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  • El consejo sabio protege del delito
    ¡Despertad! 1980 | 8 de marzo
    • atención por medio de orar en voz alta.” Esto es consejo sabio, porque es bíblico. También lleva a otra sugerencia dada por el sabio gobernante.

      CONFÍE EN JEHOVÁ

      “No digas: ‘¡Ciertamente pagaré de vuelta el mal!’ Espera en Jehová, y él te salvará.”—Pro. 20:22.

      No debe entenderse que estas palabras hagan imposible la defensa propia; más bien, nos muestran que es necesario que despleguemos discernimiento y equilibrio en cuanto a ejercerla.

      Básicamente hay dos clases de delitos: los que se dirigen contra la propiedad de uno, tales como el robo o la extorsión, y los que se dirigen contra la persona de uno, tales como el asalto, la violación o el asesinato. Puesto que la vida es infinitamente más valiosa que la propiedad, correctamente tendríamos derecho a más amplia latitud de acción al resguardarnos de los delitos que atentan contra nuestra persona que en cuanto a resguardarnos de los delitos que se cometen contra nuestra propiedad.

      En Francia “se ve más tendencia a confiar en la defensa propia que en la protección policíaca.” Así informó recientemente un diario alemán. El artículo de ese diario informó que un grupo que practica la defensa propia ha aconsejado a sus miembros: “Ármense y disparen primero.” Se nota una tendencia similar en otros países. Una revista de noticias informó que “la gente de Alemania Occidental ha anotado en los registros pertinentes 2.500.000 revólveres y pistolas, escopetas y rifles, pero es posible que tengan ilegalmente en su posesión diez veces esa cantidad.” El artículo pasó a decir que las armas se pueden obtener con cada vez mayor facilidad, y que “con mayor facilidad y brutalidad las van usando... tanto los criminales como los ciudadanos de buena conducta.”

      Quizás haya quienes piensen que no hay peligro alguno en tener un arma en la casa, ‘solo por si acaso,’ por supuesto, con la esperanza de que nunca haya que usarla. Sin embargo, en realidad la única manera en que uno puede estar verdaderamente seguro de que nunca va a usar un arma es no tener una, en primer lugar. A menudo ha sucedido que, bajo la presión del temor y la tensión nerviosa, ciertas personas han recurrido al uso de armas, solo para lamentarlo después. Compadézcase del dueño de una estación gasolinera del sur de París que escuchó ruidos sospechosos en medio de la noche. Al bajar las escaleras, de repente vio una sombra y disparó, pensando que se enfrentaba a un ladrón. ¡Qué tragedia para él fue descubrir que había disparado contra su hijo de ocho años de edad, que se había levantado para tomar un vaso de agua!

      El derramar sangre humana, aun cuando se haga sin intención, es asunto serio. Por supuesto, hay otras clases de armas, tales como las pistolas de gas, que se pueden usar para rechazar a los atacantes. Esas armas “inofensivas,” aunque no se han diseñado con la intención de herir o matar, a veces pueden provocar al adversario a expresar mayor violencia, por lo cual es necesario pensar cuidadosamente si acaso es aconsejable usarlas.

      Las llamadas artes marciales, como el yudo (judo) y el karate, son otro método cada vez más popular de defensa propia. Estas artes marciales sirven para entrenar a la persona en el uso de las manos y el cuerpo para lesionar o matar al adversario, así que, en realidad, son también armas. Los antecedentes paganos de estas artes, y el uso militar que se les da, también arrojan dudas sobre el que sean apropiadas para los cristianos. ¿Puede imaginarse usted al apóstol Juan defendiéndose con golpes de karate o a Jesucristo rechazando el ataque de un adversario con tácticas de kung fu? (Vea la ¡Despertad! del 8 de marzo de 1976, pág. 28, para una consideración más detallada de este asunto.)

      El grado a que usted puede defenderse y defender a sus amados, así como los métodos que haya de usar, son asuntos personales que usted mismo tiene que decidir sobre la base de una conciencia bien entrenada. Sin embargo, le puede ser útil hacerse preguntas como las siguientes cuando está decidiendo qué hacer: ¿Estoy peleando en defensa de la vida, o simplemente para proteger propiedad? ¿Es mi motivo protegerme a mí mismo y proteger a mis amados, o desquitarme de un malhechor? ¿He pensado en los efectos que mis acciones pudieran tener en otras personas, incluso el malhechor? ¿Desearía lesionar seriamente al malhechor, o hasta matarlo? ¿Comprendo que quizás él sea víctima de las circunstancias, y que puede que sea más digno de compasión que de condena? ¿Pudiera ser que con educación apropiada, atención y amor, él estuviera dispuesto a desarrollar sus buenas cualidades latentes y arrepentirse de las malas? ¿Estaría yo dispuesto a ayudar al individuo a hacer eso si tuviera la oportunidad?

      En resumen, aunque los cristianos no están categóricamente opuestos a la defensa propia, deben ejercer cuidado para evitar situaciones que la hagan necesaria. Reconocen que al desplegar un espíritu de juicio sano, prever las dificultades, tomar las precauciones necesarias, ser cuidadosos en cuanto a sus asociaciones, vigilar tanto la lengua como las acciones, evitar el confiar demasiado en el hombre, mientras ponen completa confianza en Jehová, siguen el camino de la sabiduría. Esta es mejor forma de defensa propia que toda otra que se base en el uso de las armas o de las artes marciales.

      ECLESIASTÉS 9:18 LO RESUME ASÍ:

      “Mejor es la sabiduría que los útiles para pelear.”

      Jehová Dios, el personaje más excelso del universo, de cuyo poder de observación ni siquiera el más pequeño delito podría escapar, es capaz de hacer una tabulación completamente exacta de los delitos como base para saldar cuentas con los malhechores. Pero, ¿realmente hará él eso? ¿Habrá de seguir en continuo crecimiento indefinidamente la ola de delito y violencia de hoy, o traerá Dios el alivio necesario para la humanidad? Para la respuesta, lea en las páginas 27 y 28 el artículo “¿Podrán eliminarse alguna vez los delitos y la violencia?”

  • El incomparable cerebro
    ¡Despertad! 1980 | 8 de marzo
    • El incomparable cerebro

      • Unos 4.000 peritos cerebrales, la cantidad más grande de ellos que se ha reunido alguna vez, se congregaron recientemente en Anaheim, California, E.U.A. De su consideración quedó claro que “el cerebro humano es mucho más diversificado y mucho más preciso como controlador del comportamiento de lo que los científicos jamás habían percibido,” según un informe del Times de Nueva York. El consenso entre los neurocientíficos era que la función cerebral debe entenderse químicamente. “Cada neurona,” dice el informe, “puede secretar su propia corriente química de mensajes que le dicen a otra neurona qué hacer.” Además, “el cerebro es tan delicadamente sensitivo que un cambio en solo un par de moléculas puede crear una vasta diferencia en comportamiento.”

      “Quizás el hallazgo general más interesante acerca del cerebro,” dice el informe que el Times presenta, “es que la mayoría de las versiones mecánicas primitivas de cómo funciona han sido completamente abandonadas ahora.” El artículo declara que las comparaciones con una radioemisora, un sistema telefónico, o hasta una computadora no han “durado mucho debido a que el cerebro resultó ser mucho más complejo que la más reciente de las máquinas hechas por el hombre. El nuevo punto de vista es que en la tecnología no hay nada que pueda corresponder con el cerebro, ni siquiera metafóricamente.”

      Como se ve, nuestro mayor conocimiento de esta maravilla infinitamente compleja solo hace más seguro el hecho de que la probabilidad evolucionista ciega no pudiera haberla producido. Los sabios dan la honra al que obviamente tiene el derecho a ella, como lo hizo el salmista que dijo: “Te elogiaré [Jehová] porque de manera que inspira temor estoy hecho maravillosamente.”—Sal. 139:14.

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