 años más, Job muere “viejo y satisfecho de días.”—Job 42:1-17.

      Verdaderamente el libro de Job nos ilumina en cuanto a por qué Dios permite el mal, por qué permite que los justos sufran. Él ha hecho esto para probar que la jactancia de Satanás de que puede apartar de Dios a todos los hombres es falsa. Al mismo tiempo esto les suministra a todos los que aman a Dios y la justicia la oportunidad de demostrar la sinceridad de su adoración por medio de demostrar que son guardadores de integridad. ¿Será usted uno de éstos? Si lo es, puede tener el galardón de vida eterna que Jehová Dios les ofrece a todos sus siervos fieles. Esto se ha hecho posible por el sacrificio del mayor guardador de integridad, Jesucristo.—Juan 3:16.

  • Preguntas de los lectores
    La Atalaya 1977 | 15 de abril
    • Preguntas de los lectores

      ● Parece que con gran frecuencia el esposo le deja a la esposa la tarea de educar y disciplinar a los hijos. ¿Qué dice la Biblia acerca de esto? ¿Es realmente ‘trabajo de la esposa’?

      Es cierto que en muchos lugares los hombres piensan que la esposa es la que debe guiar y corregir a los hijos. Pero la Biblia no está de acuerdo con eso; muestra claramente que ambos cónyuges tienen ese deber.—Pro. 1:8.

      Por supuesto, uno tiene que ser razonable y considerar la realidad tocante a las circunstancias en que se encuentran muchas familias. A menudo el esposo efectúa trabajo seglar para sostener la familia, de modo que no está en casa gran parte del día. Y en muchos casos la esposa trabaja en la casa la mayor parte del tiempo y hace allí su contribución valiosa para la felicidad y el bienestar de toda la familia. Si ella es el miembro del equipo de marido y mujer que está en contacto con los hijos corrientemente durante el día, es natural que ella les suministre mucha de la guía y disciplina que necesitan.

      Pero, en realidad, lo que causa resentimiento en cada vez más mujeres es que el esposo se muestre renuente a participar en educar a los hijos cuando está en casa con la familia.

      Lo que la Biblia dice en cuanto a educar y disciplinar a los hijos es tanto sensato como instructivo. Por ejemplo, leemos: “Entrena al muchacho conforme al camino para él; aun cuando se haga viejo no se desviará de él. Castiga a tu hijo y te traerá descanso y le dará mucho placer a tu alma.” (Pro. 22:6; 29:17) Dios coloca la responsabilidad tanto en el padre como en la madre. Por eso su consejo a los hijos es: “Observa, oh hijo mío, el mandamiento de tu padre, y no abandones la ley de tu madre. Escucha a tu padre que causó tu nacimiento, y no desprecies a tu madre simplemente porque ha envejecido.” (Pro. 6:20; 23:22) Por consiguiente, aunque el esposo no esté en casa durante el día, debe interesarse activamente en criar a sus hijos con buen éxito. Él no es simplemente ‘el que gana el pan de la familia.’

      Sin embargo, quizás llegue cansado a casa, y buscando ‘paz y quietud.’ Por eso, cuando se le presenta un problema cotidiano que envuelve a los hijos, pudiera sentirse tentado a decirle a su esposa: ‘Encárgate tú de eso. Tú estás con ellos todo el día y por eso puedes determinar qué pudiera ser mejor para ellos.’ Es probable que ella pueda hacerlo, como posiblemente lo haya tenido que hacer durante el día. Pero cuando el esposo de ella está en casa, ¿por qué no debería cooperar él con ella en educar a los hijos? Eso sería lo amoroso y lo considerado por parte de él.

      Además, como cabeza de la familia Dios le ha confiado la responsabilidad de llevar la delantera en guiar y corregir a los hijos. La Palabra de Dios dice: “Ustedes, padres, no estén irritando a sus hijos, sino sigan criándolos en la

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • Español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir