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¿Cómo puede uno hallar la felicidad genuina?¡Despertad! 1977 | 8 de diciembre
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Un factor de mayor importancia
Uno de los factores más importantes para lograr la felicidad tiene que ver con nuestra relación con otros. No podemos sentirnos realmente felices sin la amistad, cariño, cálido afecto y comprensión —sí, el amor— que proviene de la gente.
Es cierto que en algunos lugares, como en las ciudades atestadas, a veces uno pudiera desear que toda la gente desapareciera. Pero ¿quién realmente quisiera estar completamente solo? Aunque la idea pudiera tener atractivo por un rato, la realidad es que no podemos obtener felicidad genuina sin otra gente, aunque a veces nos desilusionen o disgusten. Jamás se le ha hecho sentir feliz a un hombre por medio de tenerlo incomunicado por algún tiempo.
Pero el simplemente tener a otros alrededor de nosotros no nos trae felicidad. Lo que realmente importa es que manifestemos amor, un factor importante que se necesita para lograr la felicidad. Y la clase de amor, la clase que produce los mejores resultados, es un amor basado en principios rectos, además de ser caluroso y cariñoso.
“Amor: El factor más importante para lograr la felicidad,” declaró un encabezamiento de Psychology Today. Y en el artículo acompañante se citó este comentario del sicólogo Robert M. Gordon:
“El amor es por mucho el recurso más importante en la vida de la gente. Desempeña el mayor papel en la formación de valores que guían a las selecciones y modo de vivir. La persona que en su niñez experimenta una escasez de amor se siente infeliz entonces, y además desarrolla valores que perpetúan la infelicidad en la vida posterior.”
A menudo, cuando no hay amor y como resultado no hay felicidad, se tiende a sustituir estas cosas con dinero o bienes materiales. Pero esas cosas jamás pueden sustituir adecuadamente la felicidad que proviene de relaciones humanas cuando se despliega amor.
¿Significa esto que si carecimos de amor en la niñez, nunca podemos sentirnos realmente felices? No, porque el amor se puede cultivar, desarrollar, a cualquier edad. ¿Por qué? Porque fuimos hechos para expresar amor y para responder al amor como parte inherente de la sociabilidad humana. Dios nos creó con esta capacidad. Y a pesar de la desilusión que uno haya experimentado más temprano en la vida, es posible reavivar este amor.
Sí, al nacer tenemos el deseo de recibir amor y de responder al amor de otros. La revista canadiense Maclean’s hace notar:
“Muchos científicos han estudiado las sonrisas con que responden los niñitos, la primera manifestación de felicidad tan fascinadora, . . .
“Han hallado que hay un patrón humano universal: hasta la edad de seis meses, los bebés de toda raza se sonríen, casi sin excepción, en respuesta a cualquier adulto amigable.
“El hecho de que los bebés rara vez se sonríen al ver juguetes o sus botellas de alimentación, pero casi siempre se sonríen con personas, demuestra que esta sociabilidad es instintiva en la humanidad.”
La “regla áurea”
Lo que otros hacen afecta nuestra felicidad. Y lo que nosotros hacemos afecta la felicidad de otros. Simplemente no podemos pasar por alto el hecho de que nuestra felicidad está entretejida con la vida de muchas otras personas: nuestras familias, nuestras amistades y otros.
Hasta donde esté en nuestro poder, no debemos hacer nada en busca de nuestro propio placer que perjudique la felicidad de otros. Este principio se llama la “regla áurea,” la cual está contenida en la Biblia. Jesucristo fue quien dijo: “Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos.”—Mat. 7:12.
Cuando usted trata a otros así, con amor, bondad, honradez e imparcialidad, ¿qué sucede? Lo mismo que el niñito que responde a su sonrisa, otros responderán al buen tratamiento que reciben de usted. Es cierto que no todos lo harán. Pero la mayoría responderá favorablemente.
Esto aumentará su felicidad, porque Jesús dijo: “Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.” (Hech. 20:35) Sirve para ilustrar esto el caso de la abuela cuyo esposo había muerto. Ella escribió:
“Ya que [mi esposo] se ha ido, estoy dando a mis hijos y nietos . . . lo cual les ocasiona mucho placer. Pero la verdad es que cuando yo les doy a ellos, mi placer es mucho mayor que el de ellos.”
Si ella no hubiese “dado” a otros les hubiera negado alguna felicidad, y también se hubiera negado a sí misma una buena porción de felicidad. Descubrió la veracidad de lo que dijo el filósofo inglés John Stuart Mill, quien dijo que las únicas personas realmente felices son las que “tienen la mente fija en algún otro objeto que no sea su propia felicidad; en la felicidad de otros.”
Resultados excelentes
Cuando las personas muestran amor de la clase correcta entre sí, se pueden derribar todas las barreras que las dividen. Los testigos de Jehová de toda nación saben que esto es cierto porque han observado los resultados excelentes que provienen de mostrar amor imparcial a otros. Se esfuerzan por practicar la “regla áurea,” por practicar el “dar.”
Eso explica por qué han logrado mayor progreso, en escala mundial, que cualquier otra gente en superar las barreras divisivas del nacionalismo y racismo. Por ejemplo, después que un grupo de más de cien Testigos de Nigeria viajó a una asamblea de testigos de Jehová en Pensilvania, un vocero de los africanos dijo:
“La maravillosa parte de esta visita ha sido el poder ver de modo directo que el pueblo de Jehová vive como una familia grande y feliz y que cumple las palabras de Jesús en Juan 13:35, cuando dijo: ‘En esto todos conocerán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre ustedes mismos.’”
Y comentaron de modo parecido dos personas que recientemente empezaron a asistir a las reuniones de los testigos de Jehová, pues dijeron: “Lo que más nos impresionó fue el interés amoroso que los Testigos manifiestan los unos en los otros. Lo que más valuamos actualmente es esta asociación amorosa.” Una persona de Nuevo México que solo se ha asociado con los Testigos recientemente escribió: “Asistí a unas cuantas reuniones y quedé impresionada con el amor y bondad que la congregación me manifestó.” Cuando se le preguntó a un señor que había dejado su anterior modo de vivir nocivo en pro del mejor modo qué fue lo que le había ayudado a hacer el cambio, contestó: “Alguien me mostró amor. Alguien se interesó en mi bienestar.”
Fue Jesús quien dijo: “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo.” (Mat. 22:39) Y mostrar amor al prójimo incluye el ser cooperativo, así como respetar los derechos y la propiedad de otros. Cuando se hace esto, algo bueno a menudo resulta de ello. Por ejemplo, después de una asamblea de los testigos de Jehová que se celebró recientemente en Kelowna, Colombia Británica, Canadá, el supervisor de la arena escribió a los Testigos:
“En los veinte años o más que he estado en esta arena, nunca antes he tenido que escribir una carta como ésta. Esta es la primera vez, y posiblemente la última, que yo le he escrito a un arrendatario para sinceramente expresar mi agradecimiento por cooperación tan excelente como la que se le ha ofrecido al personal de la arena durante este suceso.
“Sus hermanos y hermanas que tuvieron que ver con la administración y los deberes generales pertenecientes a esta asamblea han demostrado, sin excepción, estar prestos para ayudar, y han hecho de este suceso uno de los deberes más agradables que se nos ha pedido cumplir desde que nos iniciamos en el negocio de administrar arenas.
“Gracias por haber venido a nuestra arena. Esperamos que todavía estemos trabajando aquí cuando vuelvan.”
Además, al decir Jesús que hay que “amar a tu prójimo como a ti mismo,” ciertamente estaba incluido en esto los prójimos más cercanos que tenemos. Estos serían los miembros de nuestra familia inmediata. Puesto que Dios creó a la familia, solo es razonable esperar que se halle felicidad en ella.
Aquí, también, cuando aplicamos la “regla áurea,” y practicamos el dar altruista de nosotros mismos a otros de la familia, hay resultados excelentes. Muchas familias que habían estado a punto de desbaratarse han sido fortalecidas en gran manera y hechas más felices por medio de hacer lo que Jesús dijo. Y mientras más se apliquen estos excelentes principios de comportamiento, más feliz será la familia. El pasarlos por alto pudiera resultar en daño irreparable.
Además, hay muchos placeres sencillos en la vida familiar de los cuales podemos sacar felicidad si solo pensamos en ellos. Se da un ejemplo en Maclean’s:
“El historiador Will Durant dice acerca de buscar la felicidad en el conocimiento y de hallar la desilusión. Buscó la felicidad en viajar y halló cansancio, en las riquezas y halló discordia y preocupación. Buscó la felicidad en escribir y quedó rendido.
“Un día vio a una señora esperando en un automóvil pequeño con un niñito dormido en los brazos. Un hombre bajó del tren y viniendo a donde estaban besó a la mujer tiernamente y luego al bebé, muy suavemente para no despertarlo. La familia se fue en el auto a través de los campos y dejó a Durant atónito con el reconocimiento de lo que es la felicidad verdadera.
“Más tarde escribió: ‘Toda función normal de la vida encierra algún deleite.’”
Sí, el que apreciemos las cosas buenas que tenemos, y manifestemos amor de la clase correcta en todo nivel de las relaciones humanas, obra maravillosamente para mejorar la felicidad. Esto es cierto aun en un mundo lleno de problemas.
Sin embargo, hay otra cosa que es aún más importante que estos factores. Hay algo tan importante que si no lo tenemos en nuestra vida, no podemos sentirnos verdaderamente felices. ¿Qué es este factor que es el más crucial de todos para lograr la felicidad? El siguiente artículo nos dirá.
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El factor indispensable para lograr la felicidad¡Despertad! 1977 | 8 de diciembre
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El factor indispensable para lograr la felicidad
LAS cosas materiales pueden ser la fuente de alguna felicidad. De aún más importancia como fuente de felicidad (como se explicó en el artículo anterior) es el amor genuino que la gente puede manifestarse unos a otros. Sin embargo, hay otra cosa que es más importante que todo lo demás como fuente de felicidad para las criaturas humanas.
Cuando Jesús dijo: “Amar a tu prójimo como a ti mismo,” dijo que éste era el segundo de los mandamientos grandes que la gente debería observar. (Mat. 22:39) ¿Cuál, entonces, es el primero, y más importante?
Jesús dijo: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente.” (Mat. 22:37, 38) Solo si la gente hace esto le vendrá la mayor felicidad ahora, y en el futuro.
¿Por qué es éste el caso? Porque Jehová Dios es el Creador de las criaturas humanas. Él formó el cuerpo y la mente. Por eso, él sabe mucho mejor que la gente lo que contribuye más a su felicidad.
Aunque los sicólogos y filósofos experimentan y especulan en cuanto a qué principios y reglas para el comportamiento humano dan los mejores resultados, Jehová Dios no tiene necesidad de experimentar. Él sabe cuáles son los mejores, puesto que él los originó. Por eso, cuando prestamos atención a lo que él dice, estamos recibiendo el mejor consejo que les está disponible a las criaturas humanas en cuanto a lo que nos hará felices.
Mientras más cooperemos con las leyes y principios de Dios, más felices nos sentiremos. Para ilustrar: ¿Qué sucedería si toda persona que conduce un automóvil pudiera hacer sus propias reglas de tránsito? Puede imaginarse el caos que resultaría. El conductor arriesgaría su vida al cruzar cualquier calle de mucho tránsito, y especialmente estaría en peligro el transeúnte que cruzara. Simplemente tiene que haber una autoridad superior que establezca reglas para la conducción, de las cuales todos nos beneficiamos.
Así mismo, Jehová Dios, el Creador, ha establecido las mejores reglas y principios para el comportamiento de las criaturas humanas. Realmente surten efecto. Son prácticos y obtienen los mejores resultados. El pasarlos por alto es equivalente a pedir dificultades, tan ciertamente como en el caso de los conductores que abandonaran las reglas de la conducción. En realidad, una de las razones fundamentales por las cuales hay tantas dificultades en la Tierra es que la gente quiere establecer sus propias reglas.
Gente más feliz
La Biblia llama al Creador el “Dios feliz.” (1 Tim. 1:11) Síguese, entonces, que los que hacen la voluntad de Dios,
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