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  • Gehena, un lugar de castigo eterno
    La Atalaya 1952 | 1 de enero
    • Mundo de las Escrituras cristianas griegas (1950, en inglés) “Ningún animal o criatura humana viviente fué arrojado en Gehena para ser quemado vivo o atormentado. De modo que el lugar nunca podría simbolizar una región invisible donde almas humanas son atormentadas en fuego literal y atacadas eternamente por gusanos siempre vivos e inmortales. (Isa. 66:24) Puesto que a los criminales muertos arrojados aquí se les negaba un entierro decente en una tumba memorialesca, que simboliza la esperanza de una resurrección, Gehena fué usado por Jesús y sus discípulos para simbolizar destrucción eterna, aniquilación del universo de Dios, o ‘la segunda muerte’, un castigo eterno. Por esto el ser sentenciado a que se arrojara el cuerpo muerto de alguien en Gehena se consideraba la peor clase de castigo. Del Gehena literal y de su significado se sacó el símbolo del ‘lago ardiendo con fuego y azufre,’ en Apocalipsis 19:20; 20:10, 14, 15; 21:8.”

      “Fuego” es símbolo de destrucción completa. En consecuencia, el Apocalipsis dice en lenguaje simbólico que los que no obtienen vida son arrojados en el lago ardiente que es la “muerte segunda”. Asimismo Judas 7 dice que Sodoma y Gomorra son castigadas con “fuego eterno”. Este no es fuego literal, porque esas ciudades ahora están bajo agua, en el fondo del mar Muerto. Jesús dice en la parábola que las “ovejas” reciben vida eterna, pero las “cabras” lo contrario, “arrasamiento eterno” en destrucción. (Mat. 25:46, NM; DE) La narración del hombre rico y Lázaro en Lucas 16:19-31 sólo es una parábola, por lo tanto no es literal. No hay un solo texto que apoye “el tormento eterno” cuando se entiende correctamente. Lo que el Diablo y sus seguidores justamente reciben es arrasamiento eterno de la vida a la aniquilación.

  • Informe sobre el Japón y Corea
    La Atalaya 1952 | 1 de enero
    • Informe sobre el Japón y Corea

      Este artículo continúa el informe sobre el viaje de servicio hecho por el presidente de la Sociedad, N. H. Knorr, y su secretario, M. G. Hénschel.

      HABIENDO visto la casa misionera en Tokio y habiendo tenido un buen desayuno con 45 graduados de Galaad, me reuní en el Salón del Reino con los misioneros. Los que habían estado en el Japón más de un año les hablaron a los nuevos misioneros para hacer sugestiones y familiarizarlos con los muchos problemas. Describieron las costumbres de la gente. Quince nuevos misioneros acababan de llegar hacía una semana y cinco más hacía seis semanas, y todos necesitaban mucha ayuda. Se indicó que cuando uno se dirige a la puerta en el Japón no toca, sino que la recorre a un lado y llama al interior, “Gomen kudasai” (¡Perdóneme, por favor!), y el amo de casa responde, “Hai” (Sí). Luego el publicador entra y presenta su testimonio. Esto se hace justamente adentro de la puerta, ya que raramente se le invita al interior de la casa. No es extraño que un estudio semanal de la Biblia se conduzca en la entrada de la casa de la persona por muchas semanas hasta que el amo de casa verdaderamente llegue a tenerle confianza al publicador. Las personas son muy amables y corteses, inclinándose cortésmente tan a menudo como la ocasión se presenta, y apreciando el esfuerzo empleado para enseñarles. Son pacientes mientras el misionero lucha para hacer su presentación en japonés, confundiendo a la gente con palabras acentuadas equivocadamente. Sin embargo impresiona mucho el que los misioneros se pongan al mismo nivel que la gente y traten de hablarle en su propio idioma. Los estudios bíblicos se obtienen fácilmente, pero hay que tener cuidado de que el estudiante no pretenda estar interesado con la mira de aprender el inglés. Algunos que han comenzado a estudiar con esta idea, posteriormente se han interesado en la verdad; pero mucho tiempo puede desperdiciarse, también. Es interesante notar que la mayoría de los que han aceptado la verdad no son los que ya pretenden ser cristianos, sino los budistas; los llamados cristianos son los más difíciles de tratar.

      Disfruté sus muchas experiencias y luego recalqué la necesidad de realmente tratar de aprender el idioma. Les di ejemplos de otros misioneros, que en catorce meses hablaban siamés y otros español, y les conté cómo se está haciendo la obra en Birmania, Hong Kong y Singapur, donde los problemas son parecidos a los del Japón. La mente oriental piensa diferente a la mente occidental, y los misioneros deben aprender a ser pacientes. Usted no puede darles toda la verdad a una vez. Déjeles pensar en lo que les dijo y no se desanime si tiene que explicárselo de nuevo en el estudio siguiente. Esta fué una reunión muy práctica.

      Tenía diligencias en el centro y pude obtener una vista mejor de la vida en Tokio. El hermano Háslett en sólo dos años habla bien el idioma y no tiene dificultad en tratar y darse a entender con la gente japonesa. Vi eso al ir a través de la ciudad. El Japón es una mezcla extraña de vida oriental y occidental; quimonos y trajes, carretas de bueyes y automóviles, palillos y cuchillos y tenedores, sandalias de madera, zapatos de piel, kurumas (vehículos de dos ruedas) y taxímetros, tranvías y trenes eléctricos, etc. ¡Y debería usted ver las bicicletas! No sólo las bicicletas, sino las cargas que transportan: muebles y toda clase de cosas se amontonan en la parte de atrás y en los manubrios o se arrastran en un coche o carreta. En el principal centro de compras de la ciudad uno se abre paso forzosamente a través de una muchedumbre cosmopolita que parece interminable y se congestiona más por hileras de puestos pequeños en las aceras, donde se vende todo, desde batas de quimón de colores brillantes y peces de colores hasta petacas y dulces.

      ASAMBLEA DE TOKIO

      La asamblea principió el jueves por la mañana en el Nihonishikai Kaikan en Kanda, Tokio, por el hermano Thompson, un misionero que habló el japonés con gran facilidad por cerca de media hora. No usó notas. Considerando que él había estado en el Japón por sólo dieciocho meses, había logrado progreso meritorio para aprender uno de los idiomas más difíciles del mundo. Esto ciertamente regocijó mi corazón, porque demostró que puede hacerse. Los hermanos japoneses lo apreciaron también. Él será siervo de circuito para el Japón comenzando el 1 de junio y se quedará dos semanas con cada compañía. Donde halle misioneros dirigirá una clase por dos horas diarias para enseñarles el japonés.

      En seguida de su discurso sobre la obra de servicio se usó el día para anunciar el discurso público que se daría el domingo. Hubo ochenta concurrentes en esta sesión de apertura.

      Luego vino el programa de la noche comenzando a las dieciocho horas con cánticos. Un libro de cánticos hecho en mimeógrafo conteniendo veintiocho canciones del Reino traducidas al japonés se había preparado y se presentó en la asamblea. El hermano Bárry, otro graduado de Galaad de Nueva Zelandia, habló en japonés por media hora, para deleite de todos. Luego hablé yo, tomando el tiempo asignado al hermano Hénschel, que se hallaba en Formosa, así como también mi propio tiempo, y usé

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