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  • Desplegando amor salvavidas al prójimo
    La Atalaya 1981 | 1 de septiembre
    • mandó que fueran con su mensaje a las casas de la gente. (Mat. 10:7, 12, 13, 42; Luc. 10:5, 6) Además, el apóstol Pablo declaró a los ancianos de la congregación de Éfeso: “Bien saben ustedes cómo desde el primer día que puse pie en el distrito de Asia estuve con ustedes todo el tiempo, . . . mientras no me retraje de decirles ninguna de las cosas que fueran de provecho, ni de enseñarles públicamente y de casa en casa. Antes, di testimonio cabalmente tanto a judíos como a griegos acerca del arrepentimiento para con Dios y de la fe en nuestro Señor Jesús.”—Hech. 20:18-21.

      Sí, Pablo estuvo enseñando en ‘una casa tras otra.’ Aunque sin duda alguna él visitó a los que ya eran cristianos para fortalecerlos y animarlos, de ningún modo podemos limitar las palabras de Pablo a únicamente una referencia a las actividades de pastorear o apacentar a los cristianos. ¿Por qué no? Porque Pablo declaró que él estaba predicando “arrepentimiento para con Dios y de la fe en nuestro Señor Jesús” tanto a judíos como a griegos. Eso indica claramente que estas personas todavía no eran cristianas. Se puede ver que él consideraba que ésta era una obra salvavidas, porque a continuación declaró que, como resultado de predicar, él estaba “limpio de la sangre de todo hombre.”—Hech. 20:25-27.

      MODELO PROFÉTICO

      Lo susodicho queda corroborado por la profecía que se halla en el capítulo 9 de Ezequiel, que prefiguró la obra de casa en casa que los testigos de Jehová hacen hoy. Ese capítulo relata una visión que el profeta Ezequiel tuvo hace unos 2.500 años.

      En el capítulo anterior Eze 8 el profeta relata que recibió una visión en la cual vio que los judíos estaban cometiendo toda clase de idolatría y apostasía en su templo, en Jerusalén. Entonces, en el capítulo 9 de Eze, Ezequiel registra una visión en la cual había seis hombres que llevaban armas de degüello y un séptimo hombre, no con armadura, sino vestido de lino y con un tintero de secretario a las caderas. A aquel hombre se le dijo que pasara por en medio de la ciudad de Jerusalén y ‘pusiera una marca en la frente de los hombres que estuvieran suspirando y gimiendo por todas las cosas detestables que se estaban haciendo en medio de ella.’ (Eze 9 Versículo 4) A los seis hombres que llevaban armas de degüello se les mandó que siguieran detrás de aquél y que mataran a todas las personas que no tuvieran la marca, sí, a todas las que no estaban suspirando y gimiendo por todas las cosas detestables que se estaban haciendo en medio de la ciudad.

      ¿Cómo hallaría este hombre vestido de lino a los que estaban suspirando y gimiendo? La Atalaya del 15 de junio de 1972 explica: “No solo por ir a la plaza pública o al mercado, sino a los hogares de la gente, yendo de casa en casa. De esa manera podría oír sus expresiones procedentes del corazón y decidir si deberían ser marcados en la frente o no. Esta no era una operación rápida, de ningún modo, sino que exigía paciencia y el ir concienzudamente de casa en casa o de puerta en puerta y hacer una honrada inspección, sin mostrar parcialidad, sino marcando solo a aquellos que sinceramente estaban afligidos por todas las cosas detestables que otros estaban haciendo dentro de la ciudad real. . . . puso la marca distintiva sobre la frente de éstos, donde pudiera ser vista públicamente por amigos o enemigos.”

      Así como se requirió que el hombre vestido de lino fuera visitando de casa en casa para poder desempeñar plenamente su obligación de marcar a las personas que merecían escapar de la ejecución, igualmente hoy en día se requiere la obra de ir de casa en casa que desempeñan los testigos de Jehová para hallar a las personas que aman la verdad y la justicia y darles la oportunidad de huir al reino de Dios.

      ¿Qué cosa corresponde hoy a la marca que el hombre vestido de lino puso sobre la frente de las personas que merecían ser salvadas? El recibir la marca en la frente parece representar el cultivar una personalidad semejante a la de Cristo. El poseer tal personalidad es lo único que puede hacer que uno sea digno de no sufrir destrucción a manos de los ejecutores de Jehová en la venidera “grande tribulación.” (Mat. 24:21) Al igual que una marca sobre la frente sería visible a los ojos de toda la gente, así una personalidad semejante a la de Cristo sería algo que todos fácilmente podrían distinguir. Las Escrituras a menudo instan a que se cultive una personalidad semejante a la de Cristo. Por supuesto, se requiere tiempo, energía y medios para marcar a una persona de esta manera, pero los testigos de Jehová se alegran de hacer tales sacrificios. De esa manera ellos también están desplegando amor salvavidas al prójimo.—Efe. 4:20-24; Col. 3:9-11.

      Sí, importante como sea el primer paso de ir de casa en casa para encontrar a los que aman la verdad y la justicia, que están suspirando y gimiendo por todas las condiciones inicuas que existen, éste es simplemente el primer paso. El desplegar este amor salvavidas al prójimo requiere que el siervo de Jehová efectúe esta obra a cabalidad mediante volver a visitar a las personas y establecer estudios de la Biblia con ellas. Estos estudiantes de la Biblia también tienen que aprender a orar, necesitan asociarse con la congregación cristiana y tienen que aplicar los principios bíblicos en su vida. A su vez, es necesario que ellos también participen en la obra de dar a conocer a otros las cosas que están aprendiendo. Todo esto debería llevarlos a dedicarse a Jehová Dios para hacer Su voluntad, y a bautizarse. Se debe añadir que el seguir este proceder es imprescindible para recibir la ‘marca,’ es decir, para vestirse de una personalidad semejante a la de Cristo. Al llevar a cabo esta obra los testigos de Jehová realmente están desplegando amor salvavidas al prójimo.

  • El reto de ir de casa en casa
    La Atalaya 1981 | 1 de septiembre
    • El reto de ir de casa en casa

      ERA un testigo de Jehová de aproximadamente 75 años de edad. Cojeaba bastante mientras caminaba de una casa a la otra; y con razón, pues se movía por todas partes con dos piernas artificiales. Al tocar a una puerta, salió una señora. Apuntándole con el dedo, ella le preguntó con tono de voz airado: ‘¿Es usted testigo de Jehová?’

      Él pausó por un momento y entonces, mirando a la señora fijamente a los ojos, dijo: ‘Déjeme decirle, señora, que yo trato de serlo. No es fácil. Estoy esforzándome por ello. Es una asignación difícil. ¿Se imagina usted lo que significa ser un testigo del Altísimo, Jehová, el Soberano del universo? Esa es una asignación seria. Le digo, señora: me estoy esforzando por serlo.’

      ¿Cuál fue la respuesta de la señora? No dijo una sola palabra. ¿Qué podía decir?

      No se puede negar. El ir de casa en casa con las buenas nuevas del reino de Jehová Dios presenta un verdadero reto, un desafío. Indudablemente ésa es la razón por la cual esta clase de evangelismo es singular de los Testigos. Ningún otro grupo religioso da énfasis a esta clase de actividad o espera que todos sus miembros participen en ella. De hecho, es interesante que aquellos que critican severamente las enseñanzas de los testigos de Jehová no los acusan de llevar a cabo una obra para la cual no haya ningún precedente bíblico. Lejos de acusar a los Testigos de no tener base bíblica para su actividad, reiteradamente estos críticos han reconocido en sus publicaciones que esta clase de evangelismo está en armonía

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