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  • ¿A quién puedo ir si tengo problemas?
    ¡Despertad! 1983 | 8 de noviembre
    • Pero pronto Petrina se dio cuenta de que no podía encargarse de su problema, así que confió en su madre. “Fue como si alguien me hubiera quitado un gran peso de encima”, siguió diciendo Petrina. “Mamá me escuchó y sabía precisamente qué hacer para resolver el problema. Después que todo se hubo arreglado me di cuenta de que mientras aquello era un problema grande para mí, ya ella había pasado por eso antes. Su experiencia era justamente lo que yo necesitaba.”

      Si quieres hacerte experto en cocinar, tocar algún instrumento musical u operar una máquina complicada, ¿no consultarías a un maestro experimentado? ¿Cuánto más aún con relación a los asuntos complicados de la vida? Recuerda que para resolver tus problemas puedes recurrir a la extensa experiencia que tienen tus padres.

      Sí, tus padres pueden ser de gran ayuda. ¿Quién te conoce mejor que ellos? ¿Quién aprecia tus puntos fuertes, y sin embargo, conoce tus debilidades mejor que ellos? ¿Quién te puede dar apoyo cuando necesitas seguir un buen consejo?

      Es cierto que no todos los padres consideran con tacto los problemas. A menudo eso se debe a que por un tiempo ha habido falta de comunicación; entonces, de repente, hay que tratar un problema grave. Así que trata de mejorar la comunicación. ‘Da tu corazón’ a tu madre o a tu padre. Confía en ellos siempre que sea posible. El resultado será una magnífica relación que te ayudará a resolver sin mucha dificultad problemas pequeños, y a enfrentarte con los problemas serios en un ambiente de comprensión y amor. (Proverbios 23:26.)

      Buscando ayuda basada en la Biblia

      “De repente todo mi mundo se trastornó”, declaró Kay. A la edad de 18 años ella se halló en medio del divorcio de sus padres, y, poco después, su único hermano, de 19 años de edad, murió en un trágico accidente automovilístico. Dos meses después supo que su padre estaba muriéndose de cáncer. Cuando Kay fue a verlo, su madre, debido a los celos, la dejó en la calle... sin ropa ni pertenencias. ¿A quién podía acudir?

      Ya hacía algún tiempo que Kay era testigo de Jehová y apreciaba el interés sincero que los ancianos de congregación habían mostrado en ella durante los difíciles años de su juventud. Sin vacilar, telefoneó a uno de los ancianos y le explicó su situación. Él y su familia la recibieron en su casa y le proporcionaron un lugar en el sótano... durante más de un año.

      “El dolor emocional era tan intenso que a veces me preguntaba: ‘¿Qué estoy haciendo? ¿De qué vale siquiera estar viva?’”, explicó Kay. No obstante, el anciano y su esposa usaron la Biblia para ayudarla a ver la necesidad de que mantuviera sus altas normas morales, en vez de simplemente sumirse en fiestas y en la inmoralidad sexual como escape a su dolor emocional. La ayuda de ellos surtió efecto, pues ahora Kay está felizmente casada y bien adaptada.

      Pero tal vez te cause un poco de vergüenza el considerar ciertos problemas delicados. Así fue como se sintió Arlene, de 18 años de edad. “Solía fantasear con muchachos. Puesto que casi ninguno me prestaba mucha atención, yo anhelaba tener el afecto de un hombre”, admitió Arlene. “Pero podía ver a lo que podía llevar un afecto como ése... de mis seis hermanas, cinco habían tenido hijos ilegítimos. Sin embargo, me daba vergüenza hablar con alguien acerca de esos sentimientos intensos.” No obstante, un anciano de congregación notó que ella parecía tener un problema de peso y la abordó. Él mostró interés. Junto con su esposa, condujo semanalmente con la joven consideraciones bíblicas, y por medio de esa ayuda ella pudo hacer frente a sus sentimientos.

      Hoy día, cuando Arlene medita en el pasado, se pregunta por qué ella misma no dio los pasos para buscar ayuda. “¿Hay alguno enfermo [en sentido espiritual] entre ustedes? Que mande llamar a los ancianos de la congregación”, insta la Biblia (Santiago 5:14). Sin embargo, Arlene se sentía indigna, y por eso tenía miedo de abordar a los ancianos. Ahora ella aconseja lo siguiente a otros jóvenes que se sienten del mismo modo que ella se sentía: “¡No piensen así, porque ellos verdaderamente se interesan en nosotros!”. ¿Dónde estaría Arlene hoy día sin la ayuda, basada en la Biblia, que recibió? Ella contesta: “Todavía seguiría con mis viejas amistades y ya estaría embarazada”.

      Sí, Dios en realidad se interesa en los jóvenes... ¡se interesa en ti! Ha provisto amorosamente ayuda en el arreglo de familia, así como en la congregación cristiana. Si aún no te has familiarizado con los útiles arreglos de congregación que hay disponibles en el Salón del Reino de la localidad donde vives, te invitamos a que lo hagas. Sí, hay personas a quienes puedes ir para que te ayuden con los problemas de la vida. Aprende por experiencia el gran alivio que puede traerte esa clase de ayuda.

      “El que está andando con personas sabias se hará sabio, pero al que está teniendo tratos con los estúpidos le irá mal.” (Proverbios 13:20.)

  • La mente se desarrolla con amor
    ¡Despertad! 1983 | 8 de noviembre
    • La mente se desarrolla con amor

      Dos niñitas de un orfanato, que tenían 13 y 16 meses de edad respectivamente, daban muestras tan contundentes de sufrir atraso mental que se les envió a un hospital siquiátrico. Unos seis meses después, cierto sicólogo descubrió que ellas eran niñas activas y normales. Receloso de que la mejoría fuera duradera, las examinó en otras dos ocasiones, a intervalos de unos 12 meses, y en cada ocasión halló que la inteligencia de ellas era normal. La única diferencia que había habido en la vida de ellas era que algunas internadas abrazaban a las niñitas, jugaban con ellas y habían establecido una relación personal con ellas.

      El libro Quality of Life—The Early Years, de la Asociación Médica Norteamericana, dice: “Si ellas no hubieran recibido ese despliegue de amor de parte de las internadas, pudieran haber pasado su vida internadas innecesariamente en una institución. El caso ilustra el hecho de que, aunque la herencia genética de un niño sea excelente, éste tiene que recibir cuidado y estímulo amorosos para que desarrolle su capacidad”.

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