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La búsqueda de la pazLa Atalaya 1960 | 1 de febrero
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al gran Leviatán simbólico (la organización visible del Diablo) pero cuando salvaguardará constantemente su viñedo espiritual (su propia organización visible sobre la tierra), el consejo amistoso de Jehová a todo el que quiera disfrutar de protección y preservación es: “Que se afiance él de mi fortaleza, que haga la paz conmigo; que la paz haga conmigo.” (Isa. 27:1-5) Los creyentes que componen el viñedo espiritual de Jehová, el Israel espiritual de Dios, han hecho la paz con él al salir de debajo de la organización leviatánica del Diablo. Sin embargo, en años recientes, particularmente desde 1935, ha habido centenares de miles de personas que no son miembros del Israel espiritual de Dios que han oído y obrado en armonía con el consejo de Jehová Dios. Han seguido al resto del Israel espiritual de Dios saliendo del mar de la humanidad en el cual opera el inicuo Leviatán, y han hecho la paz con Jehová Dios por medio de la sangre de Jesucristo, el Cordero de Dios. En Apocalipsis 7:9, 10 se representan como una grande muchedumbre, de entre todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas y atribuyen su condición de salvos a Dios y a su Hijo Jesucristo, diciendo: “La salvación se la debemos a nuestro Dios, que está sentado en el trono, y al Cordero.”
24. ¿Cómo describe Apocalipsis 7:14-17 la manera en que entraron en su condición pacífica?
24 Debido a que los que se hallan en esta grande muchedumbre innumerable buscan la paz con Dios y consiguen una condición limpia o correcta con relación a él por medio de la fe en la sangre limpiadora de Jesucristo, Apocalipsis 7:14-17 describe cómo entran en su condición pacífica, diciendo: “Han lavado sus mantos y los han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios, y le rinden servicio sagrado día y noche en su templo, y el que está sentado en el trono [Dios] extenderá su tienda sobre ellos. Ellos ya no tendrán más hambre ni tendrán más sed, ni los agobiará el sol ni cualquier otro calor abrasador, porque el Cordero [Jesucristo] que está en medio del trono los pastoreara, y los conducirá a fuentes de aguas de vida. Y Dios limpiará toda lágrima de sus ojos.”
25. ¿Por quién en la antigua ciudad de Jericó fue representada esta “grande muchedumbre,” y en qué respectos?
25 Esta “grande muchedumbre” fue representada antiguamente por la cananea llamada Rahab en los días de Josué, el sucesor de Moisés. La ciudad de Rahab en Canaán era Jericó y esta ciudad fue condenada a la destrucción con todos sus habitantes. Rahab y su familia se escaparon de la destrucción cuando Jehová Dios derribó los muros de Jericó con gran sacudimiento y los hombres de Israel, que habían marchado alrededor de Jericó durante siete días, entraron en la ciudad falta de protección y mataron a sus habitantes inicuos. ¿Cómo fue posible eso? Porque ella hizo la paz con el Dios de Israel. Ella no entregó a los dos espías a quienes Josué envió a la ciudad y los cuales hallaron albergue en la posada de Rahab. (Jos. 2:1-21; 6:1-25) Sobre esto las Escrituras Cristianas Griegas dicen: “Por fe los muros de Jericó cayeron después que se había andado alrededor de ellos por siete días. Por fe Rahab la ramera no pereció con los que obraron desobedientemente, porque ella recibió a los espías de manera pacífica.”—Heb. 11:30, 31.
26. ¿Por los hombres de qué ciudad de Canaán fueron prefigurados los de la “grande muchedumbre” de sobrevivientes y procediendo de qué manera?
26 Esta misma “grande muchedumbre” de sobrevivientes de la venidera “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso” también fue prefigurada por los hombres de la ciudad de Gabaón. Esta ciudad de Canaán también estaba condenada para ser destruida por los ejércitos israelitas de Jehová que estaban bajo Josué. El nombre Josué se pronunciaba Jesús por los griegos; y, en realidad, Josué representó proféticamente a Jesucristo, que ha llegado a ser el Oficial de Dios para ejecutar juicio divino. (Hech. 7:45; Heb. 4:8) Extraño como parezca, la ciudad de Gabaón y tres ciudades vecinas se escaparon de la destrucción que Josué ejecutó sobre las otras ciudades de Canaán. ¿A qué se debió esto? Otra vez fue un caso de hacer la paz con Jehová Dios antes de que llegara su ejecutor. Días antes de que Josué y sus fuerzas se acercaran, los gabaonitas enviaron a sus embajadores bajo un disfraz al campamento de Josué y pidieron la paz con Jehová Dios y su pueblo. Ofrecieron una rendición completa de ellos mismos a Él por medio de Josué.
27. Semejante a lo que les resultó a esos hombres antiguos, ¿qué le resultará a la “grande muchedumbre” de buscadores de la paz?
27 ¿Cuál fue el resultado? El registro contesta: “Y Josué se puso a hacer paz con ellos y a concluir un pacto con ellos para dejarles vivir, de modo que los príncipes de la asamblea [de Israel] les juraron.” (Jos. 9:15) Semejante a aquellos antiguos gabaonitas no israelitas, la “grande muchedumbre” de buscadores de la paz de hoy día se rinde en dedicación completa a Jehová Dios por medio de Jesucristo ahora antes de que estalle el Armagedón. Por lo tanto el Josué Mayor, Jesucristo, los salva de la destrucción en esa guerra universal. Semejantes al resto de israelitas espirituales, los de esa grande muchedumbre aman la vida. Desean ver una eternidad de días buenos bajo el reino de Dios. Por eso hoy siguen el consejo de David y de Pedro en cuanto a la paz.
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El ir en pos de la pazLa Atalaya 1960 | 1 de febrero
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El ir en pos de la paz
1. Habiendo hallado la paz, ¿qué tiene que hacer entonces el que ama la vida, y qué obligación descansa ahora sobre él?
DESPUÉS que el que ama la vida ha buscado y ha hallado la paz con Dios por medio de su Hijo Jesucristo, ¿qué tiene que hacer? De allí en adelante tiene que seguir tras la paz, sí, ir en pos de ella. “Busque la paz y vaya en pos de ella,” es el consejo por medio del apóstol cristiano Pedro. (1 Ped. 3:11) Tiene que hacer de la paz la cosa tras la cual siga por el resto de su vida. Eso significa que tiene que mantener la paz. Al disfrutar de la paz con Dios mediante Cristo él no está solo. El entrar en la paz con Dios lo introduce en la relación pacífica con la congregación de todos los que están dedicados enteramente a Dios por medio de Cristo y que por lo tanto se han reconciliado con Dios. (2 Cor. 5:18-21) No debe llegar a ser un perturbador de la congregación cristiana. Tiene la obligación de preservar una relación quieta, tranquila, calmada, armoniosa con esta organización. Tiene que vivir en conformidad con la regla de conducta declarada por un apóstol del cuerpo gobernante cristiano: “Sean pacíficos unos con otros. Por otra parte, los exhortamos, hermanos, amonesten a los desordenados, hablen alentadoramente a las almas deprimidas, den su apoyo a los débiles, sean sufridos para con todos. Vean que nadie devuelva daño por daño a alguna otra persona; sino sigan siempre lo que es bueno unos con otros y con todos los demás.”—1 Tes. 5:13-15.
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