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¡Rechazan la Santa Biblia!La Atalaya 1972 | 1 de enero
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“Cuando llegué a casa consideré esto con mi esposo. Entonces recordé que los Testigos nos habían mostrado que ‘toda Escritura es inspirada de Dios,’ y que debíamos estudiar la Biblia para tener un conocimiento exacto de la verdad. (2 Tim. 3:16) Dejé de enseñar en la escuela dominical poco después y comencé a estudiar la Biblia y a asistir a las reuniones con los Testigos con más regularidad.
“Ahora mi esposo y yo somos ministros dedicados de Jehová Dios, y nos regocijamos al sostener y proclamar la Biblia como Su Palabra de verdad.”
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¿En qué se basan los mitos griegos?La Atalaya 1972 | 1 de enero
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¿En qué se basan los mitos griegos?
ZEUS, Apolo, Artemis, Afrodita... estos nombres y otros son conocidos de la mayoría de nosotros como los de dioses y diosas griegos. Muchos, también, saben que los relatos mitológicos de los antiguos griegos atribuyen toda clase de prácticas detestables a sus deidades. Se les representa riñendo entre sí, peleando unos contra otros y hasta conspirando unos contra otros. El que los mitos cuenten con siquiera la base más leve en la realidad puede parecer difícil de concebirse. Sin embargo, extraño como parezca a algunas personas, la Biblia arroja luz sobre el origen posible, o hasta probable, de estas leyendas.
Según la historia verdadera que se encuentra en Génesis 6:1-13, hijos angelicales de Dios vinieron a la Tierra antes del diluvio en el día de Noé y se pusieron a vivir como esposos de mujeres atractivas. A la prole de estas uniones se les llamó “nefilim” o “derribadores,” es decir, ‘los que hacen que otros caigan.’ Todo esto contribuyó inconmensurablemente a la inmoralidad y violencia que dominaba entonces en la Tierra.
Sin duda los sobrevivientes del Diluvio, Noé y su familia, pasaron a sus descendientes la información acerca de las condiciones que existieron antes del Diluvio. Por lo tanto es digno de notarse que los mitos atribuidos a los poetas griegos Homero y Hesíodo hacen eco al relato que se halla en la Biblia. Por supuesto, estos mitos presentan los asuntos de manera sumamente deformada cuando se comparan con el registro de la Biblia.
Las deidades griegas que describen Hesíodo y Homero tenían forma humana y gran belleza, aunque a menudo eran gigantescas y sobrehumanas. Comían, bebían, dormían, tenían coito sexual entre ellas mismas o aun con humanos, vivían como familias, seducían y violaban. Aunque supuestamente eran santos e inmortales, eran capaces de cualquier clase de engaño y crimen. Podían andar visible o invisiblemente entre la humanidad.
Además de los dioses principales, las leyendas griegas describen a semidioses o héroes que eran tanto de descendencia divina como humana. Los semidioses eran de fuerza sobrehumana, pero eran mortales (Hércules es el único de ellos de quien se dice que se le concedió el privilegio de alcanzar la inmortalidad). De modo que los semidioses tienen una similitud señalada con los nefilim que se mencionan en el relato de Génesis, mientras que los dioses parecen tener su paralelo o correspondencia en los ‘hijos de Dios’ que abandonaron su posición celestial.
EVIDENCIA DE INFLUENCIA BABILÓNICA
Pero ¿por qué es que los mitos griegos presentan una versión tan tergiversada de aquello a que parece aludirse en las Santas Escrituras? Los hechos históricos, según se hallan en la Biblia, suministran los indicios necesarios para contestar esta pregunta.
Fue después del Diluvio que una sección grande de la humanidad optó por rebelarse contra Jehová Dios. En la llanura de Sinar, emprendieron la construcción de la ciudad de Babel y una torre, probablemente un zigurat a fin de usarlo para adoración falsa. Se inició este proyecto en desafío al propósito del Creador de que los humanos se esparcieran en la Tierra. Pero no tuvo éxito, porque Jehová confundió el lenguaje de los edificadores. No pudiendo entenderse unos a otros, con el tiempo detuvieron su obra de construcción, y fueron esparcidos.—Gén. 11:2-9.
Sin embargo, el conocimiento acerca de los acontecimientos anteriores, como las condiciones que existieron antes del Diluvio, debe haber persistido en alguna forma en la memoria de la gente que había sido dispersada. Razonablemente ellos y sus descendientes acomodaron aquel conocimiento a sus conceptos religiosos. Esto podría explicar por qué estos mitos difieren en muchos respectos del relato bíblico.
Puesto que Babel fue el punto desde el cual fue esparcida la gente rebelde, deberíamos esperar hallar influencia babilónica o caldea en los mitos griegos. Y esto es exactamente lo que han notado numerosos doctos. El orientalista E. A. Speiser halla el origen del tema de los mitos griegos en Mesopotamia, diciendo:
“La fábula de seres divinos que fueron culpables de actos indecorosos, que a veces alcanzaban el grado de brutales batallas de familia, fue tomada de Mesopotamia por los hurrianos, fue transmitida de ellos a los hititas, y con el tiempo surgió en las fuentes de información griegas y fenicias.”—The World History of the Jewish People, tomo I, pág. 260.
Años antes el profesor George Rawlinson hizo la siguiente observación:
“La notable semejanza entre el sistema caldeo y el de la Mitología clásica parece digna de atención especial. Esta semejanza es demasiado general, y demasiado estrecha en algunos respectos, para permitir la suposición de que la mera casualidad ha producido la coincidencia. En los Panteones de Grecia y Roma, y en el de Caldea, puede reconocerse la misma agrupación general; no es raro descubrir la misma sucesión genealógica; y en algunos casos hasta los nombres y títulos conocidos de las divinidades clásicas admiten la ilustración y explicación más curiosas procedentes de fuentes de información caldeas. Casi no podemos dudar de que, de una manera u otra, hubo una comunicación de creencias... un paso de nociones e ideas mitológicas, en tiempos muy primitivos, desde las costas del golfo Pérsico a las tierras bañadas por el Mediterráneo.”—Seven Great Monarchies, tomo I, págs. 71, 72.
Sí, la evidencia señala a una sola fuente para los conceptos religiosos que son una tergiversación de la verdad que se halla en la Biblia. Colonel J. Garnier escribió lo siguiente en su libro The Worship of the Dead:
“No solo los egipcios, caldeos, fenicios, griegos y romanos, sino también los hindúes, los budistas de China y del Tíbet, los godos, anglosajones, druidas, mexicanos y peruanos, los aborígenes de Australia, y hasta los salvajes de las Islas de Oceanía, todos deben haber derivado sus ideas religiosas de una fuente común y de un centro común. En todas partes hallamos las coincidencias más asombrosas en ritos, ceremonias, costumbres, tradiciones y en los nombres y relaciones de sus dioses y diosas respectivos.”—Pág. 3.
El hecho de que al tema de leyendas procedentes de zonas extensamente esparcidas se le pueda seguir el rastro hasta un solo punto de origen, Mesopotamia, demuestra que sencillamente no pudieron haber sido producto de imaginaciones independientes. Si la única base de estas leyendas hubiera sido la imaginación, sería difícil explicar por qué a las deidades siempre se les presenta como tipos que desplegaban conducta indeseable. Hubo escritores y filósofos griegos posteriores que realmente trataron de purgar los relatos de Homero y Hesíodo de algunos de los elementos más bajos. Pero no hay indicación de que la gente en general pensara que sus dioses estaban siendo calumniados o blasfemados por las leyendas. Evidentemente preferían venerar a deidades que podían ser representadas de manera desdorada, pues la inmoralidad de los dioses sin duda les daba razones para justificar su propia maldad.
Al adorar deidades cuyo proceder era enteramente indigno de imitarse, los griegos y otros pueblos de la antigüedad realmente estaban sirviendo a las criaturas espíritus que se habían hecho demonios. Estaban glorificando y venerando a los hijos desobedientes de Dios cuyas prácticas repugnantes en tiempos prediluvianos posiblemente hayan llegado a ser la base fundamental de numerosos mitos. Como les dijo el apóstol Pablo a los cristianos de Corinto: “Las cosas que las naciones sacrifican, a demonios las sacrifican, y no a Dios.”—1 Cor. 10:20.
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Un Dios que no nos abandonaLa Atalaya 1972 | 15 de enero
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Un Dios que no nos abandona
MÁS que cualquier otra persona, Dios el Creador y Fuente de la vida conoce el valor de la vida. Fue bondad amorosa de su parte crear a otros para que también pudieran disfrutar de la vida. Su deseo es que vivamos, no solo unos cuantos años breves, sino para siempre. Con este fin él siempre está listo para prestar ayuda a la humanidad, pero especialmente a los que sinceramente acuden a él y siguen su Palabra. “Soy leal,” dice Jehová, y los adoradores fieles que han observado sus tratos con la humanidad declaran: “Solo tú eres leal.”—Jer. 3:12; Rev. 15:4.
Señalando la intensidad de la lealtad de Dios para con la humanidad, el apóstol Pablo escribe: “Porque apenas morirá alguien por un justo; en realidad, por el bueno, quizás, alguien aun se atreva a morir. Mas Dios recomienda su propio amor a nosotros en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Rom. 5:7, 8) En armonía con eso, en medio de las peores circunstancias Dios está listo para ayudar a los que responden a su amor. Él nos asegura: “De ningún modo te dejaré y de ningún modo te desampararé.”—Heb. 13:5; Sal. 94:14.
El apóstol Pablo era una persona que apreciaba la lealtad de Dios, y dijo a un auditorio ateniense: “De hecho, [Dios] no está muy lejos de cada uno de nosotros.” (Hech. 17:27) Ciertamente Dios amó mucho a Pablo mismo porque Pablo no solo expresó fe en el arreglo de Dios para la vida, sino que también hizo cuanto pudo por ayudar a otros a obtener la vida. Al proceder así Pablo pasó por más y mayores pruebas que las que la mayoría de las personas han tenido que afrontar. A la congregación de Corinto relató estas pruebas, entre ellas encarcelaciones, golpizas, apedreamiento, naufragio, hambre, frío y peligro constante de parte de los enemigos. Pero dijo: “De todas ellas el Señor me libró.”—2 Tim. 3:11; 4:16, 17; 2 Cor. 11:23-27.
Es preciso que tengamos presente que, aunque deseamos seguir viviendo mientras sea posible, el que vivamos o muramos durante este presente sistema de cosas realmente no es la cuestión principal. Lo importante es mantener integridad a Dios porque él requiere lealtad de los que han llegado a conocer su lealtad. Los que son leales pueden tener absoluta confianza en que Jehová y su Hijo leal Jesucristo no los abandonarán en enfermedad, problemas de familia, desaliento y presiones, aun en las persecuciones más severas.
Jehová no abandonó al fiel Job en su terrible enfermedad. De él dice el escritor cristiano Santiago: “Ustedes han oído del aguante de Job y han visto el resultado que Jehová dio, que Jehová es muy tierno en cariño y misericordioso.” (Sant. 5:11) Los enemigos del profeta Jeremías buscaban la manera de matarlo, pero, como informó Jeremías, “Jehová estuvo conmigo como un terrible poderoso.” (Jer. 20:11; 1:8) Elías fue acosado por el inicuo rey Acab y su esposa Jezabel, pero Dios le suministró a Elías suficientes víveres, provistos por cuervos, y por una mujer hospitalaria a quien Jehová ayudó.—1 Rey. 17:2-16.
Así mismo sucede en tiempos modernos, muchos son los relatos de que Dios en su lealtad se mantiene listo para ayudar a la persona que le sirve en condiciones de penalidad, oposición y persecución. Ha resultado cierto, como declaró el salmista: “Aunque caiga, no será arrojado abajo, porque Jehová está sosteniendo su mano. Un joven era yo, también he envejecido, y sin embargo no he visto a nadie justo dejado enteramente, ni a su prole buscando pan.” (Sal. 37:24, 25) En cuanto a sí mismo y sus compañeros, el apóstol escribió: “Se nos oprime de toda manera, mas no se nos aprieta de tal modo que no podamos movernos; nos hallamos perplejos, mas no absolutamente sin salida; se nos persigue, pero no se nos deja sin ayuda; se nos derriba, pero no se nos destruye.” (2 Cor. 4:8, 9) Es cierto, algunos han muerto (como Pablo mismo murió) bajo persecución y penalidad, pero fueron sostenidos en integridad a Dios, con una resurrección asegurada.—Mat. 10:28.
¿Aprecia usted la lealtad de Jehová Dios y su Hijo, al no abandonarnos, al mantenerse listos para ayudarnos para ver que obtengamos vida? Entonces, ¿qué hay de su propia lealtad? Si es esposo, ¿sostiene usted lealmente a su esposa a todo tiempo, hablando bien de ella, manteniéndose listo para ayudarla y consolarla cuando está deprimida? (Col. 3:19) Si usted es una esposa, ¿sostiene usted igualmente a su esposo a todo tiempo, hablando bien de él, honrándolo, respetando su jefatura, no revelando asuntos íntimos de familia a otros?—Pro. 31:26; Col. 3:18.
Miembros de la familia, ¿muestran ustedes amor a todos los de su familia, incluso a los enfermos o a los de mayor edad, que podrían ser considerados como carga? Por ejemplo, a veces sucede que un miembro de mayor edad de la familia quizás padezca de senilidad. En esta condición él o ella hasta puede comenzar a acusar a otros de hurtarle posesiones, quizás se vuelva contra la persona amada más cercana, y por lo general puede hacerse ingobernable. Esto impone una prueba a la lealtad de la familia. ¿Olvidarán el amor que esta persona, quizás el padre o la madre, haya expresado durante todos los años pasados? Aunque esta situación es dificultosa, una obra de medicina dice de las personas que padecen de este mal: “Debe hacérsele entender a la familia que el comportamiento del paciente no está dirigido conscientemente a encolerizarlos.” ¿Tendría usted presente esto y se mantendría listo para ayudar al enfermo? A una testigo de Jehová cuyo esposo padecía de demencia presenil, un neurólogo le escribió: “Permítame decirle que usted es una persona extraordinariamente admirable. El sacrificio que está haciendo al cuidar a su esposo que es un individuo totalmente imposibilitado es extraordinario. Muchas personas desde hace tiempo habrían recluido a su pariente irresponsable en una institución.”
Si usted es cristiano, ¿se mantiene usted listo para ayudar a sus hermanos cristianos? ¿Qué hace cuando uno está enfermo? ¿o necesita ayuda material? ¿o necesita estímulo? ¿Y se mantiene usted lealmente al lado de sus hermanos en asociación, particularmente en las reuniones donde se considera la Palabra de Dios? ¿Está usted “con una misma alma peleando lado a lado por la fe de las buenas nuevas”? (Fili. 1:27; Mat. 25:34-36; 1 Tes. 5:14) ¿Extiende amor y hospitalidad a sus vecinos que no son de su religión? (Luc. 10:30-37) Si usted muestra esta lealtad y amor a otros, puede expresar la convicción, que Pablo expresó, de que “ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni gobiernos . . . ni poderes . . . ni ninguna otra creación podrá separarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús nuestro Señor.”—Rom. 8:38, 39.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1972 | 1 de enero
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Preguntas de los lectores
● ¿Qué se da a entender en Efesios 4:23 por la expresión ‘hechos nuevos en la fuerza que impulsa la mente’?—EE. UU.
Después de considerar la necesidad de ‘desechar la vieja personalidad que se conforma a la manera de proceder anterior de uno,’ el apóstol Pablo escribió a los cristianos de Éfeso: “Que sean hechos nuevos en la fuerza que impulsa su mente.” (Efe. 4:20-23) Evidentemente, por lo tanto, la ‘nueva fuerza’ que debe impulsar nuestra mente como cristianos debe ser una que contraste con la inclinación de la mente que pertenece a la “vieja personalidad.” Esta “fuerza” tiene que ser una inclinación, disposición o actitud dominante que impulse a hacer lo que está en armonía con la voluntad de Dios.
La Biblia nos muestra que, como criaturas imperfectas, tanto nuestro corazón como nuestra mente se inclinan a lo malo, desde que nacemos. ¿En qué puede resultar esto? Refiriéndose a personas de las naciones, el apóstol Pablo hizo notar que “andan en la inutilidad de su mente, estando ellas mentalmente en oscuridad, y alejadas de la vida que pertenece a Dios, a causa de la ignorancia que hay en ellas, debido a la insensibilidad de su corazón. Habiendo llegado a estar más allá de todo sentido moral, se entregaron a la conducta relajada para obrar toda clase de inmundicia con avaricia.” (Efe. 4:17-19) De modo similar, Pablo recordó a los cristianos de Colosas el cambio que habían efectuado, diciendo: “A ustedes que en otro tiempo estaban alejados y eran enemigos porque tenían su mente en las obras que eran inicuas, él ahora los ha reconciliado de nuevo por medio del cuerpo carnal de aquél [Jesús] mediante su muerte.”—Col. 1:21, 22.
La Biblia llama al que sigue esta inclinación incorrecta hombre “físico” (literalmente: “psíquico” o relacionado con la criatura como alma), a distinción del hombre “espiritual.” La mente del hombre “físico” se inclina hacia las cosas materialistas, hacia el satisfacer sus deseos y pasiones carnales. (1 Cor. 2:14, 15) La fuerza que activa su mente se ha formado en él en parte por herencia y en parte por su reacción a las cosas que se le han enseñado y que ha experimentado. Cuando se le presenta un asunto, que quizás envuelva una decisión moral, esta fuerza impele o inclina su mente en una dirección materialista o carnal. ¿Qué deberíamos hacer si nos hallamos inclinándonos así?
Por un estudio de la Palabra de Dios y por la operación del espíritu de Dios, es posible cambiar esta fuerza que activa o actitud dominante para que se incline en una dirección correcta. En este proceso nuestro corazón claramente entra en juego. El corazón impulsa a la mente en el esfuerzo por conseguir la información correcta y luego aplicarla. Así podemos llegar a tener “la mente de Cristo,” que a todo tiempo estuvo activada por la fuerza apropiada, siempre siendo espiritual su inclinación mental o actitud dominante. (1 Cor. 2:16) Entonces, sin importar qué asuntos se nos presenten, nuestra mente será activada y dirigida hacia un proceder espiritual apropiado por una ‘nueva fuerza,’ una nueva actitud dominante, una nueva inclinación o disposición.
Para que nosotros, como cristianos, podamos resistir las presiones hacia la maldad, tenemos que continuar desarrollando una inclinación dominante que nos impulse a hacer lo que es agradable a los ojos de Dios. Esto requiere estudio continuo de la Palabra de Dios, asociación con otros de semejante fe preciosa, persistencia en la oración y aplicación constante de las cosas aprendidas. Como resultado, el corazón y la mente del individuo llegan a estar de pleno acuerdo con que a nada se le debe permitir perjudicar su posición ante el Creador. Dado que el individuo aprecia el amor de Jehová, su actitud dominante lo inclina a responder a este amor con obediencia leal. Se da cuenta de que esa obediencia es correcta y que resulta en las mayores bendiciones, porque la ley de Dios sirve para asegurar el bienestar de todos los que están comprendidos en la situación.
Por consiguiente, cuando el individuo afronta tentación, la actitud dominante lo aleja de la tentación. No abriga pensamientos ni deseos acerca de lo agradable que pudiera ser emprender un proceder que él sabe que es incorrecto. No se pone a razonar que, bueno, él es débil y ‘Dios es muy misericordioso.’ Más bien, su reacción es muy semejante a la de José cuando la esposa de Potifar desvergonzadamente lo invitó a tener relaciones sexuales con ella. José inmediatamente contestó: “¿Cómo podría yo cometer esta gran maldad y realmente pecar contra Dios?”—Gén. 39:9.
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“¡Sé mi seguidor!”La Atalaya 1972 | 1 de enero
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“¡Sé mi seguidor!”
¿Cuántas personas respondieron a esta invitación de Cristo Jesús en 1971? Usted hallará la respuesta en el “Anuario de los testigos de Jehová para 1972.” Lea las fascinantes experiencias que los testigos de Jehová tuvieron al extender personalmente la invitación de Jesús a la gente en todas partes de la Tierra. Pida su ejemplar. Envíe solo 50c de dólar. Puede conseguirse en alemán, español, francés e inglés.
Sírvanse enviarme el Anuario de los testigos de Jehová para 1972 en .................... (indique el idioma), por el cual adjunto 50c de dólar.
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Edificando para el futuro durante la juventudLa Atalaya 1972 | 15 de enero
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Edificando para el futuro durante la juventud
Hechos útiles que desean saber los jóvenes
¿ERES joven, quizás de menos de veinte años de edad? Entonces estás pasando por una parte muy importante, muy crítica, de tu vida. ¿Por qué?
Porque estás colocando el fundamento para la clase de hombre o mujer que serás en el futuro. Ya sabes por experiencia que lo que haces hoy afecta tu vida mañana. Si riñes con un amigo hoy, mañana o te reconcilias o se ensancha la brecha entre ustedes. Si estudias bien hoy, se te hace más fácil la escuela mañana.
Pero las cosas que piensas, dices y haces afectan más que lo que será tu vida mañana. Afectan la semana siguiente y el mes siguiente, hasta años y decenas de años más tarde. Pueden dejar cicatrices que casi no pueden borrarse. O pueden contribuir a la edificación de un fuerte fundamento para una vida feliz, productiva, satisfactoria. ¿Es eso lo que quieres?
Algunos jóvenes ya están lisiados o ciegos o sordos por haberse arriesgado tontamente, resultando esto en accidentes serios. Algunos se dejan ‘enganchar’ por las drogas, y de entonces en adelante su vida es una lucha agotadora para sostener un hábito costoso. Algunos contraen una enfermedad venérea, y antes que pueda detenerse, daño irreversible ha debilitado alguna parte de su cuerpo. Las muchachas pueden llegar a estar encintas y hallarse con la carga de un hijo ilegítimo temprano en su juventud. Convenimos en que éstas no son cosas agradables en las cuales pensar. Pero están sucediendo, como tú sabes. ¿Te sucederán algunas de ellas? Eso depende de cuán sabiamente edifiques para el futuro.
Pero algunos dicen: “¿A quién le importa lo que venga después? La juventud es el único tiempo que verdaderamente vale; después de eso nada importa.” ¿Es cierto eso?
No, no lo es. En vez de ser el punto culminante de tu vida, la juventud es solo un período de transición. Tu cuerpo, por ejemplo, no alcanza madurez física completa sino hasta entre la edad de veinte y veintitrés años. La madurez emocional puede tomar más tiempo. Por eso, dado que todavía estás en un período “intermedio” de preparación para el futuro, ¿por qué considerar la juventud como si fuese el “fin del camino”?
Es verdad que ya no eres un niño. Pero todavía no eres adulto. Hay muchos cambios efectuándose en ti... físicos, mentales y emocionales. Algunos de estos cambios pueden hacer que te sientas desorientado, trastornado o inseguro de ti mismo. Sientes nuevas presiones dentro de ti y quizás te sientas perplejo en cuanto a cómo controlarlas sabiamente. Pero si entiendes estos cambios y presiones, puedes ajustarte a ellos, aprender a afrontarlos y hallar satisfacción al hacerlo. Todo esto forma parte de llegar a ser un individuo, una persona particular: Tú.
Así, pues, la juventud es un tiempo de verdadero desafío. La manera en que hagas frente a ese desafío afectará grandemente la clase de persona que llegarás a ser. Y recuerda, una vez que la juventud se vive, se ha ido para siempre. ¿Por qué desperdiciar las oportunidades que ofrece de edificar para el futuro?
Hoy por lo general se permite que los jóvenes dediquen mucho de su tiempo a equiparse de conocimiento, y quizás hasta aprendan oficios o artes. Pero también pueden observar lo que personas de mayor edad han hecho, y están haciendo ahora, y pensar en ello antes de envolverse en ocupaciones y búsquedas similares ellos mismos. Sí, en la juventud puedes comenzar a obtener discernimiento de lo que es la vida. Puedes considerar en lo que han resultado los diferentes procederes para evitar los errores disparatados de muchos y también sacar provecho de la sabiduría de otros. Puedes fijar tu propia meta en la vida.
¿Puedes hacer todo esto por tu propia cuenta? ¿Tendría sentido el intentarlo? Antes de contestar, considera esto:
Si eres un muchacho, ¿tratarías de construir un motor de automóvil por tu propia cuenta sin primero tratar de aprender acerca de mecánica de otros, de personas con experiencia en ese campo? O, si eres una muchacha, ¿tratarías de confeccionar un vestido de noche sin patrón, sin jamás haber leído nada sobre costura o siquiera haber visto coser a alguien? ¿No? Entonces, recuerda que la vida humana es mucho más complicada que un motor de automóvil o un vestido de noche.
Todos edificamos sobre el conocimiento y la experiencia de otros. Este es un hecho sencillo de la vida. Pero para hacer esto tenemos que comunicarnos. Si no hay comunicación, no podemos valernos del conocimiento y la experiencia que otros tienen. ¿Te comunicas? ¿Con quiénes? ¿Con los que tienen conocimiento y experiencia? ¿Con tus padres?
Quizás des una mirada al mundo alrededor de ti y sientas disgusto. Ves crimen, injusticia, guerra, codicia, mentira, fraude e hipocresía. Tal vez digas: “¿Por qué debo hablar con las personas de mayor edad cuando ellas han hecho un lío tan grande de todo? ¿Qué podría aprender de ellas?” Es verdad, muchas personas de mayor edad son culpables de estas cosas... ya sea porque hacen estas cosas o porque apoyan y aprueban los sistemas que son responsables de ellas.
Pero, ¿has pensado alguna vez que muchas personas de mayor edad están tan disgustadas con la maldad que ven como tú lo estás? Comprende, también, que todas las dificultades del mundo no comenzaron simplemente con la generación de tus padres. Las cosas han estado empeorándose rápidamente por más de medio siglo ya, especialmente desde 1914... y los que son ancianos ahora eran jóvenes entonces más o menos de tu propia edad.
Entonces, ¿por qué no tratas de aprender cuanto puedas de tus padres? Después de todo, ¿por qué has vivido estos años que has vivido? Por el amor e interés de tus padres en ti te alimentaron, te vistieron y te mantuvieron limpio, te atendieron cuando estabas enfermo. Sería difícil calcular cuánto de su tiempo, dinero y esfuerzo representas tú. Además de esto, ¿de quién aprendiste acerca de los peligros del fuego, del agua hirviente, de los objetos afilados, de los enchufes eléctricos, de las cosas venenosas, de los peligros del tránsito urbano? Si no hubieras aprendido estas cosas de tus padres, ¿estarías aquí en tan buena forma como estás hoy? Entonces, ¿por qué empezar a dudar del interés sincero que ellos tienen en ti y en tu felicidad ahora?
Por supuesto, puedes ver que la edad y la experiencia solas no traen todas las respuestas a los problemas de la vida. De otra manera las cosas en todas partes estarían mejorando en vez de empeorando. Bueno pues, ¿hay una fuente superior de información y guía a la cual puedes acudir? Sí, la hay. Esa Fuente es tu Creador, Jehová Dios. Él ha dado a la humanidad su Palabra, la Biblia, para contestar sus preguntas y guiarla en sabiduría. Y la Biblia no dirige tus esperanzas hacia los sistemas actuales en decadencia que han llenado la Tierra de tantos peligros y problemas. Te señala nuevos sistemas que ofrecen algo muy superior.—2 Ped. 3:13; Rev. 21:1-4.
Quizás nunca hayas leído la Biblia. Es posible que te preguntes si la información que contiene realmente puede resolver tus problemas, contestar tus preguntas. Nunca lo sabrás a menos que la examines. Más que eso, aunque la Biblia contiene el mejor consejo, esto no te beneficiará en lo más mínimo si no te esfuerzas por aplicarlo en tu vida.
Los publicadores de esta revista que estás leyendo comprenden el desafío al cual la juventud se encara hoy. A causa de esto, durante los meses venideros esta revista publicará artículos dirigidos especialmente a los jóvenes. Tratará de contestar muchas de las preguntas que están haciendo los jóvenes, preguntas que quizás otros no les hayan contestado. Estos artículos no se publicarán en cada número, aunque esperamos publicar por lo menos uno cada mes. Búscalos. Léelos. Ve cómo la Palabra de Dios, la Biblia, puede ayudarte a hacerle frente al desafío que afrontas y a edificar para un futuro feliz y que valga la pena.
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Acordándome del Creador en los días de mi juventudLa Atalaya 1972 | 15 de enero
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Acordándome del Creador en los días de mi juventud
Según lo relató Aleck Bangle
CUANDO recibí una solicitud para el ministerio de precursor de tiempo cabal bajo la dirección de la Sociedad Watch Tower, noté una pregunta que me hizo pausar. Preguntaba si alguien dependía de mí. Antes de contestar esta pregunta, le pregunté a mi madre, puesto que yo la sostenía en parte. Con un corazón feliz y un rostro sonriente dijo:
“Hijo, tú fuiste el primer hijo que nació después que llegué a conocer la verdad de Dios, y me siento muy semejante a la madre de Samuel, que dedicó su hijo a Jehová. Por eso, ve, hijo, y da a Jehová tu tiempo, tus fuerzas y energía, ¡y qué gusto me da que lo hagas ahora en tu juventud! Jehová me cuidará.”
Esas palabras de estímulo de una madre fiel, asidua, me bastaron. Me hicieron llorar, viendo la gran fe y confianza que mi madre tenía en Jehová. No me demoré, sino que inmediatamente contesté la pregunta y envié mi solicitud, la cual fue aceptada.
De modo que renuncié a mi trabajo seglar, y en junio de 1940, a la edad de veintiún años, fui a la ciudad de Nueva York a iniciar mi carrera como ministro precursor o proclamador de tiempo cabal del reino de Dios. En cuanto a mi madre, fue atendida bien hasta el día de su muerte en 1965.
EJEMPLOS DE MAYORES DE EDAD ME AYUDARON
Mis padres habían aprendido la verdad de Dios entre los años 1917 y 1918. Y su ejemplo fue una gran ayuda para que yo me acordara del Creador desde los días de mi juventud. Cuando veía a mis padres orar siempre antes de cada comida y antes de acostarse, eso me impresionaba. Y yo hacía lo mismo a mi manera humilde.
Vivíamos en Pittston, Pensilvania, y cuando se jubiló mi padre en 1931, debido a mala salud, pasó los restantes cinco años de su vida predicando de tiempo cabal las buenas nuevas del reino de Dios. Así me puso un buen ejemplo en cuanto a cómo acordarme de mi Creador siendo joven.
Llegó el tiempo en que quise mostrar mi agradecimiento al Creador por las cosas que había aprendido acerca de él. Dé modo que le dediqué mi vida y lo simbolicé por bautismo en agua en 1938.
Jamás olvidaré la primera asamblea grande a la que asistí. Esta fue en el Madison Square Garden de la ciudad de Nueva York en 1939. El entonces presidente de la Sociedad Watch Tower, J. F. Rutherford, estaba presentando el discurso público “Gobierno y Paz” a un auditorio de más de 18.000 personas. Después de unos veinte minutos, una muchedumbre de seguidores del sacerdote católico romano Charles Coughlin e inclinados al fascismo trataron de disolver la reunión. Comenzaron a abuchear, gritar y aullar, algunos gritando desenfrenadamente: “¡Heil Hitler!” El presidente de la Sociedad no tuvo miedo, sino que valerosamente dijo: “A los nazis y a los católicos les gustaría disolver esta reunión, pero por la gracia de Dios no pueden hacerlo.” El discurso se presentó totalmente. Cuando vi el valor y confianza que desplegaron mis hermanos cristianos de mayor edad, esto impresionó en mi mente joven que para ser siervo de Jehová Dios uno tiene que ser valeroso.
PROBADO EN CUANTO A VALOR
Poco después de principiar mi ministerio de precursor de tiempo cabal, me mudé a California para predicar las buenas nuevas con otro Testigo joven. Nuestra asignación fue en la parte central de California, una vasta sección en la que solo había tres o cuatro familias aisladas de Testigos. Unos cuantos meses después fui a Red Bluff, California, y trabajé con una congregación pequeña. Cuando se declaró la guerra después del ataque a Pearl Harbor, la gente de Red Bluff se hizo más nacionalista, y hubo oposición a nuestra predicación del reino de Dios. Una noche los opositores rompieron todas las ventanas del Salón del Reino, destrozaron algunas bancas y dejaron el lugar en desorden.
Cuando salía al ministerio del campo en aquellos días, no sabía si se me arrestaría, golpearía o mostraría oposición de otras maneras. Cuando estábamos ofreciendo La Atalaya en las calles de Corning, California, la Legión Americana hizo que unos jóvenes trajeran banderas a la calle y trataron de obligarnos a saludarlas. Debido a nuestra posición basada en la Biblia, algunos de los Testigos recibieron puntapiés y puñetazos y se les dijo que se salieran del pueblo.
Más tarde, mientras participaba en el ministerio del campo con tres de mis hermanas cristianas en aquella misma población, un miembro de la Legión Americana a quien abordé a la puerta dijo: ‘¿Qué está haciendo usted aquí, . . .? Usted es un hombre joven y debe estar en el ejército como mi hijo.’ Entonces salió de su casa y se puso a darme de puntapiés hasta sacarme de su patio y después hasta la mitad de la manzana. Dijo: ‘Si va a la esquina de la calle hoy, le voy a dar una tunda.’
Fui a ver al jefe de la policía y le informé lo que había hecho y amenazado hacer este hombre. Su respuesta fue: ‘Si a usted no lo quieren en este pueblo, ¿por qué no se va?’ Eso no nos hizo cancelar los arreglos que habíamos hecho para trabajar con las revistas en la calle aquel día. Aproximadamente media hora después el hombre que me había dado de puntapiés llegó en su auto hasta donde estaba yo, salió y trató de golpearme. Dado que yo era un hombre mucho más joven que él, pude impedir que se acercara demasiado. Pronto se reunió una muchedumbre de setenta y cinco a cien personas. Algunos comenzaron a gritar: ‘Vamos a embrear y emplumar a este Testigo para que les sirva de lección a los otros.’ Gracias a Jehová, permanecí tranquilo y sin temor. Simplemente me les quedé mirando. Finalmente llegó el jefe de la policía y se llevó a aquel hombre. Partimos para Red Bluff a continuar nuestro trabajo.
Parece que Jehová me suministró una cantidad adicional de su espíritu durante aquella hora de tensión, pero una vez que pasó se convirtió el asunto en una prueba de si iba a continuar acordándome de mi Creador o iba a atemorizarme y cesar. Yo sabía que aquello era una prueba de mi fe, de modo que le oré a Dios pidiendo que me ayudara a vencer todo temor. Además de la oración, el estudio de la Biblia y la asociación con regularidad con el pueblo de Dios sirvieron para vigorizar mi valor de manera que continuara acordándome de mi Creador en aquella asignación hasta que la Sociedad me asignó como precursor especial en South Pasadena, California.
ENCARÁNDOME CON VIOLENCIA DE CHUSMAS
Prediqué las verdades de Dios en South Pasadena por aproximadamente año y medio. En 1942, mientras trabajaba allí, asistí a una asamblea del pueblo de Jehová en Klamath Falls, Oregon, a unos 1.125 kilómetros al norte. Otras cincuenta y una ciudades estuvieron enlazadas por alambre con Cleveland, Ohio, la ciudad principal. Klamath Falls era otra población muy patriótica. Oímos rumores de que esta asamblea iba a ser atacada por una chusma. Sin embargo, todo marchó bien hasta el domingo, cuando el discurso público, “Paz... ¿será duradera?” venía por alambre telefónico desde la ciudad principal. La paz no duró mucho en Klamath Falls, porque una chusma de más de mil adultos y jóvenes abrieron a la fuerza los autos de los Testigos, los destrozaron, metieron palancas de hierro en los radiadores, sacaron la literatura y otro equipo y amontonaron todo en medio de la calle.
Entonces penetraron a la fuerza en el salón, sacaron Biblias, libros y todo lo que pudieron del departamento de literatura. Pusieron todo junto en la calle e hicieron una hoguera.
La multitud de la chusma trató de entrar en el edificio principal, pero los Testigos cerraron todas las entradas y las protegieron. Sin embargo, la chusma sí logró cortar el alambre telefónico, de modo que el resto del discurso que el presidente de la Sociedad estaba pronunciando tuvo que ser presentado por un Testigo local, que estaba preparado para pronunciar el discurso usando un manuscrito si se hacía necesario. Esto encolerizó más a la muchedumbre, y empezaron a lanzar piedras por las ventanas. Tuvimos que poner bancas en las ventanas para que las piedras no golpearan a las personas que estaban en el auditorio. A pesar de esto, algunos resultaron lastimados.
Esta acción de la chusma continuó durante el resto del programa de la tarde, y al fin la policía logró hacer que la chusma se alejara. La policía nos aconsejó que saliéramos del edificio y no continuáramos el programa de la noche porque dijeron que no les sería posible controlar a la chusma cuando oscureciera. Se terminó la asamblea, y tuvimos que abrirnos paso a través de la muchedumbre para llegar a nuestras habitaciones en el hotel. Fuera del edificio parecía que un huracán había azotado. Aunque yo era joven, sabía que Jehová puede proteger a su pueblo, y allí mismo tuve prueba de ello. Después de mis experiencias en aquella asamblea regresé a mi asignación y permanecí allí hasta que la organización de Jehová creyó conveniente enviarme a otro lugar.
GALAAD Y ASIGNACIÓN A JAMAICA
Entonces recibí el formulario de solicitud para ir a la escuela misional de Galaad de la Sociedad. Lo llené y unas cuantas semanas después fui invitado a la segunda clase de Galaad, que comenzó en septiembre de 1943. Fue en Galaad que obtuve un aprecio más profundo del Creador y su organización. Aquellos cinco meses de entrenamiento provechoso pasaron tan rápidamente que, casi antes de darnos cuenta de ello, habíamos recibido nuestras asignaciones y nos habíamos graduado en enero de 1944.
Cuatro de nosotros fuimos enviados a Montgomery, Alabama, a trabajar con una congregación. Me quedé en Alabama hasta abril de 1945. Después, en mayo de 1945, me pidieron que fuera a la central de la Sociedad en Brooklyn.
Permanecí en Brooklyn durante tres meses y entonces fui enviado al estado de Oklahoma para servir a algunas congregaciones como “siervo para los hermanos,” lo que hoy se conoce como siervo o supervisor de circuito. Solo era un joven en comparación con muchos de mis hermanos cristianos a quienes servía. Sin embargo, los Testigos no me despreciaban por ser joven, sino que de buena gana aceptaban las recomendaciones que hacía basándome siempre en la Palabra y la organización de Dios.
En febrero de 1946 recibí notificación de una nueva asignación, a un país extranjero, Jamaica, en las Antillas. Un graduado de mi clase iba conmigo como mi compañero.
Llegamos a Jamaica el 10 de marzo de 1946. Dos días después estaba en el ministerio del campo, trabajando en la manzana cerca de la oficina sucursal. Cuatro días después los hermanos Knorr y Franz, el presidente y vicepresidente de la Sociedad, vinieron a Jamaica, y se celebró una asamblea de dos días en el Teatro Ward, en Kingston, con 1.270 concurrentes. El presidente de la Sociedad también dispuso que la única congregación de doscientos Testigos en Kingston, la capital, fuera dividida en tres congregaciones. Esto realmente fue el principio de la expansión en Jamaica. Desde entonces ha sido una fuente de gozo para mí ver a esas tres congregaciones crecer hasta ser quince congregaciones con más de 1.500 proclamadores de las buenas nuevas.
Durante los años de 1946 a 1950 fui asignado como supervisor de circuito de tiempo parcial para uno de los cuatro circuitos aquí en la isla, y trabajador de tiempo parcial en la oficina sucursal. En aquellos días la transportación, especialmente en las zonas rurales, no era muy buena. Así, pues, un ministro presidente de una congregación vino a la estación del ferrocarril para recibirme con dos burros, uno para que llevara mi equipaje y el otro para que me llevara a mí. Subimos por las montañas ocho kilómetros o más, y esto produjo un enorme alboroto. La gente dejaba de hacer lo que estaba haciendo para ver a un blanco montado en un burro.
En otras congregaciones ponían mi equipaje sobre un burro, y enviaban a un Testigo conmigo para que llevara de vuelta el burro, después de haber caminado de ocho a veinte kilómetros hasta la siguiente congregación. Naturalmente la juventud estaba a favor mío, ¡y qué feliz me siento de haberme acordado del Creador entonces! Fue un gozo servir a mis hermanos cristianos.
Otra oportunidad de dar uso a mi vigor juvenil se presentó en 1950 cuando la Sociedad hizo arreglos para que otro misionero y yo visitáramos la isla del Gran Caimán, a unos trescientos sesenta kilómetros de Jamaica. Viajamos en barco. No había testigos de Jehová en la isla, pero había una población de unas siete mil personas. Visitamos todo rincón y recodo de la isla en bicicletas, por caminos duros y escabrosos, y colocamos más de 1.200 piezas de literatura bíblica en las manos de la gente en el transcurso de seis semanas. Poco después de nuestra visita la Sociedad envió a otros misioneros allí, y hoy hay diecisiete proclamadores del reino de Jehová en la isla.
Poco después de regresar del Gran Caimán, la Sociedad me sugirió que trabajara en la oficina sucursal de tiempo cabal. De modo que de 1951 a enero de 1962 permanecí en la oficina sucursal en Kingston. Durante este tiempo también serví de ministro presidente en tres diferentes congregaciones. Fue una bendición trabajar con muchos jóvenes en aquellas congregaciones y ayudarles a acordarse de su Creador.
REGRESO A GALAAD Y MÁS BENDICIONES
En la parte final de 1961 se presentó una prueba que envolvía mi fe. Recibí un formulario de solicitud de la Sociedad para asistir a un curso especial de diez meses en la Escuela de Galaad. La solicitud decía: “Si usted llena esta solicitud y es aceptado quizás no regrese al país en el que está sirviendo ahora, de modo que, si no quiere irse de allí, es mejor que no llene la solicitud.” No fue fácil decidir qué hacer.
Yo les había cobrado tanto amor a mis hermanos cristianos aquí que realmente estaba en mi elemento entre ellos. Ahora tenía cuarenta y dos años de edad y ya no era un joven, pero podía recordar el tiempo, hacía veintiún años, en que empecé a participar en el ministerio de precursor de tiempo cabal. Podía ver que Jehová me había cuidado durante todos aquellos años. Por eso, tomé la decisión de concordar en ir de nuevo a Galaad. Poco tiempo después llegó una carta en la que se me pedía que fuera a Brooklyn para asistir al curso de diez meses que comenzaría en febrero de 1962. Cuando salía de Jamaica, jamás olvidaré la muchedumbre de más de doscientos hermanos que vinieron a despedirme al aeropuerto. Me despedí de ellos con una mezcla de emociones en el corazón.
Disfruté todavía más de aquel curso que del que había tomado allá en 1943. De modo que le prometí al Creador que usaría lo que había aprendido para mostrarle que lo había apreciado, sin importar adónde fuera enviado.
Cuando el presidente de la Sociedad nos estuvo dando nuestras asignaciones unas cuantas semanas antes de la graduación, mi corazón comenzó a latir a paso más acelerado que el usual. Él comenzó alfabéticamente, y me alegré de que mi apellido comenzara con la letra “B.” Llegó rápidamente a la letra “B,” y cuando dijo: “El hermano Bangle regresará a Jamaica,” me asaltaron ganas de saltar de gozo. Mi corazón tiene que haber omitido uno o dos latidos por la agitación que me causó la alegría. Aquél realmente fue un día feliz para mí.
Pronto llegó la graduación, y se me informó que trabajaría como supervisor de distrito en Jamaica. Volví a Jamaica en diciembre de 1962, y emprendí la obra de distrito en marzo de 1963, y es para mí un placer decir que estoy sirviendo en este trabajo sumamente gozoso hasta la actualidad.
Al viajar por la isla es un placer exhibir las películas de la Sociedad Watch Tower a millares de personas. A la gente aquí le encanta ver las películas.
Puesto que llegué a esta asignación hace más de veinticinco años, he tenido el privilegio de haber visto crecer la obra del Reino aquí en Jamaica desde los aproximadamente 1.000 Testigos que había en 1946 a los más de 5.450 de hoy día.
Al reflexionar en los treinta y un años que han pasado desde que emprendí el ministerio de precursor de tiempo cabal, veo lo ciertas que son estas palabras del salmista: “Un joven era yo, también he envejecido [algo], y sin embargo no he visto a nadie justo dejado enteramente, ni a su prole buscando pan.” (Sal. 37:25) Todavía no soy viejo, y si es la voluntad de Jehová, espero con deleite pasar mis años posteriores como pasé los años de mi juventud... acordándome de mi Creador.
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