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  • ¡Hay pruebas!
    ¡Despertad! 1981 | 8 de julio
    • Además, no es cuestión de que la Tierra simplemente tenga la temperatura adecuada. Hay muchas otras cosas que son necesarias para la vida, entre ellas el agua y la atmósfera apropiada. Un grupo de 30 científicos que asistieron a una reunión celebrada en la Universidad de Maryland, E.U.A., para tratar el tema de las civilizaciones avanzadas concentró su atención en lo que se necesita para sostener la vida. Después de admitir que ‘todavía no se ha descubierto ningún planeta fuera del sistema solar,’ los científicos dijeron: “Aunque se formara otro sistema planetario, no hay certeza de que hubiera de producir un planeta sólido como la Tierra, que contiene casi 100 elementos, entre ellos los que son esenciales para la vida.”

      Además, aunque reinen las condiciones correctas, lo cual es cierto en la Tierra y no se conoce otro lugar en que eso sea así, la vida no existe automáticamente. De hecho, los científicos no pueden realmente explicar cómo apareció la vida en la Tierra, es decir, aparte de llegar a la conclusión de que la produjo un Creador inteligente.

      La publicación Technology Review, en su número de agosto/septiembre de 1979, llamó este hecho a la atención de sus lectores. Admitió que hay “una laguna importante” entre las sustancias químicas que son necesarias para sostener la vida y hasta el más simple de los “sistemas vivientes que pudieran llamarse protocélulas.” Algunos científicos, usando su inteligencia, conocimientos prácticos, destreza y laboratorios avanzados, han podido sugerir cómo pudieran haber estado presentes en una Tierra primitiva unas “sustancias orgánicas prebióticas” (los compuestos químicos necesarios para la vida). “Pero,” dijo el artículo, “cómo llegar de allí a un sistema viviente capaz de traducir, transmitir y obrar conforme a información . . . es lo que Alexander Rich, del M.I.T. [Instituto de Tecnología de Massachusetts], llamó ‘el gran obstáculo intelectual respecto a la síntesis de la vida.’”

      ¿De dónde vino la vida?

      A medida que se efectúan investigaciones adicionales sobre la vida, va cobrando más importancia la pregunta: ‘¿Cómo principió la vida en la Tierra en primer lugar?’

      Ante este problema, algunos científicos están resucitando una teoría que el químico sueco Svante Arrhenius presentó en 1908. Esta se llama la “teoría de panspermia.” Básicamente, ésta sostiene que células vivientes que están vagando por el universo pueden haber sembrado accidentalmente la vida en la Tierra. Modernizando la idea un poco, Leslie Orgel, del Instituto Salk, y Francis H. C. Crick, ganador del Premio Nobel, han sugerido la “panspermia dirigida.” La idea de estos dos es que una civilización avanzada que se halla en otra parte del universo tal vez “infectó” la Tierra con vida intencionalmente, a manera de experimento. ¿Qué le parece a usted esa posibilidad?

      ¿Verdad que queda patente que esas teorías realmente no resuelven la cuestión del origen de la vida? En cierto sentido, simplemente esquivan la cuestión por medio de trasladar el problema allá al universo distante, a pesar de que los científicos no han establecido: 1) que haya planetas en otros lugares, y mucho menos que los haya con los requisitos necesarios para sustentar la vida, 2) que haya civilizaciones más allá de nuestro sistema solar, y 3) que haya vida microscópica en otros planetas dentro de nuestro sistema solar.

      Además, la forma moderna de esta teoría demuestra que muchos científicos serios se dan cuenta, sea conscientemente o no, de que la existencia de la vida tiene que haber resultado de la acción de un Ser inteligente, a quien la Biblia identifica como Dios.

      A este respecto, Albert Rosenfeld, redactor de artículos científicos, relata lo siguiente: “Estuve charlando acerca de todo esto con un amigo no científico, quien finalmente comentó: ‘Como persona que desde joven ha leído el libro de Génesis, por alguna razón no me sorprende la idea de que Alguien que está Allá nos haya puesto aquí. Y si existe tal inteligencia mágica, misteriosa y poderosa que está del todo más allá del alcance de la imaginación humana, ¿puedes darme una buena razón por la cual no debería llamarla Dios?’ No pude darle ninguna buena razón para que no hiciera eso.”—Saturday Review/World.

      Beneficiándonos de la Inteligencia que está allá

      Ya hemos señalado que la búsqueda de vida inteligente en el espacio sideral tiene como base el siguiente motivo principal: Muchas personas que participan en esta búsqueda opinan que si pudieran ponerse en comunicación con lo que están buscando, nosotros los habitantes de la Tierra pudiéramos beneficiarnos. Recuerde que el astrónomo Carl Sagan dijo que los seres inteligentes extraterrestres pudieran ayudarnos a acabar con la escasez de alimento, la guerra y la contaminación. Se ha sugerido que así hasta la muerte pudiera ser vencida. Esto es sumamente interesante, porque la Inteligencia a quien señala la evidencia, el Creador, ha comunicado que es su propósito acabar con estas mismísimas cosas.

      Cuando los astronautas estaban en la Luna enviaron a la Tierra mensajes, hasta imágenes televisadas. De modo que no es sorprendente el que el Creador pueda comunicar información a criaturas humanas, y que lo haya hecho en el pasado. Estos comunicados oficiales han sido puestos por escrito para conservarlos y para que se les dé amplia distribución; se hallan en la Biblia.

      Anteriormente notamos que el Dr. Robert Jastrow llegó a la conclusión de que la información que hay en la Biblia concuerda con los descubrimientos que han hecho recientemente los astrónomos. Es de interés que tal armonía entre la Biblia y la ciencia no esté limitada a lo que tiene que ver con la creación del universo. (Compare con Job 26:7; Isaías 40:22.) Se ve, pues, que tenemos buena razón para examinar lo que la Biblia dice respecto a cuándo y cómo pondrá fin el Creador a la contaminación, la guerra y hasta a la muerte misma. Lo instamos a que examine la información bíblica procedente del Creador con la misma seriedad que los científicos han desplegado al efectuar su búsqueda de vida en el espacio sideral.

  • “Las dimensiones de la ignorancia humana”
    ¡Despertad! 1981 | 8 de julio
    • “Las dimensiones de la ignorancia humana”

      Según el bien conocido biólogo e investigador científico Lewis Thomas, doctor en medicina, el hombre debería maravillarse a mayor grado ante la creación que le rodea. La revista “Smithsonian” del museo nacional estadounidense declara que los escritos de Thomas hacen hincapié en “lo poco que nosotros los humanos todavía sabemos acerca del mundo. Él nos recuerda que las dimensiones del conocimiento humano resultan pequeñas en comparación con las dimensiones de la ignorancia humana.”

      Durante una entrevista que con él llevó a cabo la “Smithsonian,” Thomas hizo notar que “en comparación con lo que sucedía hace un siglo, [ahora] hay mucha más perplejidad acerca de las leyes de la naturaleza.” Para ilustrar esto, relató lo siguiente: “Lord Kelvin, figura prominente del campo de la física de fines del siglo pasado, dijo que la física ya había llegado al fin y que si él fuera joven no se envolvería con la física porque ya no había nada más que hacer excepto poner en orden unas cuantas cosas. Entonces se presentaron la teoría cuántica y la relatividad y la mecánica cuántica y todas las demás cosas.

      “Sospecho que este proceso no tendrá fin, ya que como especie somos insaciablemente curiosos, pues nos pasamos el tiempo explorando, observando lo que nos rodea y tratando de comprender las cosas. Nunca vamos a resolverlo todo. No puedo imaginarme que haya algún punto final al llegar al cual todo el mundo haya de exhalar un suspiro de alivio y decir: ‘Ahora lo comprendemos todo.’ Siempre habrá algo que esté más allá de nuestro entendimiento. . . . Estamos estudiando la naturaleza mucho más de cerca de lo que jamás pudimos hacerlo anteriormente. Y en vez de hacerse más clara y más fácil de comprender, se está haciendo más difícil.”

      Timothy Ferris, quien entrevistó a Thomas para la revista “Smithsonian,” entonces recordó lo que éste había escrito acerca de cómo los humanos deberían reaccionar ante las maravillas que ven. “Al considerar la embriología, y cómo el cerebro se forma de lo que en un tiempo fue una sola célula embrionaria, usted escribe: ‘¡La gente debería pasarse el día entero, todas las horas en que están despiertos, expresándose unos a otros un estado perdurable de asombro que no conoce límites, hablando de aquella célula y nada más!’” Y, yendo más allá, ¿no debería ese asombro y ese hablar extenderse también a tratar de Aquel que diseñó esa maravillosa célula?—Abril de 1980, páginas 127-142.

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