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La Biblia... nuestro principal libro de textoGuía para la Escuela del Ministerio Teocrático
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Da guía en cuanto a la moralidad, al mostrar lo que Dios condena y lo que aprueba. (Gál. 5:19-23) Resulta una ayuda muy práctica en medio de un mundo que se ha sacudido de toda restricción moral. Nos ayuda a conseguir el punto de vista de Dios y serle agradables. Y nos muestra el camino a la vida eterna en el nuevo mundo de Dios.—Juan 17:3.
17 ¿No es obvio por qué este Libro de libros debe ser nuestro principal libro de texto para estudio? Los cristianos, más que cualesquier otras personas, se interesan profundamente en investigar este Libro que tiene la autoría de Aquel a quien el Hijo de Dios dijo: “Tu palabra es la verdad.” (Juan 17:17) La Biblia, por lo tanto, toma el primer lugar en el curso de estudios de la Escuela del Ministerio Teocrático.
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Cómo leer y recordarGuía para la Escuela del Ministerio Teocrático
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Estudio 4
Cómo leer y recordar
1, 2. ¿Por qué es importante que recordemos lo que leemos?
1 Para los que leen solo como pasatiempo, para su propio entretenimiento, el recordar lo que leen es de poca importancia. Pero para alguien que estudia para una profesión, es vital recordar lo que lee en sus libros de texto. El aprobar un examen y entrar en la ocupación escogida dependen de ello. El ministro cristiano, no obstante, tiene mayor necesidad de recordar lo que lee, ya sea al leer superficialmente o con profundidad. El objetivo es acercarse más a Jehová y mejorar su ministerio, para alabanza de Jehová.—Deu. 17:19.
2 La fuente principal de lectura del cristiano es la Biblia y las publicaciones que ofrecen ayuda genuina para entender la Biblia. Él sabe que es el conocimiento que se encuentra en la Biblia lo que lleva a vida eterna. Es esta lectura lo que lo equipa para ser ministro eficaz, y es en esta lectura que estamos principalmente interesados en la Escuela del Ministerio Teocrático.
3, 4. ¿Por qué debemos seleccionar con cuidado lo que leemos?
3 El que pongamos información en la mente por medio de la lectura puede compararse a poner alimento en nuestro estómago. En ambos casos tenemos que saber escoger. El que come, aun cuando esté solamente satisfaciendo su apetito, muestra insensatez si pone en su estómago lo que es indigerible o lo que no ofrece ningún beneficio verdadero al cuerpo, o peor, lo que quizás pueda envenenarlo. Para los mejores resultados, para beneficios duraderos, el alimento debe ser fácilmente digerido y asimilado por nuestro cuerpo.
4 Lo mismo sucede con nuestra lectura. Sea nuestra lectura ligera o seria, lo que ponemos en la mente debe ser mentalmente digerible y debe ser algo que beneficie nuestra mente en sentido duradero. Es obvio que no es sabio alimentar la mente con lo que es falso, impío o inmoral, y que por lo tanto puede causar indigestión espiritual. (Fili. 4:8) ¿Y por qué perder tiempo leyendo material de poco valor? Tal como escogemos lo que comemos, debemos escoger lo que leemos.
5, 6. ¿Por qué es necesario que hagamos un horario para lectura personal, y cuándo pudiera efectuarse esa lectura?
5 Horario para lectura personal. Habiendo seleccionado usted la clase correcta de material que quiere leer, tiene que dar el siguiente paso. Este es establecer un horario de lectura que encaje en su patrón particular de vida. Si usted no separa como períodos de lectura días específicos, o ciertas noches, lo más probable es que sus esfuerzos sean demasiado al azar para que tengan buen éxito.—Hech. 17:11.
6 La lectura meditativa exige suficiente tiempo así como alrededores que favorezcan la meditación sobre el material que se examina. Pero no toda su lectura se efectuará durante períodos de estudio extensos. Si puede apartar aun diez o quince minutos con regularidad cada día para alguna lectura, se sorprenderá de lo mucho que puede lograr. Algunos llevan a cabo esta lectura temprano en la mañana, o antes de acostarse de noche. Otros leen mientras viajan en los medios de transporte públicos hacia el lugar de su empleo seglar o a la escuela, o durante la hora de la merienda. En algunos hogares, la familia entera lee junta por cinco o diez minutos después de una de las comidas cada día o precisamente antes de acostarse. La regularidad, el leer un poco cada día, produce buenos resultados.
7. ¿Cuál debe ser nuestra meta al leer la Biblia?
7 Su horario personal debe incluir tiempo para leer la Biblia misma. Es muy valioso leerla completamente de principio a fin. Esto se puede lograr por medio de leer un número dado de capítulos o páginas cada día o cada semana. Sin embargo, su meta al leer nunca debe ser abarcar material, sino obtener el punto de vista general del material con la intención de recordar. Dése tiempo para meditar en lo que la Biblia dice. Al leer la Biblia usted siempre puede hacerlo con la confianza de que está participando del mejor alimento espiritual que es posible tener.
8, 9. ¿Qué otro material sería provechoso incluir en nuestro programa de lectura?
8 También se necesita tiempo para la lectura preparatoria del material que se va a considerar en el estudio de La Atalaya y otras reuniones de la congregación. Es bueno pensar en comentar en las reuniones, pero no haga del buscar las respuestas su objetivo principal. Más bien, esfuércese por entender lo que lee y considere cómo afecta su propia vida.
9 Hay también los artículos de La Atalaya que no se usan en el estudio semanal de la congregación. La revista ¡Despertad!, también, ofrece muchísimo material informativo en sus páginas. Y, ¿ha leído usted las publicaciones menos recientes de la Sociedad en su idioma? Al grado que usted pueda apartar tiempo para leer el material, le espera una bendición. Hasta buen grado, la velocidad del desarrollo espiritual de uno está regida por la regularidad y la calidad de los hábitos de lectura de uno.
10-17. ¿Qué prácticas nos ayudarán a recordar más de lo que leemos?
10 Ayudas para la memoria. Para obtener el provecho pleno de lo que leemos, es preciso que lo recordemos. A menudo hay quienes dicen que no recuerdan porque tienen mala memoria. En muchos casos, sin embargo, puede ser sencillamente una memoria no entrenada o que no ha sido puesta a trabajar. Es lo sabio esforzarse por obtener el mayor bien de la lectura que hacemos. Mucho de ese bien se perdería si el material que leyéramos fuera rápidamente olvidado. Tenemos que aprender a leer de tal manera que recordemos. Hay varias sugerencias que les han dado buenos resultados a lectores experimentados. Es posible que le sean útiles.
11 Al leer, procure leer frases o agrupaciones de palabras más bien que cada palabra por sí misma. Esto le permitirá leer con más rapidez y le ayudará a captar ideas en vez de luchar con palabras. Para la lectura usual, no pronuncie las palabras ni mueva los labios al leer, y no forme el hábito de volver atrás para leer de nuevo a menos que sea para grabar en la mente un pensamiento clave. Por supuesto, para material de peso y complicado es necesario disminuir la velocidad para asegurarse de conseguir el pensamiento correcto. Quizás usted hasta quiera leer en voz alta, o en un tono de voz bajo. (Sal. 1:2) Los Salmos y los Proverbios, por ejemplo, no fueron escritos para lectura rápida, sino para meditación.—Sal. 77:11, 12.
12 Es una ayuda también el leer con un lápiz en la mano, subrayando las palabras claves y marcando de otras maneras los puntos especiales que uno quizás quiera repasar. Sin embargo, el subrayar debe hacerse parcamente, porque si se exagera derrota el propósito de aislar las ideas principales. Al encontrarse con alguna explicación especialmente valiosa o un argumento que pudiera usarse para hacer frente a alguna objeción común en el ministerio de casa en casa, sería útil anotar la página y el párrafo en la parte de atrás de su libro. Entonces se podrá hallar rápidamente cuando se necesite. Por supuesto, nunca marque un libro a menos que sea propiedad suya.
13 Usted no puede simplemente leer todo un artículo o un libro sin pausar, reflexionar, comparar la información con los datos que ya usted sabe acerca del asunto... no si usted verdaderamente quiere recordar los puntos sobresalientes. Aprenda a analizar lo que lee, notando las razones que se dan y los argumentos que apoyan las conclusiones que se presentan. Además, busque principios que apliquen a su vida y que sean una guía al vivir diario. Pause para considerar cómo los puede aplicar.
14 En una lectura seria de uno de los libros empastados de la Sociedad frecuentemente es útil considerar primero el título y el orden lógico del índice o tabla de materias. Esto grabará en su mente el tema general. Al disponerse a leer un artículo de revista o un capítulo de un libro, mire primero los diferentes encabezamientos secundarios. Estos muestran el orden que se seguirá al tratar el tema. Vigile para notar las oraciones temáticas, que por lo general aparecen hacia el principio de cada párrafo. A menudo éstas le dicen en pocas palabras de qué trata el párrafo. Concéntrese en captar la vista general del asunto sobre el cual lee.
15 Otra sugerencia es tratar de visualizar lo que lee, haciéndose cuadros mentales como ayuda para recordar. En la imaginación vea a los actores y el fondo, oiga los sonidos y las voces, huela los olores, guste el alimento y la bebida, participe de la felicidad o el dolor de la situación. Trate de ponerse dentro de la escena que se describe, Todo sentido puede ponerse a trabajar imaginativamente para reproducir vívidamente el relato bíblico. De este modo se hace más fácil el poner en la mente los pasajes de la historia bíblica.
16 Al llegar al fin de un capítulo, déle un breve repaso mental final. Entonces compare de nuevo su bosquejo mental con el material escrito.
17 Si se le hace posible, considere con otra persona los puntos que ha abarcado, haciéndolo mientras todavía los tenga frescos en la mente. El que usted los exprese profundizará la impresión en su mente, mientras que es posible que la otra persona añada a su caudal de conocimiento sobre el asunto. Si usted ha descubierto unos puntos que son prácticos para el ministerio del campo, úselos en su ministerio de predicación tan pronto como sea posible. Esto, también, fijará la información en su memoria.
18-20. ¿Por qué es tan importante aprender a leer bien?
18 Valor de la lectura eficaz. La lectura tiene influencia directa en nuestra vida. La clase de trabajo que hacemos, las habilidades que desarrollemos, nuestro disfrute de la vida, nuestro desarrollo espiritual, todas estas cosas están conectadas con nuestra habilidad como lectores. Sin esta habilidad perdería mucha de la riqueza del conocimiento y la experiencia. Los padres pueden ayudar a entrenar a los hijos en cuanto a lectura por medio de un programa sistemático de lectura en el hogar. De vez en cuando convendría pedir a sus hijos que lean en voz alta, por ejemplo, al leer el texto y el comentario del folleto Examinando las Escrituras diariamente. Si usted no lee con soltura y facilidad, valdría la pena que practicara por quince o treinta minutos cada día. En unos cuantos meses obtendrá resultados satisfactorios.
19 Buenos hábitos de lectura, horas fijas para lectura e investigación, y el empleo de las diferentes sugerencias que se dan aquí mejorarán mucho sus aptitudes como ministro. Podrá recordar más de las preciosas palabras de Dios, para aplicarlas en su vida y ministerio. Hasta personas de edad avanzada pueden mejorar en cuanto a poder recordar, si practican los puntos que se ofrecen aquí. Nadie debe pensar que es demasiado viejo para derivar provecho de esto.
20 La razón que tuvo Dios para poner sus magníficos propósitos por escrito en un libro era que todas sus obras maravillosas fueran dadas a conocer a los hijos de los hombres y recordadas por largo tiempo. (Sal. 78:5-7) Mostramos de la mejor manera nuestro aprecio a su generosidad en este asunto por nuestra diligencia al leer y recordar esa Palabra dadora de vida.
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Sepa escucharGuía para la Escuela del Ministerio Teocrático
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Estudio 5
Sepa escuchar
1-5. ¿Qué significa escuchar, y por qué es importante, especialmente en las reuniones de congregación?
1 Su progreso como ministro de Jehová depende a grado considerable de cómo escuche. Durante toda su vida el escuchar desempeña un papel importante en el aprendizaje. Usted escucha cuando oye con atención meditativa, pero si su atención no está enfocada en lo que se dice, las palabras que se hablan caen en oídos sordos. Sin duda usted ha hablado a personas que le han dado solo parte de su atención. Prescindiendo de lo frecuentemente que hayan concordado con usted, usted sabía que realmente no estaban entendiendo y por lo tanto en verdad no estaban obteniendo beneficio de lo que usted decía. ¡Qué cuidadosos debemos ser, pues, de modo que sepamos escuchar a todo tiempo, pero especialmente al asistir a un curso en educación divina! Como dice Proverbios 1:5: “El sabio escuchará y absorberá más instrucción.”
2 Las reuniones de congregación son parte del programa educativo que se nos suministra por medio de la organización de Jehová. Al escuchar atentamente mostramos respeto a Jehová y a la provisión que ha hecho para educarnos. Pero Dios conoce nuestra hechura y que a veces quizás tendamos a dejar que nuestra atención divague, de modo que en su invitación para que comamos de la abundancia de alimento espiritual que provee, dice con énfasis: “Escúchenme atentamente, y coman lo que es bueno, . . . Inclinen su oído y vengan a mí. Escuchen, y su alma se mantendrá viva.” (Isa. 55:2, 3) Si queremos tener vida eterna y ayudar a otros a obtener ese galardón, entonces tenemos que escuchar cuidadosamente y captar los pensamientos de Dios.—Heb. 1:1, 2; 2:1.
3 El escuchar atentamente también demuestra debida humildad, y todos tenemos buena razón para ser humildes. Todos podemos aprender de otra persona; ninguno de nosotros lo sabe todo. Aun si el que estuviera hablando careciera de afluencia o alguna otra cualidad del discursante capacitado, la humildad genuina debería hacer que diéramos ayuda y estímulo por medio de mostrarnos atentos y responder a lo que diga. ¿Y quién sabe si no tratará algún aspecto o algún matiz de significado que nunca antes se nos haya ocurrido? De la boca de infantes, hablando espiritualmente, Jehová puede suministrar iluminación.—Mat. 11:25.
4 El prestar atención estrecha es vital con respecto a las reuniones de congregación porque las cosas que aprendemos son cosas que debemos aplicar en nuestra vida. Es por medio de adquirir “conocimiento exacto” que podemos vestirnos de la nueva personalidad. (Col. 3:9, 10) Pero si no escuchamos cuidadosamente, si no prestamos atención a los detalles, quizás no comprendamos plenamente qué cambios son necesarios en nuestra vida y por lo tanto puede estorbarse nuestro crecimiento espiritual. Además, es importante poder dar las respuestas correctas en los repasos orales o escritos. ¡Pero cuánto más deberíamos poder dar, en el ministerio del campo, una razón a todo el que nos pregunte en cuanto a la grandiosa esperanza que atesoramos!
5 A medida que usted cultive el hábito de prestar atención estrecha a lo que se dice, mejorará en cuanto a poder recordar las cosas que oye.
6-8. ¿Cómo puede usted evitar que su mente divague cuando se pronuncia un discurso?
6 Cómo escuchar. Es fácil dejar que otros asuntos nos distraigan en las reuniones. Quizás nos preocupen cosas que hayan sucedido durante el día o estemos pensando en algo que tenga que hacerse mañana. Pero, si uno no está escuchando atentamente lo que se está diciendo, ¿para qué está presente? Por eso, uno tiene que disciplinarse, tener bien asidas las riendas de sus pensamientos. Uno debe resolverse a dar atención plena a lo que se está considerando, y negarse a permitirle a la mente divagar. Debe ser como si uno hubiera dejado caer un telón mental que aislara de la mente todo pensamiento que fuera ajeno al asunto que se estuviera considerando. Eso es concentración.
7 Una buena manera de protegerse contra el hábito de divagar o soñar despierto es anotar puntos y textos bíblicos que use el discursante. Sean pocos sus apuntes, porque si son muchos distraerán su atención, mientras que unos cuantos le ayudarán a concentrar. Estos apuntes le podrían ser valiosos más tarde en otra ocasión. Pero, aun si usted nunca los usara de nuevo, ciertamente le ayudan a fijar atentamente la atención en lo que se dice. Usted llega a estar profundamente absorto en el asunto que se considera y puede determinar con exactitud los argumentos principales del discursante.
8 En una conversación ordinaria es buena indicación de que la otra persona está escuchando el que esa persona haga preguntas inteligentes sobre el asunto que se considera. Así, también, al escuchar usted un discurso preparado una buena evidencia de que está atento es hacerse preguntas edificantes y entonces esperar para ver si el discursante las contesta. Entre otras cosas, pregúntese cómo podría usted usar la información que se presenta.
9. ¿Cómo puede usarse ventajosamente al escuchar un discurso la comparativamente rápida velocidad del pensamiento?
9 La persona de término medio piensa mucho más rápidamente de lo que el discursante puede hablar, lo cual deja tiempo para que pensamientos ajenos entren en la mente. Se ha calculado que se piensa a una velocidad promedio de unas 400 palabras por minuto, pero se habla a una velocidad promedio de aproximadamente 125 palabras por minuto. No obstante, podemos usar esta velocidad de pensamiento para nuestro provecho si reflexionamos en la información que se presenta, resumiéndola, repasándola, y fijándola así con firmeza en la mente.
10, 11. ¿Cómo puede el motivo correcto ser una ayuda en cuanto a escuchar?
10 Otra cosa que le ayuda a conseguir los puntos importantes que ofrece un discursante es escuchar con el motivo correcto. No es nuestro objetivo escuchar con el fin de criticar la información y la exposición del discursante. En la escuela del ministerio el superintendente nombrado tiene la responsabilidad de ofrecer consejo. Eso, pues, nos deja libres a los demás para concentrarnos en la información útil que el discursante ofrezca.
11 También, cuando el superintendente de la escuela ofrece consejo a los discursantes estudiantiles, rara vez será de provecho el que otro estudiante manifieste si concuerda con el consejo que se ha dado o no. Pero definitivamente le será provechoso preguntarse si el mismo consejo le aplica a él o no, y qué beneficio puede derivar él personalmente del consejo. Así, al saber escuchar, cada discurso que se pronuncia es una ayuda para su progreso en vez de estar limitado su adelantamiento a las ocasiones en que personalmente tiene una asignación para hablar.
12. ¿De qué manera pueden los niños aprender a saber escuchar?
12 A los jóvenes y a los niñitos también se les debe enseñar a escuchar atentamente. Algo que les ayuda es que estén sentados en un lugar donde estén bajo la vigilancia de sus padres. Si pueden leer, les es estimulador tener su propio ejemplar de la publicación que se usa. Hablando en términos generales, no es prudente permitirles ocuparse en ese tiempo con material que sea ajeno al programa. Como estímulo para que escuchen se les puede indicar que cuando regresen a casa se les pedirá que repitan algo que hayan aprendido. Y se les debe dar amoroso encomio si de hecho recuerdan o hacen mención especial de algo que se haya dicho durante la reunión.—Deu. 31:12.
13, 14. ¿Cómo pueden los hábitos de comer afectar nuestro escuchar?
13 Se hace más fácil concentrar si cuidadosamente hemos evitado tener una comida pesada inmediatamente antes de la hora de la reunión, porque esto causa soñolencia. Esto se debe a que los recursos del cuerpo se están usando para atender la digestión, y queda un mínimo de éstos para mantener el funcionamiento de los procesos de pensar de uno. Estando entorpecida así la percepción mental, hay peligro de sencillamente escuchar con pesadez lo que se dice, sin respuesta ni aprecio profundo, o de por completo quedarse dormido.
14 Quizás hasta más importante es programar sus asuntos de modo que pueda estar presente con regularidad para la instrucción que se presenta. En muchas escuelas hay estudiantes que faltan a algunas clases y después tratan de repasar el material ellos mismos. Pero difícilmente se beneficia uno de instrucción que no oye. No deje que ni familia ni amigos le impidan estar presente en las reuniones. Asegúrese de estar presente para oír con regularidad sostenedora de vida las verdades que se presentan, tomadas de la Palabra de Dios.
15, 16. Explique cómo podemos examinarnos y mejorar en cuanto a la manera en que escuchamos en las reuniones.
15 Examinando cómo escucha. Cada semana pasamos cinco horas en reuniones de congregación, y durante la mayor parte de ese tiempo tenemos la oportunidad de aprender por medio de escuchar. ¿Usa usted personalmente de la mejor manera posible ese tiempo? ¿Cuánto del excelente material que abarca cada semana el discursante público retiene usted? Después de asistir a la escuela del ministerio y la reunión de servicio, ¿puede usted decir en sus propias palabras cuál fue la idea principal de cada discurso, o descubre que a veces no puede siquiera recordar quién estuvo en el programa? ¿Obtendría usted provecho más pleno por medio de hacer un esfuerzo mayor por concentrar la atención, quizás hasta haciendo apuntes? Trate esto. Entonces repase las ideas principales al hablar con otros después de las reuniones.
16 Durante varias de nuestras reuniones semanales se hacen preguntas y se invita al auditorio a comentar. Esos comentarios a menudo reflejan horas de estudio personal y años de experiencia. Cuando otros ofrecen comentarios, ¿escucha usted verdaderamente lo que están diciendo? ¿Escucha usted con suficiente atención, de modo que, al terminar ellos, usted pueda repetir en sus propias palabras la esencia de lo que hayan dicho? Trate de hacer precisamente eso, y se deleitará por lo mucho más que realmente oirá.
17. ¿Qué nos ayudará a mantener fija nuestra atención mientras se leen párrafos?
17 En estas reuniones también se efectúa mucha lectura. Tanto en el estudio de La Atalaya como en el estudio de libro de congregación se leen los párrafos. ¿Escucha usted realmente lo que se lee, o deja que su mente divague durante la lectura? En los párrafos hay un caudal de detalles que el tiempo no permite abarcar por medio de los comentarios orales. Además, la repetición en la lectura de los puntos principales que se han comentado ayuda a grabar la información en la mente. ¡Qué mucho podemos aprender si realmente escuchamos todo lo que se lee en las reuniones! Algo que le ayudará a lograrlo es enfocar sus ojos en la información impresa además de escuchar.
18-20. ¿Qué recompensa reciben los que escuchan solícitamente?
18 Los que escuchan solícitamente son recompensados. Los que escuchan solícitamente reconocen que hay mucho que aprender y están deseosos de conseguir lo más que puedan. Prestan atención al consejo de Proverbios 2:3, 4: ‘Clama por el entendimiento mismo y da tu voz por el discernimiento mismo, sigue buscando esto como a la plata.’ A medida que investigan, Jehová los bendice, porque ha prometido lo siguiente: “En tal caso entenderás el temor de Jehová, y hallarás el mismísimo conocimiento de Dios. . . . entenderás justicia y juicio y rectitud, el derrotero entero de lo que es bueno.”—Pro. 2:5, 9.
19 Es verdad que para ser personas que sepan escuchar tenemos que disciplinarnos. ¡Pero qué recompensador es! Se hace fácilmente manifiesto que estamos creciendo espiritualmente. Se efectúan cambios provechosos en nuestra vida. Y nos hacemos más hábiles en dar a saber las buenas nuevas tanto desde la plataforma como en el ministerio del campo.
20 Aunque es posible que tengamos muy poco tiempo para estudio personal, todos tenemos la oportunidad de escuchar mucho en las reuniones de congregación. ¡Qué importante, pues, es la calidad de nuestro escuchar! Y puesto que las cosas que oímos tienen que ver con nuestro servicio a Jehová y nuestra vida eterna, ¡qué apropiado es este consejo de Jesús: “Presten atención a cómo escuchan!”—Luc. 8:18.
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