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  • La opresión terminará
    La Atalaya 1982 | 15 de enero
    • esto no le fue de ninguna ayuda.”—2 Reyes 16:5-9; 2 Crónicas 28:20, 21.

      De igual manera, otras naciones se aliaron a Asiria, con la esperanza de mantener cierta medida de independencia. Pero aquella alianza solo resultó en que perdieran la libertad y tuvieran que enfrentarse a la opresión de Asiria. Debido a que estas alianzas prometían mucha ayuda y protección, pero a la larga solo resultaban en experiencias dolorosas, se habla de Nínive como de una prostituta que está “cogiendo en lazo a las naciones.” (Nahúm 3:4) Sus ofertas de amistad eran atrayentes. Pero ¡ay de las naciones que las aceptaron!

      Cuando Ezequías, hijo de Acaz y sucesor real de éste, trató de librarse del yugo asirio, el rey Senaquerib invadió el reino de Judá, y capturó ciudad fortificada tras ciudad fortificada. Solo la intervención divina libró a Jerusalén de la destrucción. El ángel de Jehová derribó a 185.000 guerreros de la hueste asiria, y obligó a Senaquerib a abandonar sus planes de sitiar la ciudad.—2 Reyes 18:13; 19:32-36.

      Se predice el fin de Nínive

      Las invasiones de Judá por los asirios interfirieron con las operaciones agrícolas y los viajes que se hacían a Jerusalén para asistir a las fiestas anuales que se celebraban en el templo. ¡Qué alivio, por lo tanto, traería la caída de Nínive! Bajo inspiración, el profeta Nahúm predijo esta caída al declarar: “¡Mira! Sobre las montañas los pies de uno que trae buenas nuevas, uno que publica la paz. Oh Judá, celebra tus fiestas. Paga tus votos; porque ya no volverá a pasar por ti ninguna persona que no sirve para nada. Enteramente será por cierto cortada.”—Nahúm 1:15.

      ¿Qué aguardaba a Nínive en el día de su calamidad? El profeta Nahúm describe a la ciudad bajo asedio. El rey de Asiria acudiría en vano a sus “majestuosos,” sus militares poderosos, en busca de ayuda. (Nahúm 2:5) Los defensores de la ciudad serían como mujeres débiles. La profecía lanza el siguiente reto a Nínive: “Agua para un asedio saca para ti. Fortalece tus lugares fortificados. Métete en el fango, y huella en el barro; agarra el molde de ladrillos.” Sin embargo, todos los esfuerzos para fortalecer las defensas de la ciudad serían inútiles. La profecía continúa así: “Aun allí el fuego te devorará. Una espada te cortará.”—Nahúm 3:13-15.

      Nínive había sido “como un estanque de aguas” hacia el cual fluían la gente y las riquezas de las naciones. “Pero,” dice Nahúm, “están huyendo. ‘¡Deténganse! ¡Deténganse!’ Pero no hay quien se vuelva.” (Nahúm 2:8) Así, los pueblos que se habían beneficiado de Nínive escaparían en todas direcciones. Las súplicas para que permanecieran en la ciudad y la ayudaran serían dirigidas a oídos sordos. Los conquistadores saquearían los enormes almacenes de plata y oro.—Nahúm 2:9.

      Puede que a muchos les haya parecido increíble que aquella “ciudad de derramamiento de sangre” tuviera tal fin. No obstante, ya se había establecido un precedente histórico para lo predicho. Nahúm llamó la atención a esto con las palabras: “¿Eres tú mejor que No-amón, que estaba sentada junto a los canales del Nilo? Aguas había todo alrededor de ella, cuya riqueza era el mar, cuyo muro era del mar. Etiopía era su pleno poder, también Egipto; y eso sin límite. Put y los libios mismos resultaron servirte de ayuda. Ella, también, había de ir al destierro; fue al cautiverio. Sus propios hijos también llegaron a ser estrellados en la cabecera de todas las calles; y por sus hombres glorificados echaron suertes, y sus grandes, todos, han sido atados con grillos.”—Nahúm 3:8-10.

      Los asirios sabían bien lo que había acontecido a No-amón o Tebas. Los ejércitos de los asirios, bajo el mando del rey Asurbanipal, habían arrasado por completo a Tebas. El “muro” de la ciudad —sus defensas, incluso el Nilo y sus canales— no habían sido de ayuda. Ni siquiera el apoyo militar que recibió de los etíopes, libios y hombres de Put había podido librar a Tebas.

      Nada podría salvar a Nínive tampoco. Ella se había hecho un registro tan malo mediante sus guerras y alianzas que su caída sería recibida con júbilo. “Todos los que oigan el informe acerca de ti,” escribió Nahúm, “ciertamente batirán las manos a causa de ti; porque ¿sobre quién fue que tu maldad no pasó constantemente?”—Nahúm 3:19.

      En cumplimiento de la profecía de Nahúm, Nínive cayó en manos de las fuerzas combinadas del rey babilonio Nabopolasar y Ciaxares el Medo en 632 a. de la E.C. Las Crónicas de Babilonia declaran: “Se llevaron el gran despojo de la ciudad y del templo y [convirtieron] la ciudad en un montón de ruinas.”

      Hoy el lugar donde estuvo ubicada la antigua Nínive es todavía una ruina desolada, en vindicación del Dios de profecía veraz, Jehová. Al igual que se redujo a la nada a la opresiva Nínive, así se reducirá a la nada a todos los opresores en la inminente “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso.” (Revelación 16:14) ¡Qué alivio grandioso traerá esto! Que se nos halle entre los que buscan refugio en el Soberano Supremo.

  • Ponderando las noticias
    La Atalaya 1982 | 15 de enero
    • Ponderando las noticias

      “Los adivinos se equivocan constantemente”

      Millones de personas se dejan llevar por las predicciones de mediums, o “adivinos.” No obstante, en el “Tribune” de Chicago, Jack Mabley dice: “Si usted los tomara en serio y comprara acciones o vendiera plata a base de lo que dicen, yo sugeriría hacer lo opuesto de lo que ellos dicen. Los adivinos se equivocan constantemente.” Referente a 62 predicciones que éstos hicieron para 1980 y que fueron publicadas en un periódico, Mabley dijo: “Ninguna de aquellas 62 predicciones fue exacta.”

      Por ejemplo, un adivino predijo que en 1980 “los intereses disminuirían a medida que fuera mejorando la economía.” Ocurrió lo opuesto. Siete adivinos predijeron que Ted Kennedy sería elegido presidente. El ni siquiera ganó la nominación de su partido. En cuanto al presidente de aquel entonces, Jimmy Carter, Jeanne Dixon predijo lo siguiente: “En el otoño, debido a un asunto relacionado con una iglesia, se cometerá un atentado contra su vida.” Ella también predijo que a causa de escándalos él perdería a varios funcionarios íntimos y de alto rango. Ninguna de aquellas predicciones se realizó.

      No son las predicciones humanas, sino las profecías inspiradas de Dios las que se cumplen con exactitud. (Isaías 46:9-11; 2 Pedro 1:20, 21) Por lo tanto, la Palabra de Dios condena a los falsos pronosticadores de sucesos.—Deuteronomio 18:10-12.

      Siete mil insultos

      Una concordancia bíblica nueva, “The NIV Complete Concordance,” ha sido publicada para la “New International Version.” El prólogo de esta concordancia dice que en la “NIV,” así como en otras traducciones de la Biblia, “el nombre propio de Dios, ‘Yaweh,’ se traduce ‘SEÑOR,’” con todas las letras mayúsculas, y que la palabra hebrea para señor, “Adonai,” también se traduce “Señor,” pero con la primera letra mayúscula y las demás minúsculas. Se alistan por separado en la concordancia las veces que aparecen estas dos palabras.

      Es interesante el hecho de que bajo la palabra “Señor” hay poco menos de 1.000 anotaciones, mientras que bajo “SEÑOR” (”Yaweh”) hay más de 6.800 anotaciones. Si es cierto que “Yaweh” es el “nombre propio de Dios,” el sustituir en Su propio libro este nombre unas 7.000 veces por la palabra impersonal “SEÑOR” constituye realmente una blasfemia monumental, un “insulto a . . . Dios.” (”Webster’s New Collegiate Dictionary”) ¿No se sentiría usted insultado si la mayoría de sus supuestos amigos rehusaran usar el nombre de usted y, en cambio, le llamaran “hombre,” “mujer,” “niño” o “niña”?—Salmos 83:16-18.

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