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Su estudio personalLa Atalaya 1956 | 15 de septiembre
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referencia allí, cierre la revista y vea si puede expresar concisamente la esencia de lo leído en una sola oración. Haga lo mismo con su lectura bíblica personal. A medida que termine de leer cada capítulo trate de epitomarlo para usted mismo. Vea si puede determinar el tema central del capítulo o la esencia de todo ese libro de la Biblia, y luego note la relación de cada versículo con esa idea central. Trate de ver a todo el libro como un conjunto bien arreglado, observando la relación que hay entre unas ideas y otras. El aprecio que le tiene a las cosas que aprende será grandemente acrecentado porque usted entenderá el medio circundante, los antecedentes y la relación de las declaraciones que se hacen. Le será mucho más fácil hallar textos bíblicos, recordar argumentos, y usarlos eficazmente para derribar las doctrinas falsas y establecer la adoración correcta.—2 Cor. 10:4, 5.
21. ¿Por qué todos los que están en la sociedad del Nuevo Mundo serán diligentes en su estudio y se esforzarán por mejorar sus hábitos de estudio?
21 Usted quiere progresar con la sociedad del Nuevo Mundo. Usted quiere estar equipado para una participación efectiva en el ministerio. Entonces, aplique a su estudio personal estos principios que hemos considerado. “Haz todo lo posible para presentarte aprobado a Dios, un trabajador que no tiene de qué avergonzarse, manejando la palabra de la verdad correctamente.” (2 Tim. 2:15, NM) Considere el trabajo de recogimiento que está ante nosotros. Pese los privilegios de servicio que le aguardan a medida que ensanche su ministerio. Mire hacia el futuro a la vasta reconstrucción y trabajo educativo que yace más allá del Armagedón. Resuélvase a equiparse para una mayor participación en este trabajo que Dios nos ha dado y aplíquese a ello, y la bendición de Jehová seguramente será suya.
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Preguntas de los lectoresLa Atalaya 1956 | 15 de septiembre
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Preguntas de los lectores
● En la Versión Normal Revisada de la Santa Biblia, publicada en los Estados Unidos de América del Norte en 1952, el nombre divino Jehová no aparece ni una sola vez, ni aun en la traducción de las Escrituras Hebreas. Según el prefacio de esta versión de 1952, la palabra “Señor” ha sido empleada en vez del nombre de Dios. Por lo tanto, ¿sería correcto el que nosotros leyéramos el nombre “Jehová” donde la palabra “Señor” aparece con referencia a Dios, para que así el nombre de Dios se halle en su lugar apropiado?
No, no sería correcto hacer esto. ¿Por qué no? Por esta razón: En la Versión Normal Revisada, así como en la versión Autorizada o del Rey Jaime, el nombre divino, Jehová, ha sido reemplazado por el título “SEÑOR” impreso en letras mayúsculas, o por el otro título “Dios” impreso, también, en letras mayúsculas. Donde los títulos “Señor” y “Dios” no aparecen con todas las letras mayúsculas, no se traduce el nombre divino Jehová. Por ejemplo, en el primer capítulo del Génesis el título Dios aparece muchas veces, pero no se está traduciendo del hebreo el nombre divino, y por ende “Dios” tiene solamente la letra inicial en la forma mayúscula y las otras letras son minúsculas o de tipo pequeño. En el texto hebreo el nombre divino Jehová hace su primera aparición en el capítulo dos del Génesis, y en ese sitio la Versión Normal Revisada lo vierte con el título “SEÑOR” con todas las letras mayúsculas. Sin embargo, en Génesis 15:2 hallamos la expresión “Señor Dios” con el título “Dios” en mayúsculas, mas no el título “Señor.” Esto se debe a que con el título “Dios” se traduce el nombre divino Jehová, mientras que no se hace eso con el título “Señor.”
En Génesis 15:2 es verdad que la palabra “Señor” se aplica a Jehová, pero traduce la palabra hebrea pronunciada “Adonéiai” o “Adonái.” Esta palabra hebrea significa “Maestro” o “Señor” y se aplica exclusivamente a Jehová Dios. De manera que describe a Jehová como Maestro o Señor. Por lo tanto, en el texto hebreo la expresión original para “Señor Dios” es “Adonái Yehowih.” La Versión Normal Americana y la Traducción del Nuevo Mundo traducen esta expresión al inglés como “Lord Jehovah” (Señor Jehová). En las Escrituras Hebreas esta expresión “Adonái Yehowih” o “Señor Jehová” aparece más de trescientas veces, comenzando con Génesis 15:2. Solamente en el libro profético de Ezequiel esta expresión “Señor Jehová” aparece 214 veces, comenzando con Ezequiel 2:4. En todos estos cientos de casos la Versión Normal Revisada y la Versión Autorizada o del Rey Jaime usan la palabra “Dios” en mayúsculas en vez de Jehová, porque sería insensato traducir esta expresión hebrea “el Señor SEÑOR.”
De modo que, además del nombre Jehová hay un título especial, Adonéiai o Adonái, que se aplica exclusivamente a Dios, y que le describe a él como Señor o Maestro. Hay lugares en el texto hebreo aceptado donde el título Adonái aparece por sí solo, como en el Salmo 68:32 y 136:3, y por lo tanto aparece apropiadamente la palabra “Lord” (Señor) en el inglés.
Hay otra expresión hebrea que se aplica exclusivamente a Jehová, a saber, ja Adón. Esta expresión se traduce correctamente al inglés “the Lord” (el Señor). Aparece un número limitado de veces, a saber, en Éxodo 23:17; 34:23; Isaías 1:24; 3:1; 10:16, 33; 19:4; Miqueas 4:13 y Malaquías 3:1. Sería impropio, por consiguiente, que alguna persona, al leer estos versículos, substituyera con el nombre divino Jehová el título “el Señor.”
Además, en el hebreo la expresión para “Señor Jehová” no es lo mismo que la expresión para “Jehová Dios.” Este hecho se oculta en muchas versiones de la Biblia porque los traductores tratan de encubrir el nombre divino substituyéndolo con la palabra “SEÑOR” en ciertos lugares y con la palabra “Dios” en otros. La Traducción del Nuevo Mundo pone fin a toda esta confusión de pensamiento, vertiendo el nombre divino Jehová donde aparece en el texto hebreo, y vertiendo el título Señor o El Señor también donde aparece.
Cuando las publicaciones de la Watch Tówer citan alguna traducción bíblica de las que ocultan el nombre divino substituyéndolo con “el SEÑOR” o “Dios” el lector podría comentar que esta expresión nombre “Jehová” entre corchetes después de “el SEÑOR” o “Dios” a fin de identificar a quién se está haciendo referencia. Asimismo, cuando una persona lee en voz alta a otros una versión de la Biblia que no emplea el nombre divino, sería honrado y correcto leer el versículo o versículos de la Biblia tal como los traductores de esa versión vertieron el texto, y después de leer las palabras “el SEÑOR” o “Dios” el lector podría comentar que esta expresión significa Jehová o que es Jehová en el texto hebreo original. De esta manera no se podrá acusar al escritor o al lector de hacer una cita falsa o de tergiversar cualquier traducción que oculte el nombre divino encubriéndolo con otras palabras.
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POPULARIDAD QUE VALE LA PENA
Muchas personas consideran que la popularidad en sí misma es un logro. Si hay una buena razón para esa popularidad puede que algunos le tengan mayor aprecio, pero muchos consideran la razón como cosa relativamente de poca importancia. Esto es especialmente cierto en el campo de la lectura. Si una obra está en la lista de libros que “más se venden” algunos no dejarán de leerla, pero el lector selectivo pensará un poco en el autor o el editor. Eso explica por qué la revista ¡Despertad! se está haciendo rápidamente más popular. Tiene el mismo editor que La Atalaya, que desde 1879 ha sido reconocida como la principal expositora de verdades bíblicas. El sólo hojear un ejemplar desde luego revela la abundancia de materia; deja a uno refrescado, vigorizado, feliz. Esto se debe a que se mantiene estrictamente neutral al repasar las noticias; mira los sucesos del día con el propósito de saber las causas y da el informe acerca de ellas con confianza en el futuro—no el futuro del presente sistema de cosas, sino del nuevo mundo de Dios que se ha acercado. Su tirada actual es de dos millones de ejemplares, lo que representa un aumento del 150 por ciento en cinco años. Léala dos veces al mes por un año por un dólar. Pida su suscripción hoy y con ella recibirá tres folletos.
LA ESCRITURA DE LA CARTA DE RECOMENDACIÓN HUMANA
De los que han escuchado, creído y obrado sobre la predicación de un ministro de Jehová Dios “se manifiesta que . . . son una carta de Cristo escrita por nosotros como ministros,” escribe Pablo en 2 Corintios 3:1-3 (NM). Los que han aceptado la verdad de todo corazón son verdaderos cristianos, dedicados exclusivamente al servicio de Jehová Dios y su Hijo Cristo Jesús. En toda oportunidad se deleitan en inscribir en el corazón de las personas de buena voluntad las verdades del Reino. A medida que las personas recién interesadas aumentan su conocimiento y entendimiento de los propósitos de Dios tienen el privilegio de ayudar a todavía otros a llegar a ser cartas de recomendación humanas como verdaderos ministros de Dios. Todos los testigos de Jehová y sus compañeros sigan escribiendo cartas de recomendación durante el mes de octubre por medio de presentar ¡Despertad! La oferta constará de una suscripción por un año a esta revista excelente por la contribución de un dólar. Se hará el regalo de tres folletos bíblicos con cada nueva suscripción.
ESTUDIOS DE “LA ATALAYA” PARA LAS SEMANAS
21 de octubre: Conocimiento acertado para agradar a Jehová. Página 561.
28 de octubre: Su estudio personal. Página 567.
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