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  • Usted está escogiendo vivir
    La Atalaya 1981 | 15 de septiembre
    • Usted está escogiendo vivir

      ¿POR qué está usted respirando ahora? Porque opta por vivir. Usted beberá agua hoy, porque escoge vivir. Comerá algún alimento hoy, porque escoge vivir. Por la misma razón usted dormirá esta noche para renovar las fuerzas de modo que pueda seguir viviendo mañana. Y cuando usted despierte, se irá a trabajar, aunque no le guste su empleo. Irá a trabajar para ganarse el sustento.

      Sin embargo, eche una mirada a esta vida presente que usted está escogiendo. Eche una mirada a las divisiones raciales, las cuales hacen que algunos se sientan superiores a otros y opriman a aquellos a quienes juzgan como inferiores. Considere la injusticia y violencia y hasta las guerras que brotan de las diferencias en el color de la piel de las personas.

      Considere el nacionalismo que desune a la gente en la Tierra, las revoluciones que dividen a las naciones y ocasionan un raudal de refugiados, los partidos políticos que riñen y luchan por cualquier insignificancia, y la corrupción que despoja a la gente de sus bienes para engrosar el caudal de los políticos.

      No pase por alto el papel que desempeñan las religiones populares. Ellas dividen a la gente, se meten en la política, frecuentemente fomentan guerras y en muchas ocasiones persiguen a los adoradores verdaderos de Jehová Dios. ¡Tantos “cristianos,” y tan poco cristianismo!

      No se detenga en su observación de estos grandes fracasos que se ven en la escena mundial. Considere los barrios pobres de toda gran ciudad, la pobreza, la inmundicia, las enfermedades repugnantes, así como a los desesperanzados residentes que se apiñan en una oscura habitación de alquiler, congelándose en el invierno y sofocándose durante el verano. Las calles donde domina el delito, los barrios de prostitución, la narcomanía, las instituciones mentales atestadas de víctimas trágicas.

      Por todo el mundo, la desintegración moral plaga a una infinidad de personas. Por dondequiera que usted mire puede ver, escritos en millones de rostros, la desesperanza y el abatimiento. Todo esto se resume en una epidemia mundial conocida como tensión. Se le ha llamado el asesino del siglo veinte. Un informe que apareció en el Wall Street Journal afirma: “La tensión severa o prolongada puede hacer que el cuerpo resulte más vulnerable a dolencias que van desde erupciones de la piel y el resfriado común hasta ataques cardíacos y cáncer.” Un informe que apareció en To the Point afirma: “Las enfermedades físicas generadas [por la tensión] contribuyen ahora a un gran número de casos clínicos y muertes cada año... por lo menos decenas de millones.”

      Este aumento de la tensión en nuestro día cumple con una predicción de hace siglos. Jesús dijo que habría “sobre la tierra angustia de naciones, no conociendo la salida.” Entonces añadió: “Los hombres [desmayarán] por el temor y la expectativa de las cosas que vienen sobre la tierra habitada.”—Luc. 21:25, 26.

      Las siguientes dos páginas dirigen su atención, con más detalle, a rasgos específicos de esta vida llena de tensión que muchos están optando por vivir mediante el comer, dormir y trabajar.

  • La vida que usted está escogiendo
    La Atalaya 1981 | 15 de septiembre
    • La vida que usted está escogiendo

      Esta vida que usted escoge para satisfacer sus necesidades físicas de alimento y bebida es ‘una vida corta y llena de zozobras,’ según dijo un escritor bíblico hace mucho tiempo. (Job 14:1, 2) Algunas de las zozobras o inquietudes de esta vida se consideran a continuación. ¿Es esta clase de vida su única posible opción? ¿Tiene usted ahora una mejor opción a su alcance, una que esté libre de todas las penas de esta vida que mantenemos mediante el respirar, comer y beber?

      YO PRIMERO

      El credo de los que viven por la norma de “yo primero,” según lo exponen los filósofos del “yoísmo,” es: “Primero yo, después yo y siempre yo.” “Uno tiene el derecho de ser el juez de su propia conducta.” “Olvídese de sentir culpa.” La Palabra de Dios dice que la idolatría de hoy es la egolatría: “Su dios son sus propios apetitos.” (Fili. 3:19, Versión Popular) También: “La avaricia . . . es una especie de idolatría.” (Col. 3:5, Nácar-Colunga) Esta nueva religión del Yo fue predicha para nuestros tiempos: “Los hombres serán amadores de sí mismos.” (2 Tim. 3:1, 2) El amor a Mí echa a un lado el amor a Ti... mi prójimo.

      DETERIORO DE LA FAMILIA

      El matrimonio está siendo degradado, la cantidad de divorcios aumenta, los hijos sufren mientras el yoísmo florece. “La filosofía del ‘yo’ está contribuyendo a la alta proporción de divorcios.” (Dr. Robert Taylor) El padre o la madre de hoy “ahora da prioridad al derecho que él mismo o ella misma tiene a realizar sus ambiciones.” (Newsweek) El círculo de la familia sufre. Esta generación del Yo pasa por alto las lecciones de la historia, así que está condenada a pasar por lo mismo de nuevo. “Civilizaciones enteras han sobrevivido o desaparecido, dependiendo de si la vida familiar era fuerte o débil.”—The World Book Encyclopedia, 1978.

      DELITO Y CRIMEN

      Jesús predijo “aumento del desafuero.” (Mat. 24:12) Nuestra generación está demostrando la verdad de lo que él dijo. En 1979, en los Estados Unidos, “la cantidad de asesinatos aumentó en 10 por ciento, la de asaltos en 10 por ciento, la de ultrajes sexuales en 13 por ciento y la de robos en 12 por ciento. Durante los primeros seis meses de 1980 la cantidad de delitos graves ascendió en 10 por ciento.” (U.S. News & World Report) Lo mismo está sucediendo en otras naciones. Muchos hombres de negocios son honrados; muchos otros estafan, falsean, evaden el pago de impuestos, engañan a los clientes. Y muchas personas hurtan de los hombres de negocios. Cierto informe declaró: “El ladrón más ingenioso y de mayor éxito de los Estados Unidos se encuentra entre los oficinistas profesionales.” O entre obreros de fábrica.

      HAMBRE

      “Habrá escaseces de alimento,” predijo Jesús. (Mat. 24:7) El año pasado el Times de Los Ángeles informó: “Por todo el mundo cerca de 450 millones de personas están muriéndose de hambre, según cálculos de expertos en suministros mundiales de alimento, y entre 800 millones y mil millones están al borde de la inanición.” La Tierra produce suficiente alimento, pero “intereses poderosos y bien arraigados obstaculizan” la distribución equitativa de éste.

      TERRORISMO

      Un peligro que se intensifica, según lo demostró el Daily News de Nueva York del 25 de noviembre de 1979: “El terrorismo —es decir, los asesinatos, los secuestros, la colocación de artefactos explosivos, los asaltos premeditados contra individuos— va en aumento, de 206 atentados en 1972 a 572 en 1975, a 1.256 en 1977, a 1.511 en 1973, a 2.662 durante los primeros nueve meses de este año [1979].” Mientras los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres, el terrorismo continúa esparciéndose.

      GUERRA Y EXTINCIÓN

      “El ímpetu de la tecnología militar conduce a las superpotencias a una inevitable guerra nuclear.” (Dr. Frank Barnaby, director del Instituto de Estocolmo para la Investigación de la Paz Internacional) “creemos que la guerra nuclear no será de provecho para nadie y hasta pudiera llevar al fin de la civilización.” (Experto militar soviético) “Por amor a Dios, a sus hijos, y a la civilización a la cual pertenecen, ¡pongan fin a esta locura!”—George F. Kennan, ex embajador de los EE. UU. en Moscú.

      CONTAMINACIÓN Y EXTINCIÓN

      “Gradualmente, el planeta Tierra está siendo contaminado hasta la extinción.” (The Globe and Mail) “La humanidad está en peligro de contaminarse a sí misma hasta desaparecer de la faz de la Tierra.” (The Guardian) “La contaminación es más que un problema de un país u otro. Es un problema de la aldea mundial. . . . Si fracasamos en esto, aseguramos la extinción, al fin, de nuestra propia especie.” (Star de Toronto) En su discurso de despedida, el ex presidente Carter señaló que la contaminación es “una bomba de tiempo, una amenaza tan grave a nuestra supervivencia global como la amenaza de la aniquilación nuclear.” ¿No habrá llegado el tiempo en que Dios haya de “causar la ruina de los que están arruinando la tierra”?—Rev. 11:18.

      Esta vida actual es una pobre elección. Sin embargo, las personas optan por seguir viviendo. Puede que estén lisiadas, pero desean vivir; puede que estén ciegas, pero temen morir. El sordo y el mudo optan por vivir, y el anciano y el débil se aferran a la vida. “El hombre,” dijo Job, “nacido de mujer, tiene una vida corta y llena de zozobras. Es como una flor que se abre y luego se marchita; pasa y desaparece como una sombra.”—Job 14:1, 2, Versión Popular.

      Esta vida que muchas personas están escogiendo es corta. Está llena de zozobras. Es una pobre elección. Pero, ¿tienen esas personas opción a algo mejor?

  • La vida que usted puede escoger
    La Atalaya 1981 | 15 de septiembre
    • La vida que usted puede escoger

      HAY otra vida que usted puede escoger ahora. Es una vida que no se marchita como la flor cuando pasa la primavera ni se seca como la hierba cuando pasa el verano. No es una vida llena de dolor y desilusión, ni está rodeada de delincuencia y crimen, guerra y hambre, enfermedad y muerte. Sus días no son contados; más bien, son infinitos. Sus días no están llenos de zozobra, sino de gozo inexpresable. Es la vida que Jehová Dios se propuso para el hombre originalmente.

      ¿Y en qué consiste esa vida? ¿Será una vida de dicha celestial donde atiendan a uno sobre una nube hinchada, mientras uno tañe un arpa a la vez que flota por el espacio a través de la eternidad? ¡No! No es esa existencia celestial hueca e inútil que vanos soñadores se han imaginado. Para ver claramente cuál es esta vida que usted puede escoger ahora, acudamos a la Palabra de Dios y descubramos qué propósito tuvo él al crear al hombre y la mujer.

      A aquella primera pareja se le dio un mandato, no tocante al cielo, sino tocante a la Tierra. Dios les dijo: “Sean fructíferos y háganse muchos y, llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas volátiles de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra.” El sojuzgar la Tierra significa cuidarla, no arruinarla. Esto se hace patente por la asignación que se le dio al hombre en Edén: “Y procedió Jehová Dios a tomar al hombre y establecerlo en el jardín de Edén para que lo cultivase y lo cuidase.”—Gén. 1:28; 2:15.

      El propósito de Dios era que, al aumentar la familia humana y ya no ser el Edén suficientemente amplio para todos, la población se extendiera fuera de los confines de aquel jardín, llevando consigo las semillas o los esquejes de las plantas perfectas de Edén, para plantarlas en nuevos territorios y cultivar estas nuevas áreas tal como lo estaba haciendo la familia original en Edén. Así, pues, según los humanos fueran extendiéndose por la Tierra la sojuzgarían, transformándola en un paraíso, hasta que la condición edénica se hubiese extendido y el jardín de Dios tuviese alcance mundial.

      En aquel paraíso mundial, el dominio de los animales por el hombre habría de ejercerse por cuidado amoroso y confianza mutua, no mediante los movimientos punzantes de la silla y el látigo restallante de un amaestrador, ni por mantener a los animales enjaulados en un parque zoológico, ni por las armas mortíferas de Nemrodes modernos. Este dominio amoroso sobre los animales por la humanidad obediente había de durar para siempre.

      Pero tal dominio no perduró. El pecado llegó y desbarató la tranquilidad del jardín de Edén. La ley que Jehová Dios dio al hombre fue: “De todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar satisfecho. Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo no debes comer de él, porque en el día que comas de él positivamente morirás.” (Gén. 2:16, 17) La primera pareja desobedeció, comió y se acarreó la muerte a sí misma, además de causarla a su prole. Jehová los echó del jardín, e hizo esta declaración al hombre:

      “Maldito está el suelo por tu causa. Con dolor comerás su producto todos los días de tu vida. Y espinos y cardos hará crecer para ti, y tienes que comer la vegetación del campo. Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que vuelvas al suelo, porque de el fuiste tomado. Porque polvo eres y al polvo volverás.”—Gén. 3:17-19.

      Jehová Dios dio un comienzo perfecto al género humano. Sin que Él tenga culpa, el género humano ha ido de mal en peor. “La Roca [Jehová], perfecta es su actividad, porque todos sus caminos son justicia. Dios de fidelidad, con quien no hay injusticia; justo y recto es él. Ellos han obrado ruinosamente por su propia cuenta; no son hijos de él, el defecto es de ellos mismos. ¡Generación perversa y torcida!” (Deu. 32:4, 5) Se hace una declaración parecida en Eclesiastés 7:29: “Dios . . . hizo a la humanidad recta, pero ellos mismos han buscado muchos planes.” O, como la traducción Valera, revisión de 1977, vierte la última parte de este versículo: “Ellos se buscaron muchas artimañas.”

      Hoy día el hombre continúa obrando ruinosamente, más desastrosamente que nunca. Ahora su explotación insensible de las plantas y los animales de la Tierra y su abuso de los recursos terrestres y del ambiente están arruinando la Tierra como planeta habitable. Jehová Dios pondrá coto a esto, porque él declara que va a “causar la ruina de los que están arruinando la tierra.”—Rev. 11:18.

      EL PROPÓSITO DE JEHOVÁ TRIUNFARÁ

      Es el propósito de Jehová Dios que la Tierra permanezca para siempre: “No se le hará tambalear hasta tiempo indefinido, ni para siempre.” Será habitada para siempre: “Porque esto es lo que ha dicho Jehová, el Creador de los cielos, Él, el Dios verdadero, el Formador de la tierra y el Hacedor de ella, Él, Aquel que la estableció firmemente, que no la creó sencillamente para nada, que la formó aun para ser habitada: ‘Yo soy Jehová, y no hay ningún otro.’”—Sal. 104:5; Isa. 45:18.

      El propósito original de Jehová era que la Tierra llegara a ser un paraíso, lleno de personas dedicadas a Él y que cuidaran de aquel jardín, sus plantas y animales, y que mantuvieran un ambiente saludable. Este todavía es su propósito, y Jehová nos asegura que se cumplirá: “Así resultará ser mi palabra que sale de mi boca. No volverá a mí sin resultados, sino que ciertamente hará aquello en que me he deleitado, y tendrá éxito seguro en aquello para lo cual la he enviado.”—Isa. 55:11.

      La información que se da en las siguientes dos páginas le revela los gozos de la vida en una Tierra paradisíaca que usted puede escoger ahora.

  • La mejor selección... vida en una Tierra paradisíaca
    La Atalaya 1981 | 15 de septiembre
    • La mejor selección... vida en una Tierra paradisíaca

      El escoger la vida actual puede ser una mala selección en vista de los tiempos de zozobra en que vivimos. Sin embargo, muchos se aferran a esta vida. Aunque está llena de problemas, es mejor que no tener nada, mejor que ser echado en el olvido. Sin embargo, ahora se puede escoger un paraíso libre de zozobras en la Tierra.

      MARAVILLOSO TRABAJO

      Si a usted le gustaría cultivar la Tierra, transformarla en campos que produjeran alimento o en parques que fueran fuentes de belleza, hacer que los desiertos florecieran, ver praderas y bosques donde antes hubiera habido espinas y abrojos, proteger algunas áreas de las selvas y montañas para que sirvieran de moradas naturales para la vida silvestre y para que fueran alabadoras silenciosas del Creador... si para usted sería un deleite el participar en este trabajo de embellecimiento, entonces a usted le gustaría la Tierra paradisíaca. Ver el bien por tal trabajo “es el don de Dios.”—Ecl. 3:13.

      PAZ CON LOS ANIMALES

      Si para usted sería un placer ejercer dominio sobre los animales, no con armas ni látigos ni barras, sino con amor y confianza mutua; si usted anhela el tiempo en que el oso y el becerro hayan de yacer juntos, en que el leopardo y el cabrito hayan de alimentarse juntos, en que el león haya de comer paja como el toro, y si usted quisiera ver el día en que todos estos animales hayan de seguir dócilmente a un niñito que los conduzca, entonces a usted le gustaría la Tierra paradisíaca. La promesa de Dios es: “No harán ningún daño ni causarán ninguna ruina en toda mi santa montaña.”—Isa. 11:9.

      SALUD Y VIDA

      Si su esperanza sincera es ver el día en que el cojo salte como el ciervo, escuchar que la lengua del mudo entone canciones, ver abrirse los ojos del ciego, observar que se destapan los oídos del sordo, presenciar que el lamento y el llanto desaparecen y dan paso a las sonrisas, y ver que las lágrimas y el clamor ceden ante la risa, así como ver que el dolor y la muerte dan paso a la salud y a la vida eterna, entonces usted no permitirá que nada le impida seguir en el curso que lleva a estar en la bendita Tierra paradisíaca donde esas condiciones existirán para siempre. Esta, también, es la promesa de Dios: “Él limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor.”—Rev. 21:4.

      NO HABRÁ MÁS GUERRA

      Si su corazón anhela el tiempo en que las espadas sean convertidas en rejas de arado y las lanzas en podaderas, en que no haya escuelas militares, ni entrenamiento para guerrear, ni fabricación de bombas, ni fomentadores de guerra, entonces usted dará gracias a Dios por el nuevo sistema de cosas en el cual sucederá todo esto. Jehová da seguridad de ello al decir: “Está haciendo cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra.”—Sal. 46:9.

      FIN DE LA OPRESIÓN

      Si usted desea ver el día en que se desvanezca la gobernación política opresiva y no haya más codicia comercial, en que los hombres edifiquen casas y habiten en ellas y moren en paz, en que la Tierra se llene de risa gozosa y vibre con el estimulante canto de los pájaros, en que el aire limpio se llene de la fragancia de las flores, entonces le emocionará vivir en la Tierra paradisíaca. La promesa de Dios a su pueblo es: “La obra de sus propias manos mis escogidos usarán a grado cabal.”—Isa. 65:22.

      NO DEMASIADO BUENO PARA SER CIERTO

      ¿Responde algún lector con escepticismo, o se burla abiertamente? ¿Es cosa demasiado buena para ser verdad, esta Tierra paradisíaca? ¿Es eso lo que está pensando el lector? Se puede comprender por qué, ya que todo lo que hemos experimentado ha sido esta presente existencia llena de zozobra. “El salario que el pecado paga es muerte,” y la humanidad ha estado pecando y recibiendo el salario por ello. (Rom. 6:23) Sin embargo, la Palabra de Dios promete: “el mundo va pasando,” pero “el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.”—1 Juan 2:17.

      PROMESAS CONFIABLES

      Estas promesas de una Tierra paradisíaca vienen de Jehová Dios, “que no puede mentir.” (Tito 1:2) A la nación de Israel se le recordó esto: “Ni una sola palabra de todas las buenas palabras que Jehová su Dios les ha hablado ha fallado.” (Jos. 23:14) Hasta un opositor de Jehová se vio obligado a decir: “Dios no es un hombre para que diga mentiras. . . . ¿Lo ha dicho él mismo y acaso no lo hará?”—Núm. 23:19.

      Vida en una Tierra paradisíaca... ése era el propósito original de Dios para esta Tierra y el hombre sobre ella. Esta es la vida que el lector puede escoger ahora. A Jehová no le parece que esto sea demasiado bueno para ser cierto. Por eso, a ningún lector le debería parecer que lo sea. Jehová piensa que el sistema de cosas actual es demasiado malo para seguir existiendo, y usted de seguro concuerda con esto. Aun ahora él está dejando que las personas escojan o vida eterna en un paraíso o muerte eterna con este mundo.

      ¿Cómo está la gente dando a conocer lo que escoge? ¿Cómo podría hacerlo usted? Considere el artículo siguiente.

  • Cómo usted da a conocer lo que escoge
    La Atalaya 1981 | 15 de septiembre
    • Cómo usted da a conocer lo que escoge

      ¿CÓMO escoge alguien la vida que Dios ha prometido en una Tierra paradisíaca? ¿Lo hace mediante levantar la mano, mediante gritar: ‘Sí,’ mediante decir: ‘Señor, quisiera vivir en aquel tiempo’? No. En gran medida, esa vida se escoge como se escoge la presente. ¿Cómo escoge usted la vida ahora? Lo hace por medio de seguir cierta línea de acción, la cual incluye respirar, beber, comer, dormir y trabajar. Se le pide al lector que note que éstas son medidas que dicta o determina, no usted, sino, más bien, su cuerpo. Su cuerpo establece las normas, de modo que le obliga a cumplir con los requisitos de él.

      Así es en lo que tiene que ver con escoger la vida en el nuevo sistema de Dios. Usted hace su selección, no por medio de decir que le gustaría vivir en esos tiempos, sino por la línea de acción que sigue. Y en este caso tampoco es la persona quien determina el proceder que debe seguir. Jehová Dios da vida en esa Tierra paradisíaca, establece las normas para obtener tal vida, y a nosotros nos toca cumplir con Sus requisitos. El rehusar hacer eso constituye escoger la muerte con el mundo inicuo actual, tan ciertamente como el rehusar respirar cuando el cuerpo demanda que lo hagamos significaría la muerte para nuestro organismo físico ahora.

      Muchas personas creen que basta con hacer lo que les parece correcto y tratar a su prójimo de manera justa. Hace mucho tiempo un gobernante rico aparentemente estaba haciendo mucho bien, llevando una vida limpia, mostrando amor al prójimo. Pero cuando le preguntó a Jesús cómo podía ganar la vida eterna, se le dijo que se deshiciera de sus muchas posesiones materiales y siguiera a Jesús. Haz todo esto, dijo Jesús, “si quieres ser perfecto.”—Mat. 19:16-22; Luc. 18:18-23.

      El amar al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo no tiene que ver simplemente con una sensación emocional. “Esto es lo que el amor de Dios significa: que observemos sus mandamientos.” (1 Juan 5:3) Hace mucho tiempo, cuando a Israel le tocó seleccionar entre la vida y la muerte, se le dijo que el amar a Jehová significaba obedecerle. “He puesto delante de ti la vida y la muerte, la bendición y la invocación de mal; y tienes que escoger la vida a fin de que te mantengas vivo, tú y tu prole, amando a Jehová tu Dios, escuchando su voz y adhiriéndote a él; porque él es tu vida y la longitud de tus días.”—Deu. 30:19, 20.

      ¿BASTA CON TENER RELIGIÓN?

      Pero ahora alguien dirá: ‘No sigo mis propias ideas. Pertenezco a una organización religiosa reconocida. Creo que si uno sinceramente sigue una de las muchas religiones cristianas será salvo.’ ¿Es correcta esta posición? Que conteste el Hijo de Dios. Jesucristo dijo: “No todo el que me dice: ‘Señor, Señor,’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.” No basta con que una persona o una religión lleve el nombre de Dios en los labios, o efectúe formalismos religiosos, o haga obras caritativas. Si esa religión no está enseñando la voluntad de Dios ni haciéndola, entonces ella y sus adeptos no están dando en el blanco, por sinceros que sean.—Mat. 7:21-23.

      Como clara indicación de que no basta la sinceridad ni el celo de una organización religiosa, Romanos 10:2, 3 declara acerca de los religiosos judíos: “Tienen celo por Dios; mas no conforme a conocimiento exacto; pues, a causa de ignorar la justicia de Dios pero de procurar establecer la suya propia, no se sujetaron a la justicia de Dios.” No obstante, numerosos judíos sinceros, incluso muchos sacerdotes y fariseos, sí abandonaron su religión formalista para hacerse cristianos, y se sometieron a la justicia de Dios.—Hech. 6:7; 15:5.

      Muchos textos bíblicos confirman el punto de vista de que la sinceridad por sí sola no basta. “Lo que al hombre le parece vía correcta, puede terminar en el camino a la muerte. El que se extravía tiene que aceptar las consecuencias.” “El insensato está seguro de que su propio camino es el correcto: los sensatos escucharán el consejo.” “Al hombre se le ocurren muchos planes, pero el propósito del Eterno es lo que prevalece.” “Los caminos del hombre siempre son correctos a sus propios ojos, pero el Eterno dicta el fallo en cuanto a la vida de éste.” (Pro. 14:12, 14; 12:15; 19:21; 21:2, Moffat) La sinceridad es valiosa, porque hace de uno una persona que puede recibir misericordia de Dios. Saulo de Tarso (quien luego llegó a ser el apóstol Pablo) era perseguidor de los cristianos, pero sinceramente creía que estaba rindiendo servicio a Dios. Obró en ignorancia; por eso, se le extendió misericordia.—Juan 16:2; 1 Tim. 1:13.

      EL ÚNICO CAMINO A LA VIDA

      El conocimiento exacto es necesario, y la falta de éste ha llevado a la ruina a personas que han afirmado ser siervos de Jehová. “Porque el conocimiento es lo que tú mismo has rechazado, yo también te rechazaré.” No le pertenece al hombre dirigirse a sí mismo, por eso Jehová nos proveyó la Biblia como guía. “Tu palabra es una lámpara para mi pie, y una luz para mi vereda.” (Ose. 4:6; Jer. 10:23; Sal. 119:105) Sírvase notar que esto se refiere a la luz de Dios, no a la del hombre ni a la de alguna organización religiosa. El conjunto de las religiones no constituye muchos caminos que conduzcan a un mismo lugar, a la salvación, según afirma el dicho popular. Jesús habló de solo dos caminos, y éstos conducen a lugares diferentes... el angosto a la vida, y el ancho a la destrucción.—Mat. 7:13, 14.

      La Biblia es el mapa divino, pero muchas personas prefieren el mapa de su “propia religión.” Por ejemplo, uno puede leerles de la propia Biblia de ellas: “El alma que pecare, ésa morirá.” No obstante, se aferran al camino sectario que afirma que el alma es inmortal. Léales: “Saldrá su espíritu, tornaráse en su tierra: en aquel día perecerán sus pensamientos.” “Los muertos nada saben.” No obstante, se adhieren más tenazmente aún a la enseñanza de su propia religión de que los muertos están conscientes. Léales: “La paga del pecado es muerte.” Continúan marchando sin vacilar en el sendero de su credo, afirmando que la paga del pecado es el tormento eterno. Léales: “La tierra siempre permanece.” Siguen adhiriéndose a la enseñanza de su clérigo de que la Tierra será consumida por fuego.—Eze. 18:4; Sal. 146:4; Ecl. 9:5; 1:4; Rom. 6:23, Versión Valera.

      ¿Cómo, pues, hemos de determinar la línea de acción que debemos seguir, la manera de manifestar por nuestras acciones que optamos por vivir en la Tierra paradisíaca de Jehová? No es por lo que diga un sacerdote católico, ni por lo que diga un predicador protestante, ni por lo que diga algún rabino judío o algún guru o maestro espiritual oriental. No es por lo que digan los hombres, a no ser que éstos respalden sus enseñanzas con textos bíblicos. Deje que Dios hable mediante su Palabra, la Biblia. “Sea Dios hallado veraz, aunque todo hombre sea hallado mentiroso.” No todos los que afirman enseñar la Palabra de Dios lo hacen. Así sucedía en los días de Jesús, pues él dijo: “Enseñan mandatos de hombres como doctrinas.” Así sucedió en los días de Jeremías, pues él escribió: “Ellos han rechazado la mismísima palabra de Jehová, y ¿qué sabiduría tienen?” Así sucede también hoy.—Rom. 3:4; Mat. 15:9; Jer. 8:9.

      CÓMO SE ESCOGE LA VIDA ETERNA

      El primer paso de usted para demostrar que desea vivir en el nuevo orden de cosas bajo el régimen del reino de Cristo es el de estudiar. “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo.” Dedíquese a hacer la voluntad de Dios y simbolice su dedicación por medio de bautismo en agua, aun como Jesús se bautizó, pues él ahora es el dechado que usted debe seguir. (Juan 17:3; Mat. 3:13; 1 Ped. 2:21) Evite las obras de la carne, produzca el fruto del espíritu, como se declara en Gálatas 5:19-23:

      “Ahora bien, las obras de la carne son manifiestas, y son: fornicación, inmundicia, conducta relajada, idolatría, práctica de espiritismo, enemistades, contiendas, celos, enojos, altercaciones, divisiones, sectas, envidias, borracheras, diversiones estrepitosas y cosas semejantes a éstas. En cuanto a estas cosas, les estoy avisando de antemano, de la misma manera que ya les avisé, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Por otra parte, el fruto del espíritu es: amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, gobierno de uno mismo. Contra tales cosas no hay ley.”

      Además, sea alabador de Jehová, tanto por su manera de vivir como por su manera de hablar. Hable a otros acerca de la única esperanza que hay para la humanidad. Hágalo junto con otras personas de su misma creencia, en cumplimiento de la profecía de Jesús: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” Ese fin será una “grande tribulación” que eliminará a este sistema inicuo actual, y abrirá el camino para “nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa, y en éstos la justicia habrá de morar.”—Mat. 24:14, 21; 2 Ped. 3:13.

      Por estas acciones usted da a conocer que ha escogido vivir en la prometida Tierra paradisíaca de Jehová.

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