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La monarquía británica... ¿podrá sobrevivir a los años ochenta?¡Despertad! 1983 | 8 de enero
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La monarquía británica... ¿podrá sobrevivir a los años ochenta?
Por el corresponsal de ¡Despertad! en Gran Bretaña
DESDE el año fatal de 1914 han desaparecido de la escena mundial unas treinta monarquías. No podían o no querían adaptarse a los cambios rápidos y drásticos que estaban teniendo lugar en los diferentes gobiernos alrededor de la Tierra. Entre las que han sobrevivido está la Casa de Windsor, de Gran Bretaña. Durante este período crítico, la monarquía británica no ha sido un impedimento a los procesos democráticos, pues ha aceptado el papel majestuoso, aunque limitado, de figura decorativa nacional.
Sin embargo, surgen preguntas en lo concerniente al futuro de esta monarquía. ¿Es su continuación importante para la nación? ¿Es aceptable el costo de mantenerla en estos días en que hay tanto desempleo y el dinero rinde tan poco? ¿Resulta ser de algún beneficio? ¿Desea la gente que continúe? Tanto los partidarios de la monarquía como los opositores de ésta se hacen dichas preguntas. Quizás usted mismo se haya preguntado lo mismo.
Esplendor del pasado
Ya la monarquía británica ha durado más de mil años. En esa época Gran Bretaña pudo convertirse en una potencia mundial de mayor poderío que cualquiera de las potencias anteriores. Entonces los poderes autocráticos de los primeros siglos fueron eliminándose a medida que el parlamento se hacía más fuerte y dominaba el gobierno. Además, en solo unas décadas en este siglo veinte, Gran Bretaña dio la libertad a sus colonias, se unió a ellas en una comunidad de naciones independientes (Commonwealth) y se retiró a sus propias playas. Es poco lo que resta del esplendor pasado. Lo que queda de ella vive en la monarquía.
Se puede ver prueba de este esplendor pasado en la pompa con que el parlamento abre la sesión cada año. La reina, junto con otros miembros de la familia real, va al palacio de Westminster en un carruaje dorado tirado por caballos y la acompañan soldados de la caballería real vestidos de uniformes resplandecientes. Mediante un ceremonial sumamente elaborado, se convoca a los miembros de la Cámara baja de los Comunes a que comparezcan a la Cámara alta de los Lores. Allí la reina, desde el trono, lee un discurso redactado por su gobierno del día en el que se bosqueja el programa de dicho gobierno para la siguiente sesión. Se observan detenidamente las viejas tradiciones.
De vez en cuando hay la oportunidad de hacer despliegue de mucho más esplendor. Puede que el 29 de julio de 1981 usted haya visto en la televisión la boda del príncipe de Gales. Fue un espectáculo por todo lo alto. Once carruajes, escoltados por sesenta y cuatro jinetes, llevaron a los novios reales y a sus parientes desde el palacio de Buckingham, a lo largo de “The Mall” y del Strand, hasta la catedral de San Pablo. Alrededor de un millón de personas, incluso miles de extranjeros, se alinearon a lo largo de la ruta. Unos setecientos millones de telespectadores, que constituyen una sexta parte de la población mundial, vieron dicha pompa y ceremonia como pocas veces se ha visto en esta generación. La nación quedó encantada.
Ahora la familia real se hizo de un nuevo miembro, la princesa de Gales, que pronto se convertiría, después de la reina, en el miembro más popular de todos. Más adelante, en junio, la nación esperó con gran interés el nacimiento del primer hijo de la princesa, William, quien es el que sigue al presente heredero, el príncipe Carlos, en la línea de sucesión al trono.
El papel que desempeña la monarca
¿Qué funciones están adscritas al papel que desempeña la reina como monarca constitucional? La Pears Cyclopaedia explica: “Por ley ella es cabeza del poder ejecutivo, parte integral de la legislatura, cabeza del poder judicial, comandante en jefe de las fuerzas armadas y cabeza temporal de la Iglesia de Inglaterra. En la práctica, el papel de la Reina es puramente formal; ella reina, pero no gobierna. En todos los asuntos de importancia actúa solo siguiendo el consejo de sus ministros. No obstante, todavía desempeña un papel importante, simbólicamente, como Cabeza de Estado y Cabeza de la Comunidad Británica de Naciones”.
¿Qué actividades mantienen ocupada todo el día a la reina? Sus actividades, y las de otros miembros de la familia real, se alistan diariamente en la circular de la corte que se publica en algunos periódicos, de modo que están sujetas al escrutinio público. Un lector del Times de Londres hizo un compendio de las inscripciones en dichas listas para 1981 y, en una carta que escribió al periódico, señaló que la reina había cumplido con mucho más de 400 compromisos durante 1981, los cuales van desde visitas oficiales dentro y fuera del país hasta audiencias, investiduras, el recibimiento de embajadores, visitas semanales al primer ministro y así por el estilo. Ella lee el resumen de compromisos que tendrá durante el día, los informes oficiales y las actas de las reuniones de gabinete de los ministros de alto rango, y tiene que firmar muchos documentos. Obviamente, está muy atareada. El sentimiento general es que la reina cumple con su papel a conciencia. Sin duda, ella es la principal embajadora de Gran Bretaña cuando visita otros países. Una encuesta sobre la opinión pública que llevó a cabo Marplan halló que de un máximo de 10 puntos, 774 de los entrevistados le concedieron un promedio de 9,1 puntos a la reina por su labor.
Respecto a los demás miembros de la familia real, tanto el príncipe Felipe, esposo de la reina, como el príncipe Carlos, heredero al trono, tienen una agenda cargada. La reina madre, viuda del rey Jorge VI y que ya tiene más de ochenta años de edad, también asiste a muchas ceremonias oficiales.
A veces se pone en tela de juicio si es necesario que la realeza asista a todas esas actividades. ¿No pudiera un dignatario local, como el alcalde, proveer adecuadamente la deseada “presencia”? Los organizadores de tales acontecimientos piensan que no. Cuando la realeza está presente, la asistencia del público es mucho mayor, lo cual indica un interés en ellos que otros no pueden suscitar. Y no puede dejar de mencionarse que la presencia de la reina en tales compromisos, o la presencia de otros miembros de la familia real, libera a los ministros de gobierno de ceremoniales que consumen mucho tiempo.
De modo que el público británico ve generalmente a la monarquía como algo parecido a una joya de familia. Aunque ellos la estiman y les gusta hacer alarde de ella, ésta no afecta mucho su vida cotidiana. ¡Pero hay quienes se oponen al costo de mantener esta joya de familia estatal!
De modo que, ¿cuánto cuesta mantenerla?
Todos los años se forma un alboroto en el parlamento, al que se da mucha publicidad, por el costo de mantener a la familia real. Lo que causa el debate es el presupuesto de gastos de la casa real. Este es el dinero que el gobierno propone para el funcionamiento de la monarquía por otro año. Dicho presupuesto se divide en dos partes: una parte es el presupuesto de la reina, y la otra toma en cuenta a otros miembros de la familia real.
El presupuesto de la reina para 1982-1983 aumentó en 8 por 100, para un total de £3.541.000 ($6.374.000, E.U.A.); tres cuartas partes de este presupuesto es para pagar los salarios de los empleados de la casa real, desde las secretarias privadas hasta los que limpian el palacio. El presupuesto de gastos de la casa real para 1982-1983 también provee £767.000 ($1.380.000, E.U.A.) para apoyar financieramente a otros siete miembros de la familia real. Además de este dinero, varios ministerios gubernamentales gastan unos £15.000.000 ($27.000.000, E.U.A.) en el mantenimiento de los palacios reales, el yate real, la Escuadrilla de la Reina de seis aviones, el tren real y así por el estilo.
Sin embargo, parece que no es mucha molestia para la nación pagar estas grandes sumas para mantener la monarquía. La antes mencionada encuesta de opinión pública que llevó a cabo Marplan halló que 76 por 100 de los entrevistados dijeron que las ventajas de tener una monarquía superaban el costo de mantenerla.
Pero no todos piensan así. El Times informó que un miembro del parlamento dijo que el presupuesto de gastos de la casa real que se propuso “deja ver lo que ellos son: un grupo de personas avaras y codiciosas que no tienen nada que contribuir a la solución de los problemas que acosan al país. Se acerca rápidamente el tiempo en que la gente se levantará en revolución”. Pero si esa es la intención de la gente, hasta el presente ha mostrado muy poca inclinación, si alguna, en esa dirección.
El papel que desempeña en la Iglesia de Inglaterra
La reina es cabeza temporal de la Iglesia de Inglaterra, lo que sencillamente significa que es la figura decorativa y simbólica de ésta. Ella no desempeña función eclesiástica alguna. Se reconoce como líder ejecutivo y espiritual al arzobispo de Canterbury. Para seleccionar a un nuevo arzobispo u obispo, o cambiar a uno de ellos a un nuevo arzobispado u obispado de más prestigio, un organismo compuesto de dieciséis personas, la Comisión de Nombramientos de la Corona, somete dos nombres al primer ministro que, a su vez, recomienda a uno de ellos a la reina para que se le nombre. Por ejemplo, recientemente quedó vacante el obispado de Londres. La Comisión recomendó dos nombres, pero el primer ministro rechazó a ambos y sometió otro nombre a la reina. Ella como “cabeza de la iglesia accedió por principio constitucional”. Así que es obvio que, en este respecto al menos, la reina actual no se considera a sí misma otro rey Enrique VIII, predecesor que se mantuvo ocupado en los asuntos eclesiásticos.
¿Qué piensan los británicos?
Hoy día la popularidad de la monarquía se debe en gran medida a la vida familiar de la reina, el príncipe Felipe y sus cuatro hijos, quienes ya están crecidos. Muchas personas ven en esto algo afectuoso y sano con lo cual les gusta identificarse; es tranquilizador tener como su primera familia a una que da muestra de ser tan devota y unida.
No obstante, el hecho de que muchos miembros jóvenes de la familia real y sus primos ya estén llegando a la edad adulta hizo que cierto escritor comentara que antes de que todos éstos estuvieran suficientemente mayores para aumentar la carga contributiva del presupuesto de gastos de la casa real, “sería bueno pensar en el papel, la incumbencia y el tamaño de la Familia Real”. Puede que en el futuro eso se convierta en un problema peliagudo.
Probablemente la razón principal de que los británicos estén bastante satisfechos con la monarquía sea su respeto innato y conservativo por las instituciones que han estado en funcionamiento por largo tiempo. Están acostumbrados a ellas y no están dispuestos a cambiar. Consideran que la monarquía les provee estabilidad y continuidad en un mundo que es tan inconstante. No quieren exponer a su cabeza de estado a los caprichos de la campaña electoral a los cuales ellos exponen a los políticos. No les inquieta el poder de la monarca, porque constitucionalmente posee poco poder. Más bien, la ven como una influencia estabilizadora sobre los políticos que van y vienen según la voluntad del electorado. Ellos no atribuyen a la Corona la responsabilidad por la condición económica de la nación, con sus tres millones de desempleados. Eso es problema de los políticos. Sin embargo, en vista del aplastante desempleo, es objeto de mucha crítica el alto costo de mantener a tantos miembros de la familia real.
Respecto al futuro, The Economist cree que “la democracia con un monarca como figura principal seguirá siendo el gobierno más democrático para los británicos porque en una encuesta de opinión pública que se efectuó el año pasado [1980] se demostró que 86% del pueblo británico quiere un monarca, y en este siglo no habrá 86% del pueblo británico que apruebe alternativa alguna que provenga de un solo político”. Evidentemente, pues, los británicos están satisfechos de tener como gobernantes a los que ellos elijan; pero quieren la monarquía a la cabeza del estado.
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Una monarquía mejor¡Despertad! 1983 | 8 de enero
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Una monarquía mejor
POCO antes de la boda real, el periodista británico Malcolm Muggeridge escribió que “en estos tiempos agitados y cambiantes, solo los adivinos, los marxistas y los testigos de Jehová se aventurarían a pronosticar si en realidad el príncipe Carlos y lady Diana subirán algún día al trono como rey y reina de Inglaterra”.
Por supuesto, el Sr. Muggeridge estaba equivocado. Los testigos de Jehová no hacen esa clase de predicciones. Sin embargo, lo que sí dicen los Testigos es que, de Carlos subir al trono de Inglaterra, su reinado muy bien pudiera ser breve.
¿Por qué? No se debe a ninguna falta por parte del príncipe. Ni tampoco a que en realidad haya la posibilidad de una revolución republicana en Gran Bretaña. No, la razón es mucho más profunda.
La profecía bíblica indica que la monarquía británica, junto con todas las demás, pronto será reemplazada por una monarquía mucho mejor... una que pueda realizar una gran cantidad de programas que se necesitan mucho y que sin duda tendrían la aprobación del príncipe Carlos mismo. De hecho, ciertas declaraciones del príncipe indican una armonía sorprendente entre lo que él desea y las metas de la venidera monarquía mundial en manos de la gobernación real de Jesucristo. He aquí tres ejemplos:
I. Juicio justo
“Se juzga a tanta gente por las apariencias”, dijo el príncipe Carlos durante una gira que hizo recientemente a un hospital de enfermos mentales. “Uno tiene que seguir diciéndose que a menudo las apariencias no revelan lo que somos en el fondo.” Ciertamente es encomiable el deseo del príncipe de evitar juicios superficiales, pero ¿tiene en realidad el discernimiento para hacer tal cosa hombre alguno? Como Dios señaló correctamente a su profeta Samuel: “El simple hombre ve lo que aparece a los ojos; pero en cuanto a Jehová, el ve lo que es el corazón”. (1 Samuel 16:7) Jehová ha dado a su Hijo esta habilidad. Por eso Jesús podía decir: “Ustedes juzgan según la carne; yo no juzgo a nadie. Y sin embargo si juzgo, mi juicio es verídico, porque no estoy solo, sino que está conmigo el Padre que me envió”.—Juan 8:15, 16.
Aunque Jesús no fue enviado a la Tierra como juez durante el primer siglo, no hay duda de que desempeñará el papel de Juez de Jehová bajo el venidero reino de Dios. Respecto a ese tiempo, el profeta Isaías predijo que “él no juzgará por la mera apariencia de las cosas a sus ojos, ni censurará simplemente según lo que oigan sus oídos. Y con justicia tiene que juzgar a los de condición humilde, y con rectitud tiene que administrar censura a favor de los mansos de la tierra”. (Isaías 11:3, 4) ¡Qué perspectiva alentadora!
II. La regla áurea
“El único lema por el que me dejo llevar”, comentó el príncipe mientras visitaba una fábrica, “es el de ‘haz a otros lo que quieres que ellos te hagan’. Trato de ponerme a mí mismo en el lugar de la otra persona. De esa manera espero poder hacer razonablemente lo correcto.”
No hay duda de que el lema del príncipe Carlos es excelente. Quizás usted se haya dado cuenta de que él estaba citando del Sermón del Monte, en el que Jesús dijo: “Por lo tanto, todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos; esto, de hecho, es lo que significan la Ley y los Profetas”.—Mateo 7:12.
¿Quién, pues, pudiera aplicar mejor este “lema” que Jesús mismo? ¿No dedicó él toda su vida a hacer el bien a otras personas? No es de extrañar que la Biblia se refiera a él como “el pastor excelente” quien finalmente “entrega su alma a favor de las ovejas”. (Juan 10:11) De hecho, Jesús demostró una y otra vez su interés en hacer bien a la humanidad.
III. Se acerca el fin del odio
“Hay tanta intolerancia que la situación es espantosa. Temor [...] ignorancia. [...] Sea cual sea la razón tras esto, ¡es una tragedia espantosa! Pues al fin y al cabo todos tenemos que llevarnos bien unos con otros, o ¿cómo sería el futuro?” Aquí el príncipe hablaba de un problema serio que existe en la sociedad británica, pero sus comentarios aplican igualmente a la mayor parte de los lugares del mundo hoy. Es digno de elogio el que al príncipe le disguste el odio racial y ponga personalmente el ejemplo de buena voluntad para con los hombres de toda raza, pero ¿qué puede hacer el príncipe Carlos, o cualquier otro gobernante humano, para cambiar la situación tocante a los prejuicios profundamente arraigados? Poco, según se da cuenta la mayor parte de la gente.
No obstante, la situación es diferente en lo que toca al reino de Dios. La Biblia nos asegura que éste realizará el sueño que el hombre ha tenido por tanto tiempo, el de hermandad mundial. A diferencia de los gobiernos humanos, el reino de Dios gobernará basándose en el principio que el apóstol Pedro pudo comprender con aprecio al decir: “Con certeza percibo que Dios no es parcial, sino que en toda nación el que le teme y obra justicia le es acepto”.—Hechos 10:34, 35.
No es de extrañar que el apóstol Juan viera en visión a “una grande muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero [...] diciendo: ‘La salvación se la debemos a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero’”. (Revelación 7:9, 10) Sí, Juan estaba viendo al pueblo que vivirá bajo el reino de Dios, y no había divisiones nacionales ni raciales en aquel pueblo. Juntos adoraban a Dios armoniosamente, tal como los testigos de Jehová están haciéndolo ahora en todas partes del mundo.
Su decisión
Por sus excelentes cualidades, los representantes terrestres de la monarquía, como el príncipe Carlos, se ganan la simpatía de muchas personas. Sin embargo, sus buenas cualidades empalidecen ante las de Jesucristo, “la imagen del Dios invisible”, Jehová. (Colosenses 1:15) En realidad ¿habrá alguien que pueda gobernar mejor la Tierra que Cristo? ¡No!
Pero ¿cómo sabemos que el reino de Dios de veras gobernará la Tierra, y que no es sólo un remoto estado de ánimo, como muchos creen? Más importante aún, ¿qué prueba hay de que ese Reino comenzará a gobernar dentro de poco, en verdad, mientras todavía estén vivos la mayor parte de los monarcas terrestres? El siguiente artículo contestará estas preguntas importantes.
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¡La monarquía divina está en camino!¡Despertad! 1983 | 8 de enero
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¡La monarquía divina está en camino!
LOS historiadores nos dicen que las monarquías han ido pasando de moda por siglos. En la mayoría de los países gobiernan representantes del pueblo, al menos en teoría. Hasta en los países donde todavía hay monarquías, como en Gran Bretaña, los monarcas tienen muy poco poder.
¿Por qué, pues, se propondría Dios gobernar toda la Tierra mediante una monarquía? ¿No se da cuenta él de que tal idea es anticuada en estos tiempos en que hay tantas repúblicas? Sí, pero a Jehová no le interesa si esa idea está de moda entre los hombres o no. El va a traer sobre la Tierra el tipo de gobernación que ésta necesita, prescindiendo de lo que las personas crean que quieren.
Dios no se propone celebrar un referéndum mundial para ver si la gente aceptará su Reino, Su monarquía. En vez de eso, he aquí cómo la Biblia describe el establecimiento de ese Reino. El marco de circunstancias es un sueño que tuvo un antiguo monarca respecto al futuro de la gobernación mundial, representada por una enorme estatua de oro, plata, cobre, hierro y barro.
Mientras el antiguo rey Nabucodonosor contemplaba aquella imagen compuesta, “una piedra fue cortada, no por manos, y dio contra la imagen en sus pies de hierro y de barro moldeado y los trituró. En aquel tiempo el hierro, el barro moldeado, el cobre, la plata y el oro fueron, todos juntos, triturados y llegaron a ser como el tamo de la era del verano, y el viento se los llevó de modo que no se halló ningún rastro de ellos. Y en cuanto a la piedra que dio contra la imagen, llegó a ser una gran montaña y llenó toda la tierra”.—Daniel 2:34, 35.
El significado simbólico está claro. ¡Los gobiernos mundiales serán destruidos! Pero ¿a manos de quién? ¿Quién es responsable de que se corte la gran piedra que destruye la estatua? ¿Qué es la gran montaña que llena toda la Tierra después que los gobiernos mundiales son destruidos?
No tenemos que adivinar, porque la Biblia explica el sueño profético del rey, cuando dice: “Y en los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos; puesto que contemplaste que de la montaña una piedra fue cortada, no por manos, y que trituró el hierro, el cobre, el barro moldeado, la plata y el oro. El gran Dios mismo ha hecho saber al rey lo que ha de ocurrir después de esto. Y el sueño es confiable, y la interpretación de él es digna de confianza”.—Daniel 2:44, 45.
¡Ningún ser humano será responsable de que el reino de Dios suba al poder! Este será establecido mediante la fuerza divina irresistible que destruirá a cualesquier gobiernos mundiales que existan al tiempo en que éste venga a dominar toda la Tierra como una gran montaña. Puesto que la Palabra de Dios nos asegura que la visión es confiable, no hay razón para dudar de que Dios hará tal como lo ha dicho. No se puede excusar a las organizaciones religiosas por no haber puesto sobre aviso a la gente respecto a este hecho importante. ¡No lo han hecho, pues enseñan a la gente que el reino de Dios es una idea abstracta o un estado de ánimo!
La cuestión no es si Dios se propone establecer un reino mundial o no, sino cuándo lo hará. De su estudio de la Biblia, los testigos de Jehová están convencidos de que el tiempo está muy cerca. ¿Por qué?
He aquí dos buenas razones...
En primer lugar, el mismo libro profético de Daniel, que contiene dicha visión, también contiene profecías cronológicas que señalan claramente a este siglo. Por ejemplo, el capítulo 4 de Daniel contiene una profecía en la que se ilustra el reino de Dios, no como una piedra o montaña, sino como un árbol. Los testigos de Jehová han probado en detalle que los “siete tiempos” que habrían de pasar antes de que se cumpliera esa profecía llevarían directamente a este siglo veintea. (Daniel 4:25) No puede haber duda alguna respecto a la exactitud cronológica de las visiones de Daniel. Una de tales visiones predijo correctamente el tiempo en que el Mesías habría de llegar. (Daniel 9:24-27) ¡No es de extrañar que Jesús refiriera a sus seguidores al libro de Daniel cuando consideró los acontecimientos futuros!—Mateo 24:15.
Podemos hallar una segunda razón en las palabras de Jesucristo mismo. Si usted lee el capítulo 24 de Mateo, el capítulo 21 de Lucas o el capítulo 13 de Marcos hallará la consideración de Jesús respecto a las condiciones mundiales que señalarían el tiempo de su venida como Rey del reino de Dios. Cualquier lector que tenga discernimiento no puede menos que quedar impresionado por la similitud entre las guerras, las hambres, los terremotos y el desafuero predichos por Jesús, y las guerras, las hambres, los terremotos y el desafuero de los que se informa diariamente en las noticias.
De modo que la cronología bíblica y la profecía bíblica se combinan para demostrar que todos nosotros, incluso el príncipe Carlos, estamos viviendo entre los de la generación que verá el comienzo de la gobernación del reino de Dios sobre la Tierra, gobernación que barrerá, como el tamo de la era, a las belicosas monarquías y repúblicas humanas de la actualidad. Cuando llegue ese día, ¿estará usted listo?
Su relación con Dios y con Su Hijo, el gobernante justo Cristo Jesús, no es algo que usted debería dar por sentado. Esta relación determinará lo que le sucederá cuando se establezca la monarquía mundial de Jehová. Usted pudiera ser triturado como un resistidor del reino de Dios, o pudiera esperar con anhelo una vida deleitable en la “montaña” de Dios a medida que ésta vaya transformando la Tierra en el paraíso que debió haber sido siempre. A usted le toca escoger.
¿Cómo puede usted tomar la decisión? Los testigos cristianos de Jehová se alegrarán de ayudarle a adquirir el conocimiento bíblico que necesita para tomar la decisión correcta. ¿Por qué no habla con ellos? Usted puede vivir en felicidad bajo la única monarquía perfecta que este mundo habrá de conocer.
[Nota a pie de página]
a Vea Aid to Bible Understanding bajo el encabezamiento “Appointed Times of the Nations”, páginas 94-96. (Publicado por la Sociedad Watchtower Bible and Tract of New York.)
[Diagrama en la página 10]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
EL REINO DE DIOS
Babilonia
Medopersia
Grecia
Roma
Gran Bretaña y E.U.A.
Movimientos populares de carácter radical
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“Por si olvidáramos [...]”¡Despertad! 1983 | 8 de enero
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“Por si olvidáramos [...]”
En el número del 14 de marzo de 1982 del periódico Manchester Guardian Weekly se publicó en la página 2 lo siguiente entre las cartas al director, bajo el encabezamiento “Actos inhumanos contra los objetantes de conciencia”:
“Me interesó mucho leer el artículo de Harry Whewell ‘[...] Ni los años condenan’ (21 de febrero). En éste menciona los proyectos que hay para convertir las celdas del Castillo de Richmond, Yorkshire, en un monumento permanente a los objetantes de conciencia de la primera guerra mundial.
“Su descripción del trato administrado a aquellos hombres intrépidos me hace recordar el que se le dio a mi amigo Frank Platt, quien murió en Mill Hill, Londres, en 1974. El fue uno de los que fueron transportados a Francia para luego someterlo a la más horrenda tortura en un esfuerzo por obligarlo a tomar las armas contra su prójimo y sus compañeros cristianos.
“Se le impuso el hacer ‘ejercicios de bala’ [un castigo militar antiguo en que el soldado condenado tenía que cargar una bala de cañón], que consistían en llevar con los brazos extendidos un peso de 13,6 kilogramos y ponerlo en el suelo y levantarlo repetidamente, hasta que finalmente, extenuado, se desplomó. Todo esto después de haber estado tres meses bajo un régimen alimenticio de pan y agua. Por haberse desplomado se le condenó a 18 días más de ejercicios de bala.
“Cuando esto hubo terminado lo golpearon en la cara varias veces y luego, día tras día, lo ataban por los hombros, las manos y los pies y lo colgaban de una viga en un almacén pequeño desde las 8:00 de la mañana hasta las 8:00 de la noche, con un descanso de una hora para darle arroz frío y agua. De allí fue trasladado al ‘calabozo de Le Havre’ donde algunos presos fueron golpeados hasta morir. Afortunadamente Frank sobrevivió la experiencia y mantuvo su integridad.
“Cuando yo tuve que enfrentarme a la misma cuestión en 1950, la situación había cambiado mucho. A mí me condenaron a seis meses de cárcel. No obstante, como comenta acertadamente su redactor, muchos países tienen un entendimiento muy atrasado de esta cuestión de conciencia. Es un fenómeno internacional de aquellos que quisieran sembrar paz y amor. Que no se olvide que hubo también miles de objetantes de conciencia alemanes, muchos de ellos testigos de Jehová como Frank Platt, que pasaron más de una década en los campos de concentración. Muchos de ellos expiraron en aquellos lugares infames. Pero de ellos fue la victoria.
“Eric Beveridge, 25 Columbia Heights, Brooklyn, N.Y. 11201”.
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