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La senda de la hospitalidadLa Atalaya 1957 | 15 de junio
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extraño llega a su puerta, ¿está usted provisto de aceite y vino para curar sus heridas, ya sea que hayan sido causadas por la evolución, la trinidad o el espiritismo? Por eso, sea precavido. Esté preparado. Tenga con usted este aceite y vino dondequiera que esté usted, ya sea en un tren, barco o autobús, o andando, o cuando vaya en automóvil, o esté en la casa. Entonces cuando se encuentre a un extraño a quien han ‘robado y golpeado,’ usted estará preparado para ser hospitalario—dondequiera que sea, a la hora que sea.
15, 16. (a) ¿Con qué acto hospitalario de los testigos de Jehová puede compararse el acto del samaritano de usar su “propia bestia” para llevar a un extraño a una hostería? (b) ¿Qué cualidad deben tener imprescindiblemente los siervos de una congregación? ¿Por qué?
15 El buen samaritano hizo más que sólo administrar aceite y vino; usó su propia bestia para llevar al extraño a una hostería, donde podría recibir mejor atención. De modo que los testigos de Jehová gozosamente usan sus propios automóviles para ayudar al extraño de buena voluntad a que venga al Salón del Reino, donde se le recibe hospitalariamente y se le cuida tiernamente. Los propietarios de antiguas hosterías a menudo eran famosos por su hospitalidad. Así que los siervos de una congregación deben reflejar un espíritu hospitalario, semejante al de una hostería. Tan importante es este espíritu hospitalario que sin él una persona no está capacitada para ser nombrada siervo. En 1 Timoteo 3:2 (NM) el apóstol explica que todo el que quiera ser superintendente tiene que ser “amador de los extraños,” o, según la nota al pie de la página, “hospitalario.”
16 ¿Qué es lo que da a las congregaciones de testigos de Jehová una atmósfera de cordialidad que no se encuentra en el mundo? ¿Es el Salón del Reino? No, un Salón del Reino puede ser el más hermoso y el más nuevo del país y no obstante puede tener la congregación más indiferente, más fría. Más bien, lo que hace a una congregación cordial es que todos los hermanos, y especialmente los siervos, siguen la senda de la hospitalidad.
17. ¿Cómo pueden manifestar hospitalidad los hermanos en el Salón del Reino?
17 Siervos, ¿reina una atmósfera de buena acogida en su Salón del Reino? ¿Hacen ustedes que los extraños se sientan como si estuvieran en su propia casa? ¿Se les lleva a un recorrido del salón y se les explica el cuadro de actividades, las fotografías de las asambleas, etc.? ¿Está abierto el Salón del Reino con suficiente tiempo antes de la reunión pública para que un extraño nunca tenga que esperar afuera? ¿Comparten prestamente los hermanos sus libros de cánticos y La Atalaya con los extraños? En las congregaciones donde los siervos se proponen sin falta dar una buena acogida a todos, a extraños y hermanos por igual, hay tal cordialidad ardiente que los hermanos no quieren salir del Salón del Reino después de una reunión.
18, 19. (a) ¿Qué sucede cuando los siervos se olvidan de seguir la senda de la hospitalidad? (b) ¿Cómo pueden los hermanos reservados allegarse fácilmente a los extraños sin que hayan sido presentados?
18 Pero a veces los siervos se olvidan de la senda de la hospitalidad. Entonces toda la congregación se olvida. ¿Y qué pasa? En vez de la atmósfera cordial semejante a la de una hostería, el Salón del Reino adquiere la atmósfera de una estación de ferrocarril. ¿Sabe usted lo que es eso? Usted entra en una estación de ferrocarril. Nadie le presta atención. Nadie le habla. Usted camina cerca de la gente, pero nadie le mira y a nadie le importa que usted esté allí. Se sienta junto a las personas; ni siquiera se esfuerzan por levantar la cabeza de lo que están leyendo. Si levantan la cabeza y usted sonríe, ellas no se sonríen con usted. Aquél sólo es un lugar para sentarse y esperar; y usted siempre se alegra cuando se termina la espera y usted puede salir. Esto es una estación de ferrocarril. Ahora bien, ¿qué pasaría si los siervos en ocasión alguna permitieran que el Salón del Reino adquiriera esa atmósfera de estación de ferrocarril—y entrara un extraño?
19 Pues, el extraño se diría a sí mismo: ‘¡Gran hospitalidad! Ellos son benignos conmigo cuando les hablo en la esquina de la calle o cuando vienen a mi puerta. Ahora que estoy aquí en medio de ellos ni siquiera saben que estoy aquí. Tal vez no quieran que yo esté aquí. Quizás no deba volver.’ Sí, eso puede suceder. Ha sucedido. Nunca deje que eso suceda en su congregación. Esté alerta para dar una buena recepción a los extraños. Si algunos hermanos son reservados ya de por sí, pueden allegarse fácilmente a los extraños usando preguntas como: “¿Qué le pareció el discurso?” o, “Nuestras reuniones son diferentes de las de otras organizaciones religiosas, ¿no es verdad?” Y, por supuesto, no hay por qué titubear acerca de hablar de lo obvio—el tiempo. Después de una visita al Salón del Reino, un extraño ya no debe ser un extraño, sino que debe ser recibido de manera cordial, como si fuera un hermano. “Recíbanse bien unos a otros, así como el Cristo también nos recibió bien.”—Rom. 15:7, NM.
20. ¿Qué significa ‘seguir la senda de la hospitalidad’?
20 Así que verdaderamente obraremos como mandó el apóstol: “Sigan la senda de la hospitalidad.” El ‘seguir’ la senda de la hospitalidad significa más que sólo tener el deseo de ser hospitalarios; significa serlo de costumbre, buscar la senda, estar siempre alerta para ejercer benignidad y valerse de toda oportunidad para derramar “aceite y vino” sobre las heridas espirituales de los extraños. Pero nunca piense que esta senda de hospitalidad que enriquece es algo que se reserva únicamente para los extraños. Pues es mediante nuestra benignidad y hospitalidad que también podemos mostrar evidencia convincente de nuestro amor fraternal. “Con referencia al amor fraternal, ustedes no necesitan que les estemos escribiendo, porque ustedes mismos son enseñados por Dios a amarse unos a otros; . . . Pero nosotros los exhortamos a ustedes, hermanos, a que lo sigan haciendo en medida más plena.” Mediante el seguir la senda de la hospitalidad para con nuestros hermanos, sí, por medio de compartir “con los santos según sus necesidades,” podemos mostrar nuestro amor “en medida más plena.”—Rom. 12:13; 1 Tes. 4:9, 10, NM.
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Un comentario apropiado sobre nuestros díasLa Atalaya 1957 | 15 de junio
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Un comentario apropiado sobre nuestros días
Al tiempo de morir en 1896 Alfredo B. Nóbel, científico sueco e inventor de la dinamita, dejó un fondo de $9,000,000 (dólares), y el interés de dicho fondo había de distribuirse anualmente a los hombres que habían hecho la mayor contribución al bien del género humano durante el año previo. Estos premios Nóbel se dan en los campos de la física, química, medicina y fisiología, literatura y paz. El 7 de noviembre de 1956 el Comité del premio Nóbel de paz anunció que no se había hallado a una persona digna del premio de la paz en 1955 o en 1956. El premio de 1955 de $36,720 pudo haberse conseguido como premio demorado en 1956; ya no puede concederse. El premio de 1956 de $38,634 puede conferirse durante el año venidero, pero al tiempo de hacerse el anuncio no se consideró digno del premio ningún logro en el campo de la paz.
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