-
¿Requiere demasiado Jehová?La Atalaya 1965 | 15 de julio
-
-
y los refresca, es hacer la voluntad de su Padre en el cielo.
Poco antes de que Jesús fuera a pasar por la prueba suprema, halló a sus discípulos durmiendo. “¿No pudieron ustedes siquiera mantenerse alerta una hora conmigo? Manténganse alerta y oren de continuo, para que no entren en tentación. El espíritu, por supuesto, está pronto, mas la carne es débil.” (Mat. 26:40, 41) Sí, aunque tenemos un deseo, nuestra carne puede ser débil. Pero, ¿qué hizo Jesús, un hombre perfecto? Fue a su Padre celestial en oración, y el relato muestra que oró tres veces.
Por eso, cuando nos debilitamos y nos cansamos o nos desanimamos un poco porque no podemos hacer todo lo que queremos hacer y estamos esforzándonos por hacer, no debemos sorprendernos. ¿Por qué no? Porque si el Hijo de Dios acudió a Jehová para fuerzas y se dirigió a él, ¿por qué no deberíamos esperar hacer lo mismo? La oración nos da fuerzas para continuar. Ore en vez de decir: ‘Jehová, nos has dado demasiado que hacer—adquirir conocimiento, atender una familia, reunirnos y predicar tu reino.’ Realmente, lo que Jehová nos ha dado es para nuestra protección—la abundancia de asignaciones y requisitos del Reino que nos mantiene tan ocupados que no tenemos tiempo de meternos en dificultades con las cosas mundanas.
Considere, además, el ejemplo de los cristianos primitivos. Se les arrojaba a los leones por servir fielmente a Jehová. Pudieran haber dicho: ‘Bueno, ¿qué daño hay en poner una pizca de incienso delante de un busto de César? Eso no es nada. Jehová está requiriendo demasiado de nosotros.’ No, ellos estuvieron anuentes a ser arrojados a los leones más bien que transigir. No consideraron el requisito de Dios de integridad como algo que era demasiado. Sabían que él podría darles vida otra vez mediante una resurrección de entre los muertos.
PUNTO DE VISTA DE PABLO EN CUANTO AL ASUNTO
A veces quizás creamos que es demasiado el ir a una reunión cuando hace mal tiempo o salir al ministerio. Quizás no gocemos de muy buena salud. Pero póngase a pensar en lo que el apóstol Pablo sufrió y luego apreciaremos que nuestros problemas son, en la mayor parte de los casos, montoncitos de tierra en comparación: “¿Son ministros de Cristo? . . . más sobresalientemente soy yo uno; en labores más abundantemente, en prisiones más abundantemente, en golpes con exceso, a punto de morir, frecuentemente. De los judíos cinco veces recibí cuarenta azotes menos uno, tres veces fui golpeado con varas, una vez fui apedreado, tres veces experimenté naufragio, una noche y un día los he pasado en lo profundo; . . . en labor y afán, en noches sin dormir a menudo, en hambre y sed, en abstinencia de alimento muchas veces, en frío y desnudez.” (2 Cor. 11:23-27) Sí, y Pablo también dijo: “Además de esas cosas de carácter externo, hay lo que se me viene encima de día en día, la inquietud por todas las congregaciones.” (2 Cor. 11:28) Además de todas las dificultades que Pablo tenía, ¡estaba preocupado por las congregaciones! ¡Cuán semejante a los superintendentes y siervos hoy en día que a menudo se desvelan tratando de averiguar qué pudieran hacer para ayudar a éste o a aquél, o cómo atender las necesidades de la congregación!
Ciertamente no fue fácil el que Pablo pasara por esas dificultades, no obstante no dijo que era demasiado. Sabía que estaba haciendo la voluntad de Dios, y halló satisfacción al servir a sus hermanos cristianos. De modo que dijo: “Estoy lleno de consuelo, estoy rebosando de gozo en toda nuestra aflicción.”—2 Cor. 7:4.
PUNTO DE VISTA CORRECTO DE LOS REQUISITOS DE DIOS
A veces quizás creamos que lo que estamos efectuando en el ministerio no basta. No es espectacular. Pero Jehová no está pidiendo lo espectacular. Solo quiere que prediquemos estas buenas nuevas del Reino de la mejor manera que podamos y sigamos progresando en conocimiento y creciendo en el fruto de su santo espíritu.
No obstante, una persona quizás diga: ‘Soy tan débil; ¡cómo quisiera tener fuerzas! ¡Si yo fuera joven otra vez!’ Pero no se sienta así. Recuerde cómo Pablo lo expresó: “Me complazco en debilidades, en insultos, en necesidades, en persecuciones y dificultades, por Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy poderoso.” (2 Cor. 12:10) Cuando tenemos dificultades y debilidad física, ¿es eso malo? No necesariamente. Cuando comprendemos que no podemos hacerlo por nuestras propias fuerzas, entonces llegamos a ser poderosos en Jehová Dios, en su espíritu y en su Santa Palabra.
El hecho de que Dios nos ha dado estímulo para efectuar bastante en la obra del Señor requiere que seamos honrados con nosotros mismos. (1 Cor. 15:58) Jesús dijo: “A todo aquel a quien se le dio mucho, mucho se le exigirá.” (Luc. 12:48) ¿Qué se nos ha dado a manera de haberes, como energía y salud y tiempo para estudio bíblico y el ministerio? Si se nos ha dado mucho, mucho se requerirá, pero no demasiado. Se requiere que nos esforcemos de acuerdo con nuestras circunstancias peculiares, dejando campo para hacer más según podamos, aun orando para que las circunstancias nos favorezcan con la oportunidad de hacer más.
Puesto que el apóstol Pablo asemeja la carrera de un cristiano a una pista, Dios requiere que “corramos con aguante la carrera que está puesta delante de nosotros” y lleguemos a la línea de meta. Dios nos dice cómo correr la carrera para ganar—evitando cualquier cosa que nos abrume o nos agobie. Si a veces la carrera es demasiado, quizás sea que usted la está haciendo así por medio de desvelarse muy a menudo por esparcimiento, en vez de hacerlo ocasión para renovar sus fuerzas. Nunca pierda de vista la meta. Jehová no requiere demasiado—solo lo bastante para mostrar dónde está nuestro corazón y solo lo bastante para ganar el premio.—Heb. 12:1.
Mantenga fuerte su aprecio por la verdad; nunca cese de dar a conocer a Dios su gratitud por el privilegio de contarse entre sus siervos y tener la esperanza de vida eterna en su justo nuevo orden; tenga presente la necesidad apremiante de que otros aprendan la verdad y se pongan de parte de Jehová ahora. Sea equilibrado al atender sus responsabilidades. Si usted lo hace, jamás llegará a creer que Jehová requiere demasiado.
-
-
El tinte más antiguo de que se sepaLa Atalaya 1965 | 15 de julio
-
-
El tinte más antiguo de que se sepa
● En tiempos bíblicos no era tan fácil teñir de cierto color alguna tela, porque no se conocían entonces los tintes sintéticos. Algunos de los materiales que usaron los israelitas para el Tabernáculo estaban teñidos de “grana.” (Éxo. 25:4; 26:1; 35:6) Esta expresión se usa en la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras, más bien que la palabra “escarlata,” y se refiere a lo que algunas autoridades creen que es el más antiguo tinte de que se sepa. Viene de un insecto pequeño que vive en la encina quermes, una encina achaparrada, frecuentemente arbustiva, siempreviva, de las regiones mediterráneas, muy común en lugares secos. Los machos pueden volar pero las hembras están desprovistas de alas, y viven la mayor parte de su vida casi sin moverse. Los cuerpos de las hembras se hinchan después del apareamiento, y, en este tiempo, antes de que expulsen los huevos, estos insectos redondos y parecidos a guisante se recogían en grandes números y entonces se ponían a secar. Cuando se les ponía en agua, estos insectos secos producían un hermoso tinte de rojo intenso. Los griegos usaban este tinte insectil bajo el nombre de kokkos y los árabes bajo el nombre de quermes, de donde se derivó la palabra española “carmesí.” El carmesí o la grana se usó por largo tiempo como el más brillante tinte rojo conocido.
-