-
Una monarquía mejor¡Despertad! 1983 | 8 de enero
-
-
Una monarquía mejor
POCO antes de la boda real, el periodista británico Malcolm Muggeridge escribió que “en estos tiempos agitados y cambiantes, solo los adivinos, los marxistas y los testigos de Jehová se aventurarían a pronosticar si en realidad el príncipe Carlos y lady Diana subirán algún día al trono como rey y reina de Inglaterra”.
Por supuesto, el Sr. Muggeridge estaba equivocado. Los testigos de Jehová no hacen esa clase de predicciones. Sin embargo, lo que sí dicen los Testigos es que, de Carlos subir al trono de Inglaterra, su reinado muy bien pudiera ser breve.
¿Por qué? No se debe a ninguna falta por parte del príncipe. Ni tampoco a que en realidad haya la posibilidad de una revolución republicana en Gran Bretaña. No, la razón es mucho más profunda.
La profecía bíblica indica que la monarquía británica, junto con todas las demás, pronto será reemplazada por una monarquía mucho mejor... una que pueda realizar una gran cantidad de programas que se necesitan mucho y que sin duda tendrían la aprobación del príncipe Carlos mismo. De hecho, ciertas declaraciones del príncipe indican una armonía sorprendente entre lo que él desea y las metas de la venidera monarquía mundial en manos de la gobernación real de Jesucristo. He aquí tres ejemplos:
I. Juicio justo
“Se juzga a tanta gente por las apariencias”, dijo el príncipe Carlos durante una gira que hizo recientemente a un hospital de enfermos mentales. “Uno tiene que seguir diciéndose que a menudo las apariencias no revelan lo que somos en el fondo.” Ciertamente es encomiable el deseo del príncipe de evitar juicios superficiales, pero ¿tiene en realidad el discernimiento para hacer tal cosa hombre alguno? Como Dios señaló correctamente a su profeta Samuel: “El simple hombre ve lo que aparece a los ojos; pero en cuanto a Jehová, el ve lo que es el corazón”. (1 Samuel 16:7) Jehová ha dado a su Hijo esta habilidad. Por eso Jesús podía decir: “Ustedes juzgan según la carne; yo no juzgo a nadie. Y sin embargo si juzgo, mi juicio es verídico, porque no estoy solo, sino que está conmigo el Padre que me envió”.—Juan 8:15, 16.
Aunque Jesús no fue enviado a la Tierra como juez durante el primer siglo, no hay duda de que desempeñará el papel de Juez de Jehová bajo el venidero reino de Dios. Respecto a ese tiempo, el profeta Isaías predijo que “él no juzgará por la mera apariencia de las cosas a sus ojos, ni censurará simplemente según lo que oigan sus oídos. Y con justicia tiene que juzgar a los de condición humilde, y con rectitud tiene que administrar censura a favor de los mansos de la tierra”. (Isaías 11:3, 4) ¡Qué perspectiva alentadora!
II. La regla áurea
“El único lema por el que me dejo llevar”, comentó el príncipe mientras visitaba una fábrica, “es el de ‘haz a otros lo que quieres que ellos te hagan’. Trato de ponerme a mí mismo en el lugar de la otra persona. De esa manera espero poder hacer razonablemente lo correcto.”
No hay duda de que el lema del príncipe Carlos es excelente. Quizás usted se haya dado cuenta de que él estaba citando del Sermón del Monte, en el que Jesús dijo: “Por lo tanto, todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos; esto, de hecho, es lo que significan la Ley y los Profetas”.—Mateo 7:12.
¿Quién, pues, pudiera aplicar mejor este “lema” que Jesús mismo? ¿No dedicó él toda su vida a hacer el bien a otras personas? No es de extrañar que la Biblia se refiera a él como “el pastor excelente” quien finalmente “entrega su alma a favor de las ovejas”. (Juan 10:11) De hecho, Jesús demostró una y otra vez su interés en hacer bien a la humanidad.
III. Se acerca el fin del odio
“Hay tanta intolerancia que la situación es espantosa. Temor [...] ignorancia. [...] Sea cual sea la razón tras esto, ¡es una tragedia espantosa! Pues al fin y al cabo todos tenemos que llevarnos bien unos con otros, o ¿cómo sería el futuro?” Aquí el príncipe hablaba de un problema serio que existe en la sociedad británica, pero sus comentarios aplican igualmente a la mayor parte de los lugares del mundo hoy. Es digno de elogio el que al príncipe le disguste el odio racial y ponga personalmente el ejemplo de buena voluntad para con los hombres de toda raza, pero ¿qué puede hacer el príncipe Carlos, o cualquier otro gobernante humano, para cambiar la situación tocante a los prejuicios profundamente arraigados? Poco, según se da cuenta la mayor parte de la gente.
No obstante, la situación es diferente en lo que toca al reino de Dios. La Biblia nos asegura que éste realizará el sueño que el hombre ha tenido por tanto tiempo, el de hermandad mundial. A diferencia de los gobiernos humanos, el reino de Dios gobernará basándose en el principio que el apóstol Pedro pudo comprender con aprecio al decir: “Con certeza percibo que Dios no es parcial, sino que en toda nación el que le teme y obra justicia le es acepto”.—Hechos 10:34, 35.
No es de extrañar que el apóstol Juan viera en visión a “una grande muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero [...] diciendo: ‘La salvación se la debemos a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero’”. (Revelación 7:9, 10) Sí, Juan estaba viendo al pueblo que vivirá bajo el reino de Dios, y no había divisiones nacionales ni raciales en aquel pueblo. Juntos adoraban a Dios armoniosamente, tal como los testigos de Jehová están haciéndolo ahora en todas partes del mundo.
Su decisión
Por sus excelentes cualidades, los representantes terrestres de la monarquía, como el príncipe Carlos, se ganan la simpatía de muchas personas. Sin embargo, sus buenas cualidades empalidecen ante las de Jesucristo, “la imagen del Dios invisible”, Jehová. (Colosenses 1:15) En realidad ¿habrá alguien que pueda gobernar mejor la Tierra que Cristo? ¡No!
Pero ¿cómo sabemos que el reino de Dios de veras gobernará la Tierra, y que no es sólo un remoto estado de ánimo, como muchos creen? Más importante aún, ¿qué prueba hay de que ese Reino comenzará a gobernar dentro de poco, en verdad, mientras todavía estén vivos la mayor parte de los monarcas terrestres? El siguiente artículo contestará estas preguntas importantes.
-
-
¡La monarquía divina está en camino!¡Despertad! 1983 | 8 de enero
-
-
¡La monarquía divina está en camino!
LOS historiadores nos dicen que las monarquías han ido pasando de moda por siglos. En la mayoría de los países gobiernan representantes del pueblo, al menos en teoría. Hasta en los países donde todavía hay monarquías, como en Gran Bretaña, los monarcas tienen muy poco poder.
¿Por qué, pues, se propondría Dios gobernar toda la Tierra mediante una monarquía? ¿No se da cuenta él de que tal idea es anticuada en estos tiempos en que hay tantas repúblicas? Sí, pero a Jehová no le interesa si esa idea está de moda entre los hombres o no. El va a traer sobre la Tierra el tipo de gobernación que ésta necesita, prescindiendo de lo que las personas crean que quieren.
Dios no se propone celebrar un referéndum mundial para ver si la gente aceptará su Reino, Su monarquía. En vez de eso, he aquí cómo la Biblia describe el establecimiento de ese Reino. El marco de circunstancias es un sueño que tuvo un antiguo monarca respecto al futuro de la gobernación mundial, representada por una enorme estatua de oro, plata, cobre, hierro y barro.
Mientras el antiguo rey Nabucodonosor contemplaba aquella imagen compuesta, “una piedra fue cortada, no por manos, y dio contra la imagen en sus pies de hierro y de barro moldeado y los trituró. En aquel tiempo el hierro, el barro moldeado, el cobre, la plata y el oro fueron, todos juntos, triturados y llegaron a ser como el tamo de la era del verano, y el viento se los llevó de modo que no se halló ningún rastro de ellos. Y en cuanto a la piedra que dio contra la imagen, llegó a ser una gran montaña y llenó toda la tierra”.—Daniel 2:34, 35.
El significado simbólico está claro. ¡Los gobiernos mundiales serán destruidos! Pero ¿a manos de quién? ¿Quién es responsable de que se corte la gran piedra que destruye la estatua? ¿Qué es la gran montaña que llena toda la Tierra después que los gobiernos mundiales son destruidos?
No tenemos que adivinar, porque la Biblia explica el sueño profético del rey, cuando dice: “Y en los días de aquellos reyes el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos; puesto que contemplaste que de la montaña una piedra fue cortada, no por manos, y que trituró el hierro, el cobre, el barro moldeado, la plata y el oro. El gran Dios mismo ha hecho saber al rey lo que ha de ocurrir después de esto. Y el sueño es confiable, y la interpretación de él es digna de confianza”.—Daniel 2:44, 45.
¡Ningún ser humano será responsable de que el reino de Dios suba al poder! Este será establecido mediante la fuerza divina irresistible que destruirá a cualesquier gobiernos mundiales que existan al tiempo en que éste venga a dominar toda la Tierra como una gran montaña. Puesto que la Palabra de Dios nos asegura que la visión es confiable, no hay razón para dudar de que Dios hará tal como lo ha dicho. No se puede excusar a las organizaciones religiosas por no haber puesto sobre aviso a la gente respecto a este hecho importante. ¡No lo han hecho, pues enseñan a la gente que el reino de Dios es una idea abstracta o un estado de ánimo!
La cuestión no es si Dios se propone establecer un reino mundial o no, sino cuándo lo hará. De su estudio de la Biblia, los testigos de Jehová están convencidos de que el tiempo está muy cerca. ¿Por qué?
He aquí dos buenas razones...
En primer lugar, el mismo libro profético de Daniel, que contiene dicha visión, también contiene profecías cronológicas que señalan claramente a este siglo. Por ejemplo, el capítulo 4 de Daniel contiene una profecía en la que se ilustra el reino de Dios, no como una piedra o montaña, sino como un árbol. Los testigos de Jehová han probado en detalle que los “siete tiempos” que habrían de pasar antes de que se cumpliera esa profecía llevarían directamente a este siglo veintea. (Daniel 4:25) No puede haber duda alguna respecto a la exactitud cronológica de las visiones de Daniel. Una de tales visiones predijo correctamente el tiempo en que el Mesías habría de llegar. (Daniel 9:24-27) ¡No es de extrañar que Jesús refiriera a sus seguidores al libro de Daniel cuando consideró los acontecimientos futuros!—Mateo 24:15.
Podemos hallar una segunda razón en las palabras de Jesucristo mismo. Si usted lee el capítulo 24 de Mateo, el capítulo 21 de Lucas o el capítulo 13 de Marcos hallará la consideración de Jesús respecto a las condiciones mundiales que señalarían el tiempo de su venida como Rey del reino de Dios. Cualquier lector que tenga discernimiento no puede menos que quedar impresionado por la similitud entre las guerras, las hambres, los terremotos y el desafuero predichos por Jesús, y las guerras, las hambres, los terremotos y el desafuero de los que se informa diariamente en las noticias.
De modo que la cronología bíblica y la profecía bíblica se combinan para demostrar que todos nosotros, incluso el príncipe Carlos, estamos viviendo entre los de la generación que verá el comienzo de la gobernación del reino de Dios sobre la Tierra, gobernación que barrerá, como el tamo de la era, a las belicosas monarquías y repúblicas humanas de la actualidad. Cuando llegue ese día, ¿estará usted listo?
Su relación con Dios y con Su Hijo, el gobernante justo Cristo Jesús, no es algo que usted debería dar por sentado. Esta relación determinará lo que le sucederá cuando se establezca la monarquía mundial de Jehová. Usted pudiera ser triturado como un resistidor del reino de Dios, o pudiera esperar con anhelo una vida deleitable en la “montaña” de Dios a medida que ésta vaya transformando la Tierra en el paraíso que debió haber sido siempre. A usted le toca escoger.
¿Cómo puede usted tomar la decisión? Los testigos cristianos de Jehová se alegrarán de ayudarle a adquirir el conocimiento bíblico que necesita para tomar la decisión correcta. ¿Por qué no habla con ellos? Usted puede vivir en felicidad bajo la única monarquía perfecta que este mundo habrá de conocer.
[Nota a pie de página]
a Vea Aid to Bible Understanding bajo el encabezamiento “Appointed Times of the Nations”, páginas 94-96. (Publicado por la Sociedad Watchtower Bible and Tract of New York.)
[Diagrama en la página 10]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
EL REINO DE DIOS
Babilonia
Medopersia
Grecia
Roma
Gran Bretaña y E.U.A.
Movimientos populares de carácter radical
-
-
“Por si olvidáramos [...]”¡Despertad! 1983 | 8 de enero
-
-
“Por si olvidáramos [...]”
En el número del 14 de marzo de 1982 del periódico Manchester Guardian Weekly se publicó en la página 2 lo siguiente entre las cartas al director, bajo el encabezamiento “Actos inhumanos contra los objetantes de conciencia”:
“Me interesó mucho leer el artículo de Harry Whewell ‘[...] Ni los años condenan’ (21 de febrero). En éste menciona los proyectos que hay para convertir las celdas del Castillo de Richmond, Yorkshire, en un monumento permanente a los objetantes de conciencia de la primera guerra mundial.
“Su descripción del trato administrado a aquellos hombres intrépidos me hace recordar el que se le dio a mi amigo Frank Platt, quien murió en Mill Hill, Londres, en 1974. El fue uno de los que fueron transportados a Francia para luego someterlo a la más horrenda tortura en un esfuerzo por obligarlo a tomar las armas contra su prójimo y sus compañeros cristianos.
“Se le impuso el hacer ‘ejercicios de bala’ [un castigo militar antiguo en que el soldado condenado tenía que cargar una bala de cañón], que consistían en llevar con los brazos extendidos un peso de 13,6 kilogramos y ponerlo en el suelo y levantarlo repetidamente, hasta que finalmente, extenuado, se desplomó. Todo esto después de haber estado tres meses bajo un régimen alimenticio de pan y agua. Por haberse desplomado se le condenó a 18 días más de ejercicios de bala.
“Cuando esto hubo terminado lo golpearon en la cara varias veces y luego, día tras día, lo ataban por los hombros, las manos y los pies y lo colgaban de una viga en un almacén pequeño desde las 8:00 de la mañana hasta las 8:00 de la noche, con un descanso de una hora para darle arroz frío y agua. De allí fue trasladado al ‘calabozo de Le Havre’ donde algunos presos fueron golpeados hasta morir. Afortunadamente Frank sobrevivió la experiencia y mantuvo su integridad.
“Cuando yo tuve que enfrentarme a la misma cuestión en 1950, la situación había cambiado mucho. A mí me condenaron a seis meses de cárcel. No obstante, como comenta acertadamente su redactor, muchos países tienen un entendimiento muy atrasado de esta cuestión de conciencia. Es un fenómeno internacional de aquellos que quisieran sembrar paz y amor. Que no se olvide que hubo también miles de objetantes de conciencia alemanes, muchos de ellos testigos de Jehová como Frank Platt, que pasaron más de una década en los campos de concentración. Muchos de ellos expiraron en aquellos lugares infames. Pero de ellos fue la victoria.
“Eric Beveridge, 25 Columbia Heights, Brooklyn, N.Y. 11201”.
-