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Siguiendo tras mi propósito en la vidaLa Atalaya 1958 | 15 de abril
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A través del Pacífico fuimos. En ese entonces los ejércitos comunistas descendían precipitadamente desde el norte y se creía que Shanghai caería de un momento a otro, de modo que nuestro barco quizás tendría que atracar en algún puerto poco conocido. Sin embargo, llegamos a Shanghai a tiempo para experimentar la sensación pavorosa que acompaña a la desaparición de un poder para dar paso al siguiente. Pasamos algún tiempo con los hermanos que valientemente han sostenido en operación el servicio de predicar durante los tiempos angustiosos hasta la actualidad. Sentimos alivio cuando zarpamos para la etapa final hasta Hong Kong, ya que habíamos tenido visiones de quedarnos detenidos en Shanghai lejos de nuestra asignación.
¡Cuán ansiosamente contemplamos la hermosa y bulliciosa isla de Hong Kong al entrar en el puerto protegido! ¿Qué produciría en frutos del Reino? ¿Qué papel haría nuestro entrenamiento? Todo era tan extraño y nuevo que nos preguntábamos dónde comenzar. Afortunadamente dos publicadores habían venido desde Shanghai antes que nosotros y nos recibieron y nos ayudaron a orientarnos. Hong Kong estaba atestada. Casi era imposible conseguir habitaciones donde vivir. El precio de los alojamientos era estratosférico. El club naval británico nos aceptó por unas cuantas semanas, hasta que tuvimos la buena fortuna de hallar una habitación. Mientras tanto nos establecimos en la obra. Muchas personas a las que les dábamos el testimonio hablaban inglés y para los casos en que teníamos que habérnoslas con el chino nos aprendimos de memoria un corto testimonio y presentamos una tarjeta y descubrimos que surtía muy buen efecto. Era muy fácil colocar literatura y conseguir estudios.
Habíamos llegado a mediados de enero de 1949 y para mayo de ese año tuvimos organizada una congregación pequeña; sólo tres publicadores con los dos misioneros. Estos tres todavía están firmes y activos y otros se han unido a ellos, hasta que se ha alcanzado un máximo de ciento cuarenta y ocho publicadores.
Yo no sabía cuánto amaba mi asignación hasta que visité a los Estados Unidos para la Asamblea “Sociedad del Nuevo Mundo” en 1953. Descubrí que anhelaba regresar. Hong Kong había llegado a ser mi hogar.
A veces me pongo a pensar en los años ociosos que pasé siguiendo tras los bagazos del viejo sistema de cosas y eso me hace pensar en la gran paciencia de Dios. Me siento desbordante de gratitud a Jehová por haber hallado él un lugar para mí en su casa y trabajo para mí en su campo de cosecha. Oro que él me suministre sostén mientras sigo tras mi propósito en la vida como ministro de tiempo cabal, para la alabanza y vindicación de Él.
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Jefe africano muestra sabiduríaLa Atalaya 1958 | 15 de abril
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Jefe africano muestra sabiduría
Dos ministros de Jehová que dedican todo su tiempo al ministerio fueron enviados a cierta aldea de Nyasaland para predicar. Como resultado de esto el representante de las Misiones Universales al África Central presentó al jefe una petición en que pedía la expulsión de los testigos, basándose en la premisa de que las dos organizaciones no podían funcionar en la misma aldea. Después de consultar con sus superiores el jefe declaró su decisión: “Si los de las M.U.A.C. no desean quedarse junto con los testigos de Jehová, pueden irse. Me agrada mucho saber que el nombre de Jehová se predica en mi distrito y convengo en que ellos se queden aquí y sigan con su buena obra.” De modo que todavía hay sólo un grupo religioso activo en la aldea, ¡pero es el de los testigos de Jehová!—Yearbook of Jehovah’s Witnesses para 1958.
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