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Matrimonios en que ambos cónyuges trabajan por salario... una larga historia¡Despertad! 1985 | 8 de febrero
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ejemplo: En 1965 el precio medio de venta de una casa nueva para una familia en los Estados Unidos era de $20.000. Para mediados de 1984, ¡el precio había subido rápidamente a unos $100.000! De igual manera, el costo de los alimentos y la ropa quedó fuera de control. Así que las mujeres empezaron a buscar trabajo a raudales, en cantidades sin precedente.
‘Necesitábamos más dinero’
Richard y Carol (a quienes mencionamos al principio) son dueños de una casa cómoda pero modesta, según las normas estadounidenses. Pero al igual que muchos otros matrimonios, se encontraron atrapados en las garras de la inflación. Carol dice: “Sencillamente necesitábamos más dinero para poder pagar nuestras cuentas. Me daba cuenta de que Richard no podía ganar mucho más de lo que ya estaba ganando. De modo que yo realmente no tuve más remedio que conseguir un empleo de tiempo completo”. No, la filosofía del movimiento de la liberación femenina no ha sido la fuerza principal que ha impelido a las mujeres a buscar empleo. Cuando se pregunta a los matrimonios por qué trabajan ambos, la mayor parte de ellos contestan: ‘¡Porque necesitamos el dinero!’. (Véase la página 5.)
A algunas mujeres les desagrada que se las desarraigue del hogar. “El trabajar fuera del hogar me está matando poco a poco”, se lamentó cierta esposa. No obstante, hay muchas que aceptan de buena gana sus empleos. “Me encanta trabajar —dice otra esposa, quien es gerente de una sala de exhibición de muebles—. Sencillamente no soy ama de casa.” Los índices de divorcio en aumento vertiginoso y el espectro de la viudez han contribuido también a atraer a las mujeres a los empleos. “Me asustaría muchísimo el no trabajar —dice cierta esposa—. Perdí a mi primer esposo cuando yo tenía 22 años de edad [...] Ahora siempre tengo en lo más recóndito de la mente la idea de que si Stephen muriera o huyera con alguna joven, yo estaría en un terrible apuro si no tuviera empleo.”
Con todo, en el caso de la mayoría de los matrimonios, el deseo de mantenerse a flote en sentido financiero es lo que los ha convertido en familias en que ambos cónyuges trabajan por salario. ¿Cuáles son, pues, algunos de los desafíos a que se encaran dichos matrimonios, y cómo pueden hacerles frente con éxito?
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Matrimonios en que ambos cónyuges trabajan por salario... los desafíos a que se encaran¡Despertad! 1985 | 8 de febrero
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Matrimonios en que ambos cónyuges trabajan por salario... los desafíos a que se encaran
“ME PARECE que el hombre debería hacer el trabajo, y que debería traer el dinero al hogar —afirma cierto esposo—. Y cuando terminara de trabajar, debería sentarse y descansar el resto del día.” Sin embargo, a pesar de tal opinión obviamente arraigada, su esposa trabaja.
Muchos hombres se encuentran igualmente atrapados en una lucha emocional: la necesidad económica contra las obstinadas ideas sobre la hombría. La socióloga Lillian Rubin comenta: “En una sociedad en que personas de todas las clases están atrapadas en un esfuerzo frenético por adquirir bienes, en que el sentido de valía del hombre y la definición de su hombría dependen grandemente de su capacidad para proveer dichos bienes, a él se le hace difícil admitir que la familia sí necesita en realidad los ingresos de su esposa para vivir como ambos quisieran”. Por eso algunos esposos se deprimen mucho, o se hacen hipercríticos, y se quejan de que sus esposas se han vuelto demasiado independientes o que el hogar simplemente no está tan limpio como antes.
Y si la esposa gana más que el esposo u obtiene un puesto de alta categoría, ¿cuál puede ser el resultado? La revista Psychology Today afirma: “En el caso de algunos esposos cuyos logros son inferiores a los de sus esposas, la muerte prematura debido a enfermedad cardíaca es 11 veces más frecuente que lo normal”. La publicación The Journal of Marriage and the Family informó además que cuando las esposas tenían una ‘consecución profesional superior’, “tales matrimonios tenían mayor probabilidad de terminar en divorcio”a.
No obstante, las esposas mismas tienen que luchar a veces contra el resentimiento. Aunque conozcan bien la crisis económica del esposo, puede que aún se pregunten: ‘¿Por qué tengo que trabajar yo? ¿No debería él cuidar de mí?’. Además, quizás se vea atormentada por lo que el doctor Martin Cohen, sicólogo, llama la mayor fuente de tensión entre las mujeres que trabajan... “el sentimiento de culpabilidad por no estar haciendo lo suficiente... por no ser tan buena esposa y madre como lo era su propia madre”.
Por consiguiente, el aceptar las realidades económicas que obligan a trabajar por salario tanto al esposo como a la esposa quizás sea el primer desafío al que se encaren. Pero ciertamente no es el último.
“Tuyo”, “mío”... ¿de quién?
Más de una tercera parte de las 86.000 mujeres que participaron en una encuesta dijeron que el mayor problema de su matrimonio era: ¡el dinero! Un artículo de la revista Ladies’ Home Journal dijo: “El tema del dinero [...] convierte en locos delirantes a hombres y mujeres que en otros respectos están en su sano juicio”. Cierto esposo dijo: “Nuestro peor problema era el dinero. El mero hecho de que éste nos faltara, su carencia absoluta y agobiante”. Es cierto que un segundo salario pudiera aliviar esta presión, pero a menudo también crea nuevos problemas.
Ed, esposo joven, explica: “A principios de nuestro matrimonio, Ronda estaba ganando aproximadamente la misma cantidad de dinero que yo. Y cuando ella empezó a ganar más dinero que yo, en la subconsciencia tuve la impresión de que ella era mejor que yo”. Parece que el segundo salario también hace que el “equilibrio de fuerzas” favorezca a la esposa. Es comprensible que a ella quizás le parezca que ahora tiene derecho a mayor voz en la manera como se debe gastar el dinero.
Sin embargo, los hombres están poco dispuestos a compartir el control de esa esfera. “Él hacía que yo le dijera, cada día, cuánto dinero necesitaba para el día —recuerda cierta esposa—. Y eso realmente me disgustaba.”
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