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Siguiendo tras mi propósito en la vidaLa Atalaya 1960 | 15 de noviembre
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allí! ¡Cómo fue profundizado nuestro amor por medio de vivir como una familia del nuevo mundo! El día de la graduación vino demasiado pronto en enero de 1944.
Sí, teníamos que irnos de Galaad ahora, pero su espíritu habría de continuar con nosotras y crecer y ser impartido a nuestros hermanos dondequiera que fuéramos. El servicio de tiempo cabal asumió ahora nueva grandeza y hermosura. Vivimos en grupos pequeños, trabajando juntas “hombro a hombro” para el avance de las gloriosas buenas nuevas. El grupo con el cual yo estaba fue asignado a Perth Amboy, Nueva Jersey, lo que sirvió de muestra anticipada del futuro, debido a sus muchas nacionalidades. Yo verdaderamente agradecía el compañerismo de mi nueva compañera, al fin una hermana de mi propia edad, Hazel Burford, cuyo relato usted ya ha leído en estas columnas. Nuestros hermanos nos esperaban en Perth Amboy y nos extendieron una bienvenida tan calurosa y habían arreglado tan amorosamente para nuestras comodidades que el “dolor” de partir de Galaad pronto comenzó a sanar. Habían reunido muebles para el apartamiento que nos ayudaron a encontrar (tarea no pequeña en esos años de guerra), abastecieron nuestra despensa de comestibles, y aun hacían el lavado de la ropa de la casa. El trabajar con la congregación trajo más gozos a medida que veíamos un aumento saludable; y esos hermanos se hicieron querer tanto de parte nuestra que deseábamos poder llevarlos con nosotras a nuestra asignación extranjera.
Esta vino a fines del verano de 1945, a Colón, República de Panamá. Ahora esto era verdaderamente nuevo, este asunto de conseguir pasaportes, visaciones, etc., y ¡qué excitación sentíamos! La afirmación de que todavía estaba siendo usada por Jehová en su organización compensaba por el boleto sin regreso, aunque he regresado a los Estados Unidos para tres asambleas desde ese tiempo. ¡Qué bienvenida teocrática nos dieron en nuestra nueva asignación los hermanos! Nos trataron como si fuéramos algo “especial” y fueron muy generosos, bondadosos y dispuestos a cooperar. Años de servicio con ellos han confirmado su sinceridad y amor y nos hemos emocionado juntos al ver que el aumento de la teocracia en este país ha marchado a la par con el del resto del mundo, haciendo que fuere literalmente necesario ‘ensanchar el lugar de nuestras tiendas de campaña,’ pues un salón tras otro nos ha resultado demasiado pequeño.
Cada asignación, ha tenido su encanto particular, y ha producido sus experiencias estremecedoras y evocadoras de gozo. ¿No sentiría usted tierna compasión para con aquellos que, por falta de instrucción, nunca habían legalizado su matrimonio, pero quienes, al entender los requisitos de Jehová, limpiaran su vida, hasta presentándose con sus propios hijos como testigos para legalizar su matrimonio? ¿No se emocionaría usted también si alguien a quien usted hubiese llevado la verdad pocos años atrás, en un idioma que no fuere el suyo propio, se hiciese precursora, luego precursora especial, y entonces asistiera a la asamblea nacional “Voluntad divina” acompañada por algunos de los frutos de su predicación amorosa y allí le dijera a usted: “Ahora tiene usted once nietos, todos maduros y cantando las alabanzas de Jehová”? ¿No se alegraría a causa de la persona recién dedicada que se le acercase y dijera: “Quiero ser buena carta de recomendación para usted, de manera que enséñeme por favor más y más cómo hacer la voluntad de Jehová”? Estas cosas duplicadas muchas veces hacen que nos sintamos felices de permanecer en nuestra asignación.
Otra cosa, el seguir tras mi propósito en la vida me ha ayudado a apreciar el interés personal que la Sociedad tiene en sus ministros de tiempo cabal y la manera en que los cuida. El privilegio de vivir en un hogar misional, de trabajar y vivir juntos como una familia, de ser revivificada, por decirlo así, mediante el oir a los siervos de circuito, de distrito, de zona y de sucursal relatar sus experiencias en su territorio esparcido; esto, digo yo, jamás me habría sucedido aparte del servicio de tiempo cabal. En el caso de enfermedad tampoco necesita uno abrigar el temor de ser echado. Estoy segura de que un gran factor contribuyente a un rápido recobro de una enfermedad grave, hospitalización y, operación fue el permiso que se me dio de quedar donde está mi corazón—en mi asignación.
Este año pasado, mi vigésimo octavo año en el precursorado, ha sido el más pleno de todos. Mi licencia y vacaciones hicieron que fuera posible visitar otra vez a tantas personas queridas de mis conocidos personales a quienes debo tan grande deuda de amor y gratitud por su amor, constancia, generosidad y bondad que han expresado para conmigo a través de los años. La gran asamblea internacional “Voluntad divina” de los testigos de Jehová culminó el año. El haber estado allí como misionera, identificada como una de las “señales y maravillas” con esa grande muchedumbre de las ‘cosas deseables de las naciones’ (entre quienes se hallaba mi ahora celosa hermana carnal); el haber sido hospedada en el hogar de una con quien yo había tenido el placer de estudiar poco después de llegar a Colón y quien se había casado y trasladado a la ciudad de Nueva York, y ahora esta muy activa en el ministerio teocrático; el haber afrontado la voluntad divina y aprendido más acerca de ella, pide una expresión que el rey David pronunció hace mucho tiempo: Jehová, “has coronado el año con tu benignidad.”—Sal. 65:11.
Inmediatamente después de la asamblea volví a Panamá; y mientras el avión aterrizaba suavemente en la pista de aterrizaje le di gracias a Jehová por un regreso sin novedad a lo que es para mí el lugar más querido de la tierra, mi asignación, para continuar siguiendo tras mi propósito en la vida. ¿Cuándo comenzará usted a seguir tras el suyo?
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Reunión acerca de Testigos resulta ser reunión por TestigosLa Atalaya 1960 | 15 de noviembre
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Reunión acerca de Testigos resulta ser reunión por Testigos
● Habiéndoseles dicho, al predicar de casa en casa, que la Sociedad Patriciana de la Iglesia católica romana local había de presentar un discurso acerca de los testigos de Jehová en su reunión mensual, varios Testigos decidieron asistir. El sacerdote, sin embargo, se inquietó tanto que sólo permitió que cuatro se quedaran.
Después de un discurso algo moderado y obviamente abreviado, que sólo duró diez minutos, se invitó la participación del auditorio en la consideración del tema, las preguntas habían de dirigirse al presidente, pero cualquiera del auditorio podía contestarlas. Una de las primeras preguntas que hizo una señora católica fue: “¿Por qué van de puerta en puerta los testigos de Jehová?” El presidente miró al conferenciante, el conferenciante a su vez miró al sacerdote encargado, y el sacerdote miró por todos lados—desesperado. Uno de los Testigos se valió de esta oportunidad para pedir permiso para contestar la pregunta, y esto se le concedió de muy buena gana.
Desde ese momento vinieron preguntas una tras otra en rápida sucesión, hechas por los muchos católicos que estaban presentes, y los Testigos se las contestaron con tacto y verdad, citando muchos textos de la Biblia. Durante unas dos horas se dio un excelente testimonio acerca de Jehová y sus propósitos, su reino, su organización visible y la nueva tierra. Tan grande fue el interés y patente la buena voluntad que el sacerdote local consideró ventajoso declarar que la reunión había terminado, quedando sin contestarse algunas preguntas católicas. Juzgando por los comentarios que se hicieron después, ésta fue una de las reuniones más estimuladoras e interesantes que la Sociedad Patriciana jamás ha celebrado—¡la reunión acerca de los testigos de Jehová que resultó ser una reunión por los Testigos!—Australia.
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