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¿Cómo puede uno hacer que su vida tenga propósito?¡Despertad! 1978 | 22 de febrero
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¿Cómo puede uno hacer que su vida tenga propósito?
UNA vida de unos setenta u ochenta años es lo más que la mayoría de la gente puede esperar. Y, en realidad, ese tiempo es por mucho demasiado corto para que uno invierta largos períodos experimentando con una variedad de empeños para hacer que la vida tenga propósito. Después de todo la cantidad de campos que uno puede explorar en los años de su vida adulta necesariamente está limitada. ¡Qué desilusionado y frustrado se sentiría uno si descubriera que había desperdiciado preciosos años esforzándose por lograr metas que no dieran resultado! Pero, ¿cómo puede uno evitar este experimentar inútil?
Nos puede ser muy provechoso considerar la experiencia de otros. ¿Por qué están felices o desdichados, satisfechos o descontentos? Ciertamente sería insensato emprender un proceder en la vida que vez tras vez ha terminado en frustración y desilusión a todo el que lo ha emprendido.
Sin embargo, el simplemente reconocer que cierta meta realmente no vale la pena no basta en sí mismo para impedir que uno lleve una vida vacía y falta de significado. A menudo se oye decir a la gente: ‘El dinero no es todo.’ Pero por su modo de vida materialista muchas de estas personas muestran que en el fondo ellas mismas creen que lo es. Por lo tanto, si uno quiere hacer que su vida tenga propósito, tiene que estar dispuesto a beneficiarse de las experiencias de otros y esforzarse por evitar los errores que ellos cometieron.
A ese respecto, hoy le están disponibles a casi toda persona unas escrituras muy antiguas que le pueden ser muy útiles. Hace unos tres mil años vivió un hombre de sabiduría excepcional que pudo realizar una investigación extensa de las actividades humanas. También hizo un registro de lo que halló, un registro que se ha preservado con asombrosa exactitud hasta nuestro mismo siglo veinte. Lo que él descubrió ha superado la prueba del tiempo. Millones de personas han sacado provecho de la información que él dejó escrita. Puesto que han obrado en armonía con las conclusiones sanas y sólidas que este sabio, el rey Salomón, dio a conocer, han evitado peligros que pudieran haberlas precipitado a una vida de desilusión y frustración. ¿Por qué han resultado tan beneficiosos los escritos de Salomón?
Su sobresaliente sabiduría provenía de una fuente sobrehumana, a saber, del Hacedor del hombre, Jehová Dios. (1 Rey. 3:11, 12) Eclesiastés, el libro que contiene las observaciones del rey Salomón, forma parte de “toda Escritura [que] es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia.” (2 Tim. 3:16) Por eso, cuando consideramos lo que Salomón escribió, estamos aprovechándonos de experiencia del más alto valor. Puesto que Salomón escribió bajo la dirección del espíritu santo de Dios, todas las observaciones y conclusiones que el libro contiene son exactas.
El libro de Eclesiastés muestra clara y enérgicamente que es una locura el que uno concentre su vida exclusivamente en torno de los placeres, la cultura, las riquezas o la consecución del conocimiento simplemente para tenerlo. Revela un punto de vista equilibrado del trabajo y del disfrute de su producto. Este libro factualmente presenta las injusticias de un mundo imperfecto y suministra pautas sanas para enfrentarse a ellas.
Además, el libro de Eclesiastés enfatiza de un modo poderoso que la vida puede tener propósito siempre que las personas le tengan respeto sano al Creador y traten de guardar sus mandamientos. Salomón escribió: “La conclusión del asunto, habiéndose oído todo, es: Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos. Porque esto es el deber todo del hombre. Porque el Dios verdadero mismo traerá toda clase de obra a juicio con relación a toda cosa escondida, en cuanto a si es buena o es mala.”—Ecl. 12:13, 14.
¿Por qué no se vale de la oportunidad de leer el libro de Eclesiastés? Entonces, por medio de aplicar las lecciones que se presentan en él, vea por usted mismo lo práctico que es el libro al manifestar lo que realmente puede hacer que su vida tenga propósito.
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Una meta valiosa en la vida... cómo la hallé¡Despertad! 1978 | 22 de febrero
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Una meta valiosa en la vida... cómo la hallé
YO ME habría dedicado a una vida académica si a la edad de catorce no hubiese llegado a conocer “surfboard riding,” el excitante deporte de montar la olas. Por varios años mi interés en toda otra actividad fue secundario. Junto con mis nuevos amigos, viajé de un extremo a otro de la costa oriental de Australia en busca de olas buenas.
El lugar que más me atraía era la Costa de Oro de Queensland, una faja de por lo menos doce playas de arena dorada que han sido comercializadas y actualmente constituyen la zona turística más popular de Australia.
Pero con el tiempo mi entusiasmo por las olas se entibió. Entonces otro interés empezó a consumir mi tiempo... el apostar en los caballos. La primera vez que aposté dinero, el caballo que escogí ganó. ¡Pronto habría de desear que hubiese perdido! Durante mis viajes semanales a las carreras, mis pérdidas eran de tal constancia que algunos de mis amigos me apodaron ‘el preferido de los corredores de apuestas.’ Puesto que siempre estaba sin fondos, contaba con los adelantos de dinero que me hacía mi compañero de apartamiento.
A la edad de veintiún años me puse a buscar con toda seriedad un empleo seguro porque deseaba llegar a tener buen éxito en la vida. Conseguí trabajo de tiempo parcial como cantinero en un club de hombres militares que habían regresado. La manera en que algunos de estos hombres altamente respetados se portaban durante sus horas de recreo me hizo pensar que tal vez me estaba esforzando por lograr otra meta vana al seguir una carrera.
Dentro de poco me mudé de nuevo y acepté un trabajo como mozo de hotel en un lugar invernal de Australia. Aquí se podían ver directamente las desigualdades del mundo. Mientras que en una parte del mundo miles de personas se morían de hambre, yo recibía propinas de hasta 60 dólares por trabajo por el cual ya se me había pagado.
Más tarde, debido a la inflación, recibí una buena ganancia de cierto terreno que poseía. En compañía con un amigo, compramos una granja de 80 hectáreas. Mi compañera y yo vivíamos
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