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Actividad y vida contra inactividad y muerteLa Atalaya 1956 | 1 de septiembre
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en ningún caso aplazaron la predicación hasta mañana. Jeremías dijo que la palabra de Dios era semejante a fuego que ardía dentro de sus huesos y que no podía mantenerla dentro de su cuerpo; tenía que darle salida—¡tenía que predicar! (Jer. 20:9) Jesús, quien comenzó esta carrera para nosotros, fué ungido por Jehová para predicar. (Luc. 4:18) Nosotros tenemos que seguir en sus pisadas y predicar. Nuestra ocupación principal, como la suya, debe ser el ministerio. (1 Ped. 2:21) Pablo dijo: “Estoy arruinado si no predico.” (1 Cor. 9:16, UTA) Si no predica ahora se le considerará responsable por la pérdida de vida de los inicuos. Predique ahora y usted no será culpable por la muerte de ellos. (Eze. 33:8, 9) Una vez que entramos, no podemos ausentarnos al tiempo del entrenamiento. Y el tiempo del entrenamiento es ahora, hermanos, no mañana. La inactividad significa que podemos darnos por muertos. Si dejamos de entrenarnos y abandonamos la carrera estamos muertos a la vista de Dios. No estén muertos en el pecado de la inactividad. ¡Sean activos ahora y vivan mañana, hermanos!
DÓNDE MANTENER LA VISTA FIJA
23, 24. (a) ¿En qué tenemos que mantener la vista fija, y por qué? (b) ¿Cuál es nuestra meta, y por qué no la alcanzarán algunos?
23 Otra regla era: mantener la vista en el premio—la corona de hojas de hiedra. Hoy algunos cristianos pierden de vista el premio que se les ofrece a ellos. No es incorrecto el mantener la vista en la corona de la vida. La razón es que Dios es quien la da. Jehová hace que brote en nuestro corazón el deseo de tener la recompensa. Hágala posesión suya. Vale la pena que corramos por la recompensa. No nos es provechoso decir: ‘Yo estoy muy alegre de estar en la verdad y serviré a Jehová sea que reciba una recompensa o no.’ Tenga cuidado; no menosprecie la bondad de Dios. Él puso la promesa ante su vista con una razón. Es con el fin de que usted se esfuerce y corra hasta el fin para obtenerla. Asegúrese de que usted a todo tiempo ve la recompensa. Como un ejemplo de esto, supóngase que un padre terrestre quiere que su hijo salga bien en sus exámenes escolares. Le promete una bicicleta si triunfa. Ese muchacho se esforzará. Usará toda hora que pueda conseguir para obtener conocimiento a fin de salir bien en los exámenes. Él ve el premio mientras estudia. Sueña con él. Triunfa porque quiere la bicicleta. Jehová Dios nos ha ofrecido a nosotros, sus hijos, un premio mucho mayor, la vida eterna. Es correcto que mantengamos el premio delante de nosotros como un estímulo para correr, porque nuestra carrera es muy difícil. Aunque tratamos de conseguir el premio, es al dador del premio a quien amamos y queremos agradar.
24 ¿Por qué fracasan tantos? Porque no prestan atención a esta meta de vida eterna. Pablo escribió: “Hermanos, todavía no me considero como si ya la hubiera asido; pero hay una cosa en cuanto a esto: . . . esforzándome hacia adelante a las cosas que están más allá, prosigo hacia la meta para alcanzar el premio de la vocación de arriba y que Dios extiende en Cristo Jesús.” (Fili. 3:13, 14, NM) La “vocación de arriba” aplica a los de la clase ungida. Pero la vocación de las “otras ovejas” también procede “de arriba.” La vida eterna sobre la tierra les es a las “otras ovejas” tan deseada como les es la vida en el cielo, “la corona de la vida,” a los ungidos llamados por Jehová. (Apo. 2:10, NM) ¿Cuál es la diferencia? Uno de estos premios es más excelente, pero ambos traen vida eterna, y la vida es lo que queremos. Algunos permiten que la visión que tienen del propósito de Jehová, su reino y su obra teocrática pierda claridad. No quieren estudiar privadamente y no asisten a las reuniones de estudio. No tienen visión. Personas de esta clase no alcanzarán la meta con buen éxito. Donde no hay visión el pueblo perece. (Pro. 29:18, VA) ¿Ha perdido usted de vista el premio en la carrera? Mantenga el premio ante su vista y usted permanecerá en la pista y no será desviado por el Diablo de modo que pierda la vida.
25. ¿Por qué no podemos mirar hacia atrás?
25 Otra regla para correr es que el corredor no debe mirar atrás mientras corre. Algunos entran en la carrera y corren bien por un tiempo. Pero después comienzan a sentir que han dejado algo atrás. Vuelven la cabeza y miran atrás para considerar si deben regresar o no a su manera de vivir anterior. Los placeres, negocios, amigos del viejo mundo, u otras cosas, rondan su memoria y los hacen salir de la carrera de retener integridad. Por esta clase de desviación Jehová eliminó de la carrera a la esposa de Lot. ¿Mira usted atrás a las cosas que quedan allá? Si lo hace, usted tropezará y quedará fuera de la carrera. No permita que las cosas que han quedado atrás le impidan el seguir adelante.—Fili. 3:13.
26, 27. ¿Quién es nuestro verdadero enemigo, y por qué es especialmente peligroso el tiempo presente?
26 Los que entraban en la antigua competencia de lucha o de boxeo tenían que mantener la vista puesta siempre en el adversario. En la contienda teocrática moderna el no hacer eso entrampa a muchos hoy en día. En algunas divisiones del equipo de Jehová muchos esperan que venga un adversario en forma de dictadores, policía de seguridad o chusmas. No ven en su propia contienda que el verdadero adversario es invisible a los ojos humanos. ¿Se ha hecho usted inactivo? Si es así, usted ha dejado de ver que no estamos peleando contra un enemigo de sangre y carne. A través de los ojos de Pablo vemos a nuestro enemigo. Él dijo que “tenemos un pleito, no contra sangre y carne, sino contra . . . las inicuas fuerzas espirituales en los lugares celestiales.”—Efe. 6:12, NM.
27 ¿Busca usted a un adversario de sangre y carne en vez de un enemigo invisible? Entonces usted demuestra que ha perdido su vista espiritual. Ha caído en una emboscada del enemigo invisible. Los hermanos que están alerta se dan cuenta ahora de que estos días son más peligrosos que cuando los nazistas dominaban a Alemania y las chusmas gobernaban en los Estados Unidos, cuando la persecución se hallaba desenfrenada casi por dondequiera. Ahora como nunca antes el Diablo y los demonios se oponen al trabajo de Jehová en tierras democráticas así como en naciones gobernadas por dictadores. Como Pablo, Pedro también amonesta: “No pierdan su juicio, sean vigilantes. Su adversario, el Diablo, anda en derredor como león rugiente, tratando de devorar a alguien.” (1 Ped. 5:8, NM) ¡Un león rugiente coge desprevenida a la presa que él anda cazando al acecho por medio de rugir con la cabeza cerca del suelo, para que la presa no pueda determinar la ubicación del león rugiente! ¿Está usted libre de engaño y ve usted distintamente al bestial adversario invisible acechándolo de cerca? Si usted lo ve a él usted pondrá toda la energía que tenga en correr en la competencia final; ¡sí, más energía que la que usted pondría si simplemente viera a la policía secreta pisándole los talones o a la chusma a la puerta de su casa!—Apo. 12:12.
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Obteniendo el premio de la vida por entrenamiento activo ahoraLa Atalaya 1956 | 1 de septiembre
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Obteniendo el premio de la vida por entrenamiento activo ahora
1. ¿Qué opinión tienen Jehová y Jesucristo de los que carecen de entusiasmo y fuerza de voluntad, y por qué?
A LOS que carecen de entusiasmo y fuerza de voluntad Jehová y Cristo Jesús los odian. (Sal. 119:113, margen; Ose. 7:8) Oh, sí, ellos quieren el premio de la vida. Les gusta estar con los testigos de Jehová, pero son tibios en cuanto a ello. Quieren sentir la excitación. Les gusta celebrar. Sin embargo, no hacen nada que proporcione causa para celebrar. Porque no son ni calientes ni fríos, Cristo Jesús los vomitará de la boca. (Apo. 3:14-16) Perderán la carrera.
2-4. ¿Qué tenemos que hacer y tener, y qué se necesita para ganar?
2 Los que corrían en los antiguos juegos de Corinto sabían que ello significaba que tenían que dedicar toda onza de fuerza a la competencia. Antiguamente un corredor griego corrió la distancia de veinticuatro estadios, aguantando hasta el fin y llegando en primer lugar. En el momento en que le estaban poniendo la corona en la cabeza cayó muerto. Había llegado a la meta. ¡Había triunfado! Pero; ¿qué hay acerca de nosotros? ¿Ponemos la carrera en primer lugar para poder aguantar hasta el fin? Jesús nos exhortó a que primero buscáramos el Reino y la justicia de Jehová. (Mat. 6:33) Sólo si hacemos esto podremos ganar. No permita que nada—familia, negocios, placer, deseos, o cualquier otra cosa—se interponga en la competencia. Pondrá en peligro su triunfo.
3 Sin desviarse, determínese a perseverar en la competencia hasta la victoria final. ¿De qué le sirve a un corredor tener un cuerpo fuerte si carece de fuerza de voluntad? Correrá imprudentemente o, semejante a un boxeador de poco mérito en el entrenamiento, golpeará al aire en vez de al saco. (1 Cor. 9:26) No puede menos que perder, porque no tendrá perseverancia. Necesita determinación mental para tener perseverancia. Su corazón tiene que estar en la carrera y tiene que ser fuerte, permanentemente firme, confiado en Jehová. (Sal. 112:7) Usted tiene que estar interesado con todo el corazón en completar su esfuerzo en la competencia. ¡Sí, determínese a vencer todos los obstáculos! Si lo hace, eso es más de la mitad de la carrera. Como corredor, usted tiene que conocer el paso que la carrera requiere. ¿Es una carrera corta o larga? ¿Requiere correr a paso lento o a toda velocidad? Un boxeador o luchador campeón tiene que tener una mente buena. No puede ser un toro bruto sin sentido. Lo mismo es cierto de nosotros, no se trata simplemente de tener piernas fuertes y una mente débil. No podemos simplemente andar de casa en casa, sino que tenemos mentes fuertes y en nuestros sermones damos en el blanco con la Biblia. ¡Corra prudentemente! Use conocimiento de la Biblia e inteligencia para ganar la carrera o conseguir la victoria. Edifíquese y equípese con conocimiento de la Palabra de Dios. “Ustedes han oído del aguante de Job y se han dado cuenta del resultado que dió Jehová.”—Sant. 5:11, NM.
4 Jesús dijo que “el que haya perseverado hasta el fin es el que será salvo.” (Mat. 10:22, NM) ¿Continuará usted perseverando? Si no, usted perderá. Haga suyas las palabras de Pablo: “Porque estoy convencido de que ni la muerte ni la vida ni ángeles ni gobiernos ni cosas aquí ni cosas por venir ni poderes ni altura ni profundidad ni ninguna otra creación podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor.”—Rom. 8:38, 39, NM.
5. (a) ¿Por qué no nos hará ganadores el entrenamiento casual e irregular? (b) ¿Qué hizo que Ezequías ganara?
5 El entrenamiento casual significa carreras perdidas. No publique irregularmente. Usted correrá con incertidumbre si publica así. Pablo no corrió así. Sea regular en el entrenamiento para estar capacitado. Usted no puede correr a tontas y a locas. No es sólo un supremo esfuerzo de energía aquí y un aflojamiento allí lo que gana. ¿Piensa usted que puede redimir su retraso con un supremo esfuerzo de actividad por un tiempo y luego desaparecer sin que nadie lo vea por semanas? No puede. “La carrera no es de los ligeros, ni la batalla de los fuertes.” (Ecl. 9:11) El asirio Senaquerib tenía el ejército superior y la fuerza, pero el sitiado rey Ezequías, que tenía fe en Jehová, fué quien ganó. ¿Recuerda usted la antigua fábula acerca de la tortuga y la liebre? Cierto, la liebre se lanzó a la carrera casi perdiéndose de vista, pero la tortuga ganó la carrera. ¡Pero aguarde! Se sabe que la segura Palabra de Jehová es mejor que cualquier fábula hecha por el hombre. ¿Por qué ganó Ezequías? ¿Era veloz? ¿Era fuerte? Ganó porque se sometió a Jehová, en oración. Luego Ezequías aceptó la respuesta de Jehová. Por medio de su profeta Isaías, Jehová dijo a Ezequías: “Yo ampararé esta ciudad para salvarla, por mi propia causa, y por amor de David mi siervo.” (Isa. 37:35) Esa noche el ángel de Jehová mató al enemigo—ciento ochenta y cinco mil asirios. (2 Reyes 19) En nuestra lucha es cierto, también, que no se trata de un solo puñetazo y se deja al enemigo fuera de combate. Tenemos que continuar dando muchos golpes eficaces. De modo que no puede ser un solo conjunto de textos bíblicos o un solo sermón lo que se use en el trabajo de testimonio. Para que sean variados tenemos que tener muchos y versátiles, y luego continuar usándolos acertadamente en ofensiva y en defensa de las buenas nuevas.
6. ¿A quién no podemos temer? ¿por qué? y ¿a quién tenemos que temer?
6 La regla es que para participar en la pelea de boxeo o prueba de combate el peleador tiene que ser intrépido. Por eso tenemos que ser intrépidos en la testificación, estando seguros de nuestra fuerza espiritual y del manejo acertado de la palabra de verdad. Pablo se refiere al pelear en una contienda además de referirse con frecuencia al correr. (1 Cor. 9:26; 1 Tim. 6:12; 2 Tim. 4:7) Recuerde, ¡predique y se le resistirá! Cuando se le resista, ¿que hará usted? ¿Tendrá miedo y abandonará la obra? Si tal cosa sucede usted será descalificado y sacado de la contienda. Jehová dice: “Los cobardes y los que no tienen fe y . . . todos los mentirosos, su porción será en el lago que arde con fuego y azufre . . . la muerte segunda.” (Apo. 21:8, NM) Tenga temor al hombre y eso lo conducirá a una trampa, a la pérdida del premio de la vida. (Pro. 29:25) “El temor de Jehová es el principio de la sabiduría.”—Sal. 111:10.
7. El que las competencias se ganen o se pierdan por equipos nos enseña ¿qué lecciones?
7 En las competencias antiguas un equipo ganaba o un equipo perdía, pero no ganaba o perdía uno solo de los participantes. Se necesitaban lanzadores de la jabalina, lanzadores del disco, luchadores, saltadores, boxeadores y corredores para formar un equipo. La organización teocrática es un gran equipo. Cada uno de nosotros es una unidad pequeña de él. Un miembro no puede pasarla bien sin los otros. “Porque el cuerpo, en verdad, no es un solo miembro, sino muchos.” (1 Cor. 12:14-16, NM) Pensemos sólo en los logros del equipo. Cuando la carrera se gana o llega la victoria, el equipo, no el individuo, la obtuvo. Que todo el honor venga y el crédito vaya al capitán del equipo, Cristo Jesús. Se necesita consideración procedente de cada uno para todos, y procedente de todos para cada uno. Entonces tenemos verdadero trabajo colectivo. Hay muchas partes en una máquina enorme. Para que funcione sin fricción debe tener lubricación. El espíritu de Jehová y la unidad resultante son para nuestra organización lo que el aceite es para la máquina.
8. ¿Por qué son peligrosísimas las malas asociaciones?
8 Otra regla de la competencia prohibe la asociación mala. Algunos amigos del viejo mundo se adhieren a algunos cristianos. Algunos cristianos insensatamente se adhieren a amigos del viejo mundo. Pablo amonestó: “No sean engañados. Las malas asociaciones corrompen las costumbres provechosas.” (1 Cor. 15:33, NM) Aun algunos que están en la organización tienen costumbres del viejo mundo. Todas son levadura. La levadura se abre paso en su vida entera. Si usted no se separa de las malas asociaciones perderá la carrera. (1 Cor. 5:9, 10; 6:9, 10) El persistir con ellas viola el entrenamiento y resulta en ablandar nuestros músculos espirituales. No se trata de que un asociado sea una ‘buena persona.’ Una ‘buena persona’ puede ser buena compañía. Pero, ¿es compañía teocrática? Si no lo es, entonces evítela. Corra sólo con los que están corriendo en la carrera. Recuerde el antiguo proverbio: “Cada cual con los de su oficio.” Puede que usted también recuerde el antiguo cuento del cisne del hacendado que siempre nadaba entre las cigüeñas. Las cigüeñas estaban destruyendo las siembras del hacendado. De modo que éste resolvió matarlas a tiros. Él mató a las cigüeñas y con ellas también a su hermoso cisne, su ave preciada. No vaya a ser sorprendido en el Armagedón como le pasó a este hermoso pero desafortunado cisne.
9. Para evitar el ser desaprobados, ¿qué tenemos que ejercer?
9 Pablo escribió que “todo hombre que participa en un concurso ejercita dominio de sí mismo en todas las cosas. . . . [Por consiguiente] trato mi cuerpo severamente y lo guío como a un esclavo, para que, después de haber predicado a otros, yo mismo no sea desaprobado de algún modo.” (1 Cor. 9:24-27, NM) Los que antiguamente tomaban parte en las competencias ejercían dominio sobre su comportamiento, su vida, hábitos de comer, asociaciones, bebida y placeres. Evitaban todo cuanto distraía o neutralizaba su entrenamiento. Asimismo es preciso que nosotros los participantes teocráticos en la competencia nos dominemos individualmente con el fin de salir triunfantes.
10, 11. ¿Cuál es la regla más grande? ¿la regla final? y ¿cómo están éstas relacionadas una con la otra?
10 Terminemos nuestra consideración de las reglas y su efecto con la más grande de todas las reglas, el amor. Pablo dijo que si no tenemos amor somos (1) como ‘bronce que resuena o címbalo que retiñe’; (2) como nada, y (3) como ‘en nada aprovechados.’ (1 Cor. 13:1-3, NM) Jesús dictó la regla cuando dijo: “‘Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas.’ . . . ‘Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo.’ No hay otro mandamiento mayor que éstos.”—Mar. 12:30, 31, NM.
11 Comprenda que no hay tiempo que desperdiciar. (Efe. 5:16; Apo. 10:6, NM) Aprenda bien las reglas y cómo aplicarlas. Practique estas cosas. Observe las reglas y usted alcanzará la victoria y evitará el desastre. La regla final, entonces, como la declaró Jesús, es que observemos todas las reglas de la carrera o contienda. “Si ustedes me aman, observarán mis mandamientos.” (Juan 14:15, NM) Tenemos que observar todas las reglas. Ninguna puede ser violada impunemente.
PARTICIPANTES SOBRESALIENTES QUE GANARON
12-14. ¿Cómo mostró Jesús que era un sobresaliente contendiente ganador, ganando qué recompensa?
12 No podemos dejar aquí este tema
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La atracción de los libros de historietas cómicasLa Atalaya 1956 | 1 de septiembre
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La atracción de los libros de historietas cómicas
● Una encuesta reciente reveló que los estadounidenses gastan más dinero en libros de historietas cómicas por año que en libros de texto de escuelas elementales y secundarias. La encuesta, llevada a cabo por el departamento de administración pública de la universidad de California, dice que muchos centenares de miles de dólares de historietas cómicas se venden cada año—como cuatro veces la cantidad anual combinada de los presupuestos para la compra de libros para todas las bibliotecas públicas de los Estados Unidos.
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