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  • El amor edifica a la sociedad del nuevo mundo
    La Atalaya 1957 | 15 de agosto
    • mutuamente sin reserva si alguno tiene causa de queja contra otro. Como Jehová sin reserva” nos perdonó, perdonemos nosotros también. Y aquí de nuevo nos edificamos, dado que a los misericordiosos “se les mostrará misericordia.”—Pro. 18:19, UTA; Col. 3:12, 13; Mat. 5:7, NM.

      12. Para no hacer tropezar a otros, ¿qué obligación bíblica se recuerda donde hay amor?

      12 El amor además edifica a la sociedad del nuevo mundo porque está más interesado en el bienestar de otros que en sus propios “derechos.” El amor es atento y considerado para no hacer tropezar a otros; sigue tras “las cosas que contribuyen a la paz y las cosas que sirven para edificarse unos a otros.” No derriba el trabajo de Dios por causa de alguna preferencia personal. Fué en conexión con este mismo asunto que Pablo escribió: “El amor edifica.” Sí, “todas las cosas son lícitas; pero no todas las cosas edifican. Siga buscando cada uno, no su propia ventaja, sino la de la otra persona.” Mediante el así ‘llevar las cargas mutuamente cumplimos la ley del Cristo,’ edificándonos unos a otros.—Rom. 14:19, 20; 1 Cor. 8:1; 10:23, 24; Gál. 6:2, NM.

      13. ¿Cómo pueden usarse los recursos materiales para la edificación?

      13 También podemos edificar a nuestros hermanos mostrando amor por medios materiales, ‘compartiendo con los santos según sus necesidades, siguiendo la senda de la hospitalidad.’ Como el amado apóstol Juan indica tan bien: “Cualquiera que tiene los recursos de este mundo para el sostén de la vida y contempla a su hermano pasando necesidad y sin embargo le cierra la puerta de sus tiernas compasiones, ¿de qué manera permanece el amor de Dios en él? Hijitos, amemos, no [sólo] de palabra ni con la lengua, sino en hecho y verdad.” Y dado que el sostener un Salón del Reino, como centro de dirección local de la sociedad del nuevo mundo, así como la actividad mundial de predicar las buenas nuevas en 162 países, acarrea gastos, el amor también edifica al impulsar a hacer contribuciones financieras, y así honramos a Jehová con nuestra hacienda.—Rom. 12:13; 1 Juan 3:17, 18, NM; Pro. 3:9.

      14. También, ¿por medio de no hacer qué cosas edificará el amor?

      14 Por razón de lo que no hace, el amor también edifica. El amor no destruye la unidad de la organización mediante competencia celosa: “El amor no es celoso, no se jacta, no se hincha.” Tampoco el amor pone en aprietos a otros ni los tienta a hacer el mal por comportamiento indecoroso, él “no se porta indecentemente.” Tampoco pierde la paciencia, no ‘pierde la chaveta.’ El amor “no se irrita.” Tampoco el amor se rebaja a mentir, no se deleita en las injusticias, “no se regocija por la injusticia, sino que se regocija con la verdad.” Sí, para edificar a otros no sólo tenemos que amar y hacer lo correcto sino aborrecer y evitar lo malo o incorrecto.—1 Cor. 13:4-6, NM.

      EL AMOR EDIFICA AL “EXTRAÑO”

      15. El amor al extraño hará que nos ocupemos ¿en qué actividades, a qué grado y bajo qué circunstancias?

      15 Así como el amor edifica al grupo que compone la familia y a la sociedad del nuevo mundo también edifica al “extraño” de buena voluntad. El amor nos hace apreciar el hambre y sed de justicia que tiene el extraño y nos impele a hacer algo acerca de ello, a cazar y pescar con el fin de encontrarlo yendo regularmente de casa en casa y tomando nuestro lugar en las esquinas de las calles, ofreciendo el mensaje del Reino, y haciéndolo tanto en tiempo malo como en tiempo bueno. Nos hará predicar tanto en tiempo favorable o cuando las cosas marchan bien como cuando el trabajo está proscrito, ‘en tiempo desfavorable,’ y nos hará alerta a predicar incidentalmente siempre que se presente la oportunidad (no predicación “fuera de tiempo”), en la casa, en el lugar donde trabaja uno seglarmente, cuando anda de compras o de viaje. Y el amor nos hará perseverar, ‘desde la mañana hasta la noche,’ nunca desistiendo de hacer lo que es correcto.—2 Tim. 4:2, NM; Ecl. 11:6; 2 Tes. 3:13.

      16. ¿Cuál es nuestra meta al predicar a otros?

      16 Sin embargo, si queremos edificar al “extraño,” jamás debemos perder de vista nuestra meta. Aunque las horas y las colocaciones de literatura son importantes, éstas sólo son diferentes medios de lograr nuestra meta, la de ayudar al extraño a hacerse miembro de la sociedad del nuevo mundo, participar en la vindicación del nombre de Jehová y conseguir la vida en el nuevo mundo. Debemos tener un interés verdadero y sincero en estas personas, así como Jesús lo tuvo: “Al ver las muchedumbres sintió tierno afecto por ellas, porque estaban despellejadas y arrojadas acá y allá como ovejas sin pastor.” Puede que seamos muy eficaces en usar la “espada del espíritu” y en comprar el tiempo oportuno en época favorable y en tiempo dificultoso, pero a menos que, a semejanza de Jesús, tengamos ese tierno afecto por aquellos a quienes ministramos, y lo mostremos por nuestras palabras y hechos, los extraños de buena voluntad no recibirán edificación.—Mat. 9:36; 23:37; Juan 11:35, NM.

      17. El amor hará que prediquemos ¿de qué manera?

      17 El amor hará sincera, amigable y afectuosa nuestra presentación en las puertas y en las revisitas. Si no encontramos al extraño de buena voluntad en casa la primera o segunda vez que tratamos de visitarlo, entonces el amor nos hará tratar una tercera y hasta una cuarta vez. Recuerde, el amor no se desalienta, persevera. Si nos interesamos amorosamente en el extraño habrá más probabilidad de que comencemos un estudio bíblico de casa con él.

      18. ¿A qué se debe la gran diferencia entre el número de personas con quienes se condujeron estudios bíblicos de casa y el número de personas que se bautizó durante 1955?

      18 De modo que estamos conduciendo regularmente un estudio bíblico con el extraño de buena voluntad. ¿Significa eso que estamos seguros de alcanzar nuestra meta con él? ¡Absolutamente no! El Anuario de 1956 (en inglés) de la Sociedad muestra que cada mes durante el año de servicio de 1955 se condujeron 337,456 estudios bíblicos de casa. Sin embargo, sólo una quinta parte de ese número simbolizó su dedicación por medio de inmersión. Dado que no conducimos estos estudios por un promedio de cinco años, se desprende que muchos de estos estudios fueron descontinuados. ¿Por qué? La ilustración que Jesús usó del sembrador y su semilla nos lo dice: Algunos “pájaros” o agentes de Satanás arrancaron algo de la semilla; las espinas de este mundo, sus ansiedades y placeres y riquezas engañosos, ahogaron más de ella; y el calor ardiente de la persecución hizo el resto. Para contrarrestar estos factores destructivos tenemos que continuar manifestando un interés genuino en el bienestar del “extraño,” tenemos que perseverar en mostrar amor.—Luc. 8:4-15.

      EL AMOR PERSEVERANTE EDIFICA

      19, 20. (a) El amor nos incitará a conducir nuestros estudios bíblicos ¿de qué manera edificante? (b) ¿Cómo ilustra lo susodicho la experiencia de Pablo con los tesalonicenses?

      19 Por lo tanto, al conducir nuestros estudios bíblicos de casa jamás lleguemos a ser rutineros, haciendo del estudio un asunto mecánico, de modo que ni siquiera notemos si el extraño está obteniendo el sentido de lo que se estudia o no. A menos que la persona realmente entienda o perciba el sentido de ello no puede recibir edificación. Recuerde, en la ilustración del sembrador los que produjeron fruto ante todo ‘percibieron el sentido’ del asunto. Y así como la semilla necesita que sol y lluvia vengan con regularidad, así seamos nosotros regulares, puntuales y confiables, poniendo el ejemplo correcto. El hacer las cosas a la ventura no manifiesta mucho amor; no cultivará apreciación en el extraño de buena voluntad. No podemos escaparnos de ello: tenemos que mostrar amor al extraño, tenemos que llegar a ser para él “como escondedero contra el viento, y como abrigo contra la tempestad; como corrientes de aguas en un lugar de sequía, y como la sombra de una peña grande en tierra de cansancio,” si él ha de cobrar suficiente fuerza para hacer frente a la oposición religiosa, para desestimar las tentaciones del mundo y para persistir bajo la tensión que le sobrevendrá por razón de asociarse con la sociedad del nuevo mundo.—Mat. 13:19-23, NM; Isa. 32:1, 2.

      20 El apóstol Pablo manifestó este amor a las personas a quienes él había llevado la verdad. Él las recordaba en sus oraciones y cuando no podía visitarlas les escribía cartas animadoras. (¿Menciona usted en sus oraciones a aquellos con quienes estudia?) Note, por ejemplo, cómo mostró amor a los que estaban interesados en la verdad en Tesalónica: “Nos hicimos afables en medio de ustedes, como cuando una madre que cría acaricia a sus propios hijos. Por eso, teniéndoles tierno afecto, mucho nos complacimos en impartirles, no sólo las buenas nuevas de Dios, sino también nuestras propias almas, porque ustedes llegaron a ser amados para nosotros.” Apenas habían aceptado la verdad estos tesalonicenses y se habían declarado de parte de ella cuando estalló persecución violenta y Pablo tuvo que dejarlos. Tanto se preocupó por el bienestar espiritual de ellos que cuando ya no pudo aguantar más envió a Timoteo (prescindiendo de cuán valiosa le era su ayuda a Pablo) para poder enterarse de cómo estaban progresando. Pablo se regocijó al saber que, habiéndolos edificado por medio del amor, como acaricia una madre al hijo que cría, y habiendo continuado ‘exhortándolos como un padre exhorta a sus hijos,’ pudieron permanecer tan firmes que su fe llegó a ser notable. ¡Allí está la clave! Para que los extraños de buena voluntad sean edificados a fin de que lleguen a ser ministros maduros de la sociedad del nuevo mundo, nosotros no sólo tenemos que alimentarlos con las verdades del Reino, sino que tenemos que impartirles también algo de nuestras propias almas, nuestro amor.—1 Tes. 2:7, 8, 11, NM.

      21. De modo que el amor edifica ¿a quiénes? y ¿por qué?

      21 Verdaderamente el amor edifica a los miembros del grupo de la familia teocrático, a los de la sociedad del nuevo mundo y a los extraños de buena voluntad. El amor edifica porque Dios es amor, porque el amor guarda los mandamientos de Dios, y porque todos necesitamos dar y recibir amor. El amor edifica porque el amor oye y ve las buenas cualidades de otros, ve sus necesidades y las oportunidades de proveer lo necesario para satisfacer esas necesidades; edifica porque hace cosas y da, altruísta y generosamente, y porque es benigno, afectuoso y tierno. Y el amor edifica porque no se desanima, sino que persevera, es de gran paciencia, soporta, espera y aguanta todas las cosas. Sí, el amor edifica porque “el amor nunca se acaba.”

  • Pocos jóvenes rusos van a la iglesia
    La Atalaya 1957 | 15 de agosto
    • Pocos jóvenes rusos van a la iglesia

      ● William Benton, publicador de The Encyclopædia Britannica, visitó recientemente a la Unión Soviética. En su informe dijo concerniente a las religiones de la cristiandad en Rusia: “De la influencia de la religión diré sólo que la actitud ligeramente más tolerante que observa el régimen hoy no significa que está ablandándose en cuanto a su ateísmo militante; puede significar sólo que, en Rusia, la religión ya no preocupa al Partido. Vi pocos rusos de menos de 60 años en las iglesias. Khrushchev dijo hace poco: ‘La religión es todavía el opio de la gente, pero ahora estamos fuertes y no le tememos.’”—Britannica Book of the Year para 1956.

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