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  • Yo fui un “médico rural” africano
    ¡Despertad! 1972 | 22 de junio
    • y la magia. A pesar de años de instrucción religiosa, todavía pensaba que no había nada como la “ciencia africana” practicada por el “médico rural” para tratar con los problemas de la vida.

      Finalmente la verdad

      En 1956 obtuve literatura de un testigo cristiano de Jehová en Voinjama. En la misma leí que la práctica del espiritismo, que incluye adivinación, magia, hechicería y atar a otros con maleficios, es incorrecta de acuerdo con Deuteronomio 18:10-12 y Revelación 21:8. Para obtener mayor explicación fui a ver a aquel Testigo. Se me hizo claro que mi confiar en “medicinas” era espiritismo y algo que la Biblia condenaba. Aprendí de la Biblia que Dios se oponía a toda forma de adivinación y magia. Las siguientes palabras del Testigo me alarmaron: ‘Nadie que continúe practicando estas cosas sobrevivirá “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso,” llamada Armagedón, ¡ni vivirá en el glorioso nuevo sistema de cosas!’—Rev. 16:14, 16.

      Este Testigo entonces me dio respuestas de la Biblia a muchas otras preguntas que yo tenía. Comencé a ver por primera vez que “el dios de este sistema de cosas” es Satanás el Diablo y que aun las llamadas iglesias cristianas habían llegado a estar bajo su influencia. (2 Cor. 4:4) La verdad real se encontraba en la Biblia. Yo tenía que estudiar la misma para librarme de las trampas de Satanás. En realidad yo había estado sirviendo al Diablo y a sus ángeles demoníacos.—Rev. 12:7-9.

      La impresión que todo esto me causó —de que como “médico rural” había sido desviado por el Diablo— fue tan grande que por las siguientes dos semanas a duras penas pude pensar en otra cosa. Al final de ese tiempo había hecho mi elección. Una mañana temprano antes de que despuntara el día, junté todas mis “medicinas” y mi valioso anillo mágico. Después de empaquetarlo todo en una bolsa, lo arrojé en el río. No había nadie alrededor, pero yo sabía que el Dios verdadero, Jehová, estaba observando.—Pro. 15:3.

      En cuanto a los sistemas religiosos, me enfureció el hecho de que me hubieran inducido a creer en superstición y demonismo por su falsa doctrina de que el hombre posee un alma inmortal. Esta falsa doctrina fue la base de mis tontos temores a los espíritus de los muertos. (Eze. 18:4) ¡Y cuánto me alegré de aprender que la Biblia no enseñaba una misteriosa Trinidad! En la Biblia yo ahora podía ver que Jehová es un solo Dios, que Jesucristo es en verdad su Hijo y que el espíritu santo es la fuerza activa invisible de Dios.—1 Cor. 8:6; Mat. 16:16, 17; Hech. 1:8; 2:2-4, 16, 17.

      Se hicieron arreglos para que un Testigo viniera a mi aldea para estudiar la Biblia conmigo. Esto me proveyó el conocimiento acertado necesario para hacer mi dedicación a Jehová. Elegí seguir el excelente ejemplo de Josué: “Pero en cuanto a mí y a mi casa, nosotros serviremos a Jehová.”—Jos. 24:15.

      Sirviendo al Dios verdadero por vida

      Cuando se esparció la noticia de que yo había roto con la magia y toda forma de espiritismo, fui citado a la entrada de la “maleza” de la sociedad secreta local. En ese lugar el “médico rural” jefe o zo me preguntó: “¿Es usted el que ha dicho que no tiene más tiempo para Poro y Sande [sociedades secretas nativas] y ha echado todas sus medicinas al agua?”

      “Sí,” contesté.

      “¿No teme a todos los que están reunidos aquí, y el admitir ante nosotros estas cosas?”

      A esto contesté: “¡No permitiré que el temor a ustedes me haga hacer algo incorrecto delante del Dios viviente Jehová!”

      “Vaya y sea para su Jehová,” vociferó el zo, “¡pero ya sabrá quiénes somos nosotros!” Claramente esto era una intimación de que podía esperar ser envenenado por la “medicina rural.” Volviéndome de ellos y caminando derecho adelante, busqué la protección de Jehová por medio de la oración.

      No me acaeció ninguna calamidad. Pero más tarde mi tío, el cabeza de nuestra familia, me repudió oficialmente con estas palabras: “¡El bien que te llegue, no me lo traigas, y el mal que te llegue, guárdatelo!” A pesar de esa oposición, traté a mis parientes bondadosamente, porque yo sabía que el servir a Jehová significaba vivir en armonía con los elevados principios que se encuentran en su Palabra, la Biblia.

      No siendo ya “médico rural,” encontré un trabajo de limpieza de repuestos de tractor por un salario muy bajo. El encargado pronto observó que yo seguía trabajando cuando los otros se escabullían. Un día el encargado se encontraba borracho cuando llegó un camión lleno de repuestos. Por eso, recibí el envío por él, asegurándome de que estuvieran allí todos los repuestos. Mis compañeros me ridiculizaron por estar haciendo aquel trabajo sin paga extra. Pero el encargado apreció el que le salvara su empleo, y en poco tiempo estuve ganando cinco veces más que mi salario original.

      Aunque el hacer bien mi trabajo seglar me traía satisfacción, yo sabía que tendría más satisfacción todavía si pudiera dedicar más tiempo a la predicación de las verdades de la Biblia a otros. Así es que mi esposa y yo acordamos que después que se celebrara una asamblea cristiana en Gbarnga yo entraría en el trabajo de predicador de tiempo cabal. Dejé mi trabajo y llevé todas mis posesiones y ahorros junto con mi esposa y mi hijito a la asamblea. Inesperadamente unos soldados interrumpieron la asamblea y pusieron a prueba nuestra fe en cuanto al asunto de rendir un saludo religioso a un estandarte seglar. Por tres días y tres noches no se nos dio ningún alimento ni agua; estábamos confinados en un campo abierto. Después de ser puestos en libertad descubrimos que todas las posesiones que teníamos nos habían sido robadas. Pero varios hermanos cristianos me dieron algún dinero, así es que pude volver a nuestro hogar. La primera noche en casa, pude cazar y matar dos venados y un puerco espín. Por el resto del año mantuve a mi familia de esta manera.

      Finalmente en 1964 realicé el deseo de mi corazón de servir a Jehová tan completamente como me fuera posible. En aquel tiempo llegué a ser proclamador de tiempo cabal del reino de Dios. Jehová ha provisto maravillosamente para nosotros, y continúo en el servicio que elegí aunque ahora tengo seis hijos.

      Con el transcurso de los años he tenido la alegría de ver a mi sobrina y a uno de mis tíos aceptar la verdad de la Biblia, y otros miembros de la familia ahora están interesados. Se presentó una oportunidad de demostrar el amor cristiano cuando mi hermano mayor enfermó y fue llevado a nuestro pueblo para ser tratado. No vino a quedarse en mi casa porque él se había opuesto fuertemente a mi servicio a Jehová. Sin embargo yo fui a buscarlo y lo traje a mi hogar, le di alimento y lo traté tan bien como pude. Después de un tiempo vinieron otros miembros de la familia, diciendo: “Tu manera de servir a Dios es muy buena. Nunca pensamos que sería así. No te volviste en contra nuestra, sino que nos has mostrado consideración y respeto a cambio de nuestro desprecio.”

      ¡Cuán distintos son los caminos del verdadero cristianismo de los caminos del “médico rural” africano! En vez de devolver mal por mal, hago lo que dice la Biblia: “Sigue venciendo el mal con el bien.” (Rom. 12:17-21) ¡Cuánto me alegro de haber abandonado la “medicina rural” africana y la religión falsa de la cristiandad y de haber salido de la oscuridad a la luz gloriosa para servir a Jehová!

  • Por qué es azul el cielo
    ¡Despertad! 1972 | 22 de junio
    • Por qué es azul el cielo

      ● Cuando la luz del Sol brilla en la atmósfera de la Tierra las moléculas de gas la diseminan en toda dirección. Puesto que éstas tienden a diseminar la luz azul más que los otros colores, el cielo parece ser azul.

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