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Sugerencias de seguridad para carpintería en casa¡Despertad! 1977 | 22 de julio
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Por eso, tenga claramente fijos en la mente los hábitos que harán seguro su trabajo. Siempre oblíguese a seguirlos y le suministrarán el placer de hacer su trabajo de carpintería en casa con seguridad.
La perspectiva de hacer cosas de madera, tanto ahora como en el futuro, es agradable. Pero no dejemos de observar los puntos de precaución relacionados con este trabajo a fin de lograrlo sin sufrir daño. En realidad, las prácticas de seguridad están asociadas con la debida reverencia a Dios. Si no tenemos suficiente conocimiento acerca de lo que estamos haciendo, y somos descuidados, no mostramos tener aprecio a la vida que Dios nos ha dado. ¡Qué importante es, pues, valernos del mejor modo y el más seguro al hacer nuestro trabajo de carpintería! Así mostramos respeto a Dios, el Creador, y resultará para nuestro propio bien.
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El lenguaje humano... un don singular¡Despertad! 1977 | 22 de julio
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El lenguaje humano... un don singular
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en la Costa de Marfil
SE RELATA que en una ocasión una máquina de traducción tomó la expresión en inglés “out of sight, out of mind,” que según ciertas obras de consulta debe traducirse “cuan lejos de ojos, tan lejos de corazón,” y la vertió “invisible demente.” ¿Quería decir esto que a la máquina se le había roto un engranaje? No. Había cometido un error que era del todo perdonable. Y a la vez subrayó uno de los muchos factores que hacen singular al lenguaje humano entre todos los métodos de comunicación... su complejidad.
La frase “out of sight” tomada sola significa “fuera del alcance de la vista,” de modo que en cierto sentido para la máquina quería decir invisible. La otra frase, “out of [your] mind” (literalmente “fuera de [su] mente”) por sí sola pudiera entenderse como “haber perdido el juicio,” o, para la máquina, ser un demente. ¡De ahí que la máquina salió con la traducción “invisible demente,” tan alejada del significado verdadero! Son traducciones como ésta las que tienen preocupados a los inventores de las máquinas de traducción.
Por supuesto, la complejidad no es lo único que hace singular al habla humana. Hay muchos otros factores que contribuyen a ello... tantos que muchos científicos sostienen que, en vez de llamar al hombre homo sapiens (“hombre con sabiduría”), sería más apropiado llamarlo homo loquens (“hombre que habla”).
Pero tal vez alguien proteste contra esto, diciendo: “¿Se han olvidado de toda la investigación que se ha hecho recientemente en los sistemas de comunicación de los animales? El hombre habla, sí. Pero también lo hacen los animales, a su propio modo. Los delfines silban, las abejas bailan, las aves tienen distintas notas de reclamo y algunas hasta pueden imitar el habla humana. Y ¿qué se puede decir acerca de los monos que recientemente han aprendido alguna clase de lenguaje de señas? Aunque su modo de comunicarse no se efectúe precisamente de la misma manera que el modo que el hombre emplea, seguramente tienen el mismo propósito y los resultados son los mismos, ¿verdad?”
Bueno, sí y no. Sí, es verdad que se comunican; pero no es verdad que como regla general el propósito y los resultados son los mismos. Se ha dedicado mucha investigación a esta cuestión. Se han catalogado los diferentes sonidos con que criaturas tan variadas como los gibones, gansos y delfines llaman a otros de su especie... en algunos casos hasta han elaborado estos sonidos en cierta clase de vocabulario. Evidentemente los gibones tienen más o menos nueve llamadas y los delfines más. Hasta parece que los delfines tienen diferentes “dialectos,” según el lugar donde viven.
No obstante, hay varias diferencias vitales entre el habla del hombre y el habla de los animales... además del hecho obvio de que el lenguaje humano es inmensurablemente más complejo. Una diferencia es . . .
La intención de comunicarse
Cuando los animales o aves emplean sus propias llamadas, ¿tienen la intención consciente de comunicarse los unos con los otros como es el caso con las criaturas humanas? O ¿es el sonido simplemente una reacción instintiva a la situación en que se hallan en ese momento? Konrad Z. Lorenz, mundialmente famoso como autoridad sobre el comportamiento de los animales, afirma que no se comunican intencionalmente, aunque a menudo parece que sí lo hacen.
Por ejemplo, si un grajo se alarma mientras está comiendo, se lanzará al aire volando hacia arriba y emitiendo el grito “Kia, kia” y cualquier grajo compañero que oiga ese grito automáticamente se pondrá a volar hacia arriba también. La coordinación perfecta del grito de advertencia y la reacción de las otras aves crea la impresión de que están hablando y comprendiendo un idioma suyo propio. Pero no es así, explica Lorenz en su libro King Solomon’s Ring:
“El animal, al expresar sus emociones por todos estos sonidos y movimientos, no tiene de ninguna manera la intención consciente de influir en los socios miembros de su especie. Sirve para probar esto el hecho de que hasta los gansos y grajos que se crían individualmente y se mantienen separados hacen todas estas señas tan pronto como se hallan en la disposición de ánimo para hacerlo.”—Pág. 77.
Cuando un hombre usa las señas vocales que él ha aprendido, tiene la intención de comunicar algo específico a sus oyentes (¡a no ser, por supuesto, que esté cantando en el baño!) y se detendrá si nota que nadie está escuchando. Pero al grajo no le importa si alguien escucha o no. Simplemente emite el sonido como acción refleja instintiva, así como el hombre bosteza cuando está cansado. Esto enfatiza otra cosa que es diferente acerca del habla del hombre . . .
Movilidad de la seña
En la mayoría de los casos las señas de los animales no son lo que los lingüistas (estudiantes de lenguaje) llaman “móviles,” o separables de la situación que provoca la seña. Por ejemplo, el gibón usa su llamada de peligro únicamente cuando realmente existe un peligro.
Las señas de los animales también están fijas en el sentido de que el animal, por lo general, no escucha al sonido que hace y luego trata de modificarlo en otro sonido. Es cierto que algunas aves pueden imitar sonidos que no son parte de su “vocabulario” innato. Pueden aprender a copiar los sonidos que hacen otras aves, o aun los sonidos que el hombre hace, como los loros que pueden repetir varias palabras.
Sin embargo, Lorenz insiste en que las aves rara vez logran asociar conscientemente con una acción determinada siquiera uno de los sonidos de palabras que han aprendido, y nunca para servir algún propósito práctico. Había un viejo loro
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