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  • Problemas en la vida de familia
    ¡Despertad! 1974 | 8 de octubre
    • Problemas en la vida de familia

      EN LAS familias que el lector conoce, ¿cómo se llevan los miembros? ¿Muestran el esposo y la esposa genuino amor e interés el uno por el otro? ¿Son los hijos bien educados y felices? ¿Cuál es la situación en su propia familia?

      Aunque algunas familias disfrutan juntas de una vida feliz, muchas no tienen ese gozo. Lo que sucede en muchas familias da razones para una preocupación profunda. Como informa el Times de Los Ángeles:

      “Virtualmente en cada cuadra, en cada barrio, pueblo y suburbio, las parejas están dándose de puntapiés, de codazos, de bofetadas y de puñetazos. Los ricos y los de educación académica pelean exactamente igual que los pobres y los que carecen de educación seglar, y la selección de las armas va desde latas de cerveza, botellas y cuchillos de cocina hasta sartenes y muebles.”—18 de octubre de 1973.

      La mayor parte de los asaltos con agravio, y muchas muertes, surgen de estas guerras de familia. Pues, según informes, ¡uno de cada cinco oficiales de policía muertos en el cumplimiento de su deber en los Estados Unidos es asesinado mientras responde a una disputa marital!

      La mayor parte de las reyertas de familia no son evidentes fuera del hogar. Sin embargo aun así son extremadamente perjudiciales. Tanto es así que los problemas en la familia han llegado a ser una preocupación para el gobierno. Al comentar acerca de informes presentados a un grupo de peritos del Senado, el Beacon Journal de Akron informó: “La familia norteamericana se está desmoronando.”

      ¿Es realmente tan grave? Observe las siguientes cifras de divorcio.

      Desintegración de los lazos maritales

      En 1962 hubo 413.000 divorcios en los Estados Unidos. ¡Diez años más tarde esa cantidad se había más que duplicado, aumentando a 839.000! Y la rotura de familias está aumentando en velocidad.

      En los primeros nueve meses de 1973, hubo un aumento de 9 por ciento de divorcios sobre el mismo período de 1972. A ese promedio de aumento, ¡más de 2.000.000 de norteamericanos se divorciarán durante 1974!

      En la actualidad hay dos divorcios por cada cinco casamientos. ¡No obstante, en muchos estados los divorcios suman más que la mitad de los casamientos! A continuación suministramos cifras de casamientos y divorcios, tomadas del World Almanac and Book of Facts, de 1974 para el año 1972:

      ESTADO CASAMIENTOS DIVORCIOS

      ——————— ——————————— —————————

      Alaska 3.682 2.096

      Arkansas 24.949 13.762

      California 173.563 111.162

      Florida 81.322 51.688

      Oregón 18.824 12.435

      Washington 40.814 20.702

      ¿Cuáles son las consecuencias de una proporción tan pasmosa de divorcio? Entre otras cosas, aproximadamente un hijo de cada cuatro vive con solo uno de los padres, casi el doble de la cantidad que lo hacía hace diez años. Los efectos son de largo alcance y trágicos. Informa un maestro de primer grado en Massachusetts:

      “Es muy difícil tener en la clase una condición en la cual todos los niños se sienten y hagan algo juntos, lo cual uno podía hacer si no hace cinco años, entonces hace diez años. Actualmente los niños tienden a ser mucho más inquietos. El maestro tiene que ser muy comprensivo con los problemas que los niños tienen que tratar en el hogar.”

      En otros países la situación es similar. Bajo los titulares “La vida de familia en peligro,” el Daily Mail de Londres informó:

      “El grado del desplome matrimonial en la Gran Bretaña, con 110.000 divorcios en 1971 —el doble de la proporción para 1968— es ahora un problema social mayor, dice el Dr. [Jacobus] Dominian. Sobrepasa al alcoholismo, al crimen grave, enfermedades venéreas y ofensas sexuales.”—18 de junio de 1973.

      En Indonesia casi un tercio de todos los casamientos terminan en divorcio. Australia experimentó un incremento del 20 por ciento en la cantidad de divorcios en un año reciente. En Egipto, donde se practica la poligamia, en 1970 hubo 700.000 divorcios en comparación con solo 325.000 casamientos.

      Cifras solo dicen parte de la historia

      Muchos cónyuges sencillamente se van de la casa. Ni siquiera tratan de divorciarse. El Times de Nueva York dijo lo siguiente acerca de esta situación en los Estados Unidos:

      “El número de esposas que abandonan el hogar, o se alejan del matrimonio, ha aumentado sorprendentemente durante los últimos 10 años.

      “Las agencias de policías privadas que se especializan en encontrar a personas que faltan informan que la proporción entre esposas que se desaparecen a sus esposos, particularmente en las grandes ciudades del Este, ha aumentado de aproximadamente 1 de cada 100 hace una década a más de 1 de cada 3.” Otra fuente dice que para 1973 la proporción era casi igual.

      Millones de parejas más permanecen juntas, aunque su relación es muy deficiente. “Aun el divorcio físico entre marido y mujer sin una declaración del tribunal no es raro,” explica el juez de Circuito de los Estados Unidos Marvin J. Sternberg. “Viven separados y apartados, algunas veces aun en la misma casa, algunas veces aun en el mismo dormitorio, pero sus emociones, acciones y conducta de uno hacia el otro indican que están separados y distanciados.”

      En tales matrimonios los cónyuges frecuentemente obtienen satisfacción emocional y sexual de otros. Se calcula que en los Estados Unidos tres de cada cinco esposos y quizás tantas como una de cada tres esposas han tenido relaciones extramaritales. El adulterio por consentimiento mutuo —que se llama “alternar”— también se ha hecho popular. Se cree que unos ocho millones de norteamericanos ocasionalmente son “alternadores.”

      Esta falta de respeto por los lazos matrimoniales ha tenido efectos trágicos, particularmente en los jóvenes.

      La burla que sus mayores han hecho del matrimonio ha ocasionado que muchos jóvenes desechen completamente las normas morales. Su lema es “hacer lo que uno desea,” o, “aprovéchalo mientras puedes.” El Daily News de Nueva York publicó la siguiente explicación:

      “Las relaciones sexuales sin casamiento ahora son ampliamente reconocidas por los padres, colegios y el público en general. Hay una especie de tolerancia silenciosa de la inmoralidad, como si fuera fútil detener una nueva marea irresistible.”

      Reflejan esta creciente marea de inmoralidad tolerada las millones de mujeres jóvenes que se hacen abortos. Otra evidencia de ello es el número creciente de nacimientos ilegítimos. En 1970 California estableció la marca de 46.600 hijos ilegítimos. En toda la nación en 1969 hubo más de 200.000 jóvenes de menos de dieciocho años que llegaron a ser madres.

      En Suecia, uno de cada cinco bebés nace fuera del arreglo matrimonial. Cada octavo bebé neozelandés es ilegítimo; uno de cada diez nacimientos ocurre fuera del arreglo matrimonial en el Canadá, y un nacimiento en cada doce es ilegítimo en Australia. El Daily Mail de Londres informa: “La tercera parte de todas las novias adolescentes estaban embarazadas en el día de su casamiento.”

      ¿Y qué pasa en las familias que no están divorciadas? Entre otras cosas, muchos padres y madres tienen poco o ningún control sobre sus hijos. Frecuentemente hay constantes disputas concerniente al comportamiento. O quizás hay una callada resignación, en la que padres e hijos van cada cual por caminos diferentes. Millones de familias necesitan desesperadamente ayuda con sus problemas.

      Al indicar esto, el año pasado un psicólogo bien conocido declaró: “Durante la hora que presento en la radio cada mañana, la estación de Nueva York WMCA es inundada con un promedio de 5.000 llamadas. La mayor parte son de mujeres... acerca de problemas matrimoniales.”

      Tal vez el lector no esté entre los miles que han telefoneado, pero también, quizás aprecie la ayuda con los problemas de familia. Hay muchas cosas que pueden hacer las esposas, los esposos y los padres para mejorar la situación en la familia, y éstas se consideran en los siguientes artículos de esta revista.

  • ¿Qué puede hacer la esposa?
    ¡Despertad! 1974 | 8 de octubre
    • ¿Qué puede hacer la esposa?

      LAS esposas frecuentemente hacen esta pregunta con un tono de desesperación. Tal parece que ellas sencillamente no pueden solucionar sus problemas matrimoniales.

      Estas esposas, desafortunadamente, no son las excepciones. Actualmente parecen ser la mayoría... un resultado de lo que el psicólogo Israel Charny llama “la condición casi desastrosa de la mayor parte de los matrimonios.”

      Por lo tanto, a muchas les debería llegar como una noticia feliz el oír que, a pesar de la gravedad de los problemas de la familia, hay un modo de tratarlos con buen éxito. El considerar el origen del matrimonio arroja mucha luz tanto sobre los problemas como sobre la solución.

      De dónde se originó el matrimonio

      Muchos creen que el matrimonio es de origen humano, que de algún modo los hombres lo produjeron en el pasado distante. Esta idea está enlazada con la causa original del actual derrumbe familiar de desastrosas proporciones. ¿Por qué decimos esto?

      Porque pasa por alto como si no tuvieran importancia los más excelentes consejos sobre los problemas matrimoniales. El matrimonio realmente es de un origen más elevado. El Dios Todopoderoso mismo creó al primer hombre y a la primera mujer, les dio poderes de reproducción, y los unió en matrimonio. Dios también proveyó instrucciones registradas en la Biblia para lograr tener éxito en el matrimonio. Cuando se siguen estrechamente estas instrucciones, se goza del buen éxito matrimonial.

      ¿Puede la Biblia ayudar verdaderamente?

      Algunas personas objetan, diciendo que desde hace mucho la gente ha tenido la Biblia y sin embargo sus matrimonios han sido fracasos. El aumento en la proporción de divorcios, dicen, se debe a que menos parejas soportan la infelicidad en el matrimonio.

      Hay mucho de verdad en este argumento. Millones de parejas infelices sí poseen la Biblia. Pero, ¿la han leído? Lo que es más importante aún, ¿han aplicado los principios de ésta en su vida? La verdad escueta es que el consejo de la Biblia ya ha ayudado a muchas parejas a tratar sus problemas familiares con buen éxito.

      Si quiere un matrimonio feliz, es prudente por lo menos examinar los problemas de la familia a la luz de lo que dice este libro, la Biblia.

      Cuando el sexo es un problema

      Por lo general el sexo se cita como un problema importante en el matrimonio. Frecuentemente esto se debe a los puntos de vista irreales presentados por los medios de difusión. Libros populares, revistas y películas presentan a parejas que se ‘enamoran’ y viven ‘felices para siempre.’ La literatura también da realce a los placeres sexuales, frecuentemente haciendo surgir expectativas más allá de lo que cumple la realización.

      Para ilustrar, una esposa joven explicó: “Me imagino que yo quería que el sexo se convirtiera en un gran premio psicodélico que hiciera que todo el mundo se iluminara como un árbol de Navidad. Quiero decir, todo estaba bien pero yo seguía pensando: ‘¿Es esto todo? ¿Es esto verdaderamente todo?’”

      La preocupación dominante de la esposa era su propio disfrute sexual. No estaba satisfecha. Esta es la queja de muchas mujeres... que sus esposos no las satisfacen sexualmente. En tal caso, ¿qué puede hacer una esposa? ¿Le es posible lograr mayor satisfacción? ¿Dice la Biblia algo útil?

      Note el franco estímulo que ésta suministra: “Que el esposo rinda a su esposa lo que le es debido; pero que la esposa haga lo mismo también a su esposo. No estén privándose de ello el uno al otro, a no ser de común acuerdo.”—1 Cor. 7:3, 5.

      Según este consejo bíblico, principalmente, ¿a quién debería un cónyuge interesarse por agradar? ¿A sí mismo, como era el interés principal de la esposa susodicha? No, sino, más bien, a su cónyuge. El principio que se recalca en la Biblia es el de rendir, dar. El bienestar y placer del cónyuge, no el de uno mismo, es apropiadamente lo de mayor importancia. Esto está en armonía con los siguientes principios bíblicos: “Que cada uno siga buscando, no su propia ventaja, sino la de la otra persona.” “El amor . . . no busca sus propios intereses.”—1 Cor. 10:24; 13:4, 5.

      Pero, ¿cómo puede el tratar de agradar a su esposo aumentar la satisfacción de la esposa? Bueno, el disfrute de la relación sexual depende de gran manera de la mente y el corazón. Así es que, cuando las esposas consideran las relaciones sexuales como una oportunidad para mostrar profundo amor por sus esposos, como consecuencia frecuente hallan que ellas mismas disfrutan de las relaciones a un grado mayor. Cuando la mente de la esposa no está puesta principalmente en sus propias sensaciones, ella frecuentemente se relaja. Cualquier resentimiento que haya tenido se disipa, y el placer personal que verdaderamente desea en el acto matrimonial viene como una consecuencia natural.

      El maestro más grande que estuvo en la Tierra, Jesucristo, indicó que el darse uno mismo, a su vez, trae una satisfacción personal. Él dijo: “Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.” Vez tras vez este principio ha demostrado ser cierto en cuanto a las relaciones matrimoniales íntimas.—Hech. 20:35.

      Además, el aplicar el consejo de la Biblia probablemente obre para la satisfacción de la esposa debido al efecto que esto produce en su esposo. Será más eficaz que cualquier otra cosa en impulsarlo a empezar a actuar altruistamente hacia ella, siendo más considerado de las necesidades y deseos de ella. Ha sucedido de este modo en muchos matrimonios. El que toma la iniciativa en dar recibe lo mismo.—Luc. 6:38.

      Así es que la Biblia insta a mostrar altruismo y amor al pagar los débitos matrimoniales. Ponga esto en práctica. Vea si con el tiempo no resulta en una mayor satisfacción matrimonial.

      Cuando el esposo carece de iniciativa

      La Dra. Rebecca Liswood, una consejera matrimonial con más de veinte años de experiencia, señaló otro importante problema matrimonial, explicando: “Muchas de mis clientes se quejan de la debilidad e indecisión de sus esposos.”

      Tal vez sea esta su queja. Quizás su esposo no desempeñe sus responsabilidades de familia como usted cree que debería hacerlo. ¿Qué puede usted hacer acerca de ello?

      Una vez más la Biblia provee ayuda. Muestra que el hombre y la mujer fueron creados con cualidades y responsabilidades algo diferentes, con el propósito de que su unión contribuyera a la felicidad mutua. Después de crear al hombre, el Creador dijo: “Voy a hacerle una ayudante, como complemento de él.”—Gén. 2:18.

      Por lo tanto los dos fueron creados para vivir juntos; las cualidades de uno equilibraban o complementaban las del otro. Cada uno fue creado con una necesidad que satisfacía el otro. Así la mujer fue hecha como un ayudante del esposo, y al mantenerse en ese papel la Biblia insta: “Que las esposas estén en sujeción a sus esposos . . . porque el esposo es cabeza de su esposa.” (Efe. 5:22, 23) Esto es práctico, porque si en la familia no hay un cabeza por lo general hay discordia y confusión.

      ‘Pero ese es el mismísimo problema,’ quizás diga usted. ‘Mi esposo no asume la jefatura; no toma la delantera.’ Sin embargo, ¿ha considerado usted por qué no lo hace? ¿Es posible que la misma actitud de usted sea parte del problema?

      Actualmente la agresividad y competencia femenina con los hombres se ha hecho común. ¿Se le habrá pegado a usted algo de este espíritu, como ha sucedido con otras esposas? Por ejemplo, la Dra. Liswood dijo que, aunque no se den cuenta, las “mismas tácticas agresivas” de sus clientes frecuentemente son una fuente de problemas de familia.

      Muchos esposos se sienten repelidos cuando las esposas se adelantan. La reacción de ellos quizás sea: ‘Si ella quiere dirigir las cosas, que siga adelante y que lo haga.’ Quizás no sea la intención de ella el operar independientemente de sus esposo, pero puede que él piense que sí lo es.

      Sin embargo puede que ella se sienta obligada a tomar la delantera, en vista de que su esposo sencillamente no lo va a hacer. Pero, ¿podría ella hacer más para animarlo a desempeñar el papel que le es propio en la familia? ¿Pide usted sus sugerencias y guía? ¿Le indica usted su respeto como caudillo? ¿Evita usted menospreciar de algún modo lo que él hace? Cuando en cosas pequeñas él manifiesta la disposición de tomar decisiones o tomar la delantera en asuntos de la familia, ¿expresa su aprecio por esto? ¿O argumenta en contra de sus decisiones?

      Si la esposa verdaderamente se esfuerza por cumplir con su papel asignado por Dios en el matrimonio, es probable que su esposo quizás comience a asumir el suyo. Y esto contribuirá a genuina paz y felicidad en la familia.

      Cuando no hay comunicación

      Otra queja, quizás la más común que dan las esposas, es la que dice algo como esto: ‘Mi esposo era considerado durante nuestro noviazgo, pero no lo es ahora. Rara vez está en casa, y cuando está, no hace ningún esfuerzo por hablarme.’

      ¿Amenaza un problema de comunicación el bienestar de su familia? No es necesario que lo haga, porque la Biblia ayuda a los cónyuges a ver los asuntos de manera práctica.

      Por ejemplo, la Biblia enfatiza que todos somos imperfectos. “Porque todos tropezamos muchas veces,” dice. “Si alguno no tropieza en palabra, éste es varón perfecto.” (Sant. 3:2) De modo que, ¿es práctico esperar perfecta armonía matrimonial en palabras y hechos? Recuerde: Antes del casamiento, ¿disfrutó usted de relaciones perfectas con sus hermanos y hermanas, compañeros de escuela o posibles compañeras de cuarto, sin jamás tener una palabra mordaz entre ustedes? Si no fue así, ¿por qué esperar relaciones perfectas con su cónyuge?

      No se sorprenda si las diferencias de opiniones o expresiones hacen surgir problemas. No suponga, como es evidente que algunas esposas lo hacen, que una disputa o conflicto es una evidencia de que ‘él ya no me quiere.’ Trate con el problema objetivamente. Es cierto, puede que le cause un profundo dolor emocional, pero trate de no pensar principalmente en sus propios sentimientos heridos o de cómo desquitarse. Esto solo engrandecerá el problema. Más bien, considere lo que se puede hacer para dirimir la dificultad. Hágalo inmediatamente. Recuerde el consejo bíblico: “El amor . . . no se siente provocado. No lleva cuenta del daño.”—1 Cor. 13:4, 5.

      Analice su propia conducta. ¿Puede usted tener parte de la culpa? ¿Pudo usted, por ejemplo, de algún modo no haber seguido la admonición de las Escrituras: “La esposa le debe tener profundo respeto a su esposo”? (Efe. 5:33) El “profundo respeto” hará que una esposa evite cualquier cosa que podría resultar en el desagrado de su esposo. El no mostrar ese respeto frecuentemente es responsable del alejamiento del esposo.

      Muchos esposos son alejados por los regaños de una esposa contenciosa. (Pro. 25:24; 27:15) En un caso un divorciado dijo: “¿Sabe lo que puso fin a mis relaciones con Estela? Fue la necesidad de ella de tener razón a toda costa. . . . cada vez que algo resultaba mal, sus palabras eran, ‘¡yo te lo dije!’” ¿Tiene usted cuidado en evitar esas expresiones que mostrarían falta de respeto por su esposo?

      El “profundo respeto” también se puede mostrar por la apariencia de la esposa. ¿Trata de parecer atractiva a su esposo? ¿La hubiera él continuado visitando antes de casarse si ella no hubiera dado más atención a su apariencia personal e higiene de la que da ahora? ¿Qué hay acerca de su casa? ¿Se mantiene nítida y limpia? ¿Están las comidas preparadas sabrosamente? Cuando él llega al hogar, ¿lo recibe usted con afecto genuino? El respeto por su esposo incluye cuidadosa atención a todos estos asuntos.

      En cuanto a la queja que frecuentemente se oye: ‘Él ya no me habla,’ una mujer dijo: “La razón principal por la que los hombres no hablan con sus esposas es que sencillamente somos malas oyentes.” ¿Es esto cierto en su caso? Cuando su esposo habla, ¿se entromete usted, hojea una revista o tiene su oído sintonizado en otro asunto? El no tener interés en sus opiniones y sentimientos ciertamente no es mostrarle “profundo respeto.”

      Por medio de analizar su conducta a la luz del consejo bíblico, uno quizás vea cosas que se pueden hacer para mejorar su trato de los problemas de la familia. La aplicación de las instrucciones de Dios ha traído contentamiento y felicidad a miles de hogares en dificultad.

      Cuando los esposos no responden

      No obstante, ¿qué hay si, a pesar de los esfuerzos de una esposa, su esposo continúa causándole penalidades? Para la esposa cristiana todavía hay considerable satisfacción, porque, como señala la Biblia: “Si, cuando ustedes están haciendo lo bueno y sufren, lo aguantan, esto es algo que agrada a Dios.”—1 Ped. 2:20.

      En tal sufrimiento Jesucristo mismo puso el ejemplo, como el relato bíblico lo señala a continuación: “Cuando lo estaban injuriando, no se puso a injuriar en cambio. Cuando estaba sufriendo, no se puso a amenazar, sino que siguió encomendándose al que juzga con justicia. . . . De igual manera, ustedes, esposas, estén en sujeción a sus propios esposos.”—1 Ped. 2:23–3:1.

      Reconocemos que esto quizás no sea fácil de hacer, tal como no fue fácil para Jesús aguantar la persecución sumisamente. Sin embargo, el tener un “esposo incrédulo” no es base para el divorcio. (1 Cor. 7:13) Pero, como en el caso de Cristo, una esposa puede mantenerse en su derrotero correcto debido al contentamiento y la satisfacción que proviene de saber que lo que ella hace complace al Dios Todopoderoso. Y puede estar segura de que su fidelidad será recordada y recompensada por Dios en su justo nuevo sistema.—2 Ped. 3:13; Rev. 21:3, 4.

      Por lo tanto, lo que la esposa puede hacer para tratar los problemas de la familia con buen éxito tiene un límite. Para una solución más completa de los problemas ella necesita la cooperación de su esposo.

  • Lo que los esposos pueden hacer
    ¡Despertad! 1974 | 8 de octubre
    • Lo que los esposos pueden hacer

      EL BUEN éxito en el matrimonio depende de los esfuerzos de ambos cónyuges. Sin embargo el esposo lleva la mayor parte de la responsabilidad por las condiciones en la familia. Esto se debe a su posición. La Palabra de Dios, la Biblia, dice: “El esposo es cabeza de su esposa.”—Efe. 5:23.

      Puede que el esposo piense que su esposa es la causa principal de los problemas. Pero aunque lo sea, ¿no es característica de un buen cabeza el poder tratar con buen éxito los problemas de los que están a su cargo?

      Alguien quizás objete: ‘El tratar con mi esposa es diferente. Es más fácil tratar con cien hombres en mi negocio que el llevarme pacíficamente con ella.’

      Puede haber algo de verdad en esto, pues, por lo general, los problemas más difíciles de tratar para los hombres han sido los familiares. Sin duda es por eso que el Creador de la familia proveyó a los esposos mucho consejo en cuanto a cómo tratar a sus esposas apropiadamente. Puesto que él las hizo, no hay duda de que Dios es el mejor juez de cómo las esposas deben ser tratadas por sus esposos.

      La clave para una afectuosa intimidad matrimonial

      El Creador se propuso que en el matrimonio se disfrutara de una afectuosa intimidad, y por eso diseñó a la mujer “como complemento” para el hombre. Los cónyuges, por lo tanto, no debían sencillamente ser conocidos que comparten el mismo lugar de habitación; deberían ser “una sola carne.” (Gén. 2:18, 24) Sus respectivas cualidades se debían equilibrar, complementar, tan bien que una relación gozosa fuera verdaderamente posible. Sin embargo es raro hallar ese afecto íntimo entre los cónyuges.

      Por ejemplo, los esposos frecuentemente se quejan de que sus esposas son demasiado frías para ser adecuadas compañeras sexuales. Pero, ¿a qué se debe esto? ¿Dónde yace la dificultad? Como cabeza de la familia, el esposo ciertamente tiene que tratar inteligentemente con el problema.

      La Santa Biblia declara: “Los esposos deben estar amando a sus esposas como a sus propios cuerpos. El que ama a su esposa a sí mismo se ama, porque nadie jamás odió a su propia carne; antes bien la alimenta y la acaricia.” (Efe. 5:28, 29) ¿Cuán importante es este consejo? ¿Necesitan realmente las mujeres que sus esposos las amen?

      Ciertamente lo necesitan. Los consejeros matrimoniales frecuentemente enfatizan esto. Por ejemplo, el Dr. David Reuben hizo notar: “Una esposa necesita particularmente esa clase especial de atención que lleva consigo ternura, comprensión y confianza.”

      Es una verdad cardinal: Para que las esposas sean genuinamente felices necesitan sentirse amadas. Así es que la clave para una afectuosa intimidad matrimonial es que los esposos satisfagan esa necesidad. La Biblia insta a los esposos: “Que cada uno de ustedes individualmente ame a su esposa así como se ama a sí mismo.”—Efe. 5:33.

      Por qué necesita expresión el amor

      Sin embargo, los hombres frecuentemente consideran innecesario expresar amor por sus esposas, pues evidentemente piensan que el mantenerlas materialmente es suficiente evidencia de su amor. Pero, ¿cómo afecta a la esposa el que no se le muestre expresiones de amor? La siguiente carta de una esposa puede ser útil para entender la respuesta. Ella escribió:

      “Este es mi problema: Tengo tanta necesidad . . . de un poco de conversación íntima, un cumplido, el sentir su brazo alrededor de mi cintura mientras cocino... o la oportunidad de sentarme en sus piernas, que cambiaría todas las cosas materiales que tengo por un apretón afectuoso.”

      Sí, las esposas necesitan que se les muestre amor. Florecen cuando lo reciben, llegando a estar más contentas y frecuentemente aun físicamente más atractivas. Fueron creadas con esta necesidad de amor. Es por eso que Dios insta a los esposos a amar a sus esposas. El no seguir este consejo ha resultado en consecuencias trágicas. Es, de hecho, una causa principal de la infelicidad que actualmente se halla en tantos matrimonios. ¿A qué se debe eso?

      A que es probable que una esposa privada de la ternura y afecto de su esposo se sienta insegura y carezca de confianza en cuanto a su feminidad. Hasta puede desarrollar resentimiento para su esposo, incluso tal vez un deseo subconsciente de desquitarse con él por descuidarla. ¿Cómo puede esperarse que una esposa con esos sentimientos sea una compañera sexual afectuosa e íntima?

      Dando expresión al amor

      Frecuentemente los esposos sí aman a sus esposas, pero les es difícil expresarlo. En esto también la Biblia puede ser útil, porque muestra cómo tenemos que tratar a otros. Dice: “Vístanse de los tiernos cariños de compasión, bondad, humildad de mente, apacibilidad y gran paciencia. Continúen soportándose los unos a los otros y perdonándose sin reserva.”—Col. 3:12, 13.

      Sin embargo, algunos hombres piensan que no es propio de un hombre tratar a su esposa de este modo. Y sin embargo esta es la verdadera manera en que debe tratarse a las esposas. En realidad, las relaciones sexuales para una esposa quizás sean insatisfactorias, y aun desagradables, si su esposo no comprende que ella fue diseñada por Dios para responder a un hombre bondadoso y considerado, no a uno brusco y exigente.

      El Creador comprendió que los esposos, debido a tener que enfrentarse a tantas ideas equivocadas, necesitarían instrucción en cuanto a cómo amar a sus esposas. Es por eso que los anima a ser tiernos y considerados, diciendo: “Ustedes, esposos, continúen morando con ellas [sus esposas] de igual manera de acuerdo con conocimiento, asignándoles honra como a un vaso más débil, el femenino.”—1 Ped. 3:7.

      En lo que respecta a las relaciones sexuales, es especialmente importante que un esposo tenga en cuenta esta instrucción. Tiene que actuar de acuerdo con el conocimiento de cómo Dios hizo a las mujeres. Por lo general no son físicamente tan fuertes como los hombres, y emocionalmente por lo general son más delicadas y sentimentales que los hombres. Así es que Dios les dice a los esposos que den honra a sus esposas como a un vaso más débil, respetando su hechura, limitaciones y vicisitudes.

      Por lo tanto, es probable que haya ocasiones en que las esposas estén muy cansadas y no se sienten lo suficientemente bien para tener relaciones sexuales. Un esposo pudiera ser exigente, e imponer su voluntad. Quizás crea que esto es una demostración de su jefatura masculina, pensando que es señal de debilidad el acceder al deseo de ella de esperar hasta otra ocasión. Sin embargo, el respetar los sentimientos de su esposa en este asunto no es señal de debilidad, sino, más bien, de fuerza. Requiere hombría ejercer gobierno de sí mismo y no tomar como ofensa personal los deseos de su esposa.

      Además, es importante que el esposo actúe de acuerdo con conocimiento al prepararse y participar en la relación sexual. El debe entender que su esposa no llega a estar preparada sexualmente para recibirlo tan pronto como lo está él. Ella es más lenta para responder de un modo sexual.

      Por lo tanto, un esposo que sigue las instrucciones de Dios de honrar a su esposa tomará esto en consideración. La ayudará tierna y pacientemente a recibirlo, para que el acto matrimonial pueda ser igualmente agradable y satisfaciente para ambos. ¿Qué es lo que frecuentemente ocurre cuando una esposa recibe ese amor altruista de su esposo? El afectuoso amor que ella, a su vez, siente por él suaviza las fricciones que quizás se desarrollen en otros asuntos de la vida matrimonial.

      De hecho el sexo solo es una pequeña parte del matrimonio en la cual hay que aplicar las instrucciones de Dios. Un esposo no debe olvidarse de tratar a su esposa de acuerdo con conocimiento y con honra también en otros momentos. Por ejemplo, él tiene que comprender que su ciclo biológico puede, a veces, afectarla adversamente de modo físico, mental o emocional. Puede que en esas ocasiones ella haga y diga cosas que no haría comúnmente. Un esposo necesita tomar esto en consideración, y no ser excesivamente sensitivo si ella habla mordazmente o actúa abruptamente, sino continuar tratándola con bondad.

      Sin embargo hay mucho más en este asunto. El matrimonio de buen éxito requiere cooperación y comunicación. Aunque el esposo es el cabeza de la familia, antes de tomar decisiones él debe considerar las opiniones, gustos y aversiones de su esposa, aun dándole preferencia cuando no hay un principio en juego. De este modo le muestra honra.

      Por medio de seguir así el consejo de Dios, habrá paz y felicidad en el matrimonio. Pero si los cónyuges no cooperan en los diversos aspectos de su matrimonio, ¿qué puede suceder cuando se trata de las relaciones sexuales? Una esposa escribió muy francamente acerca de esto, diciendo:

      “Los hombres se quejan porque sus esposas son ‘frías.’ ¿Me permite contarle acerca de mi matrimonio? . . . He tratado de atraer [a mi esposo] a conversaciones acerca de mi trabajo . . . Y él nunca dice ni una sola palabra acerca del suyo, aunque hago muchas preguntas, esperando generar un poco de conversación entre nosotros. . . .

      “El domingo por la noche es su noche para esparcir el ánimo, así es que no vamos a ninguna parte. Me voy a la cama a las 9:30 ya que he pasado todo el día cocinando y limpiando. Él se acuesta después de la última película. Entonces comienza a buscar a una compañera de cama afectuosa.

      “Me pregunto cuántas mujeres casadas están ansiosas de hacerle el amor a un extraño que no les ha hablado en toda la semana.”

      Verdaderamente, esto es algo en que los esposos deben pensar. Si no existe una afectuosa intimidad en su matrimonio, ¿pudiera ser que usted lleva una considerable responsabilidad por esto? Requiere humildad reconocer las debilidades de uno y dar pasos para corregirlas. Sin embargo, el hacerlo así, sin duda le ayudará para proporcionarse a sí mismo y a su esposa mayor satisfacción y contentamiento.

      Pero quizás el problema en su familia es de una naturaleza completamente diferente. El esposo desea en una esposa más que una compañera sexual que lo satisfaga.

      Tratando otros problemas

      El cuidar del hogar y cocinar comidas sabrosas y nutritivas también son partes integrales del matrimonio. Un esposo expresó su queja llanamente: “Puede ser que otros esposos estén en desacuerdo conmigo, pero yo preferiría tener una casa más limpia e hijos mejor alimentados que una esposa que deja todo para poder descansar para la hora de la cama.”

      Es posible que su esposa tampoco pueda compararse con la “esposa capaz” descrita en la Biblia. (Pro. 31:10-31) ¿Qué puede uno hacer?

      Algunos esposos quizás, a modo de reprensión, hagan comparaciones con los hogares bien cuidados y la excelente cocina de otras esposas. Pero es probable que esto solo haga que sus esposas se resientan. ¡Cuánto mejor sería que el esposo instara a su esposa de tal modo que ella deseara mejorar su cuidado de la casa y su habilidad culinaria!

      Usando buen tacto se puede llamar la atención sobre la mala impresión que se crea en otros si la casa está desordenada, o si la familia está mal alimentada. Y si hay hijos, se podría hacer notar que ellos serán afectados adversamente más tarde en la vida debido al mal ejemplo que los padres ponen ahora. Si estos puntos se hacen notar con amor y bondad, le darán a la esposa incentivo para mejorar.

      Si su esposa nunca aprendió habilidades domésticas, anímela y ayúdela a aprender. Hágale saber lo mucho que usted aprecia sus esfuerzos. Aun si las mejoras son pequeñas, felicítela sinceramente. Entonces, en su día de descanso, o por la noche, ¿por qué no la ayuda lavando los platos y limpiando las alfombras y los pisos? Esto es aplicación práctica del consejo bíblico de ‘amar a tu esposa,’ y ciertamente producirá resultados provechosos.

      El esposo, también, necesita ser razonable, evitando ser excesivamente exigente. Uno, que a menudo reprendía a su esposa por no ser nítida, estuvo de vacaciones cuando su esposa tuvo que estar por corto tiempo en el hospital. Después de cuidar la casa y los hijos por unos pocos días y así darse cuenta por primera vez de todo lo que había que hacer, se disculpó sinceramente con su esposa por haber sido tan exigente.

      Así es que sea comprensivo y esté alerta para encomiar, en vez de exigir y criticar. Entonces si da una sugerencia para mejorar, probablemente será bien recibida.

      Prescindiendo de los problemas que surjan entre usted y su esposa, el tener presente que “los esposos deben estar amando a sus esposas,” ayudará a tratar la situación con buen éxito.—Efe. 5:28.

      Sin embargo, hoy en día en muchas familias los principales problemas se deben a los hijos. ¿Qué se puede hacer para tratar con éstos con buen éxito?

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