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  • Por un túnel oscuro... ¡una visita al pasado!
    La Atalaya 1976 | 15 de noviembre
    • no perforaron hasta la misma profundidad de antes.

      Las voces se hacen cada vez más fuertes. Entonces finalmente, en el punto 7, la punta de un hacha se abre paso en medio de la roca. ¡Hay una luz, y un rostro! Sí, asombroso como parezca en vista del equipo sencillo que había en aquel tiempo, los dos proyectos del túnel se encontraron como un solo pasaje sustentador de la vida bien por debajo de la Ciudad de David. Al examinar el cambio de dirección en el corte de la roca, se puede determinar el sitio exacto donde se encontraron. Y la inscripción esculpida a unos 6 metros de la entrada de Siloam conmemora esa proeza (punto 13). La inscripción de piedra original está guardada ahora en un museo de Estambul. Pero se puede ver una copia de yeso de ella en el Museo de Israel, en Jerusalén.

      Para que el agua fresca fluyera de Gihón al Estanque de Siloam, los perforadores del túnel tuvieron que hacer algunos ajustes en el nivel del piso del túnel en el extremo de Siloam. Esto se puede ver, porque allí la altura del túnel es mayor que’en las demás secciones. Pero una vez que esto se hizo, el agua pudo fluir con facilidad, y se alcanzó una bajada de unos 2,1 metros a lo largo del túnel. El libro The City of David dice que el “declive perfectamente graduado desde la Fuente de Gihón hasta el Estanque de Siloam” es “otro milagro de la tecnología antigua.”

      Al llegar al fin de su viaje en Siloam, donde las mujeres lavan su ropa en agua que ahora no es tan clara, usted puede meditar en la historia relacionada con lo que acaba de experimentar. Aunque la mención que la Biblia hace del túnel de Ezequías se registró hace miles de años, usted hoy puede dar testimonio de la exactitud histórica de ese registro. El túnel a través del cual los visitantes a Jerusalén pueden vadear testifica de la previsión y trabajo diligente de Ezequías y los judíos de Jerusalén, cuando se enfrentaron a la amenaza asiria.

      Sin embargo, aunque este túnel se perforó para suministrar una abundancia de agua para resistir cualquier sitio largo por el enemigo, el rey Ezequías no depositó su confianza en aquellos preparativos de defensa. Al fin de cuentas Ezequías confiaba en que Jehová protegería y sostendría a Sus adoradores. Fortalecido por el profeta Isaías, el rey Ezequías le dijo al pueblo: “Sean animosos y fuertes. No tengan miedo ni se aterroricen a causa del rey de Asiria ni debido a toda la muchedumbre que está con él; porque con nosotros hay más que los que hay con él. Con él está un brazo de carne, pero con nosotros está Jehová nuestro Dios para ayudarnos y para pelear nuestras batallas.”—2 Cró. 32:7, 8.

      Y Él hizo eso. Mientras los judíos dentro de la ciudad recibían el suministro de agua que fluía de Gihón a través del túnel, los asirios acamparon a cierta distancia de los muros. Entonces en una sola noche un ángel de Jehová derribó a 185.000 asirios, “a todo hombre valiente, poderoso y a caudillo y jefe en el campamento del rey de Asiria.” (2 Cró. 32:21; 2 Rey. 19:35) Por eso el pasar vadeando de un extremo a otro por el túnel de Ezequías debe hacer más que traer a la memoria la historia de un proyecto de ingeniería. Debe impresionar notablemente en la mente de uno, y confirmar en su corazón, el hecho de que Jehová se interesa activamente en apoyar a los que están dedicados a él.

  • Preguntas de los lectores
    La Atalaya 1976 | 15 de noviembre
    • Preguntas de los lectores

      ● ¿Cuánto valía la ‘blanca’ de la viuda?

      Jesucristo vio en una ocasión a una viuda necesitada que echó dos “blancas” en un arca de la tesorería del templo. (Mar. 12:42, Versión Valera) Según el texto griego original, cada una de estas “blancas” era un lepton, la más pequeña moneda de cobre judía de aquel tiempo. La contribución de dos de estas monedas de lepton por la viuda equivalía a una simple sexagésima cuarta parte del salario de un día. Por esta pequeña suma se podía comprar la mitad de un gorrión, algo que no era suficiente ni siquiera para una sola comida. (Mat. 10:29; la moneda que se menciona en este texto es un

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