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  • ¿Qué se necesita para hacerlo feliz a usted?
    La Atalaya 1958 | 1 de noviembre
    • valor de un hombre por sus posesiones. Ven un automóvil nuevo y lo quieren y lo compran. Mientras están pagándolo ven una casa nueva que quieren. La compran pero hacen los pagos durante un largo período de tiempo. Todavía no satisfechos, ven muebles nuevos que tienen que tener, y los obtienen bajo el plan de “usted los usa mientras los paga.” Para ahora ha pasado un año y han salido los automóviles del modelo nuevo. Tienen que tener uno. No funciona mejor que otros. Cualquier diferencia que pueda tener se halla más en la imaginación de las personas que debajo de la cubierta del motor. Pero tienen que tener lo más nuevo, lo más reciente, lo mejor, y cuando obtienen eso rápidamente piensan en otra cosa que quieren y su vida se deteriora de modo que están corriendo tras ellos mismos en círculos de materialismo. Son atrapados en la vorágine de la mundanalidad: “el deseo de la carne y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno.”—1 Juan 2:16.

      17. ¿Qué mal padecen muchos, y a qué conduce?

      17 Tienen la comezón del dinero. Mientras más se rascan más comezón tienen, y mientras más comezón tienen más se rascan. La comezón de las palmas de la mano no se cura rascándolas; se inflaman cuando se hace eso. El abstenerse de rascarse es la manera de disminuir la comezón. Pero tienen la mente puesta en el dinero y el amor al dinero se halla en su corazón, y ésa es la raíz de su mal. No es el dinero, sino el amor al dinero; no es los placeres, sino el amor a los placeres; no es la casa ni los muebles ni el automóvil, sino el amor a la casa o a los muebles o al automóvil. Es este amor a cosas materiales lo que no deja lugar a la espiritualidad en la mente ni en el corazón, lo que ocupa la vida y mina la fuerza hasta que no queda tiempo ni fuerza para satisfacer las necesidades espirituales. Es en este amor al dinero que la ruina de muchos está arraigada: “Porque nada hemos traído al mundo, ni tampoco podemos llevar cosa alguna. Teniendo pues alimento y con qué cubrirnos, estaremos contentos con estas cosas. Sin embargo, los que se resuelven a ser ricos caen en la tentación y en un lazo y en muchos deseos insensatos y dañinos que hunden a los hombres en destrucción y ruina. Porque el amor al dinero es raíz de toda suerte de cosas perjudiciales, y esforzándose para lograr este amor algunos han sido desviados de la fe y se han acribillado con muchos dolores.”—1 Tim. 6:7-10.

      HAGA LUGAR PARA EL ESPÍRITU

      18. ¿Qué textos bíblicos muestran el conflicto entre la carne y el espíritu, y a qué conduce cada uno?

      18 El apóstol Pablo no se dejó embaucar por su carne caída: “Sé que en mí, es decir, en mi carne, nada bueno habita; porque habilidad para desear está presente conmigo, pero habilidad para desempeñar lo que es recto no está presente. Porque lo bueno que deseo no lo hago, pero lo malo que no deseo es lo que practico. Verdaderamente me deleito en la ley de Dios de acuerdo con el hombre que soy dentro, pero contemplo en mis miembros otra ley peleando contra la ley de mi mente y conduciéndome cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.” La carne significa la criatura humana caída con sus tendencias, inclinaciones, impulsos y deseos pecaminosos. Esta carne se vende bajo el pecado como esclava del pecado, y el pecado como amo suyo la impele contra la ley espiritual de Dios que entra en nuestra mente mediante un estudio de la Palabra de Jehová. La carne pecaminosa se opone al espíritu y nos obliga a hacer cosas que quisiéramos evitar: “Porque la carne está contra el espíritu en su deseo, y el espíritu contra la carne, porque éstos están opuestos el uno al otro, de manera que las mismas cosas que ustedes quisieran hacer no las hacen.” Si nuestro espíritu o disposición mental está de acuerdo con el espíritu de Jehová y su Palabra, nos dirigirá en los caminos correctos, y el espíritu tiene que triunfar sobre nuestra carne opositora si hemos de vivir en vez de morir: “Los que están de acuerdo con la carne fijan su mente en las cosas de la carne, pero los que están de acuerdo con el espíritu en las cosas del espíritu. Porque el atender a la carne significa muerte, pero el atender al espíritu significa vida y paz.”—Rom. 7:18, 19, 22, 23; Gál. 5:17; Rom. 8:5, 6.

      19. ¿Qué hay que incluir cuando se cuenta el costo total del materialismo?

      19 Con la ayuda del espíritu de Jehová y por medio de guardar nuestro espíritu de acuerdo con el de él podemos triunfar sobre la carne caída. Pero esto significa que tenemos que hacer lugar para las cosas del espíritu. El buscar cosas materiales que en sí mismas no son malas puede resultar en nuestra ruina al consumir todo nuestro tiempo. Si usted no puede apagar la televisión cuando debe ser apagada, ella le costará a usted más que el precio de compra. Le cuesta a usted el tiempo de verla. Puede costarle a usted el concurrir a las reuniones o revisitas o estudios bíblicos. A causa de su automóvil costoso o casa hermosa tal vez tenga usted que dejar el privilegio de enseñar a alguien la verdad o de entrenarlo para servir a Jehová. Cuente el costo total del materialismo. Cuente más que los dólares y centavos que se hallan en las etiquetas de los precios. Cuente el costo en cuanto a la espiritualidad también. No había nada malo en que el joven gobernante rico tuviera riquezas, pero ello le impidió seguir a Jesús, lo cual estuvo mal. No había nada malo en el acto de examinar una compra de bueyes, o en estar con una nueva esposa, o en ver un pedazo de propiedad acabado de comprar; pero si las cosas inofensivas le impiden a usted servir a Jehová se hacen dañinas. Usted puede permitirles que se conviertan en espinos que ahoguen lo bueno: “Todavía hay otros que son sembrados entre los espinos; éstos son los que han oído la palabra, pero las ansiedades de este sistema de cosas y el poder engañoso de la riqueza y los deseos de las demás cosas hacen incursiones y ahogan la palabra, y ésta se hace infructífera.”—Mar. 4:18, 19.

      20. ¿Qué deben considerar los que tratan de renunciar al materialismo, y qué dijo Pablo en cuanto al asunto?

      20 Desarraigue usted el materialismo para hacer lugar para el espíritu. “No apaguen el fuego del espíritu,” amonesta Pablo. Un fuego necesita aire; si se le amontona demasiado material combustible, el fuego queda sofocado. No sofoque usted el fuego del espíritu con una sobrecarga de preocupaciones y posesiones materiales. Tomando en cuenta que el tiempo y la energía están limitados “ustedes no pueden ser esclavos de Dios y de las Riquezas.” ¿Qué escogerá usted? ¿Se le hace difícil decidirse a renunciar al materialismo? Entonces considere esto. Usted ha principiado estudios bíblicos con personas que más tarde los suspendieron cuando vieron las obligaciones de servicio. Usted sabía que estaban equivocadas, que no deberían haberse preocupado acerca de tales cosas, porque con el tiempo al aprender más se habrían fortalecido y habrían querido predicar. Ellas podían ver lo que tenían que dejar, pero eran demasiado nuevas para apreciar lo que ganarían. Bueno, algunos testigos son semejantes a esto concerniente al materialismo. Ven lo que se les pide que dejen, pero no aprecian lo que ganarán espiritualmente. Pero pueden creer lo que Pablo dijo, puesto que él estaba inspirado: “Verdaderamente considero también que todas las cosas son pérdida a causa del valor sobresaliente del conocimiento de Cristo Jesús mi Señor. Por motivo de él he aceptado la pérdida de todas las cosas y las considero un montón de basura, para que pueda ganar a Cristo.” Por eso mire usted más allá de la pérdida material para ver la ganancia espiritual que convierte en nada la pérdida.—1 Tes. 5:19; Mat. 6:24; Fili. 3:8.

      21. ¿Cómo tratan algunos de justificar su materialismo, y qué dijo Pablo en cuanto al asunto?

      21 El materialismo deja su marca en la persona. Observe al hombre que se inclina hacia las cosas materiales. Ahora da más atención a su ropa, a su vivienda, a su automóvil, a las diversiones. Tal vez sostenga que su posición exige que presente una buena apariencia, que el mundo espera tal cosa de él. Pero aguarde, ¿Es el puesto de él superior al de Jesús cuando estuvo en la tierra? ¿Permitió él que el mundo modelara sus normas por la manera materialista en que el mundo veía las cosas? ¿Tuvo Jesús los corceles más finos en que cabalgar o un lugar lujoso donde recostar la cabeza? No, él repudió el materialismo tanto por palabra como por hechos. Él puso un ejemplo de humildad al lavar los pies a sus discípulos. En vez de que su puesto exigiera apariencias ostentosas, él creyó que exigía exactamente lo contrario. Él estaba interesado en fuerza espiritual, no en exhibición. Pero observe al hombre que se hace materialista. ¿Son sus comentarios tan buenos, sus discursos tan edificativos, su conversación tan espiritualmente perceptiva como antes? Si no lo son, su materialismo se está manifestando, ya sea que tenga ojos que lo vean o no. Sus hermanos pueden verlo, y esté seguro de que Dios puede verlo: “No sean engañados: Dios no es alguien de quien uno se pueda mofar. Porque cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará; porque el que esté sembrando con el pensamiento en su carne segará de su carne la corrupción, pero el que esté sembrando con el pensamiento en el espíritu segará del espíritu la vida eterna. Por lo tanto, no desistamos de hacer lo que es recto, porque segaremos al tiempo debido si no nos rendimos.”—Gál. 6:7-9.

      22. ¿Cuál es un gran mal del materialismo, y qué puede costarle a usted este mal?

      22 Jesús dijo: “Si alguien quiere venir en pos de mí, que se niegue.” Un gran mal del materialismo es que sus víctimas no se niegan. Dado que no se ve, igual que las termitas en la madera, corroe el poder y la fuerza de la voluntad. El complacer los gustos de la carne carcome la fibra moral y nos roba ese fruto del espíritu que se llama gobierno de uno mismo. Diariamente debemos ejercer la habilidad de decirnos no en las cosas pequeñas, pues sin el ejercicio diario de la facultad del esfuerzo perdemos la facultad del esfuerzo. Por medio de negarnos cosas pequeñas desarrollamos fuerza para decirnos no cuando hay que hacer decisiones importantes. Siendo fieles en lo poco, seremos fieles en lo mucho. O el fracasar en cosas pequeñas establece el modelo para fracasar en cosas grandes. El no poder uno negarse algo puede costarle la vida: “En realidad, ¿qué beneficia el hombre si gana todo el mundo y pierde su alma?” No pierda usted la cabeza tratando de ir a la cabeza. Usted no puede andar con Dios y correr con los del mundo. El dinero es un dios de este mundo moderno y para los del mundo el dinero habla. Están sordos cuando Jehová habla, pero aguzan el oído cuando el dinero habla. Pueden oír al dinero susurrar en el sótano, pero no pueden oír la predicación desde los tejados. El dinero no tiene voz, pero puede persuadirlos a lo que sea o disuadirlos de lo que sea, puede disuadirlos de su vida, puede persuadirlos a morir. Es mejor que nosotros escuchemos a los cielos mudos proclamar la gloria de Jehová.—Mar. 8:34, 36; Sal. 19:1-4.

      23. ¿Por qué debemos cultivar gustos sencillos y cómo se entrenó Pablo?

      23 Para ser feliz, satisfaga deseos. Para satisfacer deseos, manténgalos sencillos. No haga que la felicidad dependa de las posesiones. Muchas cosas que se toman por necesidades de ninguna manera son tal cosa. Puede cultivarse el gusto de un narcótico y es difícil romper el hábito, pero puede ser roto y el adicto puede ser libertado. Cultive el materialismo y los deseos se ensanchan más allá del poder que tenemos para satisfacerlos. “No te afanes para ganar riquezas. Cesa de tu propio entendimiento.” Cultive gustos sencillos que no esclavicen. Pablo se entrenó a estar satisfecho en cualesquier circunstancias materiales en que se hallaba: “He aprendido, en cualesquier circunstancias que esté, a bastarme a mí mismo. Sé en verdad pasarlo con escasas provisiones, sé en verdad tener abundancia. En todo y en toda circunstancia he aprendido el secreto tanto de estar lleno como de tener hambre, tanto de tener abundancia como de estar en escasez.” El carecer de algo no lo amargó, el tener abundancia no lo arrojó al hoyo del materialismo. Él observó su propio consejo: “Que su manera de vivir sea exenta del amor al dinero, estando contentos con las cosas presentes.” Pablo estuvo contento, fuera que poco o mucho estuviese presente. Sus necesidades materiales eran sencillas, sus riquezas espirituales eran grandes.—Pro. 23:4; Fili. 4:11, 12; Heb.13:5.

      24. ¿De qué cosas abundantes podemos derivar placer, y cuáles son las cosas más vitales que se necesitan para hacernos felices?

      24 Para ser feliz, recuerde cómo Dios lo hizo a usted, de la tierra, para la tierra. Los placeres verdaderos se hallan en las cosas que Dios hizo: la bóveda negra desde la cual millares de estrellas titilan y brillan, el calor del sol, la frescura de las brisas, la fragancia de las flores, el canto de los pájaros, la gracia de los animales, las colinas onduladas y los riscos que descuellan, los ríos impetuosos y los perezosos arroyos, las praderas lozanas y los bosques tupidos, el brillo de la nieve en el sol y el ruido acompasado de la lluvia en el techo, el chirrido del grillo en el sótano, el canto de la rana en el estanque y el chapoteo de un pez que envía ondulaciones en círculos bajo la luz de la luna. Aun más placer se encuentra en la compañía de personas sociales, pues el hombre fué hecho una criatura social. Un pensamiento bondadoso, un toque compasivo, un ademán o expresión suave, una sonrisa afectuosa y un acto de amor, la risa de un niño cuando juega y el murmullo de un bebé en su cuna, la dignidad y la sabiduría de un anciano rico de experiencias de la vida—éstas son cosas que satisfacen. Lo que somos es lo que cuenta, no lo que aparentamos ser. Es el amor que tenemos, no la posición social. Es lo que podemos dar, no lo que podemos obtener. Es el tesoro en el cielo que tenemos, no el acumulamiento de oro en la tierra. Es el contentamiento con poco en vez de la ansiedad con mucho lo que importa. Es el obtener los pensamientos de Dios para hacernos sabios, el usar esta sabiduría para encauzar nuestro poder, el seguir sus principios para asegurar la justicia y el imitarlo en mostrar amor que supla las necesidades y satisfaga las hambres que él colocó en nosotros. Y todo esto es lo que se necesita para hacernos felices.

  • Son inadecuados los remedios materiales
    La Atalaya 1958 | 1 de noviembre
    • Son inadecuados los remedios materiales

      En The Humanities After the War (Las humanidades después de la guerra) W. Mac-Neile Dixon escribe: “Aunque se dediquen a ella durante días de fatiga y noches de desvelo, la búsqueda por remedios materiales para calmar o curar nuestras angustias espirituales no puede terminar más que en una sola cosa—fracaso. Tendrá que hacerse mucho más que alimentar a los hambrientos, alojar a los pobres, vestir a los necesitados, sin considerar cuán generosamente ideados sean estos empeños ni cuán devota sea su administración. Se acerca el día en que tendrá que aceptarse la gran verdad, y hasta la fecha no se ha proclamado otra mayor, de que ‘no de pan solamente vive el hombre.’ Cuando esto sea aceptado, y no antes, se colocará la piedra de cimiento de una civilización digna del nombre.”

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