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El mal—¿le ablanda o le endurece?La Atalaya 1962 | 1 de marzo
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unidad con nuestros congéneres. Por otra parte, el dejar que el mal nos endurezca es imprudente y obra daño a nosotros mismos así como a otros. Es el proceder del orgullo, de la presunción y del egoísmo. La fe, la oración, la humildad, el aguante paciente y el amor a Dios y al prójimo nos mantendrán blandos. Al mantenernos blandos, seremos recipientes de las bendiciones de Dios tanto ahora como en su nuevo mundo cuando el mal ya no existirá más.
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Siguiendo tras mi propósito en la vidaLa Atalaya 1962 | 1 de marzo
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Siguiendo tras mi propósito en la vida
Según lo relató Haraldo A. Morris
A LA edad de dieciocho años el muchacho está lleno de ambiciones que espera realizar algún día. La vida está delante de él. La vejez, la debilidad y la muerte están muy alejadas de sus pensamientos. Muy a menudo se considera mucho más sabio de lo que realmente es. Es muy improbable que él dé consideración al consejo del sabio rey Salomón a menos que esté consciente de su necesidad espiritual. “Recuerda, ahora, a tu magnífico Creador en los días de tu juventud como hombre,” dijo Salomón. Pues bien, yo era uno que no pensaba en absoluto en este consejo. Es verdad que fui criado en lo que se consideraba un hogar cristiano, pero me faltaba mucho en cuanto a lo espiritual.
Mientras se graduaban mis compañeros de clase de la escuela secundaria, yo estaba en el hospital sometiéndome a una operación de emergencia en el apéndice. Esto me retuvo en el hospital por un mes, y pasé otro mes recuperándome en casa. Ya que no me fue posible asistir al colegio ese otoño, me empleé en otro pueblo. Fue aquí que conocí a un testigo de Jehová y comencé a aprender acerca de los maravillosos propósitos de Jehová de restaurar la Tierra a un estado paradisíaco. Lo visité repetidamente para embeber más conocimiento acerca de las maravillosas verdades de la Palabra de Dios. Fue este conocimiento lo que le dio a mi vida un propósito que vale la pena.
Una noche el testigo me invitó a acompañarle al estudio de La Atalaya. Acepté en el acto la invitación. Ya que yo estaba acostumbrado a servicios religiosos tradicionales, el primer estudio de La Atalaya me pareció extraño. Se veía claramente, sin embargo, que todos los que estaban allí eran estudiantes de la Biblia. La sinceridad y amigabilidad eran desemejantes a todo cuanto había conocido antes. Después del estudio la congregación hizo arreglos para asistir a una asamblea de zona que había de celebrarse en Indianápolis de allí a dos semanas. Esa asamblea hizo en mí una impresión profunda. Nunca antes había visto yo a tantas personas felices y consideradas. Esto ayudó a convencerme de que eran el pueblo de Jehová. Seis meses más tarde, en la siguiente asamblea de zona, por medio de ser bautizado tomé un paso importante hacia adelante en lo de seguir tras mi propósito en la vida.
Mientras yo hacía planes para ser precursor, mis padres pensaban que estaba fuera de juicio al dejar un buen empleo para ir a predicar. Opinaban que eso era exagerar la religión. Un hermano joven de la congregación se decidió a ir conmigo a Greenville, Carolina del Norte. Fue una sensación maravillosa la de desligarme y comenzar a seguir tras mi propósito en la vida en la obra de predicación de tiempo cabal como siervo de Jehová. Esto fue a mediados de febrero de 1942. Era mi intención continuar en el precursorado tanto tiempo como me fuera posible. Tengo gusto en decir que he pasado casi la mitad de mi vida en este servicio gozoso.
En Carolina del Norte los hermanos fueron muy bondadosos para con nosotros, y gozamos de experiencias maravillosas. En realidad, la congregación creció con tanta rapidez que pronto pudimos ir a otra parte. La Sociedad nos asignó a Luisville, Kentucky. Fue mientras estuve allí que apareció un artículo en la revista Consolación, que ahora se llama ¡Despertad!, acerca de la apertura de la escuela de Galaad. Me alegró el corazón el aprender acerca de los planes y preparativos para entrenar y enviar misioneros a otros países, pero no podía imaginarme dentro de ese arreglo. Fue con gran sorpresa que recibí una solicitud para asistir a Galaad. Eso fue en diciembre de 1943. La carta aclaró bien que no era un privilegio que hubiera de tomarse livianamente. El resto de mi vida sería afectado por la decisión que yo hiciera. Después de considerar la solicitud con oración, la llené y la envié.
Se me invitó a asistir a la tercera clase de Galaad, que comenzó en febrero de 1944. Galaad fue un escalón hacia mayores privilegios de servicio. Después de la graduación mi compañero y yo fuimos asignados a trabajar en Connecticut. Eso fue seguido por seis meses de trabajo en Betel. Al fin llegaron nuestras asignaciones al extranjero por las que habíamos esperado meses. Habíamos de ir a Bolivia.
Cuando llegamos a La Paz, Bolivia, el 25 de octubre de 1945, nadie nos esperaba. No conocíamos a nadie en el país. Muchas veces nos regocijamos de haber tenido el privilegio de haber comenzado aquí algo que jamás será olvidado. Hasta que llegara un pedido de literatura tres meses después de nuestra llegada, tuvimos que trabajar con tres ejemplares del libro “La verdad os hará libres” en español, más un ejemplar en inglés, y una Biblia en español y otra en inglés. Aunque solo pudimos aceptar pedidos de literatura, pudimos comenzar estudios bíblicos esa semana con personas que mostraban interés.
Vino más ayuda unos ocho meses más tarde cuando llegaron otros cuatro misioneros. Los seis hemos permanecido firmes en nuestra asignación teocrática y seguimos aún alimentando a las ovejas en este país. Consideramos que Bolivia es nuestro hogar. Damos las gracias a Jehová y a su organización por hacer que fuese posible que sirviéramos aquí.
Con la llegada de todavía más misioneros las buenas nuevas del Reino comenzaron a esparcirse a otras partes de Bolivia. Personas de buena voluntad comenzaron a asociarse con la sociedad del nuevo mundo. No tardaron los hermanos locales en superar a los misioneros en cuanto a números, y cuando celebrábamos asambleas de circuito más y más de ellos tenían partes en el programa así como responsabilidad en lo de planear y dirigir actividades de asamblea.
En 1952 tres de nosotros pasamos nuestras vacaciones visitando cuatro pueblos donde eran desconocidos los testigos de Jehová. Durante los años que han transcurrido desde entonces, he tenido parte en organizar la obra en estos lugares. Se inició la obra solo hace poco en el último de los cuatro pueblos, porque su clima es tan helado y borrascoso. Solo siete meses después de habérseles mandado dos misioneros allí, ocho nuevos publicadores de las buenas nuevas estaban haciendo declaración pública de los propósitos de Jehová. Una congregación funciona allí ahora.
Cuando llegaron a Bolivia las dos películas de la sociedad del nuevo mundo, había un solo circuito. Ya que yo era el siervo de circuito, tuve el gozo de exhibir las películas a través de todo el país. El gozo provenía de ver la felicidad que traían a los hermanos y a personas de buena voluntad.
Cuando había un solo circuito en Bolivia, yo conocía a todos los hermanos y a la mayoría de los nuevos que estaban entrando en la verdad. Pero ahora que hay seis circuitos solamente puedo ver a todos los publicadores una vez al año en nuestras asambleas nacionales. Durante la última, miré a los treinta y seis hermanos nuevos que estaban por ser bautizados y me asombré de que conocía solo a unos pocos de ellos. Eso es indicio seguro de crecimiento. El bautizar a treinta y seis en un día es un contraste considerable con los veintitrés que fueron bautizados durante todo el año de 1956.
Debido al quebrantamiento de la salud del siervo de sucursal, se me pidió que lo reemplazara hasta que otro pudiera ser enviado. Aunque me sentía incompetente para el trabajo de oficina, gocé de esos diez meses. Hubo algo que hacer en todo momento. Hubo problemas que resolver, literatura que despachar, volantes que imprimir, nuevas casas misioneras que establecer, asambleas que cuidar y predicación personal con la congregación local.
Fue un gran placer el asistir a la gran asamblea internacional de 1958 y visitar una vez más a viejos amigos y parientes. Al acercarse el fin de mis vacaciones, yo estaba listo para regresar a mi trabajo en Bolivia. Amo trabajar aquí entre estas personas que tienen hambre espiritual.
Fue un gozo ver en la asamblea a muchos hermanos que planeaban servir donde hay mayor necesidad, y hablar con personas jóvenes que pensaban en hacer del servicio de tiempo cabal su propósito en la vida. Nunca se arrepentirán de haber seguido tal derrotero. Cuando considero lo que he hecho y lo que podría haber hecho al seguir tras otra meta, quedo convencido de que seguí tras la única meta que vale la pena. Si yo pudiera vivir de nuevo mi vida, no escogería seguir ningún otro proceder.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1962 | 1 de marzo
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Preguntas de los lectores
● ¿Cómo deben entenderse los comentarios sobre el adorno femenino en 1 Timoteo 2:9, 10 y 1 Pedro 3:3, 4?—J. H., EE, UU.
Los textos en cuestión dicen: “Igualmente deseo que las mujeres se adornen con vestidos bien arreglados, con modestia y cordura, no con estilos de trenzas y oro o perlas o traje muy costoso, sino de la manera que es propio para las mujeres que profesan reverencia a Dios, es decir, por medio de obras buenas.” “Y que no sea su adorno el de trenzados externos del pelo ni el de ponerse ornamentos de oro ni el de usar prendas de vestir exteriores, sino que sea la persona secreta del corazón en la indumentaria incorruptible del espíritu sereno y apacible, que es de gran valor a los ojos de Dios.”
Comentadores de la Biblia tales como Adán Clarke hablan de los peinados elaborados, o trenzados del cabello en que se entremezclaban adornos de oro, que eran la moda entre las mujeres paganas de los días de los apóstoles. Ese despliegue de “encanto” y ostentación estaba muy fuera de lo apropiado para cristianas y por eso tanto Pablo como Pedro hablaron contra él.
No obstante, las sectas de la cristiandad que van al extremo de prohibir todo adorno femenino tomando como base para ello estas órdenes de los apóstoles están obviamente equivocadas. No podemos concluir que todo trenzar del cabello o todo uso de adornos es incorrecto, porque Pedro incluye “el usar prendas de vestir exteriores,” y ciertamente las mujeres tienen que usarlas. El punto de este consejo bíblico no es lo que las mujeres cristianas pueden usar o no pueden usar sino en qué han de colocar el énfasis: no en el adorno externo sino en el adorno interno, en la mente y el corazón, en la clase correcta de disposición, si quisieran ser atractivas. ¡Ay, es mucho más fácil usar el adorno exterior que desarrollar el adorno interior!
La mujer cristiana hará bien en vestirse moderadamente, modestamente y con buen gusto, evitando lo chillón y la sensualidad. Tal como ella no debería atraer atención indebida por usar adornos o joyas ostentosos y chillones, también debería ejercer cuidado para que el
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