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  • Una reunión que nos fortalece en lo espiritual
    Ministerio del Reino 1983 | enero
    • por asistir con regularidad a éste y prepárese para que pueda participar.

      PREPARACIÓN

      4 El que nos preparemos con regularidad para el estudio de libro y participemos en él nos fortalece en lo espiritual. (1 Cor. 16:13) Cuando participamos en las reuniones, éstas se hacen más interesantes y más animadoras. Como resultado obtenemos mayor gozo, satisfacción y crecimiento espiritual. Nuestra participación también anima y fortalece a nuestros hermanos.

      5 En cuanto a prepararse para el estudio de libro, lo mejor es que cada familia haga sus propios arreglos de acuerdo con las necesidades y circunstancias de cada una. En algunas familias cada miembro se prepara para el estudio individualmente. Algunos de ellos estudian unos cuantos párrafos cada día mientras viajan hacia el trabajo o cuando regresan de él. Para ayudar a los hijos, algunos padres les recuerdan que deben prepararse para el estudio y los animan a hacerlo. Una manera de hacer esto es por medio de repasar el material de antemano y señalar ciertos párrafos y textos bíblicos que sus hijos pueden entender y sobre los cuales pueden comentar. Las madres quizás deseen estudiar unos cuantos párrafos con sus hijos cada día cuando regresan de la escuela. Algunas familias hallan provechoso apartar tiempo para estudiar juntos toda la lección, y que el padre lleve la delantera en esto. El factor clave es el prepararse con la meta de entender la información.

      EL CONDUCTOR Y EL LECTOR

      6 Para que todos los que asistan al estudio de libro obtengan el mayor provecho de él, el conductor tiene que estar bien preparado. (1 Tim. 4:15, 16) Además, puesto que aproximadamente la mitad de la hora del estudio se dedica a leer los párrafos, se debe asignar de antemano a un buen lector. El debe entender el material bien y leerlo con el énfasis apropiado y con claridad. (Vea La caja de preguntas de Nuestro Servicio del Reino de julio de 1980, página 3.)

      7 En Nuestro Ministerio del Reino de noviembre recibimos instrucción concerniente a vestir apropiadamente al asistir al estudio de libro. Se dijo: “Cuando se asiste al estudio de libro, sería apropiado vestir de la misma manera como se viste para asistir a las reuniones regulares en el Salón del Reino.” Esto, por supuesto, aplica también a nuestro modo de vestir cuando participamos en la actividad del servicio del campo.

      SERVICIO DEL CAMPO

      8 El que participemos de toda alma en el ministerio nos es una protección y nos fortifica en lo espiritual. (Rom. 12:11) El que estudiemos para las reuniones y participemos en ellas hace que seamos celosos y que deseemos compartir con otras personas lo que hemos aprendido. Por eso, el lugar donde se celebra el estudio de libro, por lo general, es también el lugar desde el cual se sale al servicio del campo y se nos anima a todos a que apoyemos este arreglo lealmente.

      9 Siga fortaleciéndose por medio de prepararse con regularidad para TODAS las reuniones de congregación y asistir a ellas. Por medio de seguir tal derrotero se nos fortalecerá en lo espiritual para que podamos resistir las presiones del mundo a medida que continuamos regocijándonos con las bendiciones procedentes de Jehová.—Mat. 6:33; 24:14.

  • Haciendo el bien a los que tienen necesidades particulares
    Ministerio del Reino 1983 | enero
    • Haciendo el bien a los que tienen necesidades particulares

      1 A los cristianos se les manda a ‘amarse los unos a los otros,’ a estar verdaderamente interesados en otras personas y su bienestar. (Juan 13:34; Rom. 15:1, 2) Mientras todavía haya “tiempo favorable para ello” queremos obrar lo que es bueno, especialmente para con los que están relacionados con nosotros en la fe. (Gál. 6:10) El consejo inspirado dice que no retengamos “el bien de aquellos a quienes se les debe, cuando sucede que está en el poder de [nuestra] mano hacerlo.”—Pro. 3:27.

      2 En la congregación cristiana tenemos huérfanos, personas de mayor edad, viudas, personas enfermizas, deprimidas, impedidas y otras que tienen necesidades particulares. Los miembros de la familia inmediata y otros parientes deben ser los primeros en interesarse en prestar ayuda a éstos. A semejanza de Jehová, y de su hijo, Jesucristo, todos nosotros también debemos interesarnos en los necesitados.—1 Tim. 5:4, 8; Eze. 34:16; Mat. 9:36.

      ¿QUÉ PODEMOS HACER?

      3 ¿Qué podemos hacer para prestarles ayuda? En algunos casos el que los visitemos y tengamos una conversación amigable con ellos les levantará el ánimo. O quizás podamos llevarlos a las reuniones en nuestro automóvil, invitarlos a acompañarnos al ministerio del campo o a un estudio bíblico que estemos conduciendo. Pudiéramos invitar a una hermana anciana o a un huérfano a nuestro estudio de familia y/o a cenar. Todos los que componen la congregación pueden participar en ayudar a los que tienen necesidades particulares. Los adolescentes y los niños podrían ayudar a éstos por medio de servirles de mensajeros, hacerles algunas tareas domésticas o ir de compras por ellos. Los jóvenes que solamente tienen a uno de sus padres en la verdad pueden comenzar por prestar ayuda en su mismo hogar. Podemos y debemos mostrar amor cristiano verdadero de muchas maneras.—Hech. 9:39; 1 Ped. 4:8-10.

      4 No es extraño que los necesitados sean los primeros en prestar ayuda a otras personas en necesidad. De hecho, muchos de éstos han hallado formas de ayudarse a sí mismos. El ayudarse a uno mismo es un factor vital para una vida cristiana feliz y productiva. Hay centenares de precursores enfermos físicamente, pero se mantienen ocupados en la obra de predicar. Algunos de los que están en la obra de tiempo completo son ciegos, sordos o se hallan en silla de ruedas. Muchos de los precursores que han emprendido la obra recientemente son hermanos y hermanas de mayor edad, algunos de los cuales se hallan enfermos y viven solos. En vez de aislarse y concentrar la atención en ellos mismos y tenerse lástima, son optimistas y sociables. Se mantienen intensamente ocupados en llevar el mensaje del Reino a otras personas. (Hech. 18:5) Lo mismo aplica a muchos huérfanos que han abrazado la obra de precursor, el servicio de Betel o la obra misional. Por supuesto, muchos de los que tienen necesidades particulares no están en condición de emprender el servicio de tiempo completo. No obstante, los ejemplos dados recalcan el espíritu que todos debemos tener y las bendiciones resultantes de tenerlo.—Mar. 10:28-30.

      5 Hay muchas cosas que todos nosotros podemos hacer para mantenernos felices y optimistas. Podemos leer la Biblia, las revistas y otras publicaciones de la Sociedad con regularidad; escuchar las grabaciones de la Biblia en cassette y permitir que la verdad llene nuestros corazones; telefonear a los que están enfermos o deprimidos con el fin de animarlos. Podemos escribir cartas y tomar la iniciativa en mostrar interés en otras personas; ponernos metas, como la de comenzar un estudio bíblico o servir de precursor auxiliar; llegar a conocer mejor a los hermanos por medio de invitarlos a nuestro hogar o visitarlos en el de ellos. Podemos mejorar nuestro ministerio, lo mismo que nuestra enseñanza y nuestra habilidad al hablar, por medio de matricularnos en la Escuela del Ministerio Teocrático. Los hermanos pueden esforzarse por alcanzar el privilegio de ser siervos en la congregación. (1 Tim. 3:1) Cuanto más trabajemos en hacer cosas a favor de otros y a favor nuestro, más felices seremos.—Hech. 20:35.

      6 Todos nosotros, sean cuales sean nuestras necesidades personales, debemos vestirnos de amor y humildad. Si tenemos necesidades particulares, debemos evitar el ser demasiado tímidos o permitir que el orgullo haga que rechacemos la ayuda amorosa que nos den los hermanos. Si estamos prestando ayuda, debemos ejercer buen juicio y no avergonzar a nuestros hermanos o herir la propia estimación o dignidad de otros. Ninguno de nosotros debe abusar de la generosidad de nuestros hermanos o aprovecharse de ellos. Debemos tener una actitud positiva, razonable, espiritual, y regocijarnos en nuestra esperanza. (Fili. 4:4-9) El consejo de ‘amar a nuestros hermanos intensamente desde el corazón’ aplica a TODOS los cristianos porque esa es una necesidad muy particular que tenemos TODOS.—1 Ped. 1:22.

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