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  • Lo que opinaban de los recaudadores de impuestos en el primer siglo
    La Atalaya 1974 | 1 de agosto
    • perdón de Dios y una conciencia limpia. El hecho de que hombres como el acaudalado recaudador de impuestos Zaqueo cambiaron su modo de ser ilustra que los que desean emprender un proceder semejante pueden hacerlo.—Isa. 55:7.

  • Predicando las “buenas nuevas” en el norte congelado
    La Atalaya 1974 | 1 de agosto
    • Predicando las “buenas nuevas” en el norte congelado

      “HOY la temperatura es de 34,4 grados bajo cero con vientos de 16 kilómetros por hora. Con esos vientos el efecto sobre la carne humana equivale a 42,8 grados bajo cero,” informó un testigo de Jehová en el norte lejano, y agregó: “Predicar de casa en casa esta mañana era un desafío.”

      Este ministro de los testigos de Jehová y otros centenares de miles como él con regularidad llevan el mensaje de la Biblia a otros... aun en el norte congelado. Los Testigos han hecho esfuerzos especiales para dar el mensaje a la gente en todas partes, incluso a los habitantes de lugares aislados.

      En 1971 un grupo de testigos de Jehová fue a remotas aldeas indias de la provincia de Manitoba del Canadá. En cuanto a las condiciones que encontraron, Donald Anders, miembro de este grupo, comenta:

      “A menudo la temperatura baja a 40 grados bajo cero. El viento realmente puede penetrar en una persona y congelar partes de su cara antes que lo sepa. A veces hace tanto frío que el aire realmente se cristaliza, haciéndose grueso, impidiendo que los aviones aterricen por falta de visibilidad. A menudo se forma escarcha en los párpados, nariz y boca.

      “En tan severo frío uno tiene que vestirse apropiadamente. Tuvimos que ponernos ropa que impedía que penetrara el viento. A menudo lo único que se podía ver de nosotros eran los ojos y boca. No se podría sobrevivir de otro modo.

      “ES PRECISO VISITAR CADA CASA”

      Un testigo de Jehová en Alaska dijo: “Quizás el mayor desafío para hacer que las ‘buenas nuevas’ se prediquen aquí no es tanto las temperaturas bajo cero como la distancia entre uno y otro poblado.” Hay muchos poblados que solo son accesibles por barco o avión. No obstante, los testigos de Jehová se han esforzado por establecer contacto con la gente que vive en estas zonas lejanas. El ministro supracitado menciona una técnica que se utiliza para hacer que el mensaje llegue a la gente en las chozas solitarias de las zonas de la “espesura”:

      “Cuando se divisa una cabaña solitaria, los Testigos en el avión zumban alrededor de la choza hasta que sale el residente. Al pasar la siguiente vez sobre la casa, se deja caer un paquetito para el amo de casa. Éste contiene muestras de literatura bíblica y una carta que le explica las verdades básicas de la Biblia. De modo que, aun en estos sitios apartados los Testigos pueden visitar con las ‘buenas nuevas.’”

      Un anciano que visita las congregaciones al norte de Noruega describe los esfuerzos que se han hecho para que el mensaje llegue allí a las personas aisladas. “La congregación en Alta [a más de 320 kilómetros arriba del circuló ártico] ha hallado algunas personas interesadas en cinco casas de Garkolobold, que está en el campo. Para llegar allí, primero tienen que ir en auto 85 kilómetros hasta donde termina la carretera, y luego en trineo mecánico 35 kilómetros. A menudo nos quedamos más tiempo con los que viven muy lejos, estudiando varios capítulos y considerando diferentes preguntas.”

      Mattie Tiainen, un ministro viajante de los testigos de Jehová en el norte lejano de Finlandia, relata los esfuerzos de Testigos locales por llegar a personas aisladas en esa zona: “Algunos llevaban consigo una bicicleta y esquís en un autobús y viajaban más de 100 kilómetros a aldeas lejanas, efectuando su predicación al regresar. Se necesitaban los esquís para trabajar caminos secundarios, porque no estaban arados.”

      Algunas casas eran inaccesibles en el invierno, pero se llevaba un registro cuidadoso de ellas a fin de regresar en el verano. Fue en una de esas casas situada al otro lado de un río que no se podía pasar en el invierno que los testigos de Jehová hallaron a Kustaa Nurmela y su familia. Este agricultor calmado aceptó de buena gana un estudio bíblico. Llegó a ser testigo de Jehová y también entrenó a su familia para servir a Jehová. ¡Cuánto se alegra el hermano Nurmela de que los testigos de Jehová no pasaron por alto su casa aislada!

      El hermano Tiainen también cuenta lo siguiente acerca de Kaisa Aho, una señora que se enteró de las promesas de la Biblia cuando un testigo de Jehová visitó su casa aislada:

      “La hermana Aho había visitado cada casa en esa zona. A veces su esposo Veikko le permitía hacer viajes de predicación a otras aldeas, algunas de ellas bastante lejos. Los viajes se hacían a pie en el verano y en esquís en el invierno. A veces esta hermana esquiaba de 20 a 30 kilómetros al día. Un viaje de varios días podía sumar hasta 100 kilómetros.”

      ¿Por qué se esforzaba tanto por llegar a la gente? Ella explica: “Es preciso visitar cada casa, pues así es como nos hallaron a mi esposo y a mí.”

      DESEOSOS DE APRENDER LA VERDAD BÍBLICA

      Muchos nativos del norte congelado son humildes y están deseosos de aprender la verdad acerca de Dios. Responden favorablemente a la idea de que el paraíso sea restaurado a la Tierra. Pero a menudo se requiere habla sencilla, ilustraciones y cuadros para poder comunicar el mensaje a estas personas humildes.

      Durante los veranos de 1972 y 1973 Morris Charland y Bryce Smith, dos ministros de tiempo cabal de Sept Iles, Quebec, partieron para visitar veintisiete aldeas en la parte nordestal de esa provincia. ¿Encontraron que los residentes de estos lugares estaban deseosos de oír las “buenas nuevas” del reino de Dios? Informan:

      “Muchos aldeanos no estuvieron satisfechos con oír el mensaje solo una vez. Nos siguieron de puerta en puerta hasta que se formó una procesión grande. En una casa llegamos a estar tan apiñados que se me hizo difícil inclinarme para sacar la literatura de mi maletín. Tiene que haber habido por lo menos treinta personas reunidas en esa casa para oír el mensaje del Reino.”

      En la aldehuela de Shaktolik, Alaska, un testigo de Jehová abordó a un esquimal anciano que estaba a punto de partir en su trineo mecánico para traer a su esposa y nietos que estaban pescando a unos kilómetros de distancia. Pero cuando se enteró del propósito de la visita, envió a su hijo en vez de ir él mismo, diciendo: “Esto es demasiado importante para que yo vaya. Sírvanse pasar y decirme todo en cuanto a ello.” Pronto llegó su esposa y ella, también, se llenó de alegría al oír las promesas confortantes de la Biblia. Al levantarse el hermano para irse, corrieron a la puerta, diciendo: “No, por favor no se vaya. ¡Queremos oír todo en cuanto a ello!”

      A veces una sola visita de los testigos de Jehová basta para estimular el interés de una persona que ama la verdad. En 1972 se colocó el libro ‘Cosas en las cuales es imposible que Dios mienta’ con un joven director de una banda pop en el norte de Noruega. Después de leer el libro este joven telefoneó la oficina local de la Sociedad Watch Tower para más información. Habiendo recibido la dirección de un anciano en Bodø, viajó medio día para encontrarlo y conseguir respuestas a más preguntas, usando una grabadora para poder oír de nuevo la conversación, que duró varias horas. Pronto disolvió su banda, renunció a la iglesia y descontinuó su calidad de miembro de un partido político. En junio de 1972, unos cuantos meses después de haber oído la verdad por primera vez, este joven fue bautizado como testigo de Jehová.

      ALGUNAS DIFICULTADES

      La mayoría de los nativos del norte congelado son amigables y están dispuestos a

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