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  • Aumento de la Teocracia en Asia sudoriental
    La Atalaya 1951 | 15 de octubre
    • a la gente recordar que no hace mucho la guerra golpeó su país, porque puentes que fueron bombardeados y templos desentrañados están presentes para decir que la dificultad puede venir de nuevo. Esto puede hacer que algunas personas busquen la verdad.

      HACIA BIRMANIA

      El máximo calor del día viene justamente después del mediodía y fué a esa hora que debíamos presentarnos en Don Muang para nuestro vuelo a Birmania. Nuestros hermanos fueron con nosotros al aeropuerto y mostraron mucha consideración yendo a esa hora. Era la tarde del 10 de abril e íbamos a despegar a las 14 horas. Pero el avión se detuvo esperando la llegada de un avión retrasado que llevaba pasajeros que iban a hacer conexiones para ir a Birmania. Eso quiso decir que tuvimos una visita prolongada con los publicadores que nos acompañaron al aeropuerto y así nuestra espera se hizo agradable a pesar del calor.

      Se anunció que nuestra salida sería a las 16 horas. El dejar a este grupo era diferente en que no los dejaríamos por muchos años, porque en unos cuantos días íbamos a regresar y pasar otras doce horas con ellos en camino a Hong Kong. Así que sólo fué una despedida de tres días.

      Al volar vimos la tierra de los arrozales, de color pardo, reseca y rajada; era la temporada seca. Sólo unas cuantas cosas verdes podían verse a lo largo de las playas de los ríos y de muchos canales. En unos cuantos meses vendrían las lluvias del monzón y habría mucho lodo, y empezaría la plantación de arroz. Volamos sobre la tierra plana y luego llegamos a las montañas que separan Thailand y Birmania. Nos dirigimos directamente hacia el occidente hasta que llegamos a la costa de Birmania, y luego tomamos una dirección septentrional hacia Rangún. El vuelo trajo un breve sabor de aire fresco, pero cuando aterrizamos y la cabina cerrada absorbió los rayos del sol sentimos el calor más que nunca.

  • Testimonio intrépido recompensado
    La Atalaya 1951 | 15 de octubre
    • Testimonio intrépido recompensado

      ● Traté de obtener escuelas y otros lugares disponibles para nuestra serie de reuniones públicas, pero después de explicar la naturaleza de nuestra obra fui rechazado en todos los lugares. Como último recurso visité al juez local y pedí permiso para usar la sala del tribunal para nuestros discursos públicos. Después de una discusión animada concerniente a la naturaleza de nuestra obra el juez dijo: “¿No tiene usted relación con esa secta cuyos miembros rehusan luchar por su país y cuyos hijos rehusan saludar la bandera? ¿Y tiene usted el descaro de venir y pedir mi sala para celebrar reuniones para instruir a la gente en tales cosas?” Francamente llamé su atención al mensaje del Señor y a la división de la gente, leí unas cuantas porciones del folleto Dios y el Estado concernientes a la posición que los testigos de Jehová han tomado, y luego mencioné que los testigos de Jehová son ciudadanos observantes de la ley que tienen el mayor respeto por las leyes de los Estados Unidos y por los principios representados por la bandera. Después de un breve silencio el juez exclamó: “Parece que usted es muy sincero en sus convicciones, por lo tanto no haré una decisión precipitada concerniente a su solicitud. Escriba una carta declarando la razón por la que desea usar la sala y la consideraré con la autoridad del condado.” Se escribió y se envió la carta. ¿El resultado? Conseguimos la sala; concurrencia a la primera reunión, 53; a la segunda reunión, 75.—C. J., Virginia.

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