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  • Mostrando bondad a todos los hombres
    La Atalaya 1960 | 1 de noviembre
    • ahora que he recibido de Epafrodito las cosas de parte de ustedes, un olor fragante, un sacrificio aceptable, bien agradable a Dios. En cambio, mi Dios proveerá cabalmente para toda necesidad de ustedes hasta el límite de sus riquezas en gloria por medio de Cristo Jesús.”—Fili. 1:3, 4, 7; 4:15, 16, 18, 19.

      16. ¿Quién asume la obligación de recompensarnos por la bondad que se les muestre a todos los hombres?

      16 Los filipenses no se quedarían sin recompensa por esta bondad, muestra Pablo. Dios ‘proveería cabalmente’ para toda su necesidad. Jehová Dios asume la responsabilidad de recompensar la bondad, sea que la rindamos a extraños o a hermanos cristianos. La Palabra de Jehová nos asegura esto: “El que esté mostrando favor al humilde está prestándole a Jehová, y él le pagará de vuelta su trato.” “Envía tu pan sobre la superficie de las aguas, pues con el transcurso de muchos días lo hallarás otra vez.” “Ustedes saben que cada uno, cualquier bien que haga, recibirá esto de vuelta de Jehová.”—Pro. 19:17; Ecl. 11:1; Efe. 6:8.

      RECOMPENSAS POR MOSTRAR BONDAD

      17, 18. ¿Qué bendiciones inesperadas resultaron por la bondad que Dorcas mostró?

      17 De modo que cualquier cosa que sembremos volverá a nosotros. Si sembramos bondad recibiremos bondad de vuelta; “con el transcurso de muchos días lo hallarás otra vez.” Bendiciones inesperadas vienen a los cristianos por mostrar bondad a todos los hombres. Considere, por ejemplo, a Dorcas. “Abundaba en buenas obras y regalos de misericordia que estaba rindiendo. Pero en esos días sucedió que se enfermó y murió.” Los discípulos, de Lidda, donde Dorcas había muerto, oyeron que el apóstol Pedro estaba en una ciudad cercana, Joppe. Enviaron dos hombres a Pedro a suplicarle: “Por favor no vaciles en venir hasta donde estamos.” Cuando Pedro llegó a Lidda, “le condujeron arriba adentro del aposento superior, y todas las viudas se le presentaron llorando y desplegando muchas prendas de vestir interiores y prendas de vestir exteriores que Dorcas solía hacer mientras estuvo con ellas.” Bien podemos imaginarnos la escena: Un grupo de viudas, llorosas y afligidas por la pérdida de una amiga y hermana querida, desplegando las pruebas del amor y bondad de Dorcas, cada una de ellas hablándole al apóstol en cuanto a la bondad que se le había mostrado a ella misma. Sabemos lo que sucedió: Pedro hizo salir a todos y oró a Jehová “Ella abrió los ojos y, al ver a Pedro, se sentó. Dándole la mano, él la levantó, y llamó a los santos y a las viudas y la presentó viva.”—Hech. 9:36-41.

      18 ¡Qué bendición inesperada! ¡Levantada de entre los muertos! Este fue el primer milagro de resurrección registrado como habiendo sido ejecutado por uno de los apóstoles, y las circunstancias que condujeron a ello estuvieron arraigadas en la bondad. ¿Quién puede decir que este milagro habría sucedido si Dorcas no hubiera abundado en bondad amorosa? No únicamente fueron bendecidas Dorcas y las viudas, sino que además la ocasión proveyó un testimonio a la verdad y “muchos llegaron a ser creyentes en el Señor.”—Hech. 9:42.

      19. ¿Cuál es la regla divina en cuanto a la persona áspera y cruel, y cómo se ilustra esto?

      19 Los que dejan de mostrar misericordia a todos los hombres pierden muchas bendiciones. Tal como es verdad que “el hombre de bondad amorosa está tratando recompensadoramente con su propia alma,” así sucede que “la persona cruel está trayendo dificultad sobre su propio organismo.” (Pro. 11:17) Esa es la regla divina. Ilustrándolo bien se hallan Abigail y Nabal. Abigail era “de buen discernimiento y hermosa de forma, pero el esposo era áspero y malo en sus prácticas.” David había mostrado bondad a Nabal, y un día envió a sus hombres a Nabal para pedirle un poco de alimento: “Únicamente dé, por favor, lo que su mano encuentre a sus siervos y a su hijo David.” El cruel Nabal, parsimonioso, “les gritó increpaciones.” Esto hizo enojar a David; se ciñó la espada, y él y sus hombres decidieron pagar en la misma moneda a Nabal por su falta de bondad. La esposa de Nabal, Abigail, interceptó a David, trayéndole “doscientos panes y dos tinajas de vino y cinco ovejas aderezadas y cinco medidas de seahs de grano tostado y cien tortas de pasas y doscientas tortas de higos comprimidos.” Abigail, con una súplica vehemente, que reflejaba su bondad y discernimiento, persuadió a David a no entrar en culpabilidad por derramamiento de sangre. En cuanto a Nabal, “Jehová hirió a Nabal, de modo que murió.” David reconoció que Nabal recibió de Jehová lo que merecía. “David llegó a oir que Nabal había muerto y por eso dijo: ‘¡Bendito sea Jehová, que ha conducido el caso legal de mi oprobio . . . , y la maldad de Nabal Jehová la ha devuelto sobre su propia cabeza!’” En cuanto a la bondadosa, sensata Abigail, tuvo una bendición inesperada: “David procedió a enviar y proponerle a Abigail tomarla como su esposa.”—1 Sam. 25:3, 8, 14, 18, 38, 39.

      20. ¿Por qué es cosa segura que la persona desconsiderada y cruel recibirá el pago que merece?

      20 Recibiremos de Jehová lo que merecemos. La falta de bondad regresa a uno tan seguramente como la bondad. La persona desconsiderada y cruel pierde las bendiciones de mostrar bondad y cosecha—aun de varias maneras—únicamente “dificultad sobre su propio organismo.” Si la persona cruel se escapa del pago por el hombre o no parece sufrir de emociones que perjudiquen el cuerpo, no puede escaparse del pago procedente de Jehová, el exacto Contador. “Ciertamente,” declara Pablo, “el hombre que está haciendo injusticia recibirá de vuelta lo que hizo injustamente, y no hay parcialidad.” Por otra parte, “el que está yendo en pos de la justicia y la bondad amorosa hallará vida, justicia y gloria.”—Col. 3:25; Pro. 21:21.

      21. ¿A qué se opone Dios, pero cuál es el espíritu cristiano?

      21 ¡Cuán abundante testimonio hay de que Dios se opone a la falta de bondad —a la vileza, aspereza, cicatería, estrechez y egoísmo! El espíritu cristiano está en armonía con mansedumbre, compasión, gran paciencia, hospitalidad y generosidad. La medida cristiana no es nada tacaña, aunque pudiera ser rebosante. Dijo Jesús: “Practiquen el dar, y la gente les dará a ustedes. Derramarán en sus regazos una medida fina, apretada, remecida y rebosante. Porque con la medida que ustedes están midiendo, ellos a su vez les medirán a ustedes.”—Luc. 6:38.

      22. ¿Cómo deben medir los cristianos su bondad, y cuál será el resultado?

      22 Midamos nuestra bondad, entonces, generosamente. Al mostrar bondad a los extraños por medio de enseñarles las verdades del Reino, el cristiano tiene la oportunidad de mostrar generosidad dando libremente de su tiempo. El medir tiempo con tacañería en el precioso ministerio del reino de Dios, cuando pudiéramos medirlo generosamente, nos privará de bendiciones: “El que siembra escasamente también cosechará escasamente, y el que siembra abundantemente también cosechará abundantemente.” El ser generosos con nuestra bondad para con todos los hombres traerá ricas recompensas y bendiciones inesperadas—sí, y ustedes probarán “que son hijos de su Padre que está en los cielos.”—2 Cor. 9:6; Mat. 5:45.

  • ¿Hay que pagar diezmos?
    La Atalaya 1960 | 1 de noviembre
    • ¿Hay que pagar diezmos?

      EL DIEZMAR, que quiere decir dar la décima parte de su renta a fin de adelantar la adoración religiosa, era, en lo que concernía a los israelitas, un hecho establecido de la vida. No se sabe si las naciones paganas copiaron y adoptaron la costumbre hebrea de pagar diezmos o no. Se sabe que sí tenían un sistema que proveía para la manutención de sus sacerdotes y dioses. No se ha establecido con certeza si el sistema de ellos se parecía de modo alguno al de los judíos. Es muy probable que no.

      Arrojan apreciable cantidad de luz sobre el asunto los egiptólogos Sayce y Petrie. El profesor Sayce escribe: “Aunque se hacían regalos a los templos egipcios en grande escala, aparentemente no había diezmo.” El profesor Flinders Petrie dice: “No recuerdo ninguna alusión al diezmar. . . . El sistema egipcio de entradas sacerdotales era por fincas, y no por impuestos ni diezmos.” Los profesores Mahaffy y Grenfell opinaban que en Egipto la “sexta parte” era la porción que se apartaba para los templos y los dioses.

      Aunque el Dr. Teófilo G. Pinches, que antes estaba en el departamento asirio del Museo Británico, declara que “hay información casi segura de que se pagaban diezmos en Babilonia a los templos de los dioses más de 2,000 a. de J.C.,” no obstante el Dr. Wallis Budge, del Museo Británico, basando su opinión en sus estudios de los escritos cuneiformes originales, declara que ese pago de diezmos era más bien “una ofrenda voluntaria y no la décima parte literal que fuera obligatorio pagar.”

      Había pueblos de otras clases en el valle del Éufrates y en otros sitios que anualmente ofrecían regalos a sus dioses. Los griegos antiguos pagaban diezmos de los despojos de guerra a Apolo y los romanos a Hércules. Esto se hacía en parte como cosa obligatoria y en parte voluntariamente. “Hablando correctamente,” dice H. W. Clarke, en su libro A History of Tithes, estos diezmos “no eran diezmos de la clase a que se hace referencia en la ley mosaica. Sólo eran votos y ofrendas arbitrarias; pero no se puede llegar a la conclusión de que eran diezmos porque se daba la décima parte. A veces los paganos ofrecían más de la décima parte y a veces menos.”

      La Biblia contiene la historia más antigua y más fidedigna de los hábitos y costumbres de la raza humana. En ella hallamos que la primera mención de diezmos se hace en Génesis 14:20, donde dice que Abrahán dio un diezmo o la décima parte de los despojos a Melquisedec. Sin embargo, no hay ningún registro de que él haya vuelto a ofrecer diezmos ni de que haya mandado a sus descendientes que pagaran diezmos. En Génesis 28:20-22 leemos que Jacob, nieto de Abrahán, hizo un voto a Jehová, prometiendo que si Dios lo prosperara y le concediera un viaje seguro, él daría “sin falta la décima parte” de su substancia a Dios. La declaración muestra

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