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  • Compartiendo cosas con otros
    La Atalaya 1957 | 15 de junio
    • 32, 33. ¿De qué emanan un espíritu hospitalario y buena disposición a compartir, pero en qué resultan? Por eso, ¿a quiénes debemos asemejarnos?

      32 ¡Cómo enriquecen la hospitalidad y el espíritu de compartir! Por medio de mostrar hospitalidad a los extranjeros “nos recomendamos como ministros de Dios, . . . por bondad.” Por medio de compartir cosas con nuestros hermanos mostramos amor y gratitud y trabajamos por el adelanto de las buenas nuevas. En verdad, “en todo están siendo ustedes enriquecidos para toda clase de generosidad.” Entre otras cosas, usted consigue la mayor felicidad: “Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.” Usted obtiene un gozo interior indescriptiblemente galardonador. Usted enriquece el amor que otros le tienen a usted. Ante todo, usted enriquece el amor que le tenemos a Jehová por medio de estimular muchas ‘expresiones de gracias a Dios.’ Sí, el dar enriquece a los que lo practican. Salomón declaró: “Un hombre da sin reserva, sin embargo se hace más rico; otro retiene lo que debe dar, y sólo sufre indigencia. El hombre liberal será enriquecido.” Por eso aunque la hospitalidad y el compartir emanan del estar conscientes de las necesidades de otros, resultan en enriquecer la vida de los que practican esto.—2 Cor. 6:4-6; 9:11; Hech. 20:35, NM; Pro. 11:24, 25, Norm. Rev.

      33 Por eso, ¿por qué sufrir indigencia? ¿Por qué no ser enriquecidos en todo? “Sean liberales, listos para compartir.” “Sean hospitalarios unos a otros sin quejarse.” (1 Tim. 6:18; 1 Ped. 4:9, NM) Sean semejantes a Abrahán, que fué hospitalario para con los extranjeros y hospedó a ángeles. Sean semejantes a Lidia, que consideró la hospitalidad un gran privilegio. Sean semejantes a Onesíforo, que hizo que el corazón de un apóstol se abriera de par en par hacia él a causa de su benignidad. Sean semejantes a la sunamita que hizo un esfuerzo especial por ser hospitalaria y al hacerlo se enriqueció con un hijo. Sean semejantes a los macedonios, que, a pesar de su profunda pobreza, fueron tan alertos y tan considerados para compartir cosas con otros. Sí, sean semejantes a su Padre celestial: ¡SIGAN LA SENDA DE LA HOSPITALIDAD!

  • Hipocresía comunista
    La Atalaya 1957 | 15 de junio
    • Hipocresía comunista

      ● “¿Por qué no declaramos en nuestro programa que somos ateos?,” preguntó Nikolai Lenin en 1905. Naturalmente los comunistas pensaban que conseguirían más adherentes si no anunciaban su ateísmo. Pero cuando les conviene y presta vigor a su propaganda, los comunistas no vacilan en cuanto a clamar a Dios. Hace poco el caudillo soviético Nikita S. Khrushchev dijo que aunque es cierto que Stalin cometió errores, no habían sido cosa de importancia, y pidió que “concediera Dios que todo comunista pudiese luchar como lo hizo Stalin.” El que Khrushchev se haya dirigido a Dios pidiendo que hiciera a todos los comunistas semejantes a Stalin recuerda la citación del siguiente pasaje del libro Roosevelt and Hopkins, por Robert E. Sherwood: “De repente Stalin exclamó: ‘¡Ayude Dios a esta empresa ·para que tenga éxito!’ (La traducción de esta declaración, según se la dió Churchill a Roosevelt, era: ‘¡Prospere Dios esta empresa!’) Se me ha dicho que en nada era raro el que Stalin, que por un tiempo recibió instrucción en un seminario religioso, invocara la ayuda de la Deidad.” La hipocresía no conoce límite alguno en la región del comunismo.

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