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Progresando hacia la madurezLa Atalaya 1961 | 1 de noviembre
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mundo sean orgullosas, de malos modales e inconsideradas, debido a que ésta es una sociedad en ensanchamiento. Cada año veintenas de millares de personas entran en la sociedad del nuevo mundo procedentes de la sociedad del viejo mundo donde tales prácticas son parte de la rutina diaria. Pero el punto es que tales personas nuevas y el resto de nosotros reconoceremos que son bebés espirituales, inmaturos, y que con el tiempo, a medida que progresen hacia la madurez, abandonarán las prácticas y actitudes del viejo mundo y progresivamente ‘reharán su mente’ para el modo de vivir del nuevo mundo. (Rom. 12:1,2) En vez de dejar que lo hagan tropezar las personas inmaturas, ayúdelas a progresar hacia la madurez. Usted tiene tantos ejemplos excelentes del modo de vivir cristiano. Piense en los muchos superintendentes, siervos viajeros, y otros que son maduros, que sí ponen el ejemplo correcto en el modo de vivir cristiano para toda la congregación. Sígalos como ellos siguen a Cristo.—1 Cor. 13:4-6; 11:1.
22. ¿Por qué no se dejarán envolver en discusiones por preguntas insensatas los de la sociedad del nuevo mundo?
22 Una persona madura no pelea con palabras a causa de preguntas sin sentido. Si mediante investigación puede obtenerse la respuesta, hará un esfuerzo razonable por hallarla, pero no se dejará envolver tratando de hallar la solución a cada problema, tal como, ‘¿Cuándo viene el Armagedón?’ o, ‘¿Cree usted que el hombre vivirá alguna vez en Marte?’ Pablo dijo en Segunda de Timoteo 2:23: “Además, rechaza las averiguaciones necias y dadas a la especulación, sabiendo que engendran peleas.”
23, 24. ¿Cómo se muestra la madurez en conexión con zanjar disputas y aceptar responsabilidad?
23 La gente inmatura guarda rencor, pero una persona madura progresará hasta el grado de que estará presta en cuanto a zanjar disputas. Pablo aconsejó: “Enójense, y no obstante no pequen; no se ponga el sol mientras estén ustedes en un estado irritado.”—Efe. 4:26.
24 Muestre su progreso hacia la madurez por medio de aceptar responsabilidad. ¿Se ha dedicado usted a Jehová? Entonces no se retraiga cuando se le pida que asuma responsabilidad. No sea como Jonás, que trató de huir a Tarsis en vez de aceptar la responsabilidad de ir a Nínive, su asignación dada por Dios.—Jon. 1:1-3.
RECOMPENSAS
25-27. ¿Cuáles son las recompensas de la madurez?
25 Las recompensas de la madurez verdaderamente son ricas. Un conocimiento profundo y acertado produce satisfacción interior que el dinero no puede comprar. Tal conocimiento profundo lo capacita a usted a ser un maestro eficaz. ¿Estuvo usted feliz cuando alcanzó un conocimiento acertado de la verdad de la Biblia? Usted estará mucho más feliz cuando haya progresado a la madurez y esté llevando regularmente a otros esta verdad preciosa. Los que han tenido esta experiencia pueden dar testimonio de que hay mayor felicidad en dar la verdad que en recibirla.—Col. 2:2; Hech. 20:35.
26 Otra recompensa de la madurez es que la productividad trae la bendición de Jehová. Pablo dijo: “Yo planté, Apolos regó, pero Dios siguió haciéndolo crecer.” (1 Cor. 3:6) ¡Imagínese la satisfacción regocijante al saber que usted es colaborador de Dios, como si Dios lo necesitase a usted! Por eso cuando usted ve el trabajo de sus manos, sí, alguien a quien usted ha enseñado, ponerse de parte de la sociedad del nuevo mundo, usted sabrá que Dios está contento con usted y que está trabajando con usted. Jesús dijo, según se registra en Juan 6:44: “Ningún hombre puede venir a mí a menos que el Padre, quien me envió, lo atraiga.”
27 Finalmente, la madurez lo capacita a uno para ensanchadas oportunidades de servicio. Prepárese para asumir tales privilegios ensanchados. No esquive la responsabilidad, sino dé gracias a Dios por su bondad inmerecida, acepte la responsabilidad, y siga creciendo en esa bondad inmerecida y jamás pase por alto su propósito. Sí, continúe progresando hacia mayor madurez.—2 Ped. 3:18.
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Ciudad que confiaba en fortificacionesLa Atalaya 1961 | 1 de noviembre
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Ciudad que confiaba en fortificaciones
LAQUÍS fue una ciudad que se creía segura e inexpugnable. Sí, sus habitantes confiaban en las fortificaciones de la ciudad; abandonaron a Jehová. Laquís estaba poco menos de cincuenta kilómetros al sudoeste de Jerusalén. Antes de avanzar contra Jerusalén el rey Senaquerib de Asiria se resolvió a neutralizar la plaza fuerte de Laquís. “Ahora bien, sucedió,” dice la Biblia, “que Senaquerib el rey de Asiria subió contra todas las ciudades fortificadas de Judá y procedió a apoderarse de ellas. Y el rey de Asiria por fin envió a Rabsaces de Laquís a Jerusalén.”—Isa. 36:1, 2.
Los hallazgos arqueológicos nos dan una idea en cuanto a la ferocidad del asedio contra Laquís. Por orden del rey Senaquerib se produjeron relieves macizos del asedio. Estos relieves, que actualmente se hallan en el Museo Británico, los descubrió sir Austen Layard en las ruinas de Nínive. Describiendo la obra esculpida en trece tablas de piedra, Juan Elder escribe en Prophets, Idols and Diggers:
“Por encima tienen escritas las palabras: ‘Senaquerib, rey del mundo, rey de Asiria, se sentó sobre un trono-nimedu y pasó revista a los despojos [tomados] de Laquís (La-ki-su).’ Se representan las murallas de la ciudad de Laquís en la cima de un montículo empinado. Hay torres y proyecciones con ventanillas con barras; barandillas de madera y lo que parecen ser escudos redondos sobresalen del parapeto de las torres. . . .
“Las murallas y las torres hierven de defensores que están disparando piedras y flechas contra los asaltadores. Se pueden contar por lo menos diez montículos de sitio que los asaltadores han levantado contra la explanada empinada que protege las murallas. Estos los han construido de ladrillo, piedra, terreno y troncos de árboles. Hay siete arietes que han hecho rodar en estas rampas hasta los muros. Cada una de las máquinas de asedio está montada sobre cuatro ruedas y está cubierta de cuero y tiene una cubierta en frente. Cada una abriga a tres hombres—uno que maneja el ariete o que usa una barra de hierro con una punta para entresacar piedras de las murallas; otro que dispara flechas desde debajo de la cubierta; y el tercero que echa agua con una cuchara de mango largo sobre las teas que los defensores arrojan sobre el tanque primitivo. En este bajorrelieve todo está sucediendo a la misma vez; el cerco, el sitio, el asalto y la capitulación.
“Los arqueros están arrodillados en la primera fila, en la siguiente están inclinados hacia adelante, y en la tercera están erguidos de pie, y a todos se les representa disparando flechas contra los defensores de la ciudad. Escuderos con escudos de mimbre cubiertos de cuero están allí para proteger a los arqueros, los cuales también se abrigan detrás de las filas. Hay honderos y lanzas. Las escaleras puestas para escalar los muros se vienen abajo; en un esfuerzo desesperado por detener el avance, los sitiados están arrojando sus carros sobre las cabezas de los asaltadores.”
Cuando Senaquerib amenazó a Jerusalén, el rey Ezequías puso en manos de Jehová la defensa de la ciudad, y en una sola noche el ángel de Jehová hirió a 185,000 soldados en el campamento de los asirios. “Por lo tanto Senaquerib el rey de Asiria se apartó.”—2 Rey. 19:35, 36.
Con el tiempo Laquís fue edificada de nuevo y vino a ser una ciudad fuerte. Cuando Jehová hizo que el rey Nabucodonosor de Babilonia asaltara a la Jerusalén infiel en 607 a. de J.C., Laquís no escapó de la destrucción tampoco. Sus habitantes habían abandonado a Jehová, y la ciudad merecía la destrucción, como lo predijo Miqueas. (Miq. 1:13) Las ruinas de Laquís fueron objeto de una exploración que la Expedición de Investigación Arqueológica Wellcome—Marston, encabezada al principio por J. L. Starkey, efectuó en el decenio que empezó en 1930. La expedición descubrió evidencia formidable del sitio que Nabucodonosor realizó. Dice Werner Keller en el libro The Bible as History:
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