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“El amor edifica”La Atalaya 1957 | 15 de agosto
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“El amor edifica”
“El conocimiento hincha, pero el amor edifica.”—1 Cor. 8:1, NM.
1. ¿Qué textos bíblicos muestran la importancia del conocimiento? ¿de la fe? ¿de las obras?
LA PALABRA de Dios, la Biblia, atribuye gran importancia al conocimiento. Aconseja: “Reciban . . . conocimiento antes que oro escogido.” También advierte que el “pueblo es destruído por falta de conocimiento.” La Biblia también da énfasis a la importancia de la fe: “Sin fe es imposible lograr su buen agrado [el de Dios].” “Sobre todo, tomen el escudo grande de la fe, con el cual podrán apagar todos los dardos encendidos del inicuo.” Y la Palabra de Dios no deja ninguna duda tocante al valor de las obras, porque “en verdad, así como el cuerpo sin aliento está muerto, así también la fe sin obras está muerta.”—Pro. 8:10; Ose. 4:6, NR (Normal Revisada, en inglés); Heb. 11:6; Efe. 6:16; Sant. 2:26, NM.
2. ¿Cómo se compara el amor con el conocimiento, la fe y las obras?
2 Vitalmente importantes como lo son el conocimiento, la fe y las obras, hay algo de todavía mayor importancia, tan importante, en realidad, que sin ello éstos no valdrían nada. Y ¿qué es eso? El amor. Como el apóstol Pablo tan bien lo expresa: “Si tengo el don de profecía y entiendo todos los secretos sagrados y todo el conocimiento, y si tengo toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, yo soy nada. Y si doy todas mis posesiones para alimentar a otros, . . . pero no tengo amor, en nada he aprovechado.”—1 Cor. 13:2, 3, NM.
3, 4. (a) ¿Cómo considera Jehová el amor? (b) ¿Por qué otras razones es preeminente el amor?
3 Claramente, entonces, el amor ocupa la posición preeminente. Con razón leemos: “Dios es amor.” Note, no únicamente que Dios es amoroso en el sentido de que es justo, sabio y poderoso, sino que en sentido singular Dios es amor. Y aunque es omnipotente y el legítimo Soberano Supremo, Jehová Dios se gloría en el hecho de que gobierna a sus criaturas inteligentes por amor. Dice él: “Con amor eterno te he amado, por tanto te he extendido mi misericordia.” Por eso todos sus mandamientos pueden resumirse en una sola palabra, amor; amor a él con todo nuestro corazón, mente, alma y fuerza, y amor a nuestro prójimo como a nosotros mismos.—Jer. 31:3; Mar. 12:30, 31, NM.
4 El amor también es preeminente porque “el amor nunca se acaba.” Jehová, habiendo dotado a sus criaturas con la capacidad de amar, confiadamente pudo aceptar el desafío de Satanás concerniente a las criaturas, como se ilustra por la experiencia de Job, porque sabía que el amor las habilitaría para retener la integridad a pesar de todo lo que el Diablo pudiera causar contra ellas. Por lo tanto, el amor más que cualquiera otra cualidad que poseyéramos, obra hacia la vindicación del nombre de Jehová. Y ¿por qué puede efectuar todo esto el amor? Porque “el amor edifica.”—1 Cor. 13:8; 8:1, NM; Job, capítulos 1, 2 y 42.
POR QUÉ Y CÓMO EDIFICA EL AMOR
5, 6. ¿Por qué edifica el amor, como se muestra por qué tratos de Jehová?
5 El amor edifica porque “no busca sus propios intereses.” Impulsa a cada uno a ‘seguir buscando, no su propio provecho, sino el de la otra persona.’ El amor edifica porque oye y ve, entiende y aprecia, es atento y considerado para con otros. Nota las buenas cualidades y posibilidades de ellos, sus necesidades y las oportunidades que tiene de suplir lo que se necesita para esas necesidades. Es práctico y toma la iniciativa, imitando a Jehová. Hace cosas y da, altruísta y generosamente. Ante todo, el amor fué lo que impelió a Dios a crearnos. ¡Y cuán generosamente nos proveyó lo que necesitábamos, y con cuántas facultades nos dotó para que disfrutemos plenamente de esa generosidad! “Fué debido a que Jehová los amó” a los israelitas que los sacó de la esclavitud y los introdujo a una tierra que manaba leche y miel. Y ¿no fué amor, amor al nuevo mundo, lo que hizo que él diera a su Hijo unigénito?—1 Cor. 13:5; 10:33; 2 Cor. 8:24; Deu. 7:8; Juan 3:16, NM.
6 El amor edifica además porque es benévolo y benigno, tierno y compasivo. “Grande, poderoso e inspirador de temor” como es Jehová, él no está por ello incapacitado para expresar para la edificación de sus criaturas estas cualidades de amor que alegran el corazón. “Como un padre se compadece de sus hijos, así Jehová se compadece de los que le temen.” Aun la compasión de una madre puede acabarse, pero no la de Él. Sí, “Jehová es muy tierno en afección y compasivo.”—Deu. 10:17, NM; Sal. 103:13; Sant. 5:11, NM.
7, 8. ¿Por qué otras razones edifica el amor, y por qué no puede ser derrotado?
7 Y todavía hay otras razones por las cuales el amor edifica. El amor edifica porque cada uno de nosotros necesita dar y recibir amor; porque nos necesitamos unos a otros como se necesitan los diversos miembros del cuerpo humano; porque nos hace ‘observar los mandamientos de Dios,’ y porque ‘echa fuera, al temor, el temor que ejerce una restricción,’ el temor que por lo tanto estorbaría la edificación. Tal vez nuestros esfuerzos no hayan sido tan hábiles o tan prósperos como habíamos esperado o pensado, o tal vez hasta hayan sido mal entendidos y rechazados, como a menudo sucede cuando ofrecemos las buenas nuevas del Reino a transeúntes en las calles o a los amos de casa a las puertas; no obstante el amor edifica porque nos edifica a nosotros, si es que no edifica también a aquellos a quienes tratamos de ayudar. Absolutamente no hay manera de derrotar el amor.—1 Juan 5:3; 4:18, NM.
8 Y finalmente, el amor edifica porque no se desalienta y desiste, sino que persevera. “El amor es sufrido,” “soporta todas las cosas, . . . aguanta todas las cosas.” El amor continúa sin desistir, como el agricultor, hasta la cosecha. ¡Qué ejemplo de gran paciencia nos ha puesto Jehová en sus tratos con el género humano y en particular con la nación de Israel! Y no ha sido en vano, porque a causa de ello él puede señalar a una larga línea de testigos fieles y a su debido tiempo él verá la realización completa de sus propósitos concernientes a la vindicación de su nombre, cuando él “sea todas las cosas para con todos.”—1 Cor. 13:4, 7; 15:28, NM.
9. ¿Por qué no debemos confundir el amor con el sentimentalismo?
9 Entre paréntesis, nótese que el amor no debe confundirse con el sentimentalismo, el cual es sentimiento que traspasa los límites de lo razonable y el cual se expresa sólo por la complacencia que uno pueda tener en ello. Más bien que ver llorar a su hijo, o ver que no esté feliz, un padre o una madre sentimental concede todo antojo a su hijo y no lo castiga cuando es necesario. Pero el padre o la madre que verdaderamente ama a su hijo será firme cuando sea necesario. Jehová es amor, pero no es sentimentalista. Por eso leemos que “a quien ama Jehová él disciplina, de hecho él azota a todo el que recibe como hijo.” No hay nada sentimental en azotar, pero es edificante, es amoroso.—Heb. 12:6, NM.
EL AMOR EDIFICA A LA FAMILIA
10. ¿Por qué edifica al grupo de la familia el amor a Jehová?
10 Entre las cosas que el amor edifica está el grupo que compone una familia. Y ante todo, el amor a Jehová edifica al grupo de la familia. ¿Por qué? Porque el amor a Jehová se interesa en el buen nombre de él y en el de la sociedad del nuevo mundo. Desbarate el grupo de la familia y el resultado es separación, adulterio y divorcio, delincuencia de adultos y de jóvenes, todo lo cual trae oprobio a Jehová y a la sociedad del nuevo mundo, y por consiguiente es entregarse directamente en manos de Satanás el Diablo. Por eso Jehová está interesado en preservar el grupo unido de la familia, y el Diablo está interesado en destruirlo. Así como desde el principio los cristianos no entraron en la relación marital simplemente para disfrutar de felicidad conyugal, sino a causa del amor a Jehová y sus requisitos justos, así este mismo amor puede suministrar el más fuerte estímulo para que querramos tener éxito en el matrimonio proveyendo edificación al grupo de la familia.
11. ¿Qué significa amar a una persona? y ¿cómo puede el amor del esposo edificar espiritualmente a su esposa?
11 Como bien se ha observado, ‘el amar a una persona significa cuidar y sentirse responsable de su vida y crecimiento y el desarrollo de todas sus facultades y habilidades.’ Por supuesto, el esposo, por razón de su posición bíblica como cabeza de la esposa, tiene una obligación muy definida en conexión con esto, y el amor lo ayudará a edificar a su esposa. El amor a ella lo ayudará a poner el ejemplo correcto en cuanto al estudio de la Palabra de Dios, celo para el ministerio y comportamiento cristiano apropiado. Estando interesado en el bienestar de ella, él pondrá en primer lugar en la vida lo que debe estar en primer lugar, los intereses del Reino, y con ese fin él cultivará mentalidad espiritual, dirigiendo la conversación hacia conductos edificantes, y encargándose de que su esposa también tenga tiempo para estudiar, para las reuniones y el servicio. Y aunque no descuide las necesidades materiales de ella, él no pasará por alto el hecho de que su esposa necesita amor aun más que las cosas materiales, porque ella puede, si la necesidad surge, proveerse a sí misma las cosas materiales que necesita, pero ella no puede proveer el amor, afecto y aprecio que tanto necesita. Por eso el amor hará que el esposo oiga y vea las cualidades buenas de su esposa y exprese ese aprecio, porque ¿no es verdad que leemos que “la mujer que teme a Jehová es la que será alabada,” y no es lógico que el primero que dé esa alabanza sea su esposo? ¡Seguramente que sí!—Pro. 31:30.
12, 13. ¿Cómo se conduce el esposo amoroso con respecto a las más íntimas relaciones maritales, y con qué beneficio para sí mismo?
12 Todo eso se incluye en el mandato bíblico: “Los esposos deben amar a sus esposas como a sus propios cuerpos.” Y más. El amor lo hará ser atento y considerado tocante a los aspectos más íntimos de la relación marital, y él mostrará paciencia y entendimiento cuando ella sufre de las vicisitudes peculiares de la mujer. El esposo también edifica a su esposa prestando atención al consejo de Proverbios 5:15-20 concerniente a estar locamente enamorado de su esposa y no de una mujer extraña, porque sólo así le es posible a ella dar su atención indivisa a sus deberes, segura de la lealtad de él.—Efe. 5:28, NM.
13 Y quizás no haya otra cosa que con más pureza de verdad indique el amor que el esposo le tiene a su esposa y cuánto se interesa en edificarla que su actitud concerniente al débito conyugal, el punto más vulnerable de él en lo que toca a egoísmo. No sólo ‘pagará a su esposa su débito,’ dado que “el esposo no ejerce autoridad sobre su propio cuerpo, sino que su esposa la ejerce,” sino que, recordando Mateo 7:12, él estará atento y dará la debida consideración a la naturaleza emocional de ella, y no abusará del derecho que le atañe a él simplemente porque “la esposa no ejerce autoridad sobre su propio cuerpo, sino que su esposo la ejerce.” Pedro da a entender que la consideración que el esposo muestre en estos asuntos edificará a su esposa espiritualmente, porque escribió: “Ustedes esposos, continúen habitando de igual modo con ellas de acuerdo con el conocimiento, dándoles honra como a un vaso más débil, el femenino, puesto que ustedes también son herederos con ellas del favor inmerecido de la vida, para que sus oraciones no sean estorbadas.” Y que la moderación y gobierno de uno mismo en este asunto hasta pueden edificar al esposo intelectual y espiritualmente es un hecho reconocido por la ciencia médica y uno que también se da a entender por el consejo que Pablo dió sobre el asunto. (Véase 1 Corintios 7:1, 5.)—1 Cor. 7:3, 4; 1 Ped. 3:7, NM.
EL AMOR TAMBIÉN EDIFICA AL ESPOSO
14. ¿Cómo puede el amor de la esposa edificar a su esposo?
14 Aunque la esposa es el “vaso más débil” el amor de ella puede edificar a su esposo. Si es privilegio de él ‘trabajar duro en hablar y enseñar,’ ella estará entre los primeros en considerarlo ‘digno de doble honra.’ En vez de tratar de dar órdenes a su esposo ella recordará que la Palabra de Dios requiere que las esposas estén sujetas “a sus esposos en todo.” El amor de ella puede edificar a su esposo; no que ella deba ponerse a prepararle sus conferencias o a criticarlo, sino que ella debe hacerle posible estudiar bajo las condiciones más favorables que se puedan crear, dejando de pensar demasiado en sí misma y de molestarlo con cada problemita o molestia insignificante, y siendo honrada con él cuando él le pide su opinión y cuidando apropiadamente del bienestar físico de él.—1 Tim. 5:17; Efe. 5:24, NM.
15. ¿Desde qué punto de vista debe verse ella misma, y por qué hará el amor discreta a la esposa?
15 El amor hará devota, leal y comprensiva a la esposa, todo lo cual fortalece a su esposo, particularmente en tiempo de dificultad. Le ayudará a verse ella misma desde el punto de vista correcto, no como la cabeza de su esposo ni como su felpo, sino como su ayudante que está al lado de él, no entremetiéndose ni siendo demasiado modesta para ofrecer ayuda cuando se necesita, ocasiones que percibirá por la comprensión que también le dará el amor. El amor hará discreta y modesta a la esposa, lo cual también edifica a su esposo: “La mujer de acendrada virtud es la diadema de su marido; pero como carcoma de sus huesos es la que se porta vergonzosamente.” Y verdaderamente acarrea vergüenza la esposa indiscreta: “Como anillo de oro en el hocico de un cerdo es la mujer hermosa y carente de discreción.”—Pro. 12:4; 11:22, NR.
16. (a) ¿Cómo puede el amor de la esposa edificar a su esposo en lo que concierne al débito conyugal? (b) Si no lo recibe de su esposo, ¿de quién tiene ella la certeza de recibir su galardón?
16 E igual que sucede con el esposo, quizás la prueba rigurosa decisiva del amor de la esposa esté conectada con el asunto de cuán dispuesta está ella a cooperar con su esposo tocante al débito conyugal. Si ella ama a su esposo no lo tiranizará a causa de la necesidad de él, optando por pasar por alto que ella representa una carga para él y que la única razón bíblica al tiempo presente para que el hombre decida llevar dicha carga es la atracción mutua que Dios colocó en los sexos. Más bien, ella estará agradecida de que pueda contribuir tanto al bienestar mental, emocional y físico de él. Por otra parte, el amor impedirá que quede frustrada porque, a veces, por causa del servicio de Dios ‘los que tienen cónyuges necesitan ser como si no tuvieran.’ Y, sea que se aprecie plenamente o no, el amor hará que la esposa cristiana haga su parte en edificar a su esposo, confiada de que recibirá un galardón de parte de Jehová, y sabiendo que mediante dicho proceder ella misma se edifica.—1 Cor. 7:28, 29, NM.
17. ¿El reconocer qué hechos ayudará mejor a esposo y a esposa a tenerse mayor aprecio mutuo?
17 Sí, el amor hará que la esposa y el esposo se edifiquen mutuamente. Y entre todavía otras maneras en que pueden hacer esto está el ser pacientes y perdonarse mutuamente sus debilidades, escondiéndolas de extraños, porque ¿no es verdad que leemos que “el amor cubre una multitud de pecados”? El amor también les ayudará a apreciar que Dios creó a Eva de manera que fuera “como complemento” de Adán. Por lo tanto el esposo amoroso no esperará que su esposa siempre razone sobre los problemas tan claramente como él quisiera que ella lo hiciera, ni esperará de su esposo la esposa amorosa el mismo grado de sentimiento tierno de que puede ser capaz ella. Al mismo tiempo el amor hará posible que cada uno vea en los buenos rasgos característicos del otro oportunidades para mejoramiento propio. ¡Qué oportunidades tienen los esposos y las esposas para edificarse mutuamente!—1 Ped. 4:8; Gén. 2:18, NM.
EL AMOR EDIFICA A LOS HIJOS
18. ¿Qué evidencia científica muestra que el amor edifica a los hijos?
18 Probablemente no haya otro lugar en que se demuestre tan indisputable y enérgicamente la verdad de que “el amor edifica” que en la crianza de los hijos. La investigación médica moderna no sólo ha averiguado que el amor de la madre es indispensable para el crecimiento mental y físico de los infantes y niños de pocos años, sino que la falta del amor de la madre es el más grande factor en la delincuencia por los jóvenes. Para ilustrar gráficamente el poder que tiene el amor para edificar se cita un experimento que ciertos científicos hicieron con ratas bebés. Durante unos cuantos minutos cada día los científicos acomodaban a las ratas bebés cerca de su pecho y las acariciaban suavemente desde la parte trasera de la cabeza hasta la base de la cola. Las que fueron acariciadas así aumentaron más de peso, les crecieron huesos más grandes y tuvieron menos temor a condiciones extrañas que otras ratas. Cuando, como adultas, las ratas fueron puestas bajo tensión severa, tal como el mantenerlas inmóviles durante cuarenta y ocho horas y sin alimento y agua, las ratas mimadas mostraron mucho menos daño a su organismo que las que no recibieron dicho cuidado especial. (Science News Letter, 2 de enero de 1954) Que lo mismo es cierto respecto al género humano lo indica el informe tocante a un grupo de 165 amas de casa, personas de profesión y de negocios que visita regularmente a Bellevue, uno de los hospitales más grandes de la ciudad de Nueva York, para llevar amor a los niños abandonados que están allí como pacientes, “una medicina que los mejores hospitales no pueden comprar,” la cual “obra prodigios,” y es “una vitamina sin la cual los bebés se debilitan o se vuelven idiotas y los niños mayores tienden a desmejorar o se vuelven delincuentes.”—Saturday Evening Post, 30 de julio de 1955.
19. ¿De qué deben estar informados, en particular, los padres?
19 El amor hará que los padres disciernan las necesidades de sus hijos y cómo pueden hacer provisión para esas necesidades, especialmente sus necesidades espirituales, distinguiendo, naturalmente, entre lo que sus hijos quieren y lo que realmente son sus necesidades. El amor hará de los padres y las madres los compañeros alegres, equilibrados y saludables de sus hijos, y especialmente el amor hará del padre el compañero que sus hijos varones tanto necesitan. La investigación científica indica que una de las razones principales de que muchos muchachos formen “pandillas” destructoras es la falta de compañerismo masculino adulto que sea espiritual y moralmente saludable. Por eso, en particular, ustedes, padres, noten el mandamiento que Dios dió por medio de Moisés: “Debes inculcar [mis palabras] en tu hijo y hablar de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino y cuando te acuestes y cuando te levantes.” El inculcar significa “impresionar algo en la mente a fuerza de repetición o amonestación repetida y enfática.”—Deu. 6:7, NM.
20. ¿Por qué no deben los padres dar de mala gana a sus hijos el tiempo que requieren para ser instruidos o entrenados apropiadamente?
20 El amor paternal edifica porque no da de mala gana a los hijos el tiempo que podría emplear en diversiones mundanas. No alquila a una cuidadora de niños para substituirlo. El amor ni siquiera dará de mala gana a los hijos el tiempo que se emplea con ellos que podría emplearse en otras actividades teocráticas. El tiempo es una cosa esencialísima para criar a los hijos “en la disciplina y consejo autoritativo de Jehová,” y las obligaciones paternales deben recibir la primera atención. ¡Si eso parece ser una declaración fuerte, recuerden los padres que el descuidar a sus hijos puede descalificarlos para un puesto de siervo! El amor lo hará a usted aun más interesado en el bienestar espiritual de sus hijos que lo que usted está concerniente al progreso espiritual de las personas con quienes usted conduce estudios bíblicos de casa.—Efe. 6:4; 1 Tim. 3:4, 5, NM.
21. ¿Por medio de hacer qué cosa edificará espiritualmente a los hijos el amor de los padres?
21 El amor paternal lo ayudará a usted a edificar a sus hijos porque lo capacitará a usted a entenderlos, a razonar pacientemente con ellos y a asegurarse de que entiendan la importancia y significado de lo que usted está esforzándose por enseñarles. Así como el amor capacita a una esposa y madre a observar inmediatamente si su esposo o hijos no están bien físicamente, así el amor debe capacitarlo a usted a descubrir cualquier debilidad espiritual en sus hijos para que usted pueda remediarla antes de que sea demasiado tarde. Por medio de estudiar juntos las lecciones para las reuniones de congregación, por medio de superentender su preparación de lo que se les ha asignado en el programa, y por medio de dejar que lo acompañen a usted en todos los rasgos del ministerio cristiano, usted estará colocando un buen fundamento para la carrera de ellos como ministros cristianos. Muestre ternura, dulzura y compasión, y no obstante no se haga sentimental. Tenga presente que “quien detiene la vara odia a su hijo; mas el que le ama, le corrige con empeño.” Ni pase por alto que aun en dichas ocasiones el amor “no se irrita.”—Pro. 13:24; 1 Cor. 13:5, NM.
EL PAPEL DE LOS HIJOS
22. ¿Qué obligación tienen los hijos concerniente a su propia edificación?
22 En la edificación del grupo de la familia ustedes, los niños, también pueden participar; en realidad, tienen que participar, si van a recibir edificación. Ustedes también pueden aligerar la carga de sus padres, dándoles más tiempo y energía para edificarse ellos mismos. Prescindiendo de cuánto se esfuercen sus padres, a menos que ustedes tengan la condición de corazón correcta ellos no podrán edificarlos espiritualmente. “Aun un niño se da a conocer por sus hechos, si lo que hace es o no puro y recto.” El amor a Jehová y el amor a sus padres hará a los niños anuentemente “obedientes a sus padres en todo.” El amor los hará a ustedes trabajar con sus padres, no contra ellos, en sus esfuerzos por edificarlos a ustedes. El amor los ayudará a ustedes a ver del modo debido la corrección que reciben, que es algo dado para su propio bien.—Pro. 20:11, NR; Col. 3:20, NM.
23. ¿Cómo pueden participar los hijos en la edificación de sus padres?
23 Y eso no es todo. Como testigos cristianos de Jehová sus padres tienen muchas obligaciones que cumplir además de hacer provisión para ustedes material y espiritualmente. Por su obediencia amorosa y cooperación anuente ustedes pueden aligerar la carga que llevan de cuidarlos a ustedes. Además, el amor les ayudará a ver qué necesita hacerse en la casa y los hará ayudar cuanto puedan, no esperando que les manden a hacer las cosas y luego refunfuñando porque tales deberes los apartan por un tiempo del juego. Dicha consideración ayuda a edificar a su mamá, porque le deja a ella tiempo y fuerza para estudio bíblico, reuniones de congregación y el ministerio cristiano. Y al tener cuidado de no someter a su padre a esfuerzos innecesarios por exigencias sin base verdadera y necesaria en lo que toca a su dinero, tiempo o paciencia, ustedes también pueden participar en edificarlo a él. De todas esas maneras ustedes se muestran sabios, y los niños sabios hacen felices a los padres. (Pro. 15:20; 27:11) Sí, cada miembro del grupo que compone la familia, el esposo, la esposa, el padre, la madre y el hijo, tiene una obligación para con los otros y, por medio de manifestar amor, puede edificarlos a ellos así como edificarse a sí mismo, todo para alabanza de Jehová.
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El amor edifica a la sociedad del nuevo mundoLa Atalaya 1957 | 15 de agosto
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El amor edifica a la sociedad del nuevo mundo
1, 2. (a) ¿Por qué se les puede llamar apropiadamente a los testigos cristianos de Jehová una sociedad del nuevo mundo? (b) ¿Qué hechos y textos bíblicos muestran que es el amor el que edifica a la sociedad del nuevo mundo?
LOS testigos cristianos de Jehová son conocidos como una sociedad del nuevo mundo porque dan a conocer el nuevo mundo de Dios y se comportan como embajadores dignos del nuevo mundo. Son impelidos por el principio de amor del nuevo mundo, amor a Jehová y a su prójimo. Esto es tan obviamente cierto que vez tras vez la prensa pública comentó acerca de ello al informar acerca de sus asambleas del Reino Triunfante que se celebraron en Norteamérica y Europa durante 1955.
2 Así es exactamente como debe ser, pues su Caudillo, Jesucristo, dió el mayor énfasis al amor, aun declarando que por él podrían ser identificados sus seguidores verdaderos. “Les estoy dando un nuevo mandamiento: que se amen los unos a los otros; igual como yo los he amado, que ustedes también se amen los unos a los otros. Por esto todos sabrán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre ustedes mismos.” El amor es el “vínculo perfecto de unidad,” que enlaza a los miembros de la sociedad del nuevo mundo, haciéndolos fuertes, capaces de presentar un frente unido contra todo el mundo y derrotando el ataque de dos filos de Satanás, el de persecución y materialismo. “Más valen dos que uno solo,” y “la cuerda de tres hilos no es fácil de romper.” Lo que el amor efectúa en edificar al grupo de la familia también lo efectúa con la sociedad del nuevo mundo y por las mismas razones.—Juan 13:34, 35; Col. 3:14, NM; Ecl. 4:9, 12, NC.
EL AMOR EDIFICA EN LAS REUNIONES
3, 4. ¿Cómo ve el amor el reunirse con el pueblo de Dios?, y por eso ¿qué hace hacia ese fin?
3 El amor edifica a la sociedad del nuevo mundo porque nos atrae a las diversas reuniones y asambleas de cristianos dedicados, donde recibimos luz aumentada sobre la Palabra de Dios, fuerza espiritual y estímulo para continuar sirviendo a Jehová. No sólo eso, sino que el amor nos hace ver todas esas reuniones como oportunidades para edificar a otros. El amor nos hace querer llegar temprano y extender una bienvenida calurosa a nuestros hermanos y al extraño de buena voluntad. El amor nos hace estar profundamente interesados en lo que se dice desde la plataforma, pues por medio de prestar atención cuidadosa edificamos al orador. El amor también nos hará querer quedarnos por algún tiempo en el lugar después de terminar la reunión para hablar de nuestras experiencias y oír de las de otros y para decir una palabra o hacer un ademán útil y animador a alguien que tal vez esté agobiado. Y al hacerlo nosotros también nos edificamos, porque nunca deja de ser cierto que “el que riega será él mismo regado.”—Pro. 11:25.
4 Y el amor buscará edificar a otros participando activamente en dichas reuniones según se presente la oportunidad. No sólo se trata de ‘no dejar de congregarnos, como algunos tienen por costumbre,’ sino también de ‘mantener firmemente la declaración pública de nuestra esperanza,’ de ‘considerarnos unos a otros para incitar al amor y a las obras rectas,’ y de ‘animarnos unos a otros, y tanto más al ver que el día se acerca.’ Como Pablo escribió a los romanos: “Tengo deseo de verlos, para impartirles algún don espiritual para que se hagan firmes; o, más bien, para que haya un intercambio de estímulo entre ustedes, por cada uno mediante la fe del otro, tanto la de ustedes como la mía.”—Heb. 10:23-25; Rom. 1:11, 12, NM.
5. Para edificarnos unos a otros eficazmente en las reuniones, ¿qué tenemos que hacer de antemano?
5 El amor a nuestros hermanos también nos incitará a preparar nuestras lecciones, para que podamos edificar a nuestros hermanos. Particularmente cuando recibamos asignaciones para hablar desde la plataforma nos prepararemos, dejando mediante ello que nuestro progreso sea manifiesto a todos para su edificación, así como se nos manda: “Que todas las cosas se efectúen para edificación. . . . para que todos aprendan y todos reciban ánimo.” Por más extraño que parezca, les es fácil a los siervos de la congregación descuidar sus privilegios en conexión con esto. Llegan a estar tan absortos en preparar sus propias reuniones particulares o asignaciones del programa que, a veces, descuidan la preparación anticipada para las reuniones que otros conducen, para que también allí ellos contribuyan a la edificación de los demás. Por eso que todo ministro en cada reunión preste atención al consejo de Pablo: “Pero hablando la verdad, crezcamos mediante el amor en todas las cosas en él quien es la cabeza, Cristo. De él todo el cuerpo, mediante el estar trabado armoniosamente y hecho para cooperar por medio de cada coyuntura que suministra lo que se necesita, de acuerdo con el funcionamiento de cada miembro respectivo en la debida medida, contribuye al crecimiento del cuerpo para la edificación de sí mismo en amor.”—1 Cor. 14:26, 31; Efe. 4:15, 16, NM.
EL AMOR PARTICIPA EN EL PROGRAMA DE ENTRENAMIENTO
6, 7. (a) ¿Qué ejemplos muestran la obligación de participar en entrenar a otros? (b) ¿Por qué tienen obligaciones especiales en este respecto los siervos, y cómo deben desempeñarlas?
6 Además el amor edifica a la sociedad del nuevo mundo porque nos hace tomar parte en el programa de entrenamiento ministerial, ya sea ayudando o siendo ayudados. Prescindiendo de cuáles sean sus deberes, ningún ministro maduro está demasiado ocupado para participar en este programa. Ciertamente ninguno de nosotros tiene más que hacer que lo que Jesucristo tuvo, y no obstante él tuvo tiempo para entrenar a otros. Conforme “fué viajando de ciudad en ciudad y de aldea en aldea, predicando y declarando las buenas nuevas del reino de Dios. . . . los doce estaban con él.” ¡Y cuántos deberes tuvo Pablo! Sin embargo él también entrenó a otros. Sí, “no obstante, nosotros que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los que no son fuertes, y no estar agradándonos a nosotros mismos. Que cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno para su edificación. Pues ni aun Cristo se complació a sí mismo.” Incidentalmente, aquí de nuevo note que el amor no es sentimentalismo. El sentimentalismo está satisfecho con simplemente agradar al prójimo de uno, quizás complaciéndolo en sus debilidades. Pero el amor agrada a su prójimo “en lo que es bueno para su edificación.”—Luc. 8:1; Rom. 15:1-3, NM.
7 Por supuesto, se requiere que los siervos nombrados de la congregación, por tener mayores dones y correspondientemente mayores oportunidades para edificar a sus hermanos, den más: “En verdad, a todo aquel a quien mucho le fué dado, mucho será exigido de él, y a aquel a quien la gente ha encargado mucho, exigirá más de lo acostumbrado de él.” Esa es la mismísima razón por la cual Jehová ha provisto siervos especiales para la congregación, como Pablo muestra: “Y él dió algunos como apóstoles, algunos como profetas, algunos como misioneros, algunos como pastores y maestros, teniendo como mira el entrenamiento de los santos para la obra ministerial, para la edificación del cuerpo del Cristo [así como para la edificación de las otras ovejas], hasta que todos lleguemos a la unidad en la fe y en el conocimiento acertado del Hijo de Dios, a un hombre ya crecido, a la medida de crecimiento que pertenece a la plenitud del Cristo.” Y ¿cómo ha de hacerse este entrenamiento para el trabajo ministerial? Con gozo, con anhelo, altruístamente y con humildad, así como Pedro manifiesta: “Pastoreen la grey de Dios bajo su custodia, no por fuerza, sino voluntariamente, tampoco por amor de ganancia deshonrosa, sino con anhelo, ni como enseñoreándose de los que son la herencia de Dios, sino haciéndose dechados de la grey.”—Luc. 12:48; Efe. 4:11-13; 1 Ped. 5:2, 3, NM.
8. ¿Por causa de quiénes deben aceptar ayuda los que la necesitan?
8 Por otra parte, si usted se hallara entre los que carecen de habilidad para dar sermones efectivos en las puertas o en las revisitas, el amor a Jehová, a los hombres de buena voluntad y a su hermano lo hará aceptar de buena gana la ayuda que se le ofrece, lo cual lo edificará a usted. Sólo el orgullo le haría rechazar esa ayuda y éste no es tiempo para orgullo, porque el destino eterno de los hombres de buena voluntad está implicado y lo que ese destino sea en ciertos casos puede depender de cuán efectivamente ‘prediquemos la palabra.’ Si se necesita humildad para aceptar la ayuda que le ofrecen, recuerde que también se necesita humildad para extender ayuda a otros. Por eso que el amor que se le tiene a Jehová, y al “extraño” y el amor de unos a otros hagan que cada ministro de la sociedad del nuevo mundo extienda ayuda a otros o acepte ofertas de ayuda, todos sometiéndose gozosamente unos a otros.—1 Ped. 5:5.
PRIVILEGIOS DE LA MUJER EN LA EDIFICACIÓN
9, 10. (a) ¿Qué privilegios tienen las hermanas en conexión con edificar a otros, y cómo pueden sacar el mejor partido de ellos? (b) ¿A qué cualidades asigna gran valor, considerándolas dignas de recompensa, la posición bíblica de la mujer, y por quiénes se ilustra esto?
9 Aunque las mujeres cristianas no tienen todas las diferentes oportunidades para edificar a sus hermanos que los hombres cristianos tienen, el amor y la sabiduría celestial las harán apreciar los privilegios que ellas tienen y sacar el mejor partido de ellos. Por medio de preparación cabal y por anticipado las hermanas de la congregación podrán escoger bien sus palabras, hacer con confianza ‘declaraciones públicas’ que vayan al grano, con lo cual también dejan que tantos como sea posible se expresen para la edificación mutua de todos los presentes. Esto incluye la escuela del ministerio teocrático, en la cual podría haber mucha más participación del auditorio por las hermanas que la que generalmente hay. Además, por medio de hacerse expertas en el ministerio del campo podrán presentar demostraciones interesantes mostrando cómo presentar eficazmente el mensaje del Reino en las puertas y cómo vencer objeciones, y también tendrán interesantes experiencias que contar. De dichas maneras ellas pueden tener una parte vital en edificar a sus hermanos, aunque no tienen el privilegio de decir a sus hermanos lo que deben hacer. Y ¿no tienen todas las hermanas maduras el privilegio de entrenar a otras hermanas? ¡Ciertamente que sí!
10 Este mismo principio aplica en cuanto a otras cosas. Las hermanas pueden ayudar grandemente a edificar a sus hermanos simplemente siendo teocráticas, mostrando ‘devoción piadosa junto con suficiencia en sí mismas.’ Por medio de hacer humilde y sinceramente lo que se predica desde la plataforma ellas ilustran y subrayan el valor de dicha predicación. Seguramente la cosa más preciada a nuestro corazón es el traer honra al nombre de Jehová y edificar a nuestros hermanos, y el papel bíblicamente circunscrito de la mujer no le niega esto, sino que simplemente considera cosa de gran valor y digna de recompensa su paciencia, prudencia y sabiduría. Así notamos que Débora, aunque era una profetisa ungida, no dió órdenes bruscamente a Barac, sino que usó la forma interrogativa al notificarle concerniente a las instrucciones de Jehová: “¿No ha dado la orden Jehová el Dios de Israel?” Y otra vez: “¿No es Jehová quien ha salido delante de ti?,” como si simplemente le estuviera recordando. ¡Una manera excelente que pueden usar las hermanas hoy al dirigirse a los hermanos! Y note también que el deseo de la reina Ester de salvar a su pueblo no pudiera haber tenido mayor éxito si ella pudiera haber dado órdenes a su esposo, el rey Asuero. Sin disputa las hermanas pueden hacer mucho para ayudar a edificar la sociedad del nuevo mundo sin salirse de su libertad relativa teocrática; en realidad, ellas no pueden ayudar a edificar a menos que permanezcan dentro de ella.—1 Tim. 6:6; Jue. 4:6, 14, NM.
OTRAS MANERAS EN QUE EL AMOR EDIFICA
11. En cuanto a ofensas, ¿qué obligaciones tenemos?
11 El amor también edifica a nuestros hermanos porque nos hace dispuestos a perdonar, a ser misericordiosos y ejercer gran paciencia. Si carecemos de amor nos ofendemos fácilmente, estamos listos para castigar al ofensor, lo cual, sin embargo, posiblemente sólo lo haga más débil y lo desanime tanto que finalmente no consiga la vida eterna. Pero por medio de perdonar amorosamente a nuestro hermano lo fortalecemos, lo edificamos, lo ayudamos a vencer su debilidad, y de tal modo llega a ser “como una ciudad fortificada; se mantiene firme como la reja de un castillo.” A pesar de lo que nos haga un hermano, no podemos guardarle rencor. Si no podemos pasar por alto la ofensa, olvidarnos de ella, tenemos que dirigirnos a la persona en armonía con el mandato de Jesús registrado en Mateo 18:15-17. Tampoco podemos hacer a un lado un asunto cuando se hace patente que hemos ofendido a otro, simplemente porque nosotros no abrigamos resentimiento. No, tenemos que dirigirnos humildemente al hermano ofendido y tratar de recobrar su confianza. (Mat. 5:23, 24) De modo que revistámonos “de los tiernos afectos de la compasión, la bondad, la humildad de mente, la apacibilidad y la gran paciencia. Continúen tolerándose y perdonándose mutuamente sin reserva si alguno tiene causa de queja contra otro. Como Jehová sin reserva” nos perdonó, perdonemos nosotros también. Y aquí de nuevo nos edificamos, dado que a los misericordiosos “se les mostrará misericordia.”—Pro. 18:19, UTA; Col. 3:12, 13; Mat. 5:7, NM.
12. Para no hacer tropezar a otros, ¿qué obligación bíblica se recuerda donde hay amor?
12 El amor además edifica a la sociedad del nuevo mundo porque está más interesado en el bienestar de otros que en sus propios “derechos.” El amor es atento y considerado para no hacer tropezar a otros; sigue tras “las cosas que contribuyen a la paz y las cosas que sirven para edificarse unos a otros.” No derriba el trabajo de Dios por causa de alguna preferencia personal. Fué en conexión con este mismo asunto que Pablo escribió: “El amor edifica.” Sí, “todas las cosas son lícitas; pero no todas las cosas edifican. Siga buscando cada uno, no su propia ventaja, sino la de la otra persona.” Mediante el así ‘llevar las cargas mutuamente cumplimos la ley del Cristo,’ edificándonos unos a otros.—Rom. 14:19, 20; 1 Cor. 8:1; 10:23, 24; Gál. 6:2, NM.
13. ¿Cómo pueden usarse los recursos materiales para la edificación?
13 También podemos edificar a nuestros hermanos mostrando amor por medios materiales, ‘compartiendo con los santos según sus necesidades, siguiendo la senda de la hospitalidad.’ Como el amado apóstol Juan indica tan bien: “Cualquiera que tiene los recursos de este mundo para el sostén de la vida y contempla a su hermano pasando necesidad y sin embargo le cierra la puerta de sus tiernas compasiones, ¿de qué manera permanece el amor de Dios en él? Hijitos, amemos, no [sólo] de palabra ni con la lengua, sino en hecho y verdad.” Y dado que el sostener un Salón del Reino, como centro de dirección local de la sociedad del nuevo mundo, así como la actividad mundial de predicar las buenas nuevas en 162 países, acarrea gastos, el amor también edifica al impulsar a hacer contribuciones financieras, y así honramos a Jehová con nuestra hacienda.—Rom. 12:13; 1 Juan 3:17, 18, NM; Pro. 3:9.
14. También, ¿por medio de no hacer qué cosas edificará el amor?
14 Por razón de lo que no hace, el amor también edifica. El amor no destruye la unidad de la organización mediante competencia celosa: “El amor no es celoso, no se jacta, no se hincha.” Tampoco el amor pone en aprietos a otros ni los tienta a hacer el mal por comportamiento indecoroso, él “no se porta indecentemente.” Tampoco pierde la paciencia, no ‘pierde la chaveta.’ El amor “no se irrita.” Tampoco el amor se rebaja a mentir, no se deleita en las injusticias, “no se regocija por la injusticia, sino que se regocija con la verdad.” Sí, para edificar a otros no sólo tenemos que amar y hacer lo correcto sino aborrecer y evitar lo malo o incorrecto.—1 Cor. 13:4-6, NM.
EL AMOR EDIFICA AL “EXTRAÑO”
15. El amor al extraño hará que nos ocupemos ¿en qué actividades, a qué grado y bajo qué circunstancias?
15 Así como el amor edifica al grupo que compone la familia y a la sociedad del nuevo mundo también edifica al “extraño” de buena voluntad. El amor nos hace apreciar el hambre y sed de justicia que tiene el extraño y nos impele a hacer algo acerca de ello, a cazar y pescar con el fin de encontrarlo yendo regularmente de casa en casa y tomando nuestro lugar en las esquinas de las calles, ofreciendo el mensaje del Reino, y haciéndolo tanto en tiempo malo como en tiempo bueno. Nos hará predicar tanto en tiempo favorable o cuando las cosas marchan bien como cuando el trabajo está proscrito, ‘en tiempo desfavorable,’ y nos hará alerta a predicar incidentalmente siempre que se presente la oportunidad (no predicación “fuera de tiempo”), en la casa, en el lugar donde trabaja uno seglarmente, cuando anda de compras o de viaje. Y el amor nos hará perseverar, ‘desde la mañana hasta la noche,’ nunca desistiendo de hacer lo que es correcto.—2 Tim. 4:2, NM; Ecl. 11:6; 2 Tes. 3:13.
16. ¿Cuál es nuestra meta al predicar a otros?
16 Sin embargo, si queremos edificar al “extraño,” jamás debemos perder de vista nuestra meta. Aunque las horas y las colocaciones de literatura son importantes, éstas sólo son diferentes medios de lograr nuestra meta, la de ayudar al extraño a hacerse miembro de la sociedad del nuevo mundo, participar en la vindicación del nombre de Jehová y conseguir la vida en el nuevo mundo. Debemos tener un interés verdadero y sincero en estas personas, así como Jesús lo tuvo: “Al ver las muchedumbres sintió tierno afecto por ellas, porque estaban despellejadas y arrojadas acá y allá como ovejas sin pastor.” Puede que seamos muy eficaces en usar la “espada del espíritu” y en comprar el tiempo oportuno en época favorable y en tiempo dificultoso, pero a menos que, a semejanza de Jesús, tengamos ese tierno afecto por aquellos a quienes ministramos, y lo mostremos por nuestras palabras y hechos, los extraños de buena voluntad no recibirán edificación.—Mat. 9:36; 23:37; Juan 11:35, NM.
17. El amor hará que prediquemos ¿de qué manera?
17 El amor hará sincera, amigable y afectuosa nuestra presentación en las puertas y en las revisitas. Si no encontramos al extraño de buena voluntad en casa la primera o segunda vez que tratamos de visitarlo, entonces el amor nos hará tratar una tercera y hasta una cuarta vez. Recuerde, el amor no se desalienta, persevera. Si nos interesamos amorosamente en el extraño habrá más probabilidad de que comencemos un estudio bíblico de casa con él.
18. ¿A qué se debe la gran diferencia entre el número de personas con quienes se condujeron estudios bíblicos de casa y el número de personas que se bautizó durante 1955?
18 De modo que estamos conduciendo regularmente un estudio bíblico con el extraño de buena voluntad. ¿Significa eso que estamos seguros de alcanzar nuestra meta con él? ¡Absolutamente no! El Anuario de 1956 (en inglés) de la Sociedad muestra que cada mes durante el año de servicio de 1955 se condujeron 337,456 estudios bíblicos de casa. Sin embargo, sólo una quinta parte de ese número simbolizó su dedicación por medio de inmersión. Dado que no conducimos estos estudios por un promedio de cinco años, se desprende que muchos de estos estudios fueron descontinuados. ¿Por qué? La ilustración que Jesús usó del sembrador y su semilla nos lo dice: Algunos “pájaros” o agentes de Satanás arrancaron algo de la semilla; las espinas de este mundo, sus ansiedades y placeres y riquezas engañosos, ahogaron más de ella; y el calor ardiente de la persecución hizo el resto. Para contrarrestar estos factores destructivos tenemos que continuar manifestando un interés genuino en el bienestar del “extraño,” tenemos que perseverar en mostrar amor.—Luc. 8:4-15.
EL AMOR PERSEVERANTE EDIFICA
19, 20. (a) El amor nos incitará a conducir nuestros estudios bíblicos ¿de qué manera edificante? (b) ¿Cómo ilustra lo susodicho la experiencia de Pablo con los tesalonicenses?
19 Por lo tanto, al conducir nuestros estudios bíblicos de casa jamás lleguemos a ser rutineros, haciendo del estudio un asunto mecánico, de modo que ni siquiera notemos si el extraño está obteniendo el sentido de lo que se estudia o no. A menos que la persona realmente entienda o perciba el sentido de ello no puede recibir edificación. Recuerde, en la ilustración del sembrador los que produjeron fruto ante todo ‘percibieron el sentido’ del asunto. Y así como la semilla necesita que sol y lluvia vengan con regularidad, así seamos nosotros regulares, puntuales y confiables, poniendo el ejemplo correcto. El hacer las cosas a la ventura no manifiesta mucho amor; no cultivará apreciación en el extraño de buena voluntad. No podemos escaparnos de ello: tenemos que mostrar amor al extraño, tenemos que llegar a ser para él “como escondedero contra el viento, y como abrigo contra la tempestad; como corrientes de aguas en un lugar de sequía, y como la sombra de una peña grande en tierra de cansancio,” si él ha de cobrar suficiente fuerza para hacer frente a la oposición religiosa, para desestimar las tentaciones del mundo y para persistir bajo la tensión que le sobrevendrá por razón de asociarse con la sociedad del nuevo mundo.—Mat. 13:19-23, NM; Isa. 32:1, 2.
20 El apóstol Pablo manifestó este amor a las personas a quienes él había llevado la verdad. Él las recordaba en sus oraciones y cuando no podía visitarlas les escribía cartas animadoras. (¿Menciona usted en sus oraciones a aquellos con quienes estudia?) Note, por ejemplo, cómo mostró amor a los que estaban interesados en la verdad en Tesalónica: “Nos hicimos afables en medio de ustedes, como cuando una madre que cría acaricia a sus propios hijos. Por eso, teniéndoles tierno afecto, mucho nos complacimos en impartirles, no sólo las buenas nuevas de Dios, sino también nuestras propias almas, porque ustedes llegaron a ser amados para nosotros.” Apenas habían aceptado la verdad estos tesalonicenses y se habían declarado de parte de ella cuando estalló persecución violenta y Pablo tuvo que dejarlos. Tanto se preocupó por el bienestar espiritual de ellos que cuando ya no pudo aguantar más envió a Timoteo (prescindiendo de cuán valiosa le era su ayuda a Pablo) para poder enterarse de cómo estaban progresando. Pablo se regocijó al saber que, habiéndolos edificado por medio del amor, como acaricia una madre al hijo que cría, y habiendo continuado ‘exhortándolos como un padre exhorta a sus hijos,’ pudieron permanecer tan firmes que su fe llegó a ser notable. ¡Allí está la clave! Para que los extraños de buena voluntad sean edificados a fin de que lleguen a ser ministros maduros de la sociedad del nuevo mundo, nosotros no sólo tenemos que alimentarlos con las verdades del Reino, sino que tenemos que impartirles también algo de nuestras propias almas, nuestro amor.—1 Tes. 2:7, 8, 11, NM.
21. De modo que el amor edifica ¿a quiénes? y ¿por qué?
21 Verdaderamente el amor edifica a los miembros del grupo de la familia teocrático, a los de la sociedad del nuevo mundo y a los extraños de buena voluntad. El amor edifica porque Dios es amor, porque el amor guarda los mandamientos de Dios, y porque todos necesitamos dar y recibir amor. El amor edifica porque el amor oye y ve las buenas cualidades de otros, ve sus necesidades y las oportunidades de proveer lo necesario para satisfacer esas necesidades; edifica porque hace cosas y da, altruísta y generosamente, y porque es benigno, afectuoso y tierno. Y el amor edifica porque no se desanima, sino que persevera, es de gran paciencia, soporta, espera y aguanta todas las cosas. Sí, el amor edifica porque “el amor nunca se acaba.”
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Pocos jóvenes rusos van a la iglesiaLa Atalaya 1957 | 15 de agosto
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Pocos jóvenes rusos van a la iglesia
● William Benton, publicador de The Encyclopædia Britannica, visitó recientemente a la Unión Soviética. En su informe dijo concerniente a las religiones de la cristiandad en Rusia: “De la influencia de la religión diré sólo que la actitud ligeramente más tolerante que observa el régimen hoy no significa que está ablandándose en cuanto a su ateísmo militante; puede significar sólo que, en Rusia, la religión ya no preocupa al Partido. Vi pocos rusos de menos de 60 años en las iglesias. Khrushchev dijo hace poco: ‘La religión es todavía el opio de la gente, pero ahora estamos fuertes y no le tememos.’”—Britannica Book of the Year para 1956.
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