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Regocijándose en asociaciones del nuevo mundoLa Atalaya 1961 | 1 de octubre
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ENSANCHANDO NUESTRO AFECTO
14. ¿Cómo puede aplicarse el principio de que “hay más felicidad en dar que la que hay en recibir” a nuestras asociaciones en la sociedad del nuevo mundo?
14 No queremos hallarnos ‘constreñidos por lugar en nuestro afecto’ por los hermanos. Más bien, ‘ensanche’ su amor para con los hermanos, incluyéndolos a todos, compartiendo su propia asociación generosamente con ellos. El principio de que “hay más felicidad en dar que la que hay en recibir” aplica muy apropiadamente a este asunto de la asociación. Por ejemplo, una persona de buena voluntad empieza a asistir a las reuniones. Debido a timidez y falta de educación tiene dificultad en expresarse. Al principio hallamos que es difícil conversar con ella, pero porque le tenemos amor a esta oveja nueva, seguimos nuestros esfuerzos para hacer que se sienta cómoda entre nosotros. En el ambiente de compañerismo cristiano feliz ella empieza a perder su timidez. Por medio de entrenamiento en la escuela del ministerio ella aprende a expresarse en cuanto a los propósitos de Dios, y luego a participar efectivamente en el ministerio. Pronto empieza a regocijarse en experiencias felices en la obra de predicar, y comparte éstas con nosotros. Su timidez y reserva son cosas del pasado. En vez de eso está burbujeando de gozo, y nos regocijamos con ella al ver su adelantamiento en la verdad y su feliz asociación con nosotros como hermanos. Esto no lo hubiéramos experimentado si nuestros corazones hubieran permanecido ‘constreñidos,’ sin ‘ensancharse’ para incluir a este nuevo entre nosotros.—2 Cor. 6:12, 13; Hech. 20:35.
15, 16. ¿Cómo podemos mostrar interés en nuestros hermanos?
15 Ser generoso en sus asociaciones quiere decir estar interesado en sus hermanos, “vigilando, no con interés personal solo sus propios asuntos, sino también con interés personal los de los demás.” Tenga usted un interés sincero en el progreso espiritual de sus hermanos, regocijándose en cada paso de adelanto que ellos dan en el camino hacia la madurez cristiana. ¡Cuán felices nos sentimos cuando alguien con quien hemos estado estudiando empieza a venir a las reuniones, hace su primer comentario en el estudio de La Atalaya y empieza a salir en el servicio del campo! Con deleite conversamos con nuestros compañeros publicadores del Reino acerca del progreso de este nuevo. Cuando viene a las reuniones tenemos gusto en presentarlo a los siervos y a otros que están reunidos allí. Todo considerado, ¿no es ésta una carta de recomendación para nosotros como ministros? Pero para resguardarnos de cualquier tendencia a jactarnos, como si esto fuera el resultado de nuestros propios esfuerzos, debemos estar igual de listos para regocijarnos con nuestros hermanos en las experiencias parecidas que ellos tienen con otros nuevos que están dando los mismos pasos en crecimiento cristiano.—Fili. 2:4; Rom. 12:15,16.
16 Tenga interés también en los que son débiles e irregulares en asistir a las reuniones y que están en peligro de enfermarse espiritualmente. Esté listo para hablar con ellos y animarlos cuando vienen a las reuniones o cuando usted los visita. Haga posible que se sientan animados por dicha asociación. Pablo escribió: “Siga buscando cada uno, no su propio provecho, sino el de la otra persona.” Algunas veces una sonrisa amigable, el estrecharse la mano o el compartir con ellos una experiencia pueden ser la manera de incitar los corazones de los enfermizos espiritualmente para que deseen reanudar su actividad en el servicio de Jehová. Esta manera de dar generosamente de nosotros mismos, el estar interesados los unos en los otros, contribuye grandemente al gozo de la congregación con la cual estamos asociados.—1 Cor. 10:24.
17. Cuándo le parece a uno que hace falta cordialidad en la asociación con los hermanos, ¿qué sería bueno hacer?
17 De vez en cuando quizás se oiga la queja: “Algo no camina bien en nuestra congregación. No hay cordialidad entre los hermanos, y parece que ni me conocen cuando voy a las reuniones.” Ciertamente si hay una falta del espíritu de Jehová y por eso una falta de gozo entre la congregación, éste es un asunto de importancia para todos los de la congregación, y especialmente para el superintendente. Pero ¿no sería cosa buena que el que siente la falta de cordialidad mejor se pregunte a sí mismo: “¿Qué estoy haciendo yo para promover gozo entre los hermanos? ¿Estoy yendo a las reuniones solamente para adquirir algo para mí mismo, o voy con el deseo de contribuir algo en son de comentarios y asociación con los hermanos? ¿Me encargo de saludar cordialmente a otros y de presentarme a los nuevos? ¿Estoy verdaderamente interesado en mis hermanos, o estoy concentrado en mí mismo, vigilando solamente mis propios intereses? Posiblemente es el mismo quejoso quien es frío, falto de cordialidad, inaccesible. Para que el amor produzca verdadero gozo tiene que hacerse una contribución de ambos lados. Al mismo tiempo, porque una persona rehúsa corresponder no dejaremos de hacer lo que es correcto en cuanto a seguir hablando amistosamente a dicha persona según se ofrezca la oportunidad.
18. ¿En qué asuntos concernientes a nuestros hermanos deberíamos mostrar interés, pero qué debe evitarse?
18 Tener “interés personal” en nuestro compañero cristiano no quiere decir meternos en sus asuntos privados y familiares, llegando a ser de esta manera un “entremetido en los asuntos de otras personas.” Ciertamente debemos gozar del compañerismo social de nuestros hermanos según tengamos oportunidad, y esos tiempos pueden ser muy gozosos y contribuir mucho a nuestra felicidad. (Vea La Atalaya del 15 de julio de 1960, páginas 436, 437.) Pero el meterse en los asuntos privados de otra persona, o sencillamente pasar demasiado tiempo en visitas sociales, prestamente puede detraer, o arruinar completamente, el gozo de compañerismo espiritual. (1 Ped. 4:15; Pro. 25:17) Es en cuanto a las actividades teocráticas y el bienestar espiritual de nuestros hermanos que debemos interesarnos, derivando nuestro gozo de su asociación teocrática, regocijándonos en sus experiencias del servicio, sintiéndonos felices porque participamos con ellos en alabar el nombre de nuestro Dios, Jehová. Sí, hallamos gran gozo en nuestros hermanos. Así como el apóstol Pablo escribió a los filipenses: “Hermanos míos amados y anhelados, [mi] gozo.”—Fili. 4:1; 1 Tes. 2:19, 20.
19, 20. (a) ¿Qué cosas nos ayudarán a edificar nuestras asociaciones del nuevo mundo sobre fundamentos correctos? (b) ¿De qué manera es parecida la asociación en la sociedad del nuevo mundo a la de una familia?
19 Para gozar cabalmente del privilegio de la asociación del nuevo mundo tenemos que asegurarnos de que nuestra relación con nuestros hermanos se ha edificado sobre el fundamento correcto. Si somos jóvenes debemos resguardarnos contra el manifestar falta de respeto hacia los de mayor edad en la congregación, tratándolos con familiaridad excesiva. Más bien, tratémoslos como a “padres.” Manifestemos respeto por la diferencia en los sexos, manteniendo nuestra asociación limpia y pura, sin nunca abusar del privilegio que disfrutamos de tener compañerismo cristiano. El regocijarse en la asociación de nuestros hermanos no quiere decir que debemos mostrar demasiada efusión o ser extremosos. Tenemos que resguardarnos contra el hacer solamente una demostración hipócrita de amistad que carezca de interés genuino de unos para con otros.—1 Tim. 5:1, 2; Rom. 12:9.
20 Cuando uno llega a asociarse con los de la sociedad del nuevo mundo es parecido a entrar a una familia. Entre una familia los miembros llegan a conocerse bien los unos a los otros, tanto en cuanto a sus faltas como en cuanto a sus buenas cualidades. Pero son indulgentes los unos con los otros. No tratan de aparentar justicia propia, porque saben bien que los otros miembros de la familia pronto se darían cuenta. Y, por cierto, se muestran agradecidos por eso, porque pueden portarse naturalmente, como realmente son, y confían en que los otros miembros de la familia les tendrán consideración y no los rechazarán debido a que quizás tienen manerismos y hacen cosas de una manera diferente a la de ellos. Asimismo en la sociedad del nuevo mundo, nuestros hermanos confían en nosotros y por eso se portan como realmente son, naturalmente, sin aparentar una justicia propia. Esto resulta en una relación feliz. Al mismo tiempo todos estamos interesados en ayudarnos los unos a los otros a rehacer nuestras mentes para conformarnos al modo de vivir del nuevo mundo. Tratemos siempre como individuos de contribuir al espíritu de gozo dentro de la sociedad del nuevo mundo por medio de ser generosos, bondadosos, considerados, interesados más en las otras personas que en nosotros mismos, edificándonos los unos a los otros en el servicio gozoso del Reino para alabanza de Jehová.—Rom. 12:2; Pro. 19:22.
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Superintendentes para el gozo del rebañoLa Atalaya 1961 | 1 de octubre
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Superintendentes para el gozo del rebaño
1. ¿Qué es esencial para continuar diligentemente en empresa alguna?
ES DIFÍCIL continuar diligentemente con cualquier tarea cuando no hay gozo al hacerla. Después de un tiempo la tarea se hace gravosa y crece el deseo de abandonarla. Es por eso que Jehová les dice a sus siervos que ‘se regocijen en toda empresa suya,’ para que no ‘se rindan al hacer lo que es correcto.’ Uno que está triste y desalentado no podría ayudar a curar los lamentos de los que presencian las condiciones terribles alrededor de ellos en este viejo mundo. Como lo declara Proverbios 17:22: “El corazón que está gozoso hace bien como sanador, pero el espíritu que está herido hace secar los huesos.”—Deu. 12:18; Gál. 6:9.
2. ¿Qué es lo que primero necesita un superintendente para poder servir para el gozo del rebaño?
2 Los superintendentes en las congregaciones del pueblo de Dios están ansiosos de ayudar a sus hermanos a perdurar fielmente en el servicio del Reino. Por esa razón llega a ser el interés de ellos ver que el espíritu de
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