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La angustia de Jacob y el nuevo pacto de DiosLa Atalaya 1980 | 1 de mayo
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los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, “el cual pacto mío ellos mismos quebrantaron, aunque yo mismo los poseía como dueño marital,”’ es la expresión de Jehová. ‘Porque éste es el pacto que celebraré con la casa de Israel después de aquellos días,’ es la expresión de Jehová. ‘Ciertamente pondré mi ley dentro de ellos, y en su corazón la escribiré. Y ciertamente llegaré a ser su Dios, y ellos mismos llegarán a ser mi pueblo. Y ya no enseñarán cada uno a su compañero y cada uno a su hermano diciendo: “¡Conozcan a Jehová!” porque todos ellos me conocerán, desde el menor de ellos aun hasta el mayor de ellos,’ es la expresión de Jehová. ‘Porque perdonaré su error, y no me acordaré más de su pecado.’”—Jer. 31:31-34.
SE NECESITA UN MEDIADOR NUEVO
17. ¿Por qué debe interesarnos aun hoy día el nuevo pacto, y desde cuánto tiempo atrás ya estaba anticuado el pacto de la Ley y a punto de pasar?
17 ¿Nos interesa hoy día aquel nuevo pacto? Debe interesarnos, porque todavía está en vigor. ¿Pero con quiénes ha estado en vigor hasta ahora? Los millones de judíos que viven en todas partes de la Tierra no dicen que esté en vigor con ellos. Ellos creen que todavía están bajo el pacto que se celebró con sus antepasados en el monte Sinaí. ¡Eso fue hace más de 3.490 años! Hace más de 2.580 años que, por medio de Jeremías, Jehová hizo la promesa de un nuevo pacto. Si esos judíos tienen razón, ¿por qué ha tardado Dios tanto para poner en vigor el prometido nuevo pacto? Pues, hace más de 1.900 años el pacto judío de la Ley ya estaba anticuado y evidentemente a punto de pasar y dejar lugar para el nuevo pacto. ¿Lo hizo?
18. (a) ¿Qué indicaba respecto al pacto de la Ley la promesa de Dios de un pacto que era “nuevo”?, y ¿en qué categoría respecto a edad colocaba a aquel pacto? (b) ¿Cómo se le transmitió a la nación de Israel aquel código de la Ley?
18 Respecto a eso, un estudiante judío que solía sentarse a los pies del famoso maestro fariseo Gamaliel de Jerusalén, escribió esto: “Al decir él ‘un nuevo pacto’ ha hecho anticuado al anterior. Ahora bien, lo que se hace anticuado y envejece está próximo a desvanecerse.” (Heb. 8:13; 2 Cor. 3:14) El escritor judío escribió aquellas palabras a los hebreos cristianizados de Jerusalén, alrededor del año 61 E.C. En una carta anterior a las congregaciones cristianas de la provincia romana de Galacia, él escribió: “¿Por qué, pues, la Ley? Fue añadida [al pacto abrahámico respecto a la Descendencia] para poner de manifiesto las transgresiones [cometidas por seres humanos], hasta que llegara la descendencia [de Abrahán] a quien se había hecho la promesa; y fue transmitida mediante ángeles por mano de un mediador.”—Gál. 3:19.
19. Puesto que el pacto de la Ley precisaba a Moisés como mediador, ¿qué demuestra eso respecto al nuevo pacto, que también se hace entre Dios y los hombres?
19 Aquel mediador, al cual no se menciona por nombre en el texto citado, fue Moisés. Ahora bien, si el hacer el viejo pacto de la Ley precisó a Moisés como mediador entre Dios y los hombres imperfectos, pecaminosos, ciertamente el hacer un nuevo pacto entre Dios y los hombres requeriría un mediador, aunque no se mencione a éste en Jeremías 31:31-34. Para el día de Jeremías, Moisés había estado muerto por muchísimo tiempo. Debido a que él había servido de mediador, a la Ley del viejo pacto se le llamaba “la ley de Moisés.”—Hech. 15:5.
20, 21. (a) Al predecir el nuevo pacto, ¿cómo indicó Dios la superioridad de éste sobre el pacto previo? (b) ¿Qué haría Dios de los israelitas que habían pactado con él si cumplían fielmente con el pacto?
20 El nuevo pacto, por ser un pacto superior, merecía tener un mediador superior a Moisés. Notemos ahora cómo el Proveedor celestial del nuevo pacto indicó la superioridad de éste sobre el pacto previo. Refiriéndose al nuevo pacto dice que “no [es] uno como el pacto que celebré con sus antepasados en el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto, ‘el cual pacto mío ellos mismos quebrantaron, aunque yo mismo los poseía como dueño marital.’” (Jer. 31:32) Él tenía presente hacer de ellos algo grandioso por medio del pacto que celebró con los israelitas después de sacarlos de Egipto. Por lo tanto, les dijo:
21 “Si ustedes obedecen estrictamente mi voz y verdaderamente guardan mi pacto, [¿entonces qué?] entonces ciertamente llegarán a ser mi propiedad especial de entre todos los demás pueblos, porque toda la tierra me pertenece a mí. Y ustedes mismos llegarán a ser para mí un reino de sacerdotes y una nación santa.”—Éxo. 19:5, 6.
22. (a) ¿Qué clase de gobierno sería dicho “reino de sacerdotes,” y para quiénes sería adecuado? (b) ¿Para quién sería aquella “nación santa” una “propiedad especial,” y qué clase de relación tendría con él?
22 Ciertamente las palabras “un reino de sacerdotes” señalan a un gobierno idóneamente adecuado para satisfacer las necesidades de la humanidad. Sus sacerdotes representan y sirven a Dios, el Salvador de la humanidad. De por sí, el “reino de sacerdotes” es una “nación,” un grupo nacional de tal limpieza que se le puede llamar ‘santo,’ adecuado para que lo use Dios. Dios lo escogió de todas las otras naciones de la Tierra. Se propuso que fuera la “propiedad especial” de Dios, así como una esposa es la propiedad especial de su esposo. De hecho, Dios comparó a los israelitas redimidos de la antigüedad con una esposa nacional al decir que él “los poseía como dueño marital.” Pero ella, en vez de rendir a Jehová la debida sujeción de esposa por medio de cumplir el pacto sagrado de él, pasó por alto las obligaciones especiales de esta relación favorecida. (Jer. 3:1-3, 20) ¡Merecía que él se divorciara de ella!
23. ¿Surtió efecto la Ley Mosaica? ¿Qué hizo Dios acerca del gobierno ideal que se había propuesto para la humanidad?
23 Sabemos por medio de la historia posterior de aquel antiguo pueblo en pacto con Jehová Dios que las cosas no mejoraron permanentemente para ellos. Por eso, no se puede disputar el hecho de que el pacto de la Ley para el cual Moisés sirvió de mediador no surtió efecto. Por lo tanto, ¡cuánto nos podemos alegrar de que Dios no haya dejado de hacer los arreglos a favor de aquel deseado “reino de sacerdotes”! Teniendo en mira ese gobierno ideal, reemplazó el viejo pacto con el pacto mejor.
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Beneficiándonos de “un solo mediador entre Dios y los hombres”La Atalaya 1980 | 1 de mayo
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Beneficiándonos de “un solo mediador entre Dios y los hombres”
1. (a) ¿Por qué no están interesados en un nuevo pacto los judíos de hoy día? (b) ¿Quién era el único que podía proponer el nuevo pacto y su mediador?
HOY día ninguna de las 152 naciones que componen las Naciones Unidas está interesada en hacer un pacto con Jehová, el Dios de Abrahán, Isaac y Jacob. No, ni siquiera los 15.000.000 de judíos que actualmente están esparcidos por la Tierra. A pesar de la profecía de Jeremías 31:31-34, prefieren creer que todavía están bajo el viejo pacto de la Ley en el cual Moisés sirvió de mediador. “A causa de ignorar la justicia de Dios pero de procurar establecer la suya propia [esforzándose por guardar el pacto de la Ley], no se sujetaron a la justicia de Dios,” que les estaba disponible por medio del nuevo pacto. (Rom. 10:1-3) Jehová, el Dios de verdadera justicia, propuso el nuevo pacto. Él era el único que podía establecerlo y escoger el mediador apropiado para él.
2. ¿Con quién dijo Jehová que establecería el nuevo pacto, y qué haría él por medio de ese pacto en cuanto al error y pecado de ellos y el conocimiento que tendrían de él?
2 “‘¡Mira! Vienen días,’ es la expresión de Jehová, ‘y yo ciertamente celebraré con la casa de Israel y con la casa de Judá un nuevo pacto; . . . ‘Porque éste es el pacto que celebraré con la casa de Israel después de aquellos días,’ es la expresión de Jehová. ‘Ciertamente pondré mi ley dentro de ellos, y en su corazón la escribiré. Y ciertamente llegaré a ser su Dios, y ellos mismos llegarán a ser mi pueblo. Y ya no enseñarán cada uno a su compañero y cada uno a su hermano, diciendo: “¡Conozcan a Jehová!” porque todos ellos me conocerán, desde el menor de ellos aun hasta el mayor de ellos,’ es la expresión de Jehová. ‘Porque perdonaré su error, y no me acordaré más de su pecado.’”—Jer. 31:31-34.
3. ¿De la venida de quién dependía el tiempo para el establecimiento del nuevo pacto? ¿Envolvía esto a Moisés?
3 ¿Cuándo celebró Jehová ese nuevo pacto “con la casa de Israel y con la casa de Judá”? El tiempo para esto dependía del mediador a quien Jehová había escogido para el pacto. No se resucitaría a Moisés de entre los muertos para que sirviera de mediador del nuevo pacto. Él no podía brindar más ayuda a los que estaban en el nuevo pacto de la que había brindado a Israel.
4. Según un estudiante hebreo del maestro fariseo Gamaliel, ¿a quién ha nombrado Dios como mediador del nuevo pacto?
4 No se nos deja en dudas en cuanto a quién resultó ser el mediador necesario. Aquí nos dirigimos a la carta inspirada que fue escrita a hebreos por un hebreo, por aquel estudiante que solía sentarse a los pies del famoso maestro fariseo del primer siglo de nuestra era común, es decir, Gamaliel. Mostrando la diferencia entre Moisés y el nuevo mediador, aquel estudiante pasa a decir: “Así como Moisés, cuando estaba para hacer la tienda en su entereza, recibió el mandato divino: Porque dice él: ‘Ve que hagas todas las cosas conforme a su modelo que te fue mostrado en la montaña [Sinaí].’ Pero ahora Jesús ha obtenido un servicio público más admirable, de modo que también es mediador de un pacto correspondientemente mejor, que ha sido establecido legalmente sobre mejores promesas.” (Heb. 8:5, 6) “Y a Jesús el mediador de un nuevo pacto, y a la sangre de la rociadura, que habla de una manera mejor que la sangre de Abel.”—Heb. 12:24.
5. Antes de su muerte, ¿cómo mostró Jesús que reconocía que había llegado el tiempo para que el viejo pacto de la Ley fuera reemplazado con el nuevo pacto?
5 Jesús reconoció que había llegado el tiempo para que Jehová reemplazara el viejo pacto de la Ley Mosaica con el nuevo pacto. Por eso, en la noche de la Pascua antes de su muerte el viernes 14 de Nisán de 33 E.C., comenzó una memoria o conmemoración de su muerte en sacrificio. Al tomar la copa de vino del Memorial, dijo a sus once apóstoles fieles: “Beban de ella, todos ustedes; porque esto significa mi ‘sangre del pacto,’ que ha de ser derramada a favor de muchos para perdón de pecados.’” (Mat. 26:27, 28) O, como expresa el apóstol Pablo las palabras de Jesús: “Esta copa significa el nuevo pacto por virtud de mi sangre. Sigan haciendo esto, cuantas veces la beban, en memoria de mí.” (1 Cor. 11:25) Por partes de tres días él estuvo muerto en una tumba conmemorativa y no pudo comenzar a obrar como mediador de ese nuevo pacto.
6. A fin de llevar a cabo las palabras de Dios en el nuevo pacto acerca de perdonar el error y no recordar más el pecado, ¿qué era necesario?
6 Aunque Jeremías 31:31-34 no lo mencionó, se necesitaba un sacrificio para poner en vigor el nuevo pacto. Se necesitaba un sacrificio porque, al declarar el nuevo pacto, Dios dijo: “Perdonaré su error, y no me acordaré más de su pecado.” (Jer. 31:34) Se usó la sangre de víctimas animales para hacer el viejo pacto de la Ley Mosaica, y para propósitos de limpieza. En armonía con eso, se dice del mediador Moisés que “la tienda y todos los vasos del servicio público los roció de la misma manera con la sangre. Sí, casi todas las cosas son limpiadas con sangre según la Ley, y a menos que se derrame sangre, no se efectúa ningún perdón.” (Heb. 9:21, 22) Jesús todavía poseía el valor de su sangre vital cuando fue levantado de entre los muertos el domingo 16 de Nisán de 33 E.C. Hebreos 13:20 indica esto al decir: “El Dios de paz . . . hizo subir de entre los muertos al gran pastor de las ovejas con la sangre de un pacto eterno, a nuestro Señor Jesús.”—Juan 10:11.
7. A causa de que Cristo ofreció un sacrifico mejor por el nuevo pacto, ¿qué hace su sangre con respecto a la conciencia y también a favor de los “llamados” por Dios?
7 A causa de que el nuevo pacto se puso en vigor por medio de un sacrificio mejor, a los hebreos cristianizados se les hizo la siguiente pregunta: “¿Cuánto más la sangre del Cristo, que por un espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, limpiará nuestra conciencia de obras muertas para que rindamos servicio sagrado al Dios vivo?” Porque la sangre de Cristo tiene tan gran poder para limpiarnos del pecado que nos condena, a continuación leemos: “Por eso es que él es mediador de un nuevo pacto, para que, habiendo ocurrido una muerte para la liberación de ellos por rescate de las transgresiones bajo el pacto anterior, los que han sido llamados [por Dios] reciban la promesa de la herencia eterna.” (Heb. 9:14, 15) Pero, ¿cuándo comenzó la sangre de Cristo a limpiar las conciencias de aquellos hebreos cristianizados que habían estado bajo “el pacto anterior,” el pacto de la Ley en el cual Moisés había servido de mediador en el monte Sinaí?
8. ¿Cuándo comenzó la sangre de Cristo a limpiar las conciencias de los hebreos cristianizados que habían estado bajo el anterior pacto de la Ley?
8 No cuando Jesucristo fue resucitado de entre los muertos, sino en el día 50 después de aquel día. Es decir, en el día del Pentecostés después que ascendió al cielo y entró en la presencia de Dios “en el cielo mismo, para comparecer ahora delante de la persona de Dios a favor nuestro.”—Heb. 9:24.
9. En el día del Pentecostés, cuando Pedro dijo a los judíos a quienes les remordía la conciencia que recibirían el perdón de sus pecados si se bautizaban en el nombre de Jesucristo, ¿qué probó eso con respecto a pactos?
9 En aquel día del Pentecostés el apóstol Pedro pronunció ante los judíos y prosélitos judíos circuncisos un discurso que lastimó la conciencia de éstos. “¿Qué haremos?” preguntaron. Pedro respondió: “Arrepiéntanse, y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán el don gratuito del espíritu santo.” (Hech. 2:37, 38) Esa promesa de que recibirían el perdón de los pecados de los cuales se habían arrepentido probaba algo. ¿Qué? ¡Que el nuevo pacto de Dios con su provisión para perdón de pecados había entrado en vigor en aquel mismo día, puesto que el viejo pacto de la Ley Mosaica había sido clavado al madero en que murió Jesucristo!—Efe. 2:15, 16; Col. 2:14; Heb. 8:8-13; Jer. 31:34.
10. Unos cuantos días más tarde, al hablar en el templo de Jerusalén a los judíos culpables de derramamiento homicida de sangre, ¿cómo enfatizó Pedro este hecho acerca de los pactos?
10 Se dio énfasis a ese mismo hecho unos cuantos días después. En aquella ocasión Pedro declaró ante un grupo de judíos culpables de derramamiento homicida de sangre que se habían reunido en el templo: “Arrepiéntanse, por lo tanto, y vuélvanse para que sean borrados sus pecados, para que vengan tiempos de refrigerio de parte de la persona de Jehová y para que envíe al Cristo nombrado para ustedes, Jesús, a quien el cielo, en verdad, tiene que retener dentro de sí hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas de que habló Dios por boca de sus santos profetas de tiempo antiguo.” Finalmente, Pedro terminó su discurso diciendo: “A ustedes primero Dios, habiendo levantado a su Siervo, lo envió para bendecirlos, apartando a cada uno de sus hechos inicuos.”—Hech. 3:19-21, 26.
¿“MEDIADOR” DE CUÁNTOS?
11. ¿Qué muestran los hechos en cuanto a si Dios hizo el nuevo pacto con las casas de Israel y Judá, naturales, carnales?
11 Sin embargo, ¿estaba Dios haciendo el nuevo pacto con la “casa de Israel” natural, carnal, y con la “casa de Judá” natural, carnal? ¿Cómo podía ser posible eso, puesto que los judíos naturales de esas dos casas habían rechazado violentamente al Mediador en perspectiva de aquel nuevo pacto y estaban, como nación, celebrando la fiesta del Pentecostés en el día señalado en el templo de Jerusalén? Dios no podía hacer eso. Él se proponía celebrar el nuevo pacto con el recién nacido Israel cristiano, el Israel espiritual, el cual había nacido en aquel mismo día del Pentecostés cuando “cayó sobre ellos el espíritu santo,” es decir, sobre los discípulos bautizados de Jesucristo, aproximadamente 120 de ellos. (Hech. 11:15) Estos habían esperado, no en el templo, sino en un aposento alto de Jerusalén. Allí, aquellos discípulos, que ya habían sido bautizados en agua, fueron engendrados por el espíritu de Dios como hijos espirituales de Él, “el Israel de Dios.” En esa condición, se les introdujo en el nuevo pacto por medio del Mediador celestial, Jesucristo, el Profeta mayor que Moisés.—Hech. 2:1-36; Joel 2:28, 29; Juan 3:3-5; Gál. 6:16.
12. En armonía con el orden en que procedió Dios, ¿cómo fue ensanchado el oficio de mediador de Jesucristo en el año siguiente a aquel Pentecostés?
12 De modo que Jesucristo en el cielo es el Mediador entre Dios y los israelitas espirituales, mientras éstos todavía están en la carne como hombres y mujeres. Hasta dentro de los límites del número de miembros de esta pequeña “nación santa” el oficio de mediador de Jesucristo se ha ampliado, pues Dios ha seguido cierto orden al admitir clases de personas en el nuevo pacto. De ese modo, por aproximadamente un año después del Pentecostés de 33 E.C. Jesús fue el Mediador de solamente aquellos israelitas espirituales que habían sido judíos carnales o prosélitos judíos circuncisos. Aproximadamente 3.000 de éstos fueron añadidos al Israel espiritual en aquel día del Pentecostés de 33 E.C. (Hech. 2:10, 37-41) Entonces, probablemente durante el año siguiente (34 E.C.), como efecto secundario de la persecución que Saulo de Tarso llevó a cabo, las “buenas nuevas” acerca del Cristo se predicaron en Samaria, y el espíritu santo “cayó sobre” los creyentes que se habían bautizado allí. (Hech. 8:15-17) Desde entonces el oficio de mediador de Jesús se ensanchó a fin de beneficiar a los israelitas espirituales que habían sido hombres y mujeres de Samaria, samaritanos.
13. Dos años después de la admisión de los samaritanos, ¿cómo llegó Jesús a ser mediador de una tercera clase de israelitas espirituales, y cómo reconocieron esto los judíos cristianizados de Jerusalén?
13 Pasan entonces dos años. Finalmente, en el otoño de 36 E.C., o tres años y medio después de su muerte y resurrección, Jesús comienza a ser mediador de una tercera clase de israelitas espirituales, aquellos que habían sido sacados de los gentiles incircuncisos, comenzando con el centurión italiano Cornelio. Después que el apóstol Pedro informó acerca de este sorprendente giro de acontecimientos a los judíos cristianizados de Jerusalén, ellos dijeron: “¡Conque Dios ha concedido también a la gente de las naciones [incircuncisas] arrepentimiento con la vida como objeto!”—Hech. 8:1 hasta 11:18, inclusive.
14. ¿Qué dijo Pablo a los ancianos de Efeso en cuanto a su predicación de arrepentimiento para con Dios, y en el interés de qué pacto estaba él sirviendo entonces como ministro?
14 Más de 20 años después de aquello, Pablo seguía actuando como apóstol a las naciones y estaba terminando su tercera gira misional. En su camino de regreso a Jerusalén, se detuvo en Mileto y habló con los ancianos de la congregación de Éfeso, Asia Menor. Les habló acerca del trabajo que había efectuado, diciendo: “Di testimonio cabalmente tanto a judíos como a griegos acerca del arrepentimiento para con Dios y de la fe en nuestro Señor Jesús. Y ahora, ¡miren! atado en el espíritu, estoy de viaje a Jerusalén.” (Hech. 20:21, 22) Ya no servía como fariseo en el interés del viejo pacto de la Ley Mosaica. Más bien, como escribe en 2 Corintios 3:5, 6, “el estar nosotros adecuadamente capacitados proviene de Dios, quien verdaderamente nos ha capacitado adecuadamente para ser ministros de un nuevo pacto, no de un código escrito, sino de espíritu; porque el código escrito condena a muerte, mas el espíritu vivifica.”
15. Al hablar de “ministros de un nuevo pacto,” ¿a quiénes incluyó Pablo en el pronombre “nos”? ¿Formaban ellos parte de alguna Junta de Mediación entre Dios y los hombres?
15 ¿De quiénes estaba hablando el apóstol aquí al usar el pronombre “nos”? En la introducción de su carta él nos identifica a los que están incluidos en ese pronombre “nos,” pues dice: “Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, y Timoteo nuestro hermano a la congregación de Dios que está en Corinto.” (2 Cor. 1:1) De modo que tanto Pablo como Timoteo eran “ministros de un nuevo pacto, . . . de espíritu.” Pablo no quiso decir por esa expresión que él y Timoteo formaban parte de alguna Junta de Mediación y que compartían el oficio de mediador con Jesús. No, pues ellos mismos sencillamente eran israelitas espirituales a favor de los cuales Jesús servía como el Mediador de Dios. Solamente Jesús es el “mediador de un nuevo pacto.”—Heb. 12:24.
16, 17. En 1 Timoteo 1:20-2:7 hasta 2:7 inclusive, ¿por medio de qué razonamiento llega Pablo a hacer mención de Cristo Jesús como mediador?
16 Al escribir directamente a Timoteo, Pablo llega a hacer mención del tema del oficio de mediador de Jesús a medida que pasa a decir: “Himeneo y Alejandro pertenecen a éstos, y los he entregado a Satanás para que se les enseñe por disciplina a no blasfemar. Por lo tanto, exhorto, ante todo, a que se hagan ruegos, oraciones, intercesiones, ofrendas de gracias, respecto a hombres de toda clase [pero no incluyendo a Himeneo y Alejandro los blasfemos], respecto a reyes y a todos los que están en alto puesto; a fin de que sigamos llevando una vida tranquila y quieta con plena devoción piadosa y seriedad.
17 “Esto es excelente y acepto a la vista de nuestro Salvador, Dios, cuya voluntad es que hombres de toda clase sean salvos y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad. Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, un hombre, Cristo Jesús, que se dio a sí mismo como rescate correspondiente por todos [o, por personas de toda clase, lectura marginal de la Traducción del Nuevo Mundo en inglés]... de esto ha de darse testimonio a sus propios tiempos particulares. Con el propósito de este testimonio fui nombrado predicador y apóstol —digo la verdad, no miento— maestro de naciones [incircuncisas] en el asunto de la fe y la verdad.”—1 Tim. 1:20 hasta 2:7, inclusive.
18. (a) ¿Estaba Pablo exhortando a Timoteo a obrar como mediador entre Dios y aquellos funcionarios públicos? (b) ¿Quiénes eran los que se beneficiarían de las súplicas que se hacían a Dios respecto a tales funcionarios públicos?
18 De ese modo Pablo exhortó a que se hicieran “ruegos, oraciones, intercesiones . . . respecto a reyes y a todos los que están en alto puesto.” Pero él no estaba exhortando a Timoteo a obrar como mediador entre Dios y aquellos funcionarios públicos. La conversión de tales funcionarios públicos al cristianismo no habría de ser el motivo por el cual se ofrecerían aquellos “ruegos, oraciones, intercesiones.” ¿Quiénes, en realidad, se beneficiarían de tales súplicas dirigidas a Dios? ¿Con qué propósito se presentaban aquellas peticiones a Dios? “A fin de que sigamos [cristianos, como Pablo y Timoteo] llevando una vida tranquila y quieta con plena devoción piadosa y seriedad.”—1 Tim. 2:2.
19. El llevar tal vida piadosa contribuiría al logro ¿de qué fin? y ¿a quién era aquello “excelente y acepto”?
19 El llevar tal vida tranquila, piadosa, seria, obraría para la salvación de los cristianos que ofrecían esas peticiones respecto a los gobernantes políticos. La salvación de aquellos cristianos inofensivos era algo “excelente y acepto a la vista de nuestro Salvador, Dios.” ¿Por qué? Porque es la voluntad de Dios “que hombres de toda clase sean salvos y lleguen a un conocimiento exacto de la verdad.” En armonía con eso, aquel a quien aquí se llama “nuestro Salvador” no es Jesucristo, sino “Dios.”
20. Según 1 Timoteo 2:5, 6, ¿cuál es el papel de Cristo Jesús en el programa de Dios para la salvación?
20 ¿Cuál, pues, es el papel de Cristo en este programa de salvación? Pablo pasa a decir: “Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres [no todos los hombres], un hombre, Cristo Jesús, que se dio a sí mismo como rescate correspondiente por todos.”—1 Tim. 2:5, 6.
21. (a) La carta de Pablo a Timoteo fue un caso de ¿qué ministro escribiendo a qué otro ministro? (b) ¿Cuánto tiempo dura ese pacto? y a este respecto, ¿qué papel desempeña el “rescate correspondiente por todos”?
21 Pablo estaba escribiendo en armonía con los hechos del primer siglo del cristianismo, durante el cual el nuevo pacto había entrado en vigor. En él ya se había introducido a “hombres” de todas las nacionalidades, judíos, samaritanos, gentiles incircuncisos, una vez que llegaban a formar parte del Israel espiritual. Cristo Jesús era el mediador de aquel nuevo pacto. La carta de Pablo a Timoteo respecto a esto era un caso en el que un ‘ministro del nuevo pacto’ escribía a otro ‘ministro del nuevo pacto.’ Ese nuevo pacto entre “nuestro Salvador, Dios,” y el Israel espiritual continúa durante todo el tiempo que haya israelitas espirituales todavía en la carne como “hombres” aquí en la Tierra. De modo que el pacto está en vigor hoy día. El “rescate correspondiente por todos” de Jesús pone la base para que hombres y mujeres de toda clase lleguen a ser israelitas espirituales y se les introduzca en el nuevo pacto del cual Cristo Jesús es el “un solo mediador.”
22. (a) ¿Cómo es evidente que el nuevo pacto está llegando a su fin, y cuándo terminará el oficio de mediador de Cristo? (b) ¿Por qué no necesitarán mediador los israelitas espirituales glorificados, y en qué capacidades obrarán entonces?
22 Todavía hay más de 9.000 personas que afirman ser israelitas espirituales en el nuevo pacto. Como Pablo y Timoteo, éstos son “ministros de un nuevo pacto.” (2 Cor. 3:6; 1:1) Es evidente que el nuevo pacto está llegando al fin de su operación, cuyo propósito ha sido producir 144.000 israelitas espirituales que reciban la aprobación de Dios para estar asociados con Jesucristo en el reino celestial, el gobierno ideal para la humanidad. Cuando el último de estos israelitas espirituales aprobados cese de ser uno de los “hombres” debido a una muerte terrena y a una resurrección para participar en el reino celestial, entonces el oficio de mediador de Jesucristo también cesará. La condición pecaminosa que heredaron en la carne, que exigía que un mediador obrara entre ellos y el Dios de la santidad, quedará atrás. Como los santos ángeles del cielo, estos israelitas espirituales glorificados no necesitarán un mediador entre ellos y Jehová Dios. (Rev. 22:3, 4) Bajo Jesucristo ellos servirán como reyes, sacerdotes y jueces asociados sobre todo el mundo de la humanidad.—Rev. 7:4-8; 14:1-3; 20:4, 6; Luc. 22:28-30.
UNA “GRANDE MUCHEDUMBRE” DE BENEFICIARIOS TERRESTRES
23, 24. (a) ¿Quiénes colaboran activamente ahora con el resto de israelitas espirituales, y qué invitación se les extendió a ellos respecto a la Cena del Señor? (b) Ellos reconocen que no son ¿qué? y sin embargo, ¿cómo se benefician ahora de la operación del nuevo pacto?
23 Hoy día, según registros auténticos, hay una “grande muchedumbre” de cristianos dedicados, bautizados, que colaboran activamente con el pequeño resto de israelitas espirituales. Desde la primavera de 1938 se les ha invitado a asistir a la celebración memorial anual de la muerte de Cristo, no para participar de los emblemas de esa conmemoración, el pan sin levadura y el vino tinto, sino como observadores respetuosos.a Ellos reconocen a Jesucristo como su Rey celestial desde que los Tiempos de los Gentiles terminaron en 1914. Celosamente se unen al resto de los israelitas espirituales en la predicación de “estas buenas nuevas del reino” en toda la tierra habitada para “testimonio a todas las naciones” antes que este sistema de cosas termine en la venidera “grande tribulación.” (Mat. 24:14, 21) Reconocen que no son israelitas espirituales en el nuevo pacto en el cual Jesucristo sirve de mediador, y que no son parte de la “raza escogida, un sacerdocio real, una nación santa.”—1 Ped. 2:9.
24 Sin embargo, sí se benefician de la operación del nuevo pacto. Se benefician de éste tal como en el Israel antiguo el “residente forastero” se beneficiaba de residir entre los israelitas que estaban en el pacto de la Ley.—Éxo. 20:10; Lev. 19:10, 33, 34; Rev. 7:9-15.
25. A fin de mantenerse en relación con Jehová Dios, ¿con quiénes tiene que permanecer unida la “grande muchedumbre,” y por qué?
25 A fin de mantener una relación con “nuestro Salvador, Dios,” la “grande muchedumbre” tiene que permanecer unida con los que componen al resto de israelitas espirituales. ¿Por qué? Porque esos israelitas espirituales son la “nación santa” de la cual leemos en Jeremías 31:35, 36, inmediatamente después de la promesa de Dios acerca del nuevo pacto: “Esto es lo que ha dicho Jehová, el Dador del sol para luz de día, los estatutos de la luna y las estrellas para luz de noche, Aquel que agita el mar para que se pongan bulliciosas sus olas [en contra de los egipcios que perseguían a los israelitas], Aquel cuyo nombre es Jehová de los ejércitos: ‘“Si estas disposiciones reglamentarias pudiesen ser quitadas de delante de mí,” es la expresión de Jehová, “los que son la descendencia de Israel igualmente pudieran cesar de resultar ser nación delante de mí para siempre.”’”
26. De modo que el Israel espiritual ha de ser tan permanente en la organización universal de Dios como ¿qué? y ¿dónde reinará Jesucristo sobre los que vivan en la Tierra paradisíaca?
26 Para Jehová sería tan imposible dejar que el Israel espiritual cesara de existir de dentro de su organización universal como dejar que cesaran de existir las lumbreras celestiales que regulan la luz para nuestra Tierra. En los cielos el Israel espiritual será la Nueva Jerusalén en la cual Jesucristo reinará como Rey sobre la “grande muchedumbre” de sobrevivientes y sobre todos los humanos que sean resucitados a la vida en una Tierra paradisíaca.—Rev. 21:2-24.
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