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¿Logrará usted vivir en la tierra para siempre?La Atalaya 1958 | 1 de enero
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haciendo un buen nombre mediante el hacer buenas obras, será mejor que nos pese y cambiemos; eso mejorará nuestro corazón. Nos ayudará a hacer un buen nombre para que el día de nuestra muerte, o el día del Armagedón, sea mejor para nosotros que el día de nuestro nacimiento. “El corazón de los sabios está en la casa del duelo, y el corazón de los insensatos, en la casa del festín. Mejor es escuchar la reprensión de un sabio, que escuchar un hombre el cantar de los insensatos.” El corazón sabio en una casa donde ha muerto una persona está acorde con la seriedad que es natural en una casa de duelo y esto influye en el corazón sabio y le hace vigilar cómo vive la vida, pero el humor descuidado que rige en el lugar de jolgorio atrae al corazón insensato y hace que éste haga frente a la vida con un espíritu somero, temerario. Si usted se está extraviando de las sendas correctas la reprensión de un sabio lo hará volver al camino de la vida al corregirlo y hacer posible que se haga un buen nombre. Pero el oír el canto o salmo o alabanza insincera del insensato, ¿cómo puede ser útil dicha adulación vacía que encubre faltas y nos confirma en ellas? Nos mantendría haciendo un mal nombre, no estaría corrigiéndonos ni encaminándonos por sendas que nos llevaran a tener un buen nombre con Jehová.—Ecl. 7:3-5, Mod.
15. ¿Por qué es el traquido de espinos encendidos bajo una olla semejante a la risa de los insensatos?
15 “Pues como el traquido de los espinos debajo de la olla,” dice Salomón en seguida, “así es la risa de los insensatos: ¡y esto también es vanidad!” Los espinos no son combustible satisfactorio. Arden rápidamente, pero así de rápidamente se convierten en ceniza. No duran suficiente tiempo para terminar de cocer lo que está en la olla, de modo que no efectúan la tarea para la cual se enciende el fuego. Su traquido rimbombante, ruidoso y flameante es vano. E igualmente lo son las risas y tonterías frívolas del insensato. No ayudan a nadie a adelantar en la seria tarea de hacer un buen nombre que Dios recuerde, y mediante ello asegurarse de que el día de la muerte sea mejor que el día del nacimiento.—Ecl. 7:6, Mod.
16. Si esta vida fuera todo lo que hubiera para el hombre, ¿por qué sería de tan poca importancia?
16 No debemos desperdiciar esta vida en vanidades, sino que debemos usarla para asegurarnos la entrada a la vida futura, verdadera, en el nuevo mundo. Si esta vida es todo lo que hay, no hay nada importante. Esta vida es semejante a una pelota que se arroja al aire y pronto cae al polvo otra vez. Es una sombra fugaz, una flor que se descolora, una brizna de hierba que se corta y pronto se seca. Lo que hacemos, decimos o pensamos, o dejamos de hacer, decir o pensar, realmente no importa, si esta vida es todo lo que hay. En la balanza de la eternidad la duración de nuestra vida es una pizca insignificante. En la corriente del tiempo ni siquiera es una gota saludable. Sin duda el Predicador tiene razón cuando repasa las muchas preocupaciones y actividades humanas de la vida y declara que son vanidad. Nos vamos tan pronto que mejor hubiera sido no haber venido nunca, considerando que de los miles de millones de personas que vienen y van, tan pocas saben siquiera que estuvimos aquí. Este punto de vista no es cínico o sombrío o malhumorado o mórbido. Es una verdad, un hecho al cual hay que enfrentarse, es un punto de vista práctico, si esta vida es todo lo que hay.
17. Pero dado que no es todo lo que es posible para el hombre, ¿qué debería hacer él?
17 Pero si esto no es todo, si hay un Creador que nos ha dado la vida, y quien ha inspirado un libro para decirnos cómo guardar la vida, entonces vale la pena que prestemos atención con toda onza de energía a fin de hacer lo que él dice que es necesario para convertir esta brizna de hierba temporal en un perdurable abeto gigantesco, para hacer que esta sombra fugaz detenga de una vez su huída vertiginosa, para hacer fijos los colores en esta flor que se descolora. No hay ningún trabajo de la actualidad, ninguna ocupación, ningún pensamiento, ninguna palabra que sea más importante —o que aun sea de importancia alguna— que aquellos que harán permanente nuestra vida, que harán de ella un nadador permanente en la corriente del tiempo. Este es el derrotero más práctico, el único derrotero práctico, en esta vida que es un simple tic tac en el tiempo. Por eso, después de mostrar toda la vanidad de esta vida y de sus inútiles actividades y ocupaciones ejecutadas por pizcas frenéticas del género humano, el Predicador echa a un lado todas las ocupaciones y esfuerzos y flaquezas vanas de los hombres y señala la única cosa que es de importancia alguna en esta existencia momentánea: “La conclusión de todo el asunto: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es la suma del deber humano.”—Ecl. 12:13, Mod.
18. ¿Las respuestas a qué preguntas determinarán si lograremos vivir en la tierra para siempre o no?
18 Podemos mirar a nuestro alrededor con los ojos y ver la evidencia de la existencia y poder del Creador, de su sabiduría y majestad. Podemos leer su Palabra, la Biblia, y abrir el ojo de nuestra mente de modo que veamos más verdad concerniente a él, su tierra, su propósito para la tierra, y las posibilidades que tenemos de vivir en ella para siempre. ¿Haremos la suma del deber del hombre: temer a Dios, estudiar su voluntad, meditar en ella, hacerla, decirla a otros, ayudarlos a hacerla? ¿Evitaremos a este mundo que está bajo Satanás, sus obras, sus blasfemias, su arruinar la tierra? ¿Usaremos la tierra en armonía con la voluntad de Dios, la cultivaremos, la hermosearemos, cuidaremos la vida silvestre de ella, y ayudaremos a que ella refleje la alabanza de Jehová? ¿O inicuamente ensuciaremos este espejo de Dios para que no refleje brillantemente su sabiduría y poder y alabanza? La manera en que contestemos estas preguntas y vivamos en conformidad con las respuestas determinará la respuesta en cuanto a si lograremos vivir en la tierra para siempre o no: “Los hombres rectos habitarán la tierra y los íntegros permanecerán en ella. En cambio, los malos, de la tierra serán suprimidos, y los pérfidos serán arrancados de ella.”—Pro. 2:21, 22, BC.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1958 | 1 de enero
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Preguntas de los lectores
● ¿No se hizo Lucero Satanás el Diablo, según Isaías 14:12 (Mod)? —A. R., Estados Unidos.
El término “Lucero” o “Lucifer” se halla una sola vez en las Escrituras, a saber, en Isaías 14:12. Aun esto, sin embargo, es verdad solamente respecto a ciertas versiones, tales como en castellano las versiones Moderna, Valera y Scío, y en inglés las versiones Autorizada, Douay, Una Traducción Americana, Knox y Darby. La Versión Bover-Cantera dice “estrella rutilante,” y la de Nácar-Colunga “lucero brillante.” La Versión Normal Americana y la Versión Normal Revisada usan la expresión “Lucero del alba”; Rótherham, “Refulgente”; Móffatt, “Lucero brillante.”
La Versión Moderna en Isaías 14:12, 13 lee: “¡Cómo caíste de los cielos, oh Lucero [Lucifer, Scío], hijo de la aurora! ¡has sido derribado por tierra, tú que abatiste las naciones! Y tú eres aquel que dijiste en tu corazón: ¡Al cielo subiré; sobre las estrellas de Dios ensalzaré mi trono, y me sentaré en el Monte de Asamblea, en los lados del Norte!”
La palabra hebrea que aquí se traduce Lucero es Heylel. En la Versión de los Setenta se traduce por la palabra griega Eosforo, que significa “el que trae la aurora.” En la Versión Vulgata latina de Jerónimo esta palabra se traduce “Lucifer,” lo que explica por qué aparece en otras versiones, especialmente en versiones católicas. Para que apreciemos exactamente cómo puede aplicarse el vocablo “Lucero” es menester que tengamos presente los siguientes puntos.
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