BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • Conmemorando la muerte de Cristo
    La Atalaya 1954 | 1 de abril
    • Tocante al beber de la copa en la cena del Señor el apóstol Pablo escribió además: “La copa de bendición que nosotros bendecimos, ¿no es participar en común de la copa del Cristo?” (1 Cor. 10:16, NM) Pero quizás alguien pregunte: Dado que la sangre de Jesús fué derramada para afirmar el nuevo pacto y suministrar perdón de pecados para muchos, ¿cómo puede decirse que sus seguidores participan de ella? Porque en un sentido más grande la copa representó la voluntad de Dios para Jesús, la cual voluntad significó sufrimiento y muerte. Recuerde que él dijo a Pedro en el jardín de Getsemaní: “La copa que el Padre me ha dado, ¿acaso no la he de beber?” Y el que los miembros de su cuerpo participarían en beber esa copa lo aclaró a dos de los apóstoles, Santiago y Juan, diciéndoles: “La copa que yo estoy bebiendo ustedes beberán, y en el bautismo con que estoy siendo bautizado ustedes serán bautizados.”—Mar. 10:39; Juan 18:11, NM.

      Sin embargo, la voluntad de Dios no sólo fué que Jesús sufriera y muriera sino también que fuera levantado de entre los muertos y ensalzado a su diestra, y por eso esa copa también se llama apropiadamente una “copa de salvación.” (Sal. 116:12-15) Que esto también aplica al cuerpo de Cristo, Pablo lo aclara: “Porque si hemos sido unidos con él en la semejanza de su muerte, ciertamente seremos unidos con él también en la semejanza de su resurrección.”—Rom. 6:5, NM.

      ¿QUIÉNES PUEDEN PARTICIPAR?

      ¿Quiénes pueden participar del pan y la copa en la cena del Señor? ¿Toda persona sin tomar en cuenta su entendimiento, su relación con Dios y Cristo y su manera de proceder, con tal que profese ser cristiana? ¡No, de ninguna manera! El participar es un asunto serio y el que alguien participe cuando no es digno o no tiene derecho a participar trae el juicio de Jehová sobre el tal. Note las palabras de Pablo sobre este punto: “Por consecuencia, cualquiera que come este pan y bebe esta copa del Señor indignamente será culpable con respecto al cuerpo y la sangre del Señor. Que uno primeramente se apruebe a sí mismo después de un escrutinio, y así que coma del pan y beba de la copa. Porque el que come y bebe, come y bebe juicio contra sí mismo si no discierne el cuerpo. Por eso es que muchos entre ustedes están débiles y enfermizos y no pocos están durmiendo en muerte. Pero si discerniéramos lo que somos nosotros mismos, no seríamos juzgados.”—1 Cor. 11:27-31, NM.

      Hoy día casi todos los que profesan ser cristianos observan alguna forma de la cena del Señor, ya sea anual, trimestral, mensual, semanal o hasta diariamente, como en la misa. No obstante a pesar de toda esta observancia encontramos a la cristiandad espiritualmente enferma, así como Pablo predijo. (2 Tim. 3:2-5, NM) Seguramente tal extensa enfermedad espiritual indica que muchos no están observando apropiadamente la cena del Señor. Entonces ¿quiénes pueden participar y bajo qué condiciones? Dado que el participar del pan y la copa no sólo significa que uno reconoce lo que Dios y Cristo Jesús hicieron para la vindicación del nombre de Jehová y la salvación de criaturas humanas, sino también significa el que uno participa como miembro del cuerpo de Cristo en sus sufrimientos y muerte, sólo las personas que pueden identificarse como miembros del cuerpo de Cristo podrían participar apropiadamente.

      Sólo pueden participar los que pueden decir, como Pablo dijo: “El espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios.” Sí, sólo los que han puesto fe en Dios y en el sacrificio de rescate de Cristo, y que se han dedicado a hacer la voluntad de Dios y que luego han tenido despertada en ellos, sobre la base de su estudio de las Escrituras y tratos de Dios con ellos, una esperanza de participar de la gloria celestial con Cristo Jesús, y concerniente a quienes el apóstol Juan escribió: “Amados, ahora somos hijos de Dios, pero aun no se ha manifestado lo que hemos de ser. Sabemos que cuando él sea manifestado nosotros seremos semejantes a él, porque le veremos tal como es.”—Rom. 8:16; 1Juan3:2, NM.

      Sin embargo, aun éstos tienen que examinarse para asegurarse de que están cumpliendo con todo lo que se requiere de ellos. No hay mérito particular en el participar de los emblemas mismos, aparte de un acto de obediencia, y por lo tanto el que uno participara del pan y la copa sin vivir en conformidad con lo que estos emblemas representan lo haría culpable de hipocresía. Aunque multitudes innumerables han profesado ser hijos de Dios y abrigar la esperanza de ir al cielo al morir, la Palabra de Dios nos dice en el Apocalipsis, capítulos 7 y 14, que el número que estará con Cristo en su trono en el cielo sólo es 144,000.—Apo. 20:5, 6.

      Debido a que sólo los cristianos que tienen esta esperanza celestial pueden participar apropiadamente de la cena del Señor, de los 742,565 que asistieron a su observancia por los testigos de Jehová en 1953 sólo 19,183 participaron del pan y la copa. Los que no participaron se reconocieron como parte de la grande muchedumbre que Juan vió de pie delante del trono con “palmas en sus manos”; aquéllos a quienes Jesús describió como las “otras ovejas, que no son de este redil,” como las “ovejas” que hacen el bien a los hermanos de Cristo y cuya esperanza no es vida divina, inmortal, en los cielos sino vida eterna en un paraíso terrestre donde tendrán el privilegio de llevar a cabo el mandato original dado a Adán y Eva, a saber, ‘llenar de una raza justa la tierra, sojuzgarla y ejercer dominio sobre los animales inferiores.’—Gén. 1:28; Mat. 25:31-46; Juan 10:16; 1 Cor. 15:53, 54; 2 Ped. 1:4; Apo. 7:9; 21:4, NM.

      Este año los testigos ungidos de Jehová y sus compañeros de buena voluntad se reunirán el 17 de abril, después de las 18 horas, para celebrar otra vez la cena del Señor, para conmemorar otra vez la muerte de Cristo. Y usted, estimado lector, sea que usted profese ser miembro del cuerpo de Cristo o ser uno cuyas esperanzas son terrestres, está invitado a asistir y recibir una rica bendición.

  • ‘Palabras dichas oportunamente’
    La Atalaya 1954 | 1 de abril
    • ‘Palabras dichas oportunamente’

      ● En la región de las minas de hulla del nordeste de Francia se hallan, por lo general, tres clases de personas: católicos firmes, comunistas y los indiferentes. Allí sucede a menudo que un católico le diga a un testigo de Jehová: “Su religión no es francesa. Viene de América,” completamente pasando por alto el hecho de que su religión tampoco es francesa, sino que viene de Roma.

      ● En un pueblecillo de esta región un sacerdote le preguntó a un testigo de siete años de edad que estaba de pie en la esquina de una calle ofreciendo literatura bíblica a los que iban pasando si se le estaba pagando por hacer eso. “Pues sí,” contestó él, “naturalmente. Todo trabajador merece un salario. Jehová me dará vida eterna en el nuevo mundo. ¿Qué creía usted que mi pago sería?” El sacerdote se fué sin decir una sola palabra.

      ● En otro pueblo un testigo de Jehová que tenía 78 años de edad fué visitado por su presbítero católico. Este le dijo: “No entiendo por qué usted ha abandonado su religión después de haber estado en ella tanto tiempo. ¿Cómo es que se volvió tan loco a su edad?” El testigo contestó: “Usted está muy equivocado—precisamente lo contrario es la verdad. Yo estaba loco y me encontré entre locos por setenta y siete años. Desde entonces he sido sanado espiritualmente. Sí, teniendo 77 años todavía le estaba llamando a usted ‘Padre,’ cuando tengo bastantes años para ser su abuelo.”

Publicaciones en español (1950-2025)
Cerrar sesión
Iniciar sesión
  • Español
  • Compartir
  • Configuración
  • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
  • Condiciones de uso
  • Política de privacidad
  • Configuración de privacidad
  • JW.ORG
  • Iniciar sesión
Compartir