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  • ¿Por qué estamos aquí en el planeta Tierra?
    ¡Despertad! 1976 | 8 de octubre
    • ¿Por qué estamos aquí en el planeta Tierra?

      ¿LE HA sucedido alguna vez que en una noche de cielo despejado usted haya levantado los ojos a la bóveda celeste y se haya preguntado: ¿Por qué estoy aquí? Se sabe que de todos los planetas y otros cuerpos celestes, solo la Tierra provee un ambiente ideal para el mantenimiento de una gran variedad de vida vegetal y animal. ¿Se debe solo a una combinación casual de muchas improbabilidades el que esta Tierra y sus varias formas de vida llegaran a existir? ¿O, hay evidencia de que estas cosas son la obra de las manos de un Hacedor inteligente?

      Muchas personas hoy día creen que las criaturas humanas son el producto de la evolución y que no tienen que rendir cuentas a un ser superior. Así es que llegan a la conclusión de que nuestro propósito aquí en la Tierra es vivir nuestra vida según nuestros propios deseos y normas. Pero, puesto que ninguna persona puede vivir totalmente aislada, cada uno tendría que ejercer cuidado de no arruinar las relaciones que tiene con las personas de que él o ella depende. Básicamente, toda la vida de uno pudiera girar alrededor del deseo de complacerse a uno mismo y de tratar de hacer alguna contribución a la sociedad con miras a obtener satisfacción personal y reconocimiento en el mundo.

      Pero, ¿de qué verdadero estímulo es este modo de ver la vida? Prescindiendo de lo que uno realice durante el transcurso de su vida, todo se pierde en la muerte. Con el tiempo somos olvidados como individuos, aunque se mencione nuestro nombre por varios años después.

      Todo esto hace surgir la pregunta: ¿Son unos setenta u ochenta años de vida en la Tierra verdaderamente suficientes para hacer que la vida parezca tener un propósito? Más bien, ¿no parece desconcertante que se pierda tanto en la muerte? Una persona pasa unos veinte años creciendo, otros veinte años obteniendo más conocimiento y experiencia, y poco después empieza a envejecer y a debilitarse. Finalmente la muerte pone fin a toda su obra. Aunque quizás parte de su conocimiento se haya impartido a otros, la suma total de su conocimiento y experiencia se ha perdido para la posteridad. ¡Qué lástima y qué desperdicio es esto cuando, después de tantos siglos de la existencia del hombre, todavía hay innumerables misterios acerca de la Tierra y del ilimitado espacio sin resolverse!

      Por otra parte, millones de personas creen que existe un Hacedor inteligente. Si existe, ¿cuál es su propósito para la Tierra y para el hombre que vive en ella? ¿Es la Tierra, según piensan muchos, un lugar que finalmente será destruido? ¿Es meramente un terreno de prueba para determinar el destino eterno de la humanidad? Si la Tierra es un terreno de ensayos, ¿cómo se explica el hecho de que hasta los bebés recién nacidos mueren? ¿Qué han hecho ellos para probar la clase de personas que son? Además, ¿por qué arrancaría un Creador inteligente a los hombres y mujeres de la escena terrestre mucho antes de que lograran familiarizarse con más que tan solo una pequeña parte de su vasto terreno de pruebas? ¿Y qué razón tendría para querer quemar nuestro hermoso planeta, con sus agradables variedades de formas de vida?

      Hoy aumenta cada vez más la cantidad de personas que no están satisfechas con las opiniones comúnmente sostenidas en cuanto a la razón por la cual los seres humanos están aquí en la Tierra. Esta opinión bien pudiera ser la suya también. Pero, ¿hay algún modo de saber a ciencia cierta la razón verdadera de nuestra presencia aquí en la Tierra? ¿O, pudiera ser para nuestra ventaja el sencillamente olvidarnos de este asunto y vivir nuestra vida lo mejor que podamos?

      El hecho es que los puntos de vista equivocados acerca de estos asuntos podrían sernos perjudiciales. Por ejemplo, si no hay un Hacedor a quien los seres humanos tienen que rendir cuenta, cientos de millones de personas están siendo engañadas. Sus creencias los pueden estar impulsando a sacrificar su tiempo, energía y haberes en adelantar metas religiosas que no beneficiarán a nadie. Por otra parte, si existe un Ser Supremo y Éste tiene un propósito para el hombre, deberíamos querer saber lo que es ese propósito. Solo entonces estaríamos en la debida posición para vivir en armonía con Su propósito. Sí, nuestro punto de vista en cuanto a la razón por la cual estamos en la Tierra puede afectar nuestra vida tanto ahora como en el futuro.

  • Tiene que haber un propósito
    ¡Despertad! 1976 | 8 de octubre
    • Tiene que haber un propósito

      CASI todo el mundo tiene el deseo de realizar algo, a menos que se sienta tan frustrado que haya adoptado la filosofía de: ‘Comamos y bebamos, porque mañana moriremos.’ Pero aun los que se han entregado a seguir este derrotero falto de propósito, tienen un sentimiento de insatisfacción y no son felices. Aunque no se pueda garantizar su obtención, es mucho más satisfaciente trabajar para lograr alguna meta que vivir una vida totalmente sin objeto.

      Además, la mayoría de la gente no solo quiere un propósito que valga la pena en la vida, sino que junto con ello quiere la oportunidad de disfrutar de la vida de un modo constructivo. Casi todos están interesados en la Tierra y en su prójimo y comprenden que los propósitos verdaderamente provechosos son los que contribuyen al bienestar y felicidad de otros. El individuo que está despierto a la belleza de sus alrededores y a lo bueno que se halla en otras personas se siente impulsado más que nunca a trabajar para lograr un propósito. Los esfuerzos realizados por millares de personas en la investigación médica y en muchos campos científicos ilustran que —a pesar del egoísmo y las imperfecciones— mucha gente está interesada básicamente en el bienestar de los demás.

      Si hay seres humanos que tienen este punto de vista, ¿qué se puede decir acerca del Creador? Si usted pudiera mirar la Tierra desde la posición ventajosa de Dios, ¿le parecería a usted que es lógico o satisfaciente el ver a sucesivas generaciones meramente aparecer en escena, vivir unos cuantos años turbulentos y llenos de frustración, y entonces morir? ¿Consideraría usted que tiene sentido el que esta misma escena se repita vez tras vez, indefinidamente? Cuando Dios declaró, según se registra en Isaías 45:18: ‘Yo, el Formador de la tierra, no la creé sencillamente para nada, sino que la formé para ser habitada,’ ¿quiso decir que fuera habitada por generaciones moribundas? ¿Dejará que la situación continúe tal como la describió el escritor de la Biblia que observó la vanidad de esa condición y dijo: “Una generación va, y otra generación viene; mas la tierra permanece para siempre”? (Ecl. 1:4, Versión Moderna) ¿Es ésa la clase de propósito que uno esperaría de un Creador sapientísimo? Seguramente él debe tener un propósito mayor que incluye a todos con respecto a lo que está aconteciendo, con miras a mejores cosas por venir.

      Resalta el propósito en el cuerpo humano

      Considere más detenidamente las cosas vivas que existen en la Tierra, particularmente el hombre, la forma de vida más elevada de la Tierra. Se puede ver que ningún rasgo del cuerpo humano carece de propósito. Observe su mano. ¿Ha hecho alguien jamás un sustituto tan adecuado, diestro y hermoso? Piense en el sentido del tacto, en la habilidad de mover los dedos para hacer lo que uno desea. Ninguna producción humana sobre esta Tierra, desde un minúsculo transistor hasta un transatlántico majestuoso, se pudo haber construido sin la manipulación de esos dedos dados por Dios.

      Examine sus ojos... dos minúsculas “cámaras” de cine esferoides de hermosa forma y perfecta coordinación, que pueden filmar en color en tres dimensiones, sin que se necesite tiempo para la revelación. Pero el ojo es muy superior a una cámara. Por ejemplo, no necesita obturador para “detener” el movimiento de un objeto. Los ojos ven el movimiento sin borrones y diferencian los objetos que se mueven de los inmóviles. Estas dos cámaras vivientes, junto con la sección del cerebro que interpreta la visión, se forman dentro del embrión humano de unos cuantos minerales, algunas proteínas, grasas, azúcar y agua.

      Un informe científico en el Times de Nueva York dijo lo siguiente acerca de este maravilloso cerebro:

      ‘La constitución del cerebro como una entidad física es tan compleja que hace que cualquiera de las gigantescas computadoras electrónicas parezcan meros juguetes para niños en comparación. Aun una sola célula nerviosa del cerebro está compuesta de partes infinitamente más complejas que la máquina más grande jamás hecha por el hombre. Sin embargo la corteza cerebral, el asiento de las funciones mentales más elevadas, que constituye solo una pequeña parte del órgano total, está compuesta de diez mil millones de células nerviosas individuales. Cada una es una compleja unidad protoplásmica que funciona como un dinamo viviente.’

      Y de los billones o más de células en el cuerpo humano, ¡los estudios han revelado que cualquiera de estas células puede realizar entre mil y dos mil diferentes reacciones químicas simultáneamente!

      Tierra... nuestro hogar ideal

      Cuando uno vuelve la mirada a la Tierra misma, resalta el hecho de que es un lugar maravilloso en que viva la humanidad... precisamente el lugar apropiado. Cuando el hombre y la mujer fueron puestos en la Tierra, todo lo necesario para su sustento y vida feliz estaba aquí para que ellos lo disfrutaran. Aun hoy día la ecología —donde el hombre no la ha estorbado indebidamente— suministra lo que la humanidad necesita. Esto fue subrayado en una conferencia pronunciada ante un grupo universitario en Brooklyn, Nueva York. El orador dijo:

      ‘¡Cómo se asemeja a una casa literal el modo en que está diseñada y equipada esta Tierra! Por ejemplo, una casa literal tiene una luz en el cielo raso; la Tierra también tiene una... el Sol. Una casa literal tiene una luz nocturna en el vestíbulo; la Tierra también tiene una... la Luna. Dios dijo que la Luna sería una lumbrera para dominar la noche. (Gén. 1:14-18) Su composición es levemente luminiscente. Provee un brillo suave que no estorba el sueño.

      ‘Una casa literal tiene un sistema de cañerías para transportar el agua a las diferentes habitaciones; la Tierra también está equipada con un sistema de cañerías que transporta el agua por caños y canales subterráneos a toda parte de la Tierra. Hasta en las montañas hallamos burbujeantes manantiales. En algunos lugares en el desierto del Sáhara solo se necesita cavar cosa de un metro más o menos para obtener agua.

      ‘En el sótano de una casa de familia hay petróleo o carbón para la calefacción; en el “sótano” de la Tierra también hay depósitos de petróleo y carbón esperando que los use el hombre. En un cuarto bajo de una casa por lo general se ven trozos de cobre, hierro y otros metales que se usan para reparar y fabricar cosas. Bueno, la Tierra también tiene éstos en sus “depósitos subterráneos”: hierro, cobre, plata, oro, platino y otros. Y hay diamantes, rubíes e innumerables otras piedras preciosas para que las mujeres de esta “familia” terrestre se adornen en arreglos espléndidos.

      ‘En una casa hay una variedad de alimentos en la despensa. La Tierra también tiene una abundante “despensa” con una multitud de deliciosos alimentos: frutas, bayas, melones, hortalizas, cereales y muchos otros para el sustento de la humanidad.’

      ¿Puede alguien decir lógicamente que todas estas cosas están puestas allí sin propósito, o que sucedieron por casualidad? Cuando una casa está equipada de esta manera, ¿no sabemos que hay un diseñador?

      La belleza de todo esto es que el hombre fue hecho para la Tierra y la Tierra fue hecha a propósito para el hombre. Dios se refiere a la Tierra como su don al género humano. (Sal. 115:16) El hombre, por ser el que tiene dominio sobre la Tierra, ciertamente debería estar tan bien equipado para una vida feliz en ella como lo están los animales. (Gén. 1:26-28) Si las criaturas humanas fueran libradas de sus enfermedades de mente y cuerpo, deberían sentirse tan a gusto en sus alrededores apropiados como lo están, por ejemplo, las cabras montesas en su medio. Estos animales brincan certeramente de roca en roca sobre la superficie virtualmente escarpada de un peñasco. (Compare con Job, capítulo 39.) Si el hombre estuviera en plena posesión y tuviera pleno control de sus facultades, con todos sus sentidos vivos, alertos, ¿no estaría él aun más libre de accidentes que estas criaturas? Piense en la exactitud increíble con que realizan las hazañas acrobáticas, sincronizadas hasta la fracción de un segundo, los que se han entrenado para ello, aun ahora, a pesar de la imperfección de la mente y el cuerpo de las criaturas humanas.

      Capacidad espiritual del hombre

      Al considerar todas estas cosas, ¿no parece apropiado que los seres humanos deberían disfrutar de más que setenta u ochenta años de existencia? Esto se convierte en una cuestión aun más importante cuando miramos la naturaleza humana en cuanto a personalidad, emociones y esperanzas. La Biblia dice que el hombre fue hecho ‘a la imagen y semejanza de Dios.’ (Gén. 1:26) Los seres humanos tienen un sentido moral y una capacidad para la espiritualidad, cualidades que no tienen los animales. Y si esta capacidad espiritual humana no se llena satisfactoriamente, la gente no puede ser feliz. Jesucristo dijo: “Felices son los que están conscientes de su necesidad espiritual.” (Mat. 5:3) El que está consciente de su necesidad espiritual buscará satisfacerla. Dios está dispuesto a satisfacer al buscador sincero. Jesús dijo: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos, dará buenas cosas a los que le pidan!”—Mat. 7:7, 11, Versión Latinoamericana.

      Si usted observa con tristeza la frustración existente, y si busca una respuesta a la pregunta: ¿Tiene propósito la vida? usted está consciente de una necesidad espiritual. Esperamos que el artículo siguiente le sirva de estímulo.

      [Ilustración de la página 6]

      Un buen amo de casa hace arreglos para que todo lo que su familia necesite esté almacenado o provisto en su casa

      [Ilustración de la página 7]

      Jehová, el gran Amo de casa, hace arreglos para que todo lo que su familia necesite esté almacenado o provisto en su casa

      [Ilustraciones de la página 5]

      ESCLERÓTICA

      CUERPO CILIAR

      CÓRNEA

      RETINA

      CRISTALINO

      IRIS

      COROIDES

      El ojo es una maravillosa “cámara” automática de enfoque propio, que puede filmar color y movimiento sin hacerlos borrosos

      Más compleja que una gigantesca fábrica, una sola célula del cuerpo humano puede realizar silenciosa y simultáneamente entre mil y dos mil reacciones químicas

  • Lo que tiene propuesto el hacedor del hombre
    ¡Despertad! 1976 | 8 de octubre
    • Lo que tiene propuesto el hacedor del hombre

      NUNCA fue el propósito de Dios que el hombre viviera unos cuantos años en la Tierra y entonces muriera. La Biblia muestra claramente que la perspectiva que él puso delante de las primeras criaturas humanas fue vida sin fin en la Tierra. Un “árbol de la vida” en su agradable hogar que se parecía a parque servía como símbolo de la garantía inmutable del Creador de dar vida a los que él juzgara dignos de participar de su fruto.—Gén. 2:9; 3:22.

      Hoy no existe un “árbol de la vida” literal en ningún lugar de la Tierra. También ha desaparecido el encantador hogar paradisíaco de que los primeros seres humanos, Adán y Eva, disfrutaron cuando eran perfectos. ¿Significa esto que el propósito de Dios para el hombre ha cambiado?

      Lo que uno ve hoy quizás lo haga pensar que Dios ha cambiado de parecer respecto a la Tierra y el género humano. Pero las apariencias pueden ser engañosas. La Palabra de Dios, la Biblia, nos da una seguridad positiva de que no ha habido cambio en el propósito del Creador. Leemos: “Dios no es un hombre para que diga mentiras, ni hijo de la humanidad para que sienta pesar. ¿Lo ha dicho él mismo y acaso no lo hará, y ha hablado y no lo llevará a cabo?” (Núm. 23:19) “Yo soy Jehová; no he cambiado.”—Mal. 3:6.

      En realidad, el hecho de que las criaturas humanas han estado muriendo durante miles de años confirma la confiabilidad de lo que Dios dice. ¿Cómo es eso? Porque se le dijo a Adán respecto a las consecuencias de la desobediencia: “Positivamente morirás.” (Gén. 2:17) Cediendo a la persuasión de su esposa, Adán violó la ley de Dios. El Creador, apegándose fielmente a su palabra, sentenció a muerte a Adán en ese mismo día. Dios dijo: “Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que vuelvas al suelo, porque de él fuiste tomado. Porque polvo eres y a polvo volverás.”—Gén. 3:19.

      Puesto que a Adán y a su esposa se les permitió vivir por un tiempo y llegar a ser progenitores, una familia humana moribunda vino a la existencia. Habiendo perdido sus derechos a la vida, Adán no pudo transmitir éstos como una herencia a su prole. Es por eso que la Biblia dice: “Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo y la muerte por medio del pecado, y así la muerte se extendió a todos los hombres porque todos habían pecado.”—Rom. 5:12.

      Así es que la expresión del juicio de Dios sobre Adán ha resultado cierta y todavía estamos sintiendo sus efectos. Entonces, ¿no deberíamos esperar que el propósito del Todopoderoso de hacer que la humanidad viva para siempre en una Tierra paradisíaca también se materialice? ¡Muy ciertamente!

      En armonía con el propósito original de Dios de que el hombre viva y no muera, la Biblia da esta seguridad: “[Dios] se tragará a la muerte para siempre.” (Isa. 25:8) Se ve, pues, que tiene que haber una restauración de la familia humana a la perfección de la cual disfrutaron en un tiempo Adán y Eva.

      Base para la restauración

      Hace muchos siglos Dios mismo puso la base para esta restauración. Puesto que Adán, por su desobediencia, perdió los derechos de la familia humana a la vida, el Altísimo proveyó lo necesario para redimirlos. Él transfirió la vida de su Hijo principal desde los cielos a la matriz de una virgen judía llamada María. El médico Lucas del primer siglo informa lo que se le dijo a María precisamente antes de su concepción milagrosa: “Espíritu santo vendrá sobre ti, y poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso también lo que nace será llamado santo, Hijo de Dios.”—Luc. 1:35.

      Este, Jesucristo, le manifestó obediencia sin tacha a su Dios y Padre. Por eso cuando entregó sus derechos a la vida humana, pudo comprar de vuelta los derechos a la vida que Adán perdió para toda su prole. Concerniente a esto, las Santas Escrituras nos dicen: “Por medio de una sola ofensa el resultado a toda clase de hombres fue la condenación, así mismo también por medio de un solo acto de justificación el resultado a toda clase de hombres es el declararlos justos para vida. Porque así como por la desobediencia de un solo hombre muchos fueron constituidos pecadores, así mismo también por la obediencia de uno solo muchos serán constituidos justos.”—Rom. 5:18, 19.

      El hecho de que Jesucristo mantuvo una conducta sin tacha como hombre probó que esto era posible para las criaturas humanas perfectas. Sobre esta base, Dios podría considerar como justas aun a personas imperfectas si mostraban la misma clase de devoción que su Hijo. Porque, si estas personas devotas también tuvieran perfección, ellas podrían de igual modo mantener una conducta absolutamente impecable. Por lo tanto, había un fundamento para que Jehová Dios introdujera a la humanidad en unidad consigo mismo por medio de su Hijo.

      ¿Por qué han transcurrido tantos siglos?

      Pero, ¿por qué, siglos después, todavía nos hallamos atormentados por debilidades e imperfecciones? La razón es que Dios tiene un tiempo específico para obrar. Jesucristo, al ser resucitado de entre los muertos, les dijo a sus leales discípulos: “No les pertenece a ustedes adquirir el conocimiento de los tiempos o sazones que el Padre ha colocado en su propia jurisdicción.”—Hech. 1:7.

      Por lo tanto, tenemos que esperar pacientemente los tiempos y las sazones de Dios, no mirando los asuntos desde el punto de vista humano. El hombre que quiere alcanzar cierta meta, tiene que obrar dentro de un tiempo comparativamente corto. Debido a la corta duración de su vida, no le conviene diferir el asunto indefinidamente.

      Sin embargo, el Creador no está limitado por el tiempo de modo alguno. Para él, “mil años” son “como el día de ayer cuando ha pasado, y como una vigilia [de cuatro horas] durante la noche.” (Sal. 90:4) Él es desde “tiempo indefinido hasta tiempo indefinido.” (Sal. 90:2) Él no tiene que hacer frente a incertidumbres. El futuro no es para él una página en blanco. La Biblia se refiere a él como “Aquel que declara desde el principio el final, y desde hace mucho las cosas que no se han hecho.” (Isa. 46:10) Por lo tanto, Jehová Dios puede tener en cuenta el pasado, presente y futuro al decidir el mejor tiempo para obrar a favor de la humanidad. Puesto que él también puede resucitar a los muertos, el hecho de que su día para restaurar a la humanidad a la perfección todavía está en el futuro no le resulta en daño duradero al hombre. Es por eso que el Altísimo no está bajo premura para obrar antes de su debido tiempo, el tiempo apropiado.

      ¿Hay algún modo de saber exactamente cuándo podemos esperar ser librados de las debilidades e imperfecciones humanas? La Biblia muestra que esto se llevará a cabo después que se haya destruido el actual sistema impío y haya sido reemplazado por un nuevo orden justo. El “día y hora” para la ejecución del juicio de Dios sobre el actual sistema no se ha revelado en las Santas Escrituras. (Mat. 24:36-42) Pero la Biblia sí nos dice acerca de la situación que existiría en la Tierra precisamente antes de ese acontecimiento.

      Leemos: “En los postreros días sobrevendrán tiempos difíciles. Porque abundarán los hombres egoístas, codiciosos, jactanciosos, orgullosos, maldicientes, desobedientes a sus padres, desagradecidos, impíos. Faltos de amor, desleales, calumniadores, incontinentes, inhumanos, enemigos de todo lo bueno. Traidores, temerarios, infatuados, amigos de placeres más que amigos de Dios. Hombres que usan la religión como un disfraz.” (2 Tim. 3:1-5, Franquesa y Solé) ¿No es cierto que lo que aquí se describe está haciendo la vida cada vez más difícil para la gente hoy? ¿No muestra esto que el tiempo de Dios para poner fin a los “postreros días” está muy cerca?

      Se realizará un magnífico propósito

      Después que este sistema llegue a su fin, Jehová Dios se propone restaurar la familia humana a la perfección por medio de su Hijo, Jesucristo, y un cuerpo de gobernantes celestiales, los miembros del cual han sido comprados de la Tierra. Los que formarán este cuerpo dirigente son hombres y mujeres que han demostrado su firme lealtad a Dios y su interés altruista en sus semejantes humanos.—Rev. 14:5.

      Jesucristo y sus intachables gobernantes asociados tomarán el control de los asuntos de la Tierra inmediatamente después que se haya desarraigado de la Tierra el actual sistema imperfecto de cosas. Esto significa que los que están arruinando la Tierra serán ellos mismos arruinados o destruidos. (Rev. 11:18) Después de eso los que sobrevivan a la destrucción de los arruinadores de la Tierra experimentarán maravillosos cambios. Tendrán la atención amorosa de Jesucristo y sus gobernantes asociados ‘por mil años.’ (Rev. 20:6) Durante ese tiempo la Tierra será transformada en un paraíso. Todas las dificultades y los sufrimientos del pasado serán eliminados. Y los muertos serán resucitados. El último libro de la Biblia, Revelación, describe lo que Dios hará por medio de su gobierno celestial:

      “Él limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor.”—Rev. 21:4.

      ¡Ciertamente es maravillosa la perspectiva de estar presente y ver el cumplimiento del propósito original de Dios... sí, de ver a la humanidad restaurada a la perfección y esta Tierra transformada en un hermoso hogar paradisíaco! ¿Hay algo que usted pueda hacer ahora para participar de la segura realización de ese propósito?

      [Ilustración de la página 9]

      Jehová Dios hizo al hombre para vivir, no para morir, y puso a las primeras criaturas humanas en un deleitable hogar semejante a parque, un paraíso

  • ¡Aproveche la oportunidad ahora!
    ¡Despertad! 1976 | 8 de octubre
    • ¡Aproveche la oportunidad ahora!

      ¡QUÉ excelente ha sido para el género humano que su Hacedor sea también su amoroso Proveedor y Cuidador! Debido a esto, él no dejó a la humanidad a sus medios después que el hombre cayó en el pecado y la muerte. No se mostró despreocupado como si estuviera “muerto” en cuanto a las esperanzas, amores y vicisitudes de sus criaturas. Por el contrario, manifestó cuánto se preocupaba por ellos estableciendo un cimiento para el recobro humano por medio de entregar a su propio Hijo. Y progresivamente ha venido acercándose cada vez más a la realización de su propósito cabal para la humanidad... plenitud de vida en una Tierra embellecida.

      El entender este propósito es saber por qué estamos aquí en la Tierra. Pero más importante aún, nos indica lo que debemos hacer ahora. Llegamos a comprender que no es asunto de meramente esperar con anhelo el tiempo en que la vida tendrá más propósito, sino vivir ahora con verdadero propósito. Por lo tanto el apóstol dijo una verdad absoluta cuando escribió: “La devoción piadosa es provechosa para todas las cosas, puesto que encierra promesa de la vida de ahora y de la que ha de venir.”—1 Tim. 4:8.

      Para que nosotros podamos dedicarnos a las cosas verdaderas, sensatas, edificantes, Dios permanece cercano. Él permite que nos acerquemos a él a fin de conseguir guía para una vida con propósito. El apóstol Pablo se dirigió a un grupo de no cristianos en Atenas, entre quienes había muchos filósofos griegos que deseaban saber el porqué de la vida. Pablo les explicó que Dios había provisto la manera en que los hombres podían buscarlo, “por si acaso busquen a tientas y verdaderamente lo hallen, aunque, de hecho, no está muy lejos de cada uno de nosotros.”—Hech. 17:24-27.

      ¿Puede alguno de nosotros decir que no necesita la guía de alguien que tenga mayor sabiduría y experiencia? Todo el género humano la necesita lastimosamente en estos momentos graves. El tener la guía para una vida con propósito nos produce mayor felicidad ahora, tanto para nosotros como para las personas a quienes amamos. Además, es algo que debemos aprovechar ahora porque nos equipa para estar en vías de ‘la vida que ha de venir.’

      La ‘vida que ha de venir’

      Para miles de millones de personas la ‘vida que ha de venir’ realmente será la clase de vida que Dios se propuso para el hombre al comienzo. Él les dijo a Adán y Eva: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas volátiles de los cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra.” (Gén. 1:28) No se le mencionó la muerte a esta pareja salvo en el caso de que desobedecieran. (Gén. 2:17) El propósito de Dios fue que tuvieran una existencia ininterrumpida para siempre si obedecían. Ciertamente la obediencia a él no era un requisito irrazonable de parte del Hacedor del vasto universo, quien definitivamente sabe lo que la humanidad necesita para ser feliz.—Mat. 6:8.

      ¡Vivir para siempre en la Tierra! Eso, de hecho, es lo que Dios dice que es su propósito para el hombre. Por supuesto, esto requiere primero que la Tierra permanezca para siempre. El salmista fue inspirado a escribir para nuestro consuelo: “[Dios] ha fundado la Tierra sobre sus lugares establecidos; no se le hará tambalear hasta tiempo indefinido, ni para siempre.” (Sal. 104:5) Repetidamente la Biblia dice que Dios destruirá la iniquidad de sobre la Tierra y dejará en ella a sobrevivientes justos.—Sal. 37:1, 2, 9, 11, 20, 27, 34; 115:16.

      El último libro de la Biblia, Revelación, trata extensamente de ‘la vida que ha de venir.’ Nos dice de la determinación de Dios de “causar la ruina de los que están arruinando la tierra” y de la gran cantidad de personas que sobrevivirán a la “grande tribulación” final que destruirá a los inicuos. (Rev. 11:18; Mat. 24:21) En cuanto a la ‘vida que ha de venir’ para los sobrevivientes, la promesa de Dios es: “El que está sentado en el trono extenderá su tienda [de protección y seguridad] sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni tendrán más sed, ni los batirá el sol ni ningún calor abrasador, porque el Cordero [Jesucristo], que está en medio del trono, los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida. Y Dios limpiará toda lágrima de sus ojos.”—Rev. 7:9, 14-17.

      El “río de agua de vida”

      El último capítulo de Revelación nos da más detalles acerca de esas “aguas de vida.” Puesto que anteriormente Jesús dijo: “A cualquiera que beba del agua que yo le daré de ningún modo le dará sed jamás, sino que el agua que yo le daré se hará en él una fuente de agua que brotará para impartir vida eterna,” vemos que las “aguas de vida” están relacionadas con el sacrificio expiatorio de Jesús por la humanidad. (Juan 4:14) Por lo tanto, al leer la descripción de Revelación entendemos que la suma total de todas las provisiones que Dios ha hecho para la vida de la humanidad por medio de Jesucristo está representada por el “río de agua de vida” allí descrito. Leemos:

      “Y me mostró un río de agua de vida, claro como el cristal, que fluía desde el trono de Dios y del Cordero por en medio de su camino ancho [la corriente viene a través de la “Nueva Jerusalén,” la ciudad celestial, en donde residen el glorificado Jesucristo y sus reyes celestiales asociados]. Y de este lado del río y de aquel lado había árboles de vida que producen doce cosechas de fruto, dando sus frutos cada mes. Y las hojas de los árboles eran para la curación de las naciones.”—Rev. 22:1, 2.

      Los que estén en ese nuevo orden de cosas en la Tierra recibirán con regularidad la aplicación curativa del valor del sacrificio de Cristo para quitar sus pecados y para curarlos de todas sus enfermedades e imperfecciones. Finalmente, habiéndose quitado de todos ellos el pecado, que causa la muerte, “la muerte no será más.” (Rev. 21:4; 1 Cor. 15:26) Esto asegura la vida eterna para los que participan de las provisiones de Dios. Ahora es el tiempo en que todos los que oyen deben aprovecharse de la oportunidad, obteniendo lo que ahora está disponible del “río de agua de vida.” La invitación es: “Cualquiera que tenga sed venga; cualquiera que desee tome del agua de vida gratis.”—Rev. 22:17; 2 Cor. 6:1, 2.

      La vida eterna no será monótona ni aburrida

      ‘Pero,’ alguien quizás pregunte, ‘¿puede una persona al vivir para siempre tener una vida con más propósito que la que puede tener ahora? ¿No experimentaría sencillamente el mismo ciclo de la vida... comer, dormir, trabajar por un tiempo sin fin? ¿No sería una vida igual de significativa vivir como lo hacen muchos ahora, tratando de lograr algo para las generaciones futuras, y entonces dejando que éstas se hagan cargo?’

      Para contestar esas preguntas, considere hasta qué grado la gente realmente logra cumplir con un propósito en la vida hoy. ¿Cuántos pueden contribuir algo que es genuinamente duradero, que sirve para conservar la vida o mejorar la vida de los demás? En realidad, las circunstancias y la duración limitada de la vida frecuentemente frustran esos esfuerzos. (Ecl. 2:11, 17-21) ¡Pero piense en lo que una persona pudiera hacer con una vida de duración ilimitada! Pudiera agregar continuamente a su conocimiento y habilidad. Pudiera enriquecer su personalidad. Su valiosa habilidad para contribuir a la sociedad humana no disminuiría... continuamente aumentaría. El individuo no se deterioraría a causa de la vejez. Hoy muchas personas están entristecidas por el hecho de que sus días productivos están disminuyendo inexorablemente y su vida está acercándose a su fin. Es por eso que la Biblia recomienda: “Acuérdate, ahora, de tu Magnífico Creador en los días de tu mocedad.”—Ecl. 12:1.

      Además, con vida eterna, una persona, aunque nunca dejara de aprender, nunca podría descubrir todo acerca de la Tierra y de las cosas que hay en ella. El estudio de este gran “laboratorio” científico, el cual es la Tierra, nunca terminará. Cada descubrimiento abrirá innumerables nuevas “puertas” y panoramas. Y la asociación con nuestro prójimo, que estará progresando del mismo modo, pero en otros campos del saber, prestará una agradable variedad. El disfrutar del talento y personalidad de unos y otros será un placer sin fin.

      Pero mucho más estimulador y regocijador que estas cosas será el continuar adquiriendo conocimiento del Dios insondable y recibir las riquezas de su amor y sabiduría. Jesús, que antes de venir a la Tierra, había tenido una existencia celestial de duración desconocida con Dios, dijo acerca de sí mismo: “Vivo a causa del Padre,” y: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo.”—Juan 6:57; 17:3.

      “Llenen la tierra”

      ¿Significaría el fin de la muerte que con el tiempo la Tierra llegaría a estar intolerablemente sobrepoblada? No. Puesto que tenía un propósito respecto a la tierra, el Creador le dijo a la pareja original: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra.” (Gén. 1:28) Ciertamente un Creador sabio sabe lo que puede sostener la Tierra y solo permitiría que la llenen al grado en que la vida sea cómoda, no sobrepoblada. Tal como él puede crear, haciendo que sus creaciones trabajen en armonía para el bienestar general, también puede llevar a cabo su propósito declarado sin que resulte en herir o apenar a nadie.

      Si usted aprovecha la oportunidad para aprender acerca del propósito de Dios, experimentará la promesa de Dios de “la vida de ahora.” Usted se regocijará al entender progresivamente el modelo de su maravilloso propósito y su atención a cada detalle que hará feliz al género humano. Verá que todas las dudas que usted pudiera haber tenido en cuanto a por qué las cosas son como son hoy día, y acerca de la sabiduría de los propósitos de Dios, se debieron a la incapacidad humana y a la falta de información. A los que desafiaron la sabiduría de los tratos de Dios en tiempos pasados, él les dijo: “¿Me vais a interrogar acaso sobre mis hijos y acerca de la obra de mis manos me vais a dar órdenes? Soy yo quien ha hecho la tierra y he creado al hombre sobre ella.”—Isa. 45:11, 12, Bover-Cantera.

      La Biblia, que revela el propósito de Dios, puede ser un libro abierto para usted. Y, además de mostrarle cómo tener una buena vida ahora, pone ante usted la maravillosa perspectiva de una reunión con sus seres amados, en una Tierra justa donde la muerte no será más. (Rev. 21:3, 4) Aproveche la oportunidad ahora. Los testigos de Jehová tendrán gusto en ayudarlo a estudiar la Biblia en su propio hogar, gratis.

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