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¿Por qué hay tanta falta de honradez?La Atalaya 1982 | 15 de mayo
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¿Por qué hay tanta falta de honradez?
UN VIEJO dicho inglés afirma que “la oportunidad hace al ladrón.” En cambio, hay quienes insisten en que “el ladrón crea la oportunidad.”
Sea como sea que empiece, la falta de honradez en sus muchas formas ha alcanzado proporciones alarmantes. Pero, en gran parte, ha llegado a ser tan común que muchas personas ya no la consideran como falta de honradez.
He aquí algunas situaciones típicas que sirven de ejemplos. El jefe dice a un oficinista que anote en los libros una cantidad menor de la que en realidad se recibió como pago por ciertas ventas. El oficinista adopta el parecer de que no hay nada de malo en hacer esto porque él simplemente está siguiendo las instrucciones de su jefe. Una esposa maneja engañosamente el presupuesto de la familia, y se convence a sí misma de que ella merece tener alguna cosita de índole personal. Un esposo dice a su esposa que él tiene que trabajar horas extraordinarias, pero lo que hace es que sale con los amigos o, tal vez, con otra mujer.
Cierto tendero dijo recientemente que algunos jóvenes entran a su tienda en grupos. Mientras uno de ellos hace una compra, los demás asaltan el mostrador. “Cuando yo era muchacho,” dice él, “los chicos se asustaban si se les prendía. Lo triste es que ahora no les importa en lo más mínimo. En algunas zonas, si uno les riñe, ellos regresan y le rompen las ventanas.”
Además, los menesterosos no son los únicos que cometen tales delitos. Hace poco, en Inglaterra, se declaró culpable de ratería a una anciana que posee un título nobiliario. Y, ¿quién no ha leído acerca de actos de malversación, algunos de los cuales envuelven pequeñas sumas de dinero y otros que alcanzan cifras en los millones?
¿Cuáles son las causas de esta tendencia asombrosa hacia la falta de honradez? Son muchas. A la mayor parte de los niños se les somete desde la infancia a la influencia insidiosa de la falta de honradez. Esta se glorifica de una manera u otra en el folklore, en cuentos clásicos como “Alí Babá y los cuarenta ladrones,” en películas, en programas de televisión y en muchos libros.
En São Paulo, Brasil, durante una entrevista cierto hombre atribuyó muchos de los males a la influencia que ejercen prácticas religiosas tales como el conceder perdón fácilmente por medio de la confesión. Cierta mujer admitió que su mundo de honradez se desmoronó cuando el “Papá Noel” resultó ser un pariente. Desde el cuento de la cigüeña que, según se dice, trae a los infantes, hasta las promesas vacías de los políticos... en todas las esferas de la vida nos vemos rodeados de las influencias poderosas que tienden a acostumbrar nuestra mente a la falta de honradez.
Ciertas personas no pueden ver nada de malo en lo que ellas llaman “una mentirilla piadosa,” pero el fundador del cristianismo dijo: “El que no tiene honradez en lo poco, tampoco la tiene en lo mucho.” El también identificó al Diablo como ‘el padre de la mentira’ y como aquel a quien la humanidad en general se somete como gobernador. Eso ciertamente nos da razón para reflexionar, y nos ayuda a entender por qué la falta de honradez está esparcida tan extensamente.—Lucas 16:10, Versión Popular; vea también Juan 8:44; 14:30.
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¿Por qué ser honrado?La Atalaya 1982 | 15 de mayo
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¿Por qué ser honrado?
LA BIBLIA describe correctamente a Jehová como “el Dios de verdad,” como aquel “que no puede mentir.” (Salmo 31:5; Tito 1:2) Desde la creación del hombre, Jehová se ha mostrado firme en requerir que sus verdaderos adoradores sean honrados en todo.—Zacarías 8:16, 17.
Si una persona ha de ser honrada, es importante que no se deje guiar por las actitudes de los de su comunidad, sino por las normas de Jehová Dios mismo. Estas se encuentran registradas en la Biblia.
Cómo trató Dios con Israel
En la ley que dio a la nación de Israel, Jehová mandó: “No deben hurtar, y no deben engañar, y no deben tratar falsamente, ninguno, con su asociado. Y no deben jurar a una mentira en mi nombre, de modo que de veras profanes el nombre de tu Dios. Yo soy Jehová.”—Levítico 19:11, 12.
A los ladrones no se les daba un leve castigo. Tenían que compensar a la víctima. Y si no poseían el valor requerido por la ley, se les convertía en esclavos para que pagaran la deuda por medio de su trabajo.—Exodo 22:1-4.
Jehová dio detalles específicos a fin de que no hubiera ningún malentendido en cuanto al hecho de que él condena la falta de honradez en cualquier forma. El dio una advertencia fuerte en contra de las ‘lenguas mañosas,’ palabras suaves pero no honradas, el hurto acompañado de violencia así como el que se comete furtivamente, y el uso de balanzas engañosas en los negocios.—Proverbios 1:10-19; Daniel 11:32; Miqueas 6:11, 12.
Un requisito cristiano
¿Hubo un cambio en el principio divino de la honradez al fundarse la congregación cristiana? ¡De ninguna manera!
Respecto al mentir y el robar, la Biblia ordena a los cristianos: “No estén mintiéndose los unos a los otros.” “Ahora que ustedes han desechado la falsedad, hable verdad cada uno de ustedes con su prójimo . . . Que el que hurta ya no hurte más, sino más bien que haga trabajo duro, haciendo con las manos lo que es buen trabajo, para que tenga algo que distribuir a alguien que tenga necesidad.” “Que ninguno de ustedes sufra como . . . ladrón, o malhechor.”—Colosenses 3:9; Efesios 4:25, 28; 1 Pedro 4:15.
Se hace hincapié en la gravedad del asunto mediante las siguientes palabras de advertencia: “No se extravíen. Ni fornicadores, . . . ni ladrones, ni avarientos, ni borrachos, ni injuriadores, ni los que practican extorsión heredarán el reino de Dios. Y sin embargo eso es lo que algunos de ustedes eran.”—1 Corintios 6:9-11.
Note que entre aquellos cristianos primitivos había algunos que habían sido ladrones y practicantes de extorsión, pero cambiaron su modo de vida. Respecto a la reputación de la gente de Creta, el apóstol Pablo citó las palabras de un cretense, posiblemente el poeta Epiménides, como sigue: “Los cretenses siempre son mentirosos, bestias salvajes perjudiciales, glotones desocupados.” (Tito 1:12) Entre los griegos, el nombre “cretense” llegó a ser sinónimo de “mentiroso.” Pero algunos de entre los habitantes de Creta cambiaron su proceder y se hicieron cristianos genuinos. Había entre ellos ancianos cristianos que habían llegado a tener la reputación de ser ‘libres de acusación, no ambiciosos de ganancia falta de honradez, amadores de la bondad, justos, leales, personas que ejercían gobierno de sí mismas.’—Tito 1:7, 8.
¿Qué les hizo cambiar?
El que llegaran a conocer a Jehová, “el Dios de verdad,” y aprendieran los requisitos de él para sus siervos produjo el cambio. El modelo de ellos llegó a ser Jesucristo, quien ‘les dejó dechado para que siguieran sus pasos con sumo cuidado y atención.’ Al estudiar el patrón de vida de Jesús, se dieron cuenta de que ‘en su boca no se halló engaño.’ De las enseñanzas de él, aprendieron lo siguiente: “Así como quieren que los hombres les hagan a ustedes, hagan de igual manera a ellos.”—1 Pedro 2:21, 22; Lucas 6:31.
Claro, no es probable que cambiaran de la noche a la mañana. Por eso, el apóstol Pablo, por ejemplo, escribió a Tito diciéndole que ‘continuara recordando’ a los cristianos de Creta ciertos asuntos relacionados con la conducta piadosa. (Tito 3:1-3) Al principio, tal vez les haya parecido que el ponerse una nueva personalidad sería imposible. Cuando sufrieron reveses, quizás se hayan sentido descorazonados. Pero su aprecio por la maravillosa provisión que Jehová hizo para perdonar su proceder pecaminoso del pasado en virtud de la fe que ejercieron en el sacrificio de Jesucristo proveyó el motivo impelente. Y, a medida que aprendieron a apoyarse en Jehová y buscar la ayuda de su espíritu, hallaron que se efectuaron cambios que ellos no habían podido realizar por su propia cuenta.—Compare con 1 Corintios 6:11.
¿Por qué hacerlo?
Pero, ¿por qué participar en tal lucha? ¿Por qué insistir en que se obre honradamente en todo asunto?
Bueno, empecemos con el hogar. ¿Qué sucede cuando los cónyuges hallan que no pueden tenerse confianza el uno al otro? Puede ser que al principio se trate de cosas aparentemente pequeñas, pero dentro de poco toda la relación se ha deteriorado. En cambio, el que los cónyuges sean honrados en todo asunto fortalece los vínculos del matrimonio. Y ejerce una fuerte influencia beneficiosa en la vida de los hijos también.
Fuera del hogar la honradez que usted ejerce en sus tratos con otros muestra cómo usted considera a su prójimo. En esta esfera el castigo impide que algunos obren mal. Pero hay fuerzas mayores que deberían servir de impulso. El apóstol Pablo escribió: “’No debes hurtar, No debes codiciar,’ y cualquier otro mandamiento que haya, se resume en esta palabra, a saber: ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo.’” (Romanos 13:9) Para recibir amor tenemos que darlo. La persona que es honrada disfruta de buenas relaciones con otros. Además, tiene tranquilidad mental. No se desvela debido a que su conciencia le esté condenando. No está mirando por encima de su hombro a cada rato, temerosa de que alguien la sorprenda.—Romanos 13:3-5.
Pero, lo más importante es la relación que uno tiene con Dios. El amor sincero a Jehová y el deseo de ganar su aprobación impulsarán a la persona a luchar contra sus propias imperfecciones y a ser honrada aun si otros no lo son.—Salmo 15:1-5.
¿Hay personas que realmente hacen esto hoy? Veamos.
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