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¿Por cuánto tiempo desearía usted vivir?¡Despertad! 1977 | 8 de octubre
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“De la inmortalidad potencial de todos los elementos celulares esenciales del cuerpo bien se puede decir que, o ha sido plenamente demostrada, o se ha mantenido hasta tal punto que se ve muy grande probabilidad de ella, que experimentos conducidos con propiedad tienden a demostrar que la vida de estas células en cultivos continuaría hasta cualquier extensión indefinida de tiempo.”
Por supuesto, esto es el resultado de un experimento hecho con células en el laboratorio. La Enciclopædia pasa a decir que no se sabe con seguridad la causa de la muerte (es decir, muerte por degeneración, por edad avanzada). Pudiera deberse a deterioro celular en el cuerpo. O pudiera deberse a degeneración gradual de las funciones organizadas de las células y a que no puedan “cooperar” dentro de un organismo total, más bien que a la muerte de células individuales que, en el proceso natural, son reemplazadas por nuevas células al ser destruidas. Hay una excepción a este poder restaurativo en el caso de las células nerviosas, que no pueden ser reemplazadas una vez que se destruyen. Sin embargo, una célula nerviosa que hubiera sufrido daño podría sanarse. Hasta un nervio cortado, si fuera debidamente unido por sutura, pudiera regenerarse, aunque ese sanar de los nervios es un proceso relativamente lento.
Dice Gary K. Frykman, profesor auxiliar de cirugía ortopédica en la Escuela de Medicina de Loma Linda, California, donde cada mes se efectúan una o dos ligazones de dedos que han sido separados del resto del cuerpo: “Si el paciente ha perdido más de un dedo, o un pulgar, posiblemente crea que se les deben coser de nuevo, de modo que pueda efectuar su trabajo, o hasta por razones cosméticas.”
Continúa Frykman: “En medio de esas circunstancias, le decimos al paciente que hay una probabilidad de 50 por ciento a favor y 50 por ciento en contra en cuanto a si podemos coserle los dedos o el pulgar de nuevo con buen éxito, pero le advertimos que pudieran pasar varios meses antes de que pueda obtener algo que se parezca al pleno uso de ellos.” Como se ve, los nervios sí poseen poder regenerativo o de sanar.
¿Qué esperanza desde el campo científico?
Por mucho tiempo y afanosamente los investigadores médicos se han esforzado por conseguir maneras de demorar el envejecimiento y prolongar la vida. ¿Podemos cifrar esperanza en ellos? Pueden ayudar un poco. Pero no hay evidencia sólida de adelanto hacia un alargamiento dramático de la duración de la vida humana. El incremento en el promedio de vida durante los pasados cincuenta años se debe principalmente a un descenso en la mortalidad de infantes y niños. Escribiendo en la revista Bestways, el farmacéutico graduado Louis Stambovsky se lamenta por el hecho de que la humanidad, que madura a los veintiún años de edad, viva solo unos cuarenta o cincuenta años de vida madura. Llama atención a este interesante hecho:
“Parece que cada mamífero [entre los animales] que vive a la manera y según la intención normal para su especie, vive de seis a siete veces lo que es la edad de su madurez. El caballo madura en unos tres años y muere cuando tiene entre 18 y 21 años. El perro alcanza un desarrollo total en unos tres años y su vida debe durar lo mismo que la del caballo. Esta fórmula se puede aplicar al mono, el gato, el oso, etc. La edad de madurez para el hombre es 21. Por deducción paralela, él debería vivir entre 120 y 140 años.”
¿Qué perspectiva ofrecen la ciencia y la medicina? La revista Scientific American, resumiendo el asunto, dijo:
“Aun si se eliminaran las causas principales de la muerte en la edad avanzada —la enfermedad cardiaca, los ataques fulminantes y el cáncer— el promedio de vida no resultaría alargado por mucho más de 10 años. Entonces sería de unos 80 años en vez del promedio de unos 70 que ahora hay en los países adelantados.”
Estas declaraciones concuerdan con las del escritor bíblico Moisés, quien describió de este modo la experiencia de la mayoría de las personas que alcanzan edad avanzada: “En sí mismos los días de nuestros años son setenta años; y si debido a poderío especial son ochenta años, sin embargo en lo que insisten es en penoso afán y cosas perjudiciales; porque tiene que pasar rápidamente, y volamos.”—Sal. 90:10.
No hay por qué darse por vencido
¿Significan estos datos de la seria realidad que la persona joven no debería interesarse en su vida, para alargarla lo más posible, o que la persona de edad debería dejar de pensar en efectuar trabajo que valga la pena o en hacer alguna contribución al bienestar de su congénere? De ninguna manera. Esta declaración por el farmacéutico Stambovsky nos da estímulo:
“La longevidad . . . puede ser de valor inestimable a la comunidad, a la nación y al mundo. Las personas que la tienen disfrutan de un caudal de valiosa experiencia, obtenida a través de años de ensayo y error, triunfos y fracasos. Considere a Edison, cuyo fértil cerebro estaba activo cuando él tenía más de ochenta años de edad; Gladstone fue electo primer ministro de Inglaterra a los 60, muchos años atrás, cuando el tener 60 años era ser verdaderamente antiguo, y ocupó aquel puesto hasta los 82 años. Walter Damrosch emprendió una carrera de pianista de concierto a los 78 años.”
Hay razones, pues, para que hagamos lo mejor que podamos con esta vida. ¿Cómo podemos disfrutar más de ella, y hacerla más provechosa? Además, ¿habrá una esperanza todavía mejor... la de vida eterna? Sigamos examinando este asunto.
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Haciendo cuanto podemos para llevar mejor vida¡Despertad! 1977 | 8 de octubre
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Haciendo cuanto podemos para llevar mejor vida
AUNQUE los esfuerzos médicos por alargar la vida solo han logrado ligero éxito, eso no significa que nadie debería esforzarse cuanto pudiera por alcanzar la edad de setenta años, o hasta más, y, particularmente, por hacer de su vida una mejor vida. Porque, haga lo que haga una persona por extender la duración de su vida, de poco provecho sirve a menos que tenga una vida razonablemente
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