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Cuando todas las naciones chocan, de frente, con DiosLa Atalaya 1972 | 1 de abril
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Dios y que predican por todo el mundo las buenas nuevas de Su reino por Cristo. Por consiguiente, cuando esas naciones hayan destruido a Babilonia la Grande y entonces se vuelvan amenazadoramente contra estos llamados, escogidos y fieles ungidos, estarán tomando acción impía contra “embajadores de parte de Cristo,” contra ciudadanos de la ciudad de Dios, “Jerusalem la celestial.” Al pelear o luchar contra estos a quienes pueden ver en medio de ellos, estarán luchando contra el Cordero Jesucristo, el Rey de reyes, aunque no pueden verlo ni pueden ver a Jehová Dios. ¿Pudiera haber pelea más manifiesta contra el Dios invisible y su Cristo que ésa? ¿Qué dijo Jesucristo mismo acerca de esto en su profecía final acerca de la “conclusión del sistema de cosas”? Dijo esto: “Al grado que lo hicieron a uno de los más pequeños de estos mis hermanos, a mí me lo hicieron.”—Mat. 25:40; 24:3.
¡CHOQUE! ¡SUS SOBREVIVIENTES!
48. ¿Qué viene necesariamente después de eso, y en qué lugar profético?
48 Necesariamente viene el choque con Dios después de eso. ¿Qué significará eso? Nada menos que la “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso.” Para ese tiempo las naciones habrán llegado al campo de la batalla final, es decir, la crítica etapa de desenvolvimientos mundiales de que se habla proféticamente como el “lugar que en hebreo se llama Har-Magedón [Armagedón, Mod].”—Rev. 16:14-16.
49. ¿A dónde van marchando todas las naciones, a qué las invita Dios a venir, y, para Él, qué son ellas, hablando comparativamente?
49 ¡Todas las naciones ahora van marchando a Har-Magedón! Esto sí, por lo menos, puede decirse sin lugar a equivocaciones según el horario de la Biblia y según los acontecimientos mundiales que cumplen las profecías bíblicas. ¡Es inminente la confrontación con Dios! Para Él, como Él dice, todas las naciones juntas son meramente como una gota que cae de un cubo de agua vaciado. (Isa. 40:15) Porque ha llegado su debido tiempo para actuar, desafiadoramente invita a todas las naciones, en el lenguaje de la profecía de Joel 3:9-12, a venir para el encuentro. Prescindiendo de lo cuidadosamente que se hayan preparado, prescindiendo de lo fuerte que se sientan como para poder desafiar a Dios y su Gobierno por Cristo, la situación de las naciones será como la de una hormiga que se plantara firmemente sobre la vía del tren y desafiadoramente le gritara a la inmensa locomotora diesel que se abalanza hacia ella: ‘¡Deténte! ¡No puedes arrollarme! ¡No te atreves a hacerlo!’
50. ¿Cómo viene ahora el choque, y qué muestra la profecía en cuanto a si las Naciones Unidas harán que la “imagen” del dominio político salga airosa de la situación?
50 ¡Tras! suena el choque de frente. ¡Vea a la organización de las Naciones Unidas! ¿Podrá mantenerse en su lugar y repeler el ataque divino? La profecía divina dice: ¡No! La piedra del Reino, cortada de la montaña universal de Dios y lanzada por la propia mano de Dios, da ahora contra la “imagen” simbólica de la dominación de la Tierra por el hombre. Al chocar con ímpetu la piedra contra hierro, hay un ensordecedor ¡Pum! ¡Escuche! ¡Algo está siendo triturado! ¿Es la piedra lo que está siendo triturado? ¡No!, más bien, ¡es la Piedra lo que está triturando a todos los férreos contendientes que favorecen la dominación mundial por gobernantes humanos! ¡Escuche ahora ese rechinante sonido de algo que está siendo molido! ¡Es la Piedra moliendo hasta convertir en polvo toda la “imagen” caída del dominio político controlado por el Diablo que comenzó con la “cabeza” dorada de Babilonia!
51. ¿Qué les sucederá a los vestigios pulverizados de la “imagen” simbólica, y quiénes permanecerán en el campo de batalla, victoriosos?
51 El viento tempestuoso de la cólera justa de Dios se llevará todos los vestigios pulverizados de la “imagen” política anti-Dios, como a paja volada de la era. ¡Todo vestigio del viejo sistema de cosas se habrá ido para siempre! La “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso” en Har-Magedón, según se describe en el último libro de la Biblia (Rev. 19:11-21), terminará con el resultado de que Jehová Dios y sus fuerzas militares del cielo serán los únicos que permanecerán en el campo de batalla, gloriosamente victoriosos. ¡La cuestión de la dominación mundial habrá sido resuelta para siempre, a favor de Jehová!
52, 53. ¿Dónde habrá un lugar de refugio para los sobrevivientes en la Tierra? ¿Participarán ellos activamente en la “guerra”? ¿Qué oración por la supremacía divina contemplarán contestada?
52 Cuando ocurra este tremendo choque, ¿habrá lugar alguno de seguridad en la Tierra? ¿Será posible que haya hombres que sobrevivan el choque? Sí, y esto será solo del lado de Jehová Dios. Es solo a los que se colocan de Su lado y del lado de Su Reino por Cristo que aplica la promesa divina siguiente: “Solo con tus ojos seguirás mirando y verás la retribución misma de los inicuos. Porque tú dijiste: ‘Jehová es mi refugio,’ has hecho al Altísimo mismo tu morada; no te acaecerá ninguna calamidad.” (Sal. 91:8-10) Los que ahora se declaran firmemente en apoyo de la soberanía universal de Jehová se quedarán al margen y no tomarán parte activa en esa “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso.” En su lugar de refugio bajo la protección divina, verán a Jehová y su Cristo obtener la victoria sobre todas las naciones en oposición. Así verán cumplida la profecía que dice: “Ha esparcido a los pueblos que se deleitan en peleas.” (Sal. 68:30) Contemplarán la respuesta divina a la oración de Salmo 83:17, 18 contra los enemigos de Dios:
53 “Oh sean avergonzados y perturbados para todo tiempo, y queden corridos y perezcan; para que la gente sepa que tú, cuyo nombre es Jehová, tú solo eres el Altísimo sobre toda la tierra.”
54. ¿Qué extensión alcanzará entonces el reino victorioso de Dios, según se representa por la piedra que dio contra la imagen?
54 El reino victorioso de Dios, representado por la piedra que dio contra la imagen simbólica en los pies, crecerá entonces como lo hizo aquella piedra y llegará a ser como una “gran montaña” que llene toda la Tierra. (Dan. 2:35) El reino de Dios por su Cristo estará en todas partes de esta Tierra. ¡Qué privilegio será sobrevivir el choque final de las naciones con Dios y vivir en esa montaña real!
55. ¿Qué profecías están escritas en Isaías respecto a los que entonces morarán en esa “montaña”?
55 En cuanto a los que felizmente moran en esa misma montaña está escrito en la profecía de Isaías 11:9 lo siguiente: “No harán ningún daño ni causarán ninguna ruina en toda mi santa montaña; porque la tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas están cubriendo el mismísimo mar.” Se añade a esto la animadora y satisfaciente profecía que dice: “Y Jehová de los ejércitos ciertamente hará para todos los pueblos, en esta montaña, un banquete . . . Él realmente se tragará a la muerte para siempre, y el Señor Soberano Jehová ciertamente limpiará las lágrimas de todo rostro. Y el oprobio de su pueblo lo quitará de toda la tierra, porque Jehová mismo lo ha hablado.”—Isa. 25:6-8, New World Translation.
56. ¿Deberíamos temer el oprobio de los hombres por declararnos de parte de lo correcto? ¿Cómo quién de la antigüedad deberíamos ser en nuestro andar, y con qué recompensa?
56 Por eso, no tema el oprobio de los hombres ahora por declararse del lado del Señor Soberano Jehová y su reino por Cristo. No ande con las naciones en un proceder contrario a Dios a ese inevitable choque en el futuro. Sea como aquel hombre obediente, Noé, que despreciaba el oprobio de los hombres y “andaba con el Dios verdadero.” (Gén. 6:9) Entonces, como él, podrá regocijarse con la esperanza de sobrevivir al fin de este sistema internacional de cosas y entrar vivo en el nuevo sistema de cosas eterno de Dios bajo el reino de su Rey reinante Jesucristo. Allí verá a Dios tragarse hasta a la muerte victoriosamente, para que usted disfrute de vida eterna y le sirva y adore con salud perfecta y felicidad en un paraíso que jamás se desvanecerá y que abarcará toda la Tierra.
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¿Por qué no impide Dios el choque?La Atalaya 1972 | 1 de abril
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¿Por qué no impide Dios el choque?
ES OBVIO para el individuo pensador que, para el Creador del universo, la Tierra es una cosa pequeñita. Por lo tanto, las naciones de la Tierra son insignificantes en comparación con Él. Por consiguiente, ¿no podría apartarlas de su senda de choque o hacerse a un lado para evitar el choque? ¿Está actuando como abusador con su poder superior, al dejar que ocurra el choque?
No. Dentro de los requisitos de su propia dignidad y justicia, Dios no puede impedir el choque. Él ha concedido tiempo para que las naciones prueban toda clase de régimen humano. Él ha permitido que sigan su camino, y así ha suministrado evidencia a través de miles de años de historia que demuestra que las naciones no pueden gobernar la Tierra en paz. Sin embargo, quieren seguir por donde van y Dios está reteniéndose de estorbar su libertad de acción hasta que llegue Su tiempo exacto.
Sin embargo, las naciones mismas podrían haberse vuelto voluntariamente del camino malo y desastroso. Han tenido la oportunidad. Dios ha mostrado a las naciones el camino por el cual ir. Hasta los gobernantes paganos tienen cierto grado de conciencia dado por Dios, como lo explica uno de los apóstoles de Cristo:
“Porque siempre que los de las naciones que no tienen ley hacen por naturaleza las cosas de la ley, éstos, aunque no tienen ley, son una ley para sí mismos. Son los mismísimos que demuestran tener la sustancia de la ley escrita en su corazón, mientras su conciencia da testimonio con ellos y, entre sus propios pensamientos, están siendo acusados o hasta excusados.”—Rom. 2:14, 15.
Ahora bien, en cuanto a las naciones llamadas cristianas, son aun menos excusables, porque tienen los principios del gobierno correcto y de la justicia puestos claramente delante de ellas en la Palabra de Dios, la Biblia, y profesan estar sujetas a sus leyes. Pero a un grado extenso han rechazado los principios bíblicos.
A la luz de estos hechos, Dios no es arbitrario ni precipitado al tratar con las naciones. Nadie puede acusarlo de obrar contra una nación justa. Más bien, él siempre ha seguido el principio que declara en Jeremías 18:7, 8:
“En cualquier momento que yo hable contra una nación y contra un reino para desarraigarla y para derruirla y para destruirla, y esa nación realmente se vuelva de su maldad contra la cual hablé, yo también ciertamente sentiré pesar por la calamidad que había pensado ejecutar en ella.”
Dios ha mostrado a las naciones que él es el Dueño legítimo de la Tierra. Dice: “Toda la tierra me pertenece a mí.” (Éxo. 19:5) El hombre no podría estar en la Tierra si Dios no lo hubiera puesto aquí. Las naciones mismas reconocen su derecho de tenencia, guardando celosamente el territorio que han adquirido por compra, descubrimiento o conquista. No obstante, rehúsan reconocer los derechos de tenencia de Dios. Niegan que tenga la autoridad para establecer las normas por las cuales deberían guiarse las naciones.
Sin embargo, Dios ha hecho que las naciones sepan que hay un límite de tiempo en que pueden ejercer autoridad, y que Su Rey Mesiánico va a ejercer la gobernación de la Tierra. (Sal. 2:6-8) Opuestas a esto, las naciones prefieren que la Tierra continúe dividida en centenares de gobiernos incompatibles, con desasosiego, celos nacionales, contienda y guerras. En vez de reconocer de buena gana que sus gobiernos no han traído felicidad a su pueblo y en vez de pedir que Dios asuma el régimen de la Tierra, continúan utilizando los mismos métodos políticos antiguos para mantener asida su gobernación. Podrían evitar el chocar con Dios si estuvieran dispuestas a someterse, como él les advierte bondadosamente:
“Y ahora, oh reyes, ejerzan perspicacia; déjense corregir, oh jueces de la tierra. Sirvan a Jehová con temor y estén gozosos con temblor. Besen al hijo, para que Él no se enoje y no perezcan ustedes del camino.”—Sal. 2:10-12.
DIOS OBRA PARA PROVECHO DE LA TIERRA Y DEL HOMBRE
En el ínterin, los gobiernos de la Tierra muestran realmente una condenable falta de interés en el hecho de que la Tierra está siendo arruinada, haciéndose día por día menos adecuada para habitación humana. Admiten que la delincuencia, la contaminación, la amenaza de inanición en toda la Tierra y muchas otras circunstancias malas están fuera de su control. Muchos creen que podría acontecer una tercera guerra mundial a cualquier instante, prácticamente despoblando la Tierra. Sin embargo, a pesar de estas cosas sus principios o métodos de operación básicamente siguen siendo los mismos. Todavía se ocupan en intriga política, mentir diplomático y espiar internacional.
Por eso, como haría cualquier dueño a quien le interesa su propiedad, Dios no va a permanecer como espectador ocioso y ver que la Tierra sea destruida y hecha inhabitable. Ciertamente sería remiso si dejara que sucediera tal cosa. No estaría obrando con apego a la verdad para con los que odian la corrupción y las cosas repugnantes que suceden en la Tierra y que quieren un mejor modo de vivir, el modo de vivir correcto. Sabiendo la senda por la que irían las naciones, predijo que habría un tiempo para ponerles coto, diciendo:
“Las naciones se airaron, y vino tu propia ira, y el tiempo señalado para que los muertos fuesen juzgados, y para dar su galardón a tus esclavos los profetas y a los santos y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y para causar la ruina de los que están arruinando la tierra.”—Rev. 11:18.
Realmente, Dios, por su firme acción a favor de los principios correctos, emprende un derrotero positivo contrario al de las naciones en marcha, de modo que hay un choque de frente, como la única manera de impedir que las naciones obliguen a toda la humanidad a la autoextinción total. Él lo hace principalmente para zanjar la cuestión de soberanía a su propio favor. Pero también tiene presentes a los que quieren la justicia y el derecho y que aceptan su soberanía.
En consecuencia, podemos estar felices de que Dios tenga a su disposición poder omnipotente y que, aunque en comparación con el universo esta Tierra es muy pequeña, él se interesa en los humanos que están en ella. Podemos alegrarnos de que Dios esté dispuesto a dirigir su atención a este pequeño planeta y ejercer su gran poder hacia este globo terráqueo para el bienestar eterno de sus habitantes.
Pero, ¿es el régimen político corrompido de las naciones la única razón por la cual Dios siente desagrado? No. Hay razones aun más fuertes, como revela la siguiente consideración.
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