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  • Problemas que claman por una solución
    ¡Despertad! 1975 | 8 de octubre
    • Problemas que claman por una solución

      ¿ANSÍA usted alivio de los graves problemas a los que se enfrenta la humanidad? Si uno tuviera el poder para suministrar alivio, ¿no querría hacerlo? Pero, ¿dónde comenzaría uno? Hay tantos problemas que resolver.

      A muchos millones de personas en los países empobrecidos, y a crecientes números en los países industriales, les gustaría trabajar, pero sencillamente no hallan trabajos. ¡Qué excelente sería si todos pudieran tener vidas activas y productivas! ¡Qué alivio experimentarían muchos padres si, en vez de ver a sus hijos desgastarse por el hambre y la enfermedad, los pudieran mantener bien! ¿No se llenaría usted de júbilo al ver el día en que nadie, sea usted mismo u otros, tuvieran que vivir en pobreza, sin protección adecuada del frío y de las lluvias copiosas?

      Además de los millones de personas que padecen hambre en la Tierra, muchas otras personas anhelan mayor estabilidad en la vida. Sería un consuelo saber de seguro que lo que uno ha adquirido trabajando por mucho tiempo no quedará reducido a casi nada más tarde debido a la inflación. Si los costos de las necesidades básicas se estabilizaran, las personas de edad, los enfermos, los impedidos y otros que dependen de ingresos fijos estarían libres de una gran preocupación.

      Por otra parte, puede que aun el hombre con un trabajo bien renumerado halle poca satisfacción en lo que hace. Su trabajo le puede parecer aburrido y monótono. O, tal vez la poca cooperación entre los trabajadores y la fiera competencia lo dejen frustrado, tenso y completamente exhausto al final del día de trabajo. ¡Qué agradable alivio sería trabajar en algo que realmente se disfrutara y que contribuyera al bien de otros! Y ciertamente sería refrescante trabajar junto a personas que verdaderamente se interesaran las unas en las otras.

      Además de eso, ¡cuánto más feliz se sentiría la gente si pudiera estar segura en cuanto a su integridad física! Muchos habitantes de las ciudades anhelan el tiempo en que las calles vuelvan a ser seguras para las mujeres y los niños aun después de oscurecer. Piense en lo agradable que sería vivir en una Tierra libre de toda injusticia, opresión, crimen y guerra, libre también de enfermedad, vejez, dolencias, y libre de la contaminación del agua, de la tierra y del aire.

      Si verdaderamente hemos de gozar de la vida a grado cabal, todos los problemas graves que nos enfrentan tendrán que resolverse. Hay abundante evidencia de que esto realmente sucederá. Puede que usted esté entre los millones de personas que lo presenciarán. Para comprender cómo esto será posible, primero hay que discernir la fuente de los problemas de la humanidad.

  • ¿Dónde yacen las causas de los problemas?
    ¡Despertad! 1975 | 8 de octubre
    • ¿Dónde yacen las causas de los problemas?

      AL OBSERVAR lo que acontece hoy día, ¿qué se le ocurre en cuanto a las razones de los problemas de la humanidad?

      Probablemente se habrá dado cuenta de que muchos problemas provienen de las circunstancias que, en realidad, nos tienen cautivos. Aunque la gente quiera las cosas de otro modo, no puede hacer nada en cuanto a ello. Tiene que trabajar dentro del marco del sistema existente.

      Como un ejemplo considere al agricultor en los llamados países adelantados. Para tener buen éxito, él considera que tiene que usar métodos modernos. Esto requiere mucho dinero en estos días. Sin una buena ganancia, el granjero no puede hacer frente a los costos altos de la maquinaria, combustible y fertilizante. Así es que si la demanda de su producto baja, o si él sufre pérdidas grandes debido a otros problemas, quizás no pueda pagar por lo que necesita para continuar el cultivo. Y si opera con dinero prestado puede perder todo.

      ¿Y cuánto puede hacer personalmente el granjero para aliviar el sufrimiento de los millones de personas que sufren de hambre en la Tierra en la sociedad actual? En el país en el cual vive, quizás haya toneladas de carne almacenadas en frigoríficos. Quizás no haya compradores para sus cerdos y vacas vendibles. El granjero puede desear mucho el que la gente hambrienta se beneficie de lo que él tiene. Pero para continuar de granjero, tiene que recibir el pago por sus animales. ¿Le es posible regalarlos?

      No es un asunto sencillo el hacer que la carne de su ganado llegue a la gente hambrienta de la Tierra. Hay que pagar a los que están implicados en el manejo, preparación y transporte de la carne. Ellos, también, tienen que ganarse la vida. Aun si se donara la carne para la cual no hay mercado en el país de origen, y se transportara gratis a las zonas azotadas por el hambre y se regalara a los necesitados, esto quizás no solucionara sus problemas. ¿Por qué? Porque el comer carne o comer carne de ciertos animales podría estar en contra de sus creencias religiosas.

      La industria, también, está encerrada en un sistema que depende de ganancias grandes. La maquinaria, el combustible, los salarios, las materias primas y el mantenimiento requieren grandes egresos de dinero. Para competir en el mercado mundial, los fabricantes tienen que mantener los precios tan bajos como les sea posible. En algunos casos no pueden permitirse gastar grandes sumas de dinero en cosas que no se relacionan con las ganancias... por ejemplo, medidas contra la contaminación. Algunas compañías grandes cerrarían algunas de sus fábricas antes que gastar millones de dólares para ponerlas en conformidad con las ordenanzas en contra de la contaminación.

      A los que viven en zonas industriales les gustaría ver el fin del ruido, humo y polvillo excesivos. Pero los comerciantes preguntan: ‘¿Qué pasaría si las fábricas cerraran? Aunque la contaminación disminuyera, los problemas del desempleo arruinarían la economía de la comunidad.’ Así es que, a pesar de los peligros conocidos, se permite que continúe la contaminación en gran escala.

      Se podrían citar muchos otros ejemplos. Pero todos señalan hacia una conclusión: Actualmente estamos experimentando los efectos combinados de los errores que individuos, organizaciones y naciones han cometido durante siglos. Los problemas que ha producido el sistema actual son mundiales y amenazan nuestra mismísima existencia. El 2 de agosto de 1974, en la vigésima Conferencia Mundial contra las Bombas Atómicas y de Hidrógeno, el Dr. George Wald señaló: “La vida humana ahora está amenazada como no lo estuvo nunca antes, no por un solo peligro sino por muchos, cada uno capaz de destruirnos, pero todos interrelacionados, y todos sobreviniéndonos a la vez.”

      Obviamente se necesita un cambio completo del sistema actual. Pero ese cambio requeriría sacrificios enormes. ¿En quién se podría confiar para decidir lo que se debería sacrificar para el bien de la humanidad? ¿Quién tendría la sabiduría para tratar los asuntos de un modo que hiciera posible que todos disfrutaran de las necesidades básicas de la vida? En vista de las diferencias tribuales, nacionales y raciales, ¿qué garantía podría tener cualquiera de nosotros de que los implicados en tomar las decisiones no tratarían de aprovecharse para beneficio propio, de sus parientes, amigos, tribu, nación o raza?

      Aun si hubiera toda garantía de un trato justo para todos, ¿cuántas personas estarían dispuestas a reducir sus ganancias o salarios, modificar su alimentación y abandonar ciertos lujos para que la gente en otra parte del mundo pudiera salvarse del hambre? ¿Cuántas personas realmente se contentarían con menos, felices de servir a su prójimo de este modo? ¿Qué hay acerca de las personas que estarían recibiendo los beneficios de los sacrificios de otros? ¿Mostrarían verdadero aprecio? ¿Cuántas de esas personas buscarían codiciosamente la manera de obtener más que su parte a expensas de otras?

      El sistema que ahora existe no comenzó por sí solo. Las personas están implicadas. ¿No revelan los problemas que hay un defecto básico en la humanidad?

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