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  • Haga que su adelantamiento sea manifiesto
    Ministerio del Reino 1975 | febrero
    • lo hizo, con estos resultados: “Una tarde reuní todos mis registros de revisitas, aun algunos que tenía por varios años. Hice una lista de los nombres y números telefónicos de todas las personas con las cuales había estudiado o de las cuales obtuve suscripciones, y algunos que anteriormente visitaba. Comencé a llamarlos por teléfono esa misma tarde, y, para mi sorpresa, obtuve 44 suscripciones de las personas con las cuales me puse en comunicación por teléfono, haciendo arreglos para visitarlos más tarde durante esa tarde y en el resto de la semana.”

      5 A medida que usted visita a las personas que anteriormente se han suscrito o a las que halla en la obra regular de casa en casa, es bueno tener presente la excelente información en el interior de la primera página de cada Atalaya, la cual bosqueja el propósito de la revista. Puede que usted desee leerla de vez en cuando a fin de poder presentar claramente el propósito de ésta al visitar a la gente para ofrecerles La Atalaya.

      6 ¡Qué maravilloso es ver a tantas personas adelantando como cristianos hoy en día en todas partes de la Tierra, usando La Atalaya como una ayuda para lograr ese fin! Continuemos haciendo que nuestro adelantamiento sea manifiesto a medida que aplicamos los buenos principios de la Palabra de Dios en nuestra vida diaria y ayudamos a otras personas a hacer esto junto con nosotros.

      Mantenga madurez cristiana por adelantamiento constante.

  • Mejorando la concurrencia a las reuniones
    Ministerio del Reino 1975 | febrero
    • Mejorando la concurrencia a las reuniones

      1 ¿Cuán importantes son la reuniones para los siervos de Jehová? Son tan importantes que en algunos países nuestros hermanos han arriesgado su propia vida o su libertad para asistir con regularidad. Estos han reconocido que, tal como el dejar de comer con regularidad alimento nutritivo puede con el tiempo producir enfermedad y hasta muerte, así el constantemente dejar de asistir a las reuniones puede resultar en una grave enfermedad espiritual. En las reuniones recibimos estímulo para perseverar en servir a Jehová a pesar de las muchas presiones físicas y mentales que vienen sobre nosotros en este moribundo sistema de cosas. Apreciando la importancia de la concurrencia a las reuniones, ¿qué podemos hacer para animar a nuestros hermanos y hermanas que quizás ‘estén cansándose y desfalleciendo en sus almas’ a reunirse con nosotros y a revitalizarse en la fe y en las obras excelentes?—Heb. 12:1; 10:23-25.

      2 Principalmente los ancianos de cada congregación tienen la responsabilidad de ‘pastorear el rebaño de Dios . . . haciéndose ejemplos del rebaño.’ (1 Ped. 5:2, 3) Puesto que los ancianos también desempeñan una gran parte en enseñar a la congregación, ellos pueden hacer mucho para edificar el aprecio a las reuniones haciéndolas tan interesantes e instructivas como sea posible por medio de su buena preparación. ¡Cuánto aprecia y se beneficia la entera congregación de cada reunión bien preparada! Además, a medida que los ancianos ayudan a sus propias familias a participar en las reuniones, esto pone un buen ejemplo para los otros cabezas de familia.

      3 Al visitar los hogares de los hermanos, los ancianos pudieran hallar provechoso el mostrar a un grupo de familia, no solo cómo celebrar un buen estudio de familia, sino también cómo prepararse específicamente para las reuniones, cómo hallar y subrayar respuestas a las preguntas en las publicaciones, cómo a cada miembro de la familia se le puede asignar algo que hacer al prepararse para ir a las reuniones, a fin de que todos tengan la literatura necesaria. Pueden animar a los individuos y a los grupos de familia a repasar el programa de la Escuela del Ministerio Teocrático así como el programa para la reunión de servicio en el Ministerio del Reino cada semana para ver qué publicaciones serán necesarias. Estos programas son como el menú o lista de platos que bosqueja el alimento espiritual del cual se disfrutará esa noche. Estos nos abren el apetito para las reuniones.

      4 Los que tienen partes en el programa deben aplicar la información a las circunstancias locales. En ciertas ocasiones, cuando una porción entera del programa para la reunión de servicio no aplica a la congregación (tal como un artículo que trata con territorio aislado, en una congregación de la ciudad en la que no hay territorio de esa clase cerca), los ancianos pudieran decidir sustituir la parte con otra que trate de algún asunto local, de cuya consideración se beneficiará la congregación. Todo el que tiene parte en una reunión de servicio puede determinar si es necesario hacer algún ajuste para que su parte sea tan práctica y edificante a la congregación como sea posible.

  • La caja de preguntas
    Ministerio del Reino 1975 | febrero
    • La caja de preguntas

      ● En vista de nuestro entendimiento de 2 Juan 9-11 según se consideró en La Atalaya del 15 de diciembre de 1974, ¿se permitiría en algunas circunstancias que una persona expulsada asistiera a una reunión que se celebra en un hogar privado?

      Por lo general, las personas expulsadas no se invitan a las reuniones que se celebran en hogares privados. El libro Organización (página 171) dijo: “Mientras se conduzca apropiadamente, al expulsado no se le prohíbe asistir a las reuniones en el Salón del Reino a las que puede asistir el público en general. Nadie lo saludará, por supuesto, y no puede asistir a reuniones que se celebren en hogares privados.” Esto es cierto con respecto a “todo el que se adelanta y no permanece en la enseñanza del Cristo.”

      No obstante, si una persona expulsada está tratando de regresar y muestra arrepentimiento, y no viola lo que se declara en 2 Juan 9-11 por medio de continuar la práctica del mal o de apoyar lo que es contrario a “la enseñanza del Cristo,” pudiera ser que se le permitiera asistir a reuniones en un hogar si no hay Salón del Reino en el pueblo y los hermanos ofrecen sus hogares como lugar para las reuniones públicas, los estudios de La Atalaya y las reuniones de servicio de modo que el hogar sirve como Salón del Reino. En esos casos el hogar pudiera considerarse como similar a un Salón del Reino durante las horas en que esas reuniones se celebran. Las reuniones están bajo el control del cuerpo de ancianos. Ellos conocerían los hechos con respecto a la persona expulsada y pueden considerar si el que ésta asista a reuniones en un hogar traería reproche a la congregación. Pudieran considerar entre sí la cuestión, así como con el amo de casa. Si el amo de casa no tiene objeción a que la persona expulsada asista a la reunión, entonces los ancianos pueden informarle a la persona expulsada, y a él se le permitiría entrar a la casa durante las horas en las que la casa se usa como un Salón del Reino. Siempre que esté allí, la persona expulsada debe conducirse apropiadamente.

      En los casos en que la única reunión que se celebra en el hogar privado es el estudio de libro, a una persona expulsada no se le invitaría a asistir, pero puede asistir a las reuniones que se celebran en el Salón del Reino.

      Como se señala en la página 753 de La Atalaya del 15 de diciembre de 1974, un cristiano pudiera saludar a una persona expulsada que no es como la que se describe en 2 Juan 9-11, pero ciertamente no pasaría de una palabra como “hola” o un saludo. La página 760 de La Atalaya del 15 de diciembre de 1974 sugiere que, en casos en que no hayan envueltas relaciones carnales, lo mejor sería dejar que los ancianos efectuaran cualquier otra conversación o exhortación.

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