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El gobierno perfecto para todo el género humanoLa Atalaya 1959 | 15 de abril
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(Gén. 49:10) De modo que, ¿qué descendiente de Judá llegaría a ser Rey?
28. En realidad, ¿en quién comenzó a cumplirse la promesa real de Dios a Abrahán y Sara, y qué quiso decir en realidad el contra to solemne de Dios con éste?
28 La promesa que Dios hizo a Abrahán y a su esposa Sara, de que con el tiempo procederían reyes de ella, realmente comenzó a cumplirse con David, el joven pastor de la pequeña ciudad de Belén. David fué el undécimo en la línea de descendencia de Judá. Al debido tiempo David fué ungido rey sobre las doce tribus de Israel. Pronto estableció su asiento de gobierno en la ciudad santa de Jerusalén. La santa arca del pacto de Dios fué llevada a ese lugar y alojada cerca del palacio del rey David. Entonces Dios hizo un pacto o un contrato solemne con el rey David, el pacto de que el reino nunca se apartaría de su familia, de su linaje, de su casa, de su línea de descendencia. (2 Sam. 7:12-16) En el Salmo 89 Dios dijo que él había hecho este pacto con David y que jamás lo violaría, razón por la cual el rey perfecto que proviniese de David tendría un trono que duraría tanto tiempo como durarían el sol y la luna, es decir, sería eterno, nunca tendría fin, nunca tendría que tener un sucesor en el gobierno.—Sal. 89:3, 4, 19-37.
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El gobernante perfecto para el gobierno del hombreLa Atalaya 1959 | 15 de abril
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El gobernante perfecto para el gobierno del hombre
1. ¿Cómo, sin tener un reino hoy día en la Jerusalén terrestre, tiene Dios de todos modos su Rey prometido, y por qué nació donde nació?
¿QUÉ hay entonces, de este rey eterno y perfecto que se prometió que vendría en la línea de descendencia del rey David de Jerusalén? Después de estos miles de años de experimento humano en gobiernos, no vemos hoy ningún reino en la ciudad de Jerusalén en la tierra de Israel. ¡Sin embargo, Dios tiene su Rey prometido! También, éste ha venido por medio de la línea real del rey David. En apoyo de este hecho pasamos de las Escrituras Hebreas a las Escrituras Cristianas Griegas, y las primerísimas palabras que hallamos en ellas leen de este modo: “Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham.” (Mat. 1:1, Val) Ah sí, esta línea de descendencia de reyes que había desde Abrahám a través del rey David halló su culminación en Jesucristo y con él termina. No fué por casualidad que este Jesús nació en la misma ciudad donde había nacido el rey David, en la ciudad de Belén. Esto fué en cumplimiento de la profecía de Jehová.—Miq. 5:2; Mat. 2:1-16.
2. ¿Cómo en realidad fué este que nació allí un “Hijo del Cielo,” y cómo se le identificó entonces como el que había de llegar a ser el Rey prometido?
2 Cierto, este Jesús tenía al patriarca Abrahán y al rey David como antepasados suyos, pero él realmente tenía un Padre celestial, y su madre virgen, forzosamente, fué humana. Ella fué la que era de la línea de descendencia desde Abrahán y a través de David. (Luc. 3:23-34) De modo que este Jesús que nació en Belén en cumplimiento de la profecía bíblica realmente fue el “Hijo del Cielo”; realmente fue el Hijo de Dios, a quien su Padre celestial envió a la tierra mediante un milagro a fin de proveer un gobernante perfecto para el género humano. Ningún rey perfecto había de hallarse de entre el género humano mismo imperfecto, pecaminos, moribundo. Recordemos que cuando nació este niño Jesús en Belén el ángel desde el cielo anunció a los pastores que estaban afuera en los campos: “Les nació a ustedes hoy un Salvador, que es Cristo el Señor, en la ciudad de David.” Ese ángel que trajo “buenas nuevas de un gran gozo que toda la gente tendrá,” llamó a este niño que nació allí el Cristo. Es decir, él era el Mesías, el Ungido; él era el que había de llegar a ser rey en cumplimiento de la profecía.—Luc. 2:8-11.
3. ¿Dónde creció este niño, y qué llegó a ser allí?
3 Este niño se escapó de ser muerto a manos del rey Herodes, que reinaba en Jerusalén como representante del Imperio romano. Después de la muerte de Herodes Jesús fue llevado a la ciudad de Nazaret. Allí creció hasta ser hombre. No llegó a ser pastor como lo que su antepasado el rey David había sido, sino carpintero. Vivió y trabajó en la ciudad de Nazaret, en obscuridad, viviendo, por decirlo así, una existencia secreta.
4. ¿Qué fué que hizo salir a Jesús de su taller, y cómo se mostró que su siguiente paso no fué un paso falso?
4 ¿Qué fue, pues, lo que hizo salir a Jesús de su carpintería? ¿Qué fue lo que lo colocó en el camino hacia el reino sobre todo el género humano? Ah, fue la proclamación del reino de Dios. En ese tiempo Jehová Dios había levantado al profeta Juan el hijo de Zacarías, y al debido tiempo Juan el Bautista vino predicando arrepentimiento de pecados y bautismo en símbolo de tal arrepentimiento. Les dijo a los judíos que se arrepintieran porque el gobierno de Dios se había acercado. La proclamación de Juan fué: “El reino de los cielos se ha acercado.” Luego que las nuevas de la proclamación de Juan le llegaron a Jesús allí en la carpintería en Nazaret, él dejó el trabajo del taller. Entregó sus herramientas y se dirigió a Juan el Bautista y fué bautizado por él. Este no fué ningún paso falso por Jesús de Nazaret, porque luego que salió del agua después de su bautismo en el río Jordán, hubo un anuncio de parte del Rey celestial de la eternidad, Jehová Dios. Represéntese mentalmente la escena como dice el Registro fiel: “Después de ser bautizado Jesús subió inmediatamente del agua; y, ¡mire! los cielos fueron abiertos, y él vió descendiendo como paloma el espíritu de Dios que venía sobre él. ¡Mire! también, hubo una voz de los cielos que dijo: ‘Este es mi Hijo, el amado, a quien he aprobado.’”—Mat. 3:1-6, 13-17.
5, 6. (a) ¿Qué diferencia hubo entre la unción de Jesús y la de David? (b) ¿Qué querían hacer de Jesús los judíos egoístas, y por qué rehusó él?
5 Siglos antes de eso, David había sido ungido con aceite para ser rey sobre Israel; pero este Jesús fué ungido desde el cielo con el espíritu de Dios para ser el rey en el reino prometido, el gobierno perfecto para todo el género humano. El apóstol Pedro informa: “Dios le ungió con espíritu santo y poder, y él caminó por el país haciendo bien y sanando a todos aquellos oprimidos por el Diablo, porque Dios estaba con él.” (Hech. 10:38) Sus seguidores reconocieron que él era el “Hijo de Dios,” el “Rey de Israel.” (Juan 1:49; Mat. 16:16) Experimentó grandes pruebas. Aguantó gran oposición a manos de los caudillos de Israel.
6 A pesar de toda esta oposición y persecución, permaneció fiel al verdadero reino de Dios. Rehusó permitir que los hombres, aun los judíos mismos, lo hicieran rey sobre ellos, así como había rehusado permitir que Satanás el Diablo lo hiciera rey sobre todo el género humano. (Luc. 4:5-8) Recordamos la ocasión en que gratuitamente alimentó a 5,000 hombres junto con mujeres y niños, multiplicando la merienda de un muchachito, cinco panes y dos pescados, para alimentar a toda la muchedumbre. Cuando los judíos vieron que Jesús tenía este poder milagroso para alimentar a una nación, egoístamente quisieron hacerlo rey. Pero el Registro dice que luego que Jesús discernió que a fuerza querían hacerlo rey sobre ellos, se retiró de ellos y subió al monte completamente solo. (Juan 6:1-15) ¿Por qué? Jesús quería que Dios lo hiciera rey. Aguardó a que Dios lo coronara rey del gobierno perfecto sobre todo el género humano en el tiempo señalado de Dios. ¿No podemos alegrarnos a causa de esto?
7, 8. (a) ¿Por qué no estaría satisfecho Jesús con menos que un gobierno perfecto que viniera sobre el género humano? (b) Con ese fin, ¿qué derrotero siguió Jesús, y por consiguiente dónde se le dió un puesto?
7 En cuanto a la habilidad de Jesús para llegar a ser un gobernante sin tacha, vivió una vida perfecta en la tierra en medio de tremendas tentaciones. A los judíos que lo acusaron Jesús dijo: “¿Quién de ustedes me convence de pecado?” (Juan 8:46) Como hombre perfecto oró y nos enseñó a orar por un gobierno perfecto de una fuente perfecta, diciendo: “Nuestro Padre en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino.” (Mat. 6:9, 10) Dado que siempre oraba por el gobierno perfecto, Jesús jamás estaría satisfecho con menos, y tampoco deberíamos estarlo nosotros.
8 Con ese fin, Jesús continuó siendo un hombre perfecto hasta la muerte, siempre dando testimonio respecto al reino verdadero de Dios. Cuando fué enjuiciado delante del gobernador Poncio Pilato él corrigió el concepto falso que tenía el gobernador, diciendo: “Mi reino no es parte de este mundo. Si mi reino fuera parte de este mundo, mis servidores hubieran peleado para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero, como es el caso, mi reino no es de esta fuente.” (Juan 18:36; 1 Tim. 6:13-16) Reteniendo su perfección humana sin que fuera estropeada por el pecado, Jesucristo murió como mártir fiel al reino de Dios. A causa de la perfección de su integridad y lealtad para con Dios, el Padre celestial lo levantó de entre los muertos y lo hizo volver a casa en el cielo y lo sentó a su propia diestra, muy por encima de los ángeles. Allí Dios le dijo que esperara hasta que viniera el tiempo de Dios para hacerlo rey, en el cual tiempo Dios le daría todas las naciones, sí, los mismísimos cabos de la tierra, como la región de su dominio.—Sal. 2:6-9; Dan. 7:13, 14; Sal. 110:1, 2.
9. ¿A quiénes incluye Dios en el gobierno con Jesús, y cuál es la esperanza del resto de éstos que todavía queda en la tierra?
9 En consecuencia, Jehová Dios, la Fuente celestial del gobierno perfecto, tiene su Gobernante perfecto para el reino que él ha prometido para la bendición de todo el género humano. Sin embargo, él incluye en el gobierno con Jesucristo a seguidores fieles del Gobernante perfecto. Mientras Jesús todavía estaba en la tierra como hombre comenzó a llamar a éstos para que lo siguieran. A los fieles él les dijo que estaba haciendo un pacto para el reino con ellos, así como Dios su Padre había hecho un pacto para el reino con él, para que se sentaran con él en tronos en su reino y comieran y bebieran a su mesa en su reino y juzgaran las doce tribus de Israel. (Luc. 12:32; 22:28-30) Desde entonces se ha estado efectuando la llamada y la prueba del número completo de 144,000 socios fieles del Gobernante perfecto Jesucristo. Para ahora la mayoría de éstos ha probado su fidelidad a Dios y a su Gobernante perfecto hasta la misma muerte y ha sido perfeccionada en el reino celestial por una resurrección en gloria celestial. Sólo queda un resto de estos socios del Reino y los de este grupo están esforzándose por probar su fidelidad hasta la muerte, y esperan ser perfeccionados en el reino celestial con el perfecto Rey de reyes, Jesucristo.
EL TIEMPO PARA EL GOBIERNO PERFECTO
10. ¿Qué día tenía que venir en cumplimiento de la promesa de Dios a María, y qué prueba tangible tenemos en cuanto a cuándo llegó?
10 Ahora vivimos en un tiempo sumamente maravilloso. Tenía que llegar el día en que Dios cumpliera las palabras de su ángel Gabriel al anunciar el nacimiento venidero de Jesús a su madre virgen María: “Este será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y Jehová Dios le dará el trono de David su padre, y él será rey sobre la casa de Jacob para siempre, y no habrá fin de su reino.” (Luc. 1:26-33) A principios del otoño del año 1914 llegó el día en que terminaron los “tiempos señalados de las naciones” para dominar la tierra sin impedimento procedente del reino de Dios. Cierto, para la humanidad éste es un tiempo de angustia sin igual. Nunca ha experimentado el género humano una tribulación como la que hemos experimentado desde el año 1914. Pero este gran tiempo de tribulación es una prueba tangible de que el gobierno perfecto para todo el género humano prometido por Dios se ha acercado.
11. ¿Por qué no debemos tener ninguna duda ahora acerca de que el Reino ha llegado, y qué ocasión con carácter de clímax en la predicación se alcanzó el año pasado?
11 El reino ha llegado, está establecido en los cielos para hacerse cargo de la gobernación de todo el género humano. No debemos dudar acerca de ello, pues, como profeta, Jesús predijo las evidencias por medio de las cuales deberíamos conocer el tiempo del establecimiento del gobierno prometido. Él dijo que este “tiempo del fin” de las naciones de este mundo empezaría con guerra mundial y estaría acompañado de hambres, pestes, terremotos en un lugar tras otro, y de la persecución de sus seguidores. Él también dijo que las buenas nuevas del reino establecido de Dios se predicarían en toda la tierra habitada con el propósito de dar un testimonio a todas las naciones, y primero entonces vendría el fin de los gobiernos imperfectos de los hombres. (Mat. 24:7-14; Mar. 13:8-10) La predicación de las buenas nuevas del reino de Dios por los testigos de Jehová ha llegado a ser más extensa cada año. Una ocasión con carácter de clímax en la predicación del Reino que atrajo la atención de todo el mundo fué cuando los testigos de Jehová celebraron su asamblea internacional de ocho días en el Estadio Yanqui y el Polo Grounds en la Ciudad de Nueva York, donde, en la reunión pública del domingo 3 de agosto de 1958 hubo 253,922 personas que escucharon el discurso de una hora sobre el tema “El reino de Dios domina—¿se acerca el fin del mundo?” El fin completo del mundo se acerca, dijo el orador, pero también se acerca el principio del justo nuevo mundo bajo el reino de Dios mediante Jesucristo el Gobernante perfecto.
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