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  • Hombres sabios, discretos y experimentados para guiar al pueblo de Dios
    La Atalaya 1979 | 1 de abril
    • Hombres sabios, discretos y experimentados para guiar al pueblo de Dios

      “Y de veras les daré pastores de acuerdo con mi corazón, y ciertamente los apacentarán con conocimiento y perspicacia.”—Jer. 3:15.

      1. ¿Qué sucesos llevaron al acto de Moisés descrito en Deuteronomio 1:12, 13?

      EL PUEBLO de Israel estaba en las llanuras de Moab, presto para cruzar el Jordán y entrar en la tierra de Canaán. Para beneficio de ellos, Moisés detalló los tratos de Dios con aquel pueblo durante los 40 años que habían pasado en el desierto del Sinaí. A principios de aquel período de tiempo había habido perturbaciones, particularmente para Moisés, debido a las actitudes incorrectas que se desplegaban dentro de la nación. Ahora, Moisés les recordó que, cuando él ya no pudo llevar por sí mismo la carga de un pueblo dado a las riñas, había seguido el consejo de Jetro y había dicho al pueblo: “Consigan de sus tribus hombres sabios y discretos y experimentados, para que los establezca como cabezas sobre ustedes.”—Deu. 1:3, 12, 13; Éxo. 18:17-26.

      2. ¿Por qué no fue cosa radicalmente nueva y diferente el que se empleara a aquellos hombres para encargarse de problemas?

      2 Al seleccionar a estos hombres, Moisés estaba haciendo uso de lo que parece haber sido la forma más antigua de dirección de las comunidades. Parece que desde las etapas más tempranas de la historia humana han funcionado cuerpos o consejos de ancianos entre los pueblos de la antigüedad. En su propia experiencia, los israelitas, como descendientes de Jacob, habían tratado antes con cuerpos de ancianos de Egipto, Moab y Madián. (Gén. 50:7; Núm. 22:4, 7) Los jeques de los pueblos árabes eran también ancianos tribuales, porque la palabra de origen árabe jeque significa simplemente “anciano,” u “hombre de más edad.” (Gén. 36:15) Antes de que Moisés recibiera la comisión de conducir al pueblo, Israel ya tenía ancianos de esa índole, y a aquellos ancianos Moisés presentó la evidencia de su nombramiento divino según las instrucciones que recibió. (Éxo. 3:16, 18) Por eso, lo que Moisés hizo más tarde en el Sinaí, el valerse de la ayuda de ancianos para descentralizar el manejo de los problemas, no fue una gran innovación.

      3. (a) ¿Qué provisión hizo el Moisés Mayor para que se suministrara dirección en la congregación? (b) ¿Qué semejanzas vemos entre las calificaciones relacionadas con los ancianos seleccionados por Moisés y las personas que sirven de ancianos cristianos?

      3 Al debido tiempo de Dios, se formó la congregación cristiana como un pueblo espiritual, uno que se esparcía por toda la Tierra. El Hijo de Dios, obrando como el Moisés Mayor, hizo que se suministrara dirección por medio de cuerpos de ancianos de congregación. Es interesante notar las calificaciones que buscó Moisés al asignar ancianos israelitas para efectuar trabajo responsable y compararlas con las calificaciones que se buscan en los ancianos cristianos. La tabla en la página 17 muestra claramente la semejanza.

      4. ¿Qué papel desempeñaron los grupos o cuerpos de ancianos israelitas en la Tierra Prometida, y qué papel desempeñan los ancianos cristianos?

      4 Después que Israel llegó a estar establecido en la Tierra Prometida, viviendo en ciudades y aldeas, todas las diferentes comunidades recibían la guía y ayuda de cuerpos o grupos de ancianos. (Jos. 20:4; Jue. 8:14, 16; 1 Sam. 16:4) Se suponía que ellos dieran consejo sabio, ayudaran a resolver problemas, protegieran contra la apostasía y así sirvieran en los intereses de la paz, el buen orden y la salud espiritual de sus respectivas comunidades. A veces se exigía que cumplieran papeles judiciales para resolver disputas o para tomar acción que sirviera para proteger a la comunidad. (Deu. 16:18-20; 19:12; 31:9; Rut 4:1-11) Habían de ser una fuente de consuelo y fortaleza en tiempos de crisis. (Isa. 32:1, 2) Pero no eran los capataces de sus compañeros entre los cuales residían ni tenían la autoridad ni responsabilidad de tratar de vivir la vida personal de otros para ellos. Los ancianos cristianos, al llevar pesadas responsabilidades, sirven de maneras similares. (Compare con Hechos 20:28-35; 1 Corintios 3:4, 5, 21-23; 2 Corintios 1:24.) Además de todo esto, la congregación cristiana tiene la comisión de dar a conocer las buenas nuevas del reino de Dios a toda persona.

      BUSCANDO HOMBRES CAPACITADOS HOY

      5. ¿Qué pensamiento puede ser útil hoy cuando se procura hacer una sabia selección de ancianos?

      5 El tener presente la historia pasada del arreglo de ancianos nos puede ayudar a usar buen juicio en la selección de ancianos hoy día. Pudiéramos pensar en una congregación individual como si se pareciera a una aldea pequeña en Israel. Pudiéramos hacernos esta pregunta: Si así fuera, ¿quiénes son los hombres de la congregación que servirían bien como ancianos de la aldea, y podrían dar dirección sabia y sana, los hombres que muestran que son discretos, de buen equilibrio y juicio?

      6. ¿De qué manera puede ayudar también la ilustración de una familia cuando se considera si ciertos hombres califican o no para servir de ancianos?

      6 De la congregación mundial de los siervos de Dios se dice en 1 Timoteo 3:15 que son “la casa de Dios” (“la familia de Dios”, según la edición en inglés de la Biblia de Jerusalén). Por eso, también pudiéramos pensar que alguna congregación particular fuera como una gran familia. En una familia, si el que es cabeza de la casa no está presente en persona, los miembros de la familia suelen esperar que los hijos de más edad representen y sostengan las normas e instrucciones del que es cabeza de la familia. Por lo tanto, pudiéramos preguntar: ¿Quiénes son los de la “casa” de la fe que son como los hermanos mayores dentro de una familia, a quienes los miembros de la familia naturalmente acudirían en busca de consejo sano y ayuda sensata?—Compare con 1 Timoteo 5:1, 2.

      7. (a) Por lo general, ¿qué se observará que es cierto en el caso de las personas que califican para ancianos? (b) ¿Es un nombramiento lo que da al hombre las cualidades de anciano? ¿Qué función cumple el nombramiento?

      7 En realidad, en la mayoría de los casos el hombre que sea recomendado para servir de anciano en la congregación debe ser un individuo a quien los miembros de la congregación ya hayan llegado a considerar como un ‘hermano mayor,’ en el sentido de que ya se haya ganado su estima y confianza como persona que muestra percepción, equilibrio y juicio. Nadie puede en realidad “hacer” anciano a alguien; él mismo debe llegar a ser tal cosa por medio de crecimiento, desarrollo y experiencia espirituales. (Pro. 1:2-5; 4:7-9; Sant. 3:1, 13) Cuando a un hombre de ese calibre se le selecciona para servir en esta capacidad, en realidad su nombramiento es un reconocimiento de las cualidades deseables de anciano que ya manifiesta. En el antiguo Israel, como en otros países, evidentemente sucedía que cuando el consejo local de ancianos notaba que un hombre manifestaba cualidades de sabiduría piadosa, juicio y discreción, lo invitaban entonces a formar parte del consejo y participar en sus consideraciones y decisiones.—1 Tim. 5:22, 25.

      8. ¿Qué puede ganarse uno por medio de servir fielmente de siervo ministerial por algún tiempo?

      8 De los “siervos ministeriales,” el apóstol escribe que “los hombres que sirven de manera excelente están adquiriendo para sí mismos una excelente posición y gran franqueza de expresión en la fe relacionada con Cristo Jesús.” (1 Tim. 3:12, 13) Ningún hombre debe pensar que esto significa que, por sencillamente trabajar en cierta asignación, puede “ganarse” el derecho de servir de anciano dentro de la congregación de Dios. Lo que verdaderamente puede ganar es el respeto y aprecio de sus hermanos por su servicio diligente y fiel, así como adquirir una confianza para con Dios que le permite hablar con “gran franqueza de expresión.” Esto, en sí mismo, es una excelente recompensa por el servicio fiel.

      HOMBRES EXPERIMENTADOS

      9. (a) ¿Qué indican las Escrituras en cuanto al factor de la edad entre las calificaciones de un anciano? (b) ¿Qué verdad debe reconocerse acerca de la juventud con respecto a esto?

      9 En la Biblia no se especifica un límite de edad para los que sirven de ancianos. El término “anciano” por sí mismo da a entender edad, aunque tiene que reconocerse que el énfasis está en las cualidades espirituales, más bien que en las físicas. El factor determinante no es solo la edad; sin embargo, aun como lo reconoció Moisés, la experiencia es ciertamente un haber valioso para los hombres que atienden responsabilidades serias. (Deu. 1:13) Proverbios 20:29 dice: “La hermosura de los jóvenes es su poder, y el esplendor de los viejos es su canicie.” Aunque la juventud manifieste mucha energía y entusiasmo, esto no es prueba de sabiduría. Pero por lo general los años de vida que representan los cabellos grises dan razón para esperar una medida de sabiduría mayor, tal como lo dijo Job: “¿No hay sabiduría entre los de edad y entendimiento en la longitud de días?” (Job 12:12; compare con el versículo Job 12:20; 32:6, 7.) La persona joven pudiera estar presta para servir, hasta intensamente deseosa de hacerlo, y mostrarse prometedora en cuanto al futuro. Pero la falta de experiencia en la vida puede ponerla en seria desventaja cuando se trata de ayudar a personas de más edad que ella a tratar con los serios problemas de la vida. No se puede esperar que sus palabras, por sinceras que sean, lleven el mismo peso que las de una persona que tenga más años de experiencia.

      10. ¿Minimiza la responsabilidad que se colocó sobre Timoteo el valor de la edad y la experiencia entre los ancianos?

      10 Timoteo probablemente tenía algo más de treinta años cuando el apóstol Pablo escribió estas palabras: “Que nadie jamás menosprecie tu juventud.” (1 Tim. 4:12) Por eso, hasta cuando él tenía esa edad muchas personas de su tiempo todavía tenderían a verlo como “joven.” Debe notarse, además, que el adelanto de Timoteo y la responsabilidad que se le otorgó eran excepcionales, poco usuales. El había conocido las Escrituras desde la infancia y ya había mostrado excelente progreso antes de que el apóstol Pablo lo seleccionara como compañero de viajes. (2 Tim. 1:5; 3:14, 15; Hech. 16:1-3) Después de eso, los años que pasó con Pablo y otros contribuyeron a que tuviera un caudal de valiosa experiencia y conocimiento que pocas personas adquirirían a su edad.

      11. ¿Cómo pueden los que son ancianos ayudar a otros a aceptar y llevar cargas más pesadas de responsabilidad?

      11 Pablo estimuló a Timoteo a ayudar a otros ancianos a beneficiarse de lo que había aprendido, al decir: “Y las cosas que oíste de mí con el apoyo de muchos testigos, estas cosas encárgaselas a hombres fieles, quienes, a su vez, estarán adecuadamente capacitados para enseñar a otros.” (2 Tim. 2:2) De manera similar, los ancianos pueden ayudar a otros hermanos de la congregación a desarrollarse espiritualmente, y esforzarse por pasar a ellos los beneficios de su experiencia y conocimiento. No es sencillamente un asunto de ayudarles a aprender algún deber como de oficina dentro de la congregación, sino ayudarles a desarrollarse en juicio, perspicacia y aptitud para comunicar los sanos principios de la Palabra de Dios a otras personas. Tal como Pablo hizo que Timoteo lo acompañara mientras él cumplía su comisión como apóstol a las naciones y mientras servía de pastor en el rebaño de Dios, así los ancianos pueden invitar a otros hombres en desarrollo de la congregación a acompañarlos mientras sirven de maneras similares.—Pro. 1:4, 5; 13:20.

      12. (a) ¿Qué papel desempeña la experiencia en el que alguien califique para servir de anciano? (b) ¿Por qué era especialmente apropiado en Éfeso el consejo que Pablo dio en 1 Timoteo 3:6?

      12 Como sucede con relación a la edad, lo largo de la experiencia de uno como discípulo cristiano no es por sí mismo un factor determinante con relación a servir de anciano. Es un factor relativo, y su importancia está gobernada, por lo menos en parte, por las circunstancias existentes. Pablo escribió a Timoteo que, al seleccionar ancianos para la congregación de Éfeso, debía ejercer cuidado para no seleccionar a “un hombre recién convertido, por temor de que se hinche de orgullo.” (1 Tim. 3:6) Para aquel tiempo el verdadero cristianismo había estado establecido en Éfeso por aproximadamente una década, y por lo tanto sería especialmente impropio el que en aquel lugar se seleccionara a uno de los discípulos más nuevos para que sirviera entre los ancianos de la congregación.

      13, 14. (a) ¿Qué ejemplos ilustran que las circunstancias pueden desempeñar un papel en el asunto de determinar cómo considerar el grado de experiencia que pueda tener un individuo? (b) Sin embargo, ¿qué factores deben recibir consideración principal en todo caso?

      13 Al escribir a Tito, que estaba en Creta, parece que Pablo no sintió el mismo apremio en cuanto a suministrar esta amonestación que comunicaba cautela, y no la incluyó en lo que dijo acerca de la selección de ancianos. Un hecho que posiblemente haya tenido que ver con esto es el de que, en sentido relativo, hacía poco tiempo que se había establecido la adoración verdadera allí. Notamos que, en el primer viaje misional de Pablo, él y Bernabé proclamaron las “buenas nuevas” en ciudades como Listra, Iconio y Antioquía de Pisidia, y entonces, durante el mismo viaje, regresaron y ‘les nombraron ancianos en la congregación.’ (Hech. 13:14, 42-52; 14:1-7, 20-23) Puesto que es probable que todo el viaje misional se extendiera por solo partes de dos años, es patente que por lo menos algunos de estos hombres no tenían largos años de experiencia como discípulos cristianos. Pero en vista de que había creyentes judíos entre ellos, no hay duda de que muchos de los seleccionados, si no todos, tenían un buen caudal de conocimiento bíblico y experiencia en la aplicación de los principios de las Escrituras Hebreas aun antes de que llegaran a ser cristianos. Por supuesto, tendrían que ajustar su pensamiento a las verdades que fueron el resultado de los desenvolvimientos que, con la venida del cristianismo, se produjeron en la adoración pura. El apóstol Pablo mismo fue seleccionado por Cristo Jesús desde el mismo tiempo de su conversión como persona a quien se emplearía de manera especial, y más tarde mostró las cualidades que se buscaban en un anciano. (Gál. 1:15-2:2; Hech. 13:1-4) Pero en su caso, también, sus antecedentes bíblicos de judío devoto que adoraba a Jehová Dios hicieron posible el desarrollo rápido cuando se le hubo ayudado a reconocer y aceptar al Mesías.—Hech. 9:15-18, 20, 22, 26-30; Gál. 2:6, 7.

      14 Por eso, en vez de tratar de establecer límites fijos, tenemos que regirnos por la sabiduría y el juicio sano, y pesar las circunstancias en cuanto a la experiencia que un anciano en perspectiva haya tenido en la adoración verdadera. En una congregación en la cual muchos miembros hubieran estado en la verdad por décadas, el hombre que se hubiera bautizado solamente unos tres años antes pudiera parecer relativamente “nuevo.” Pero en una congregación que hubiera sido formada poco tiempo atrás y en la cual la mayoría de los miembros hubieran abrazado la verdad solo recientemente, la experiencia de un hombre en tales circunstancias pudiera parecer razonablemente larga en comparación con la de la mayoría. Sea cual sea el caso, a todo tiempo es vital mantener siempre presente el hecho de que es necesario que un hombre manifieste sabiduría, discreción y juicio sano si es que se quiere que cumpla con las pesadas responsabilidades que conlleva el pastorear el rebaño de Dios.

      PROGRESO EN LA MANIFESTACIÓN DE SABIDURÍA Y DISCERNIMIENTO

      15. ¿Qué espíritu deben mostrar los ancianos con relación a alcanzar mejora en sus propias cualidades y aptitudes?

      15 Timoteo ya era un anciano experimentado cuando el apóstol Pablo lo exhortó a estar absorto en los asuntos espirituales para que su ‘adelantamiento fuese manifiesto a todos.’ (1 Tim. 4:15, 16) El sabio no se hace orgulloso ni piensa que ya nadie le puede enseñar nada ni hay cosa alguna en la que pueda mejorar. “¿Quién es sabio y entendido entre ustedes?” escribió el discípulo Santiago, y añadió: “Que muestre por su conducta excelente sus obras con una apacibilidad [modestia, en la New English Bible] que pertenece a la sabiduría.” Un espíritu de esa índole produce armonía dentro de un grupo o cuerpo de ancianos, y elimina todo espíritu de discordia, celos o contradicción.—Sant. 3:13-18.

      16. (a) ¿En qué sentido son iguales los ancianos? (b) ¿Cómo se puede hacer manifiesto el adelantamiento que logran de modo que todo el rebaño de Dios reciba gran beneficio espiritual?

      16 Aunque los ancianos sean “iguales” en su responsabilidad y autoridad con relación a servir y trabajar a favor del rebaño, no son necesariamente iguales en otros respectos. Algunos tienen mucha más experiencia, tanto en la vida como en la verdad, y han adelantado en sabiduría como resultado de años de estudio y esfuerzo serios. Cada uno tiene sus puntos fuertes junto con sus debilidades. Si apreciamos los aspectos fuertes de otros, y nos beneficiamos de éstos, nosotros también podemos ‘dejar que nuestro adelantamiento sea manifiesto a todos.’ (Rom. 12:3-10, 16) Por la ayuda que se suministra por medio de estos pastores humildes, solícitos y temerosos de Dios que poseen conocimiento y perspicacia, se verá realizada la palabra profética y el rebaño de Dios de nuestros días ciertamente ‘llegará a ser muchos y ciertamente dará fruto en la tierra,’ todo para la alabanza eterna de Dios.—Jer. 3:15, 16.

  • Cómo calificar para maestros en la congregación
    La Atalaya 1979 | 1 de abril
    • Cómo calificar para maestros en la congregación

      “¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? Que muestre por su conducta excelente sus obras con una apacibilidad que pertenece a la sabiduría.”—Sant. 3:13.

      1. ¿Por qué tiene importancia el que los que sirvan de maestros en la congregación cristiana sean hombres capacitados?

      LA INFLUENCIA de un maestro puede ser provechosa o perjudicial. Esto es especialmente cierto en lo referente a asuntos de adoración. Con relación a los fariseos, Jesucristo dijo: “Guías ciegos es lo que son. Si, pues, un ciego guía a un ciego, ambos caerán en un hoyo.” (Mat. 15:14) Todos los que seguían ciegamente las enseñanzas no bíblicas de los fariseos iban encaminados a la ruina espiritual y la muerte, mientras que los que escuchaban la enseñanza sana del Hijo de Dios estaban en el camino que conduce a la vida. (Mat. 7:13-20, 24-27) El hecho de que haya vidas envueltas en esto hace obligatorio que los que sirvan de ancianos en la congregación cristiana sean hombres capacitados para ello.

      2. ¿Por qué podía decir el apóstol Pablo: “Yo estoy limpio de la sangre de todo hombre”?

      2 Lo que el apóstol Pablo dijo acerca de sí mismo a los ancianos de la congregación de Éfeso muestra que la manera en que el maestro cristiano se encarga de su responsabilidad lo hace culpable de que otros pierdan la vida o lo libra de culpa por ello. El apóstol declaró: “Los llamo para que sean testigos este mismo día de que yo estoy limpio de la sangre de todo hombre, porque no me he retraído de decirles todo el consejo de Dios.” (Hech. 20:26, 27) Si se diera el caso de que ancianos de la congregación de Éfeso se hicieran infieles y empezaran a torcer las Escrituras para su ruina espiritual y para perjuicio de sus compañeros de creencia, esto no podría cargarse en la cuenta de Pablo. (Compare con Hechos 20:29, 30.) Ellos mismos serían culpables de homicidio. El apóstol había hecho cuanto podía para impartirles “todo el consejo de Dios.” No había retenido de ellos nada que fuera necesario para la salvación. No había tenido el deseo de adquirir popularidad por medio de halagos o por evitar consideraciones de asuntos que vigorosamente denunciaran las actitudes, palabras y acciones incorrectas.—Compare con 2 Timoteo 4:3, 4.

      3. En armonía con el ejemplo de Pablo, ¿qué deberíamos esperar del hombre que calificara para maestro en la congregación?

      3 En armonía con el ejemplo del apóstol Pablo, el hombre que califica para maestro en la congregación cristiana debe conocer y entender todo lo que es esencial para la salvación de modo que su enseñanza no tenga defecto serio. También debe estar dispuesto a impartir “todo el consejo de Dios,” sin importar la actitud de la congregación. A veces puede ser que la congregación responda bien a la censura y corrección que se suministra en la Palabra de Dios. Pero también puede haber ocasiones en que muchos realmente no deseen cambiar sus malas actitudes y caminos. No obstante, el maestro cristiano tiene que continuar apegándose fielmente a la Palabra de Dios al suministrar ayuda espiritual. Si algunos se inclinan hacia lo incorrecto, debe retraerse de impacientarse y debe seguir declarando la verdad. A este respecto, considere lo que el apóstol Pablo escribió a Timoteo: “Predica la palabra, ocúpate en ello urgentemente en tiempo favorable, en tiempo dificultoso, censura, corrige, exhorta, con toda gran paciencia y arte de enseñar.”—2 Tim. 4:2.

      4. ¿A quiénes se dirigió el consejo de Santiago 3:1?

      4 Debido a que la doctrina sana influye en la salvación de la persona, el enseñar es una responsabilidad que debe encomendarse únicamente a hombres que estén capacitados. El discípulo cristiano Santiago escribió: “No muchos de ustedes deberían hacerse maestros, hermanos míos.” (Sant. 3:1) Esta amonestación inspirada no se dio para desanimar de llegar a ser maestros a hombres que estuvieran capacitados para ello, porque las Escrituras también dicen: “Si algún hombre está haciendo esfuerzos por obtener un puesto de superintendente, está deseoso de una obra excelente.” (1 Tim. 3:1) Santiago estaba dirigiendo sus palabras a hombres que se estaban ensalzando como maestros de sus compañeros de creencia aunque no se les había nombrado para enseñar ni estaban capacitados para ello. Estos hombres no capacitados deseaban la prominencia y la autoridad que se asociaba con el que alguien fuera maestro, sin prestar atención a los requisitos que habían de satisfacerse. Tienen que haber sido como los hombres a quienes el apóstol Pablo describió diciendo que ‘querían ser maestros de ley, mas no percibían ni las cosas que decían ni las cosas acerca de las cuales hacían fuertes afirmaciones.’—1 Tim. 1:7.

      “JUICIO MÁS SEVERO”

      5. ¿De qué manera ‘reciben juicio más severo’ los maestros?

      5 Porque no comprendían ni apreciaban plenamente “todo el consejo de Dios,” era necesario que a estos individuos que querían presentarse como maestros se les hiciera ver claramente la seria posición en la cual se halla el maestro. Santiago señaló que los maestros, entre ellos él mismo, ‘recibirán juicio más severo.’ (Sant. 3:1) Debido a que el maestro está de pie ante otros como quien los instruye o conduce, de él se espera más que de otros miembros de la congregación. Esto está en armonía con el principio bíblico que dice: “Al que pusieron a cargo de mucho, le exigirán más de lo acostumbrado.” (Luc. 12:48) Por lo tanto, las palabras y acciones del maestro llegan a estar bajo más cuidadoso escrutinio que las de otros cristianos. Además, si un hombre yerra en su enseñanza y esto resulta en problemas para miembros de la congregación, o si sus acciones dan fundamento para que alguien se sienta legítimamente ofendido, él se encamina a recibir juicio severo de Jehová Dios por medio del Señor Jesucristo. El Hijo de Dios dijo: “Les digo que, de todo dicho ocioso que hablen los hombres, rendirán cuenta en el Día de Juicio; porque por tus palabras serás declarado justo, y por tus palabras serás condenado.”—Mat. 12:36, 37.

      6. Según Santiago 3:2, ¿qué peligro es inherente en enseñar?

      6 El discípulo Santiago continúa su argumento de esta manera: “Todos tropezamos muchas veces. Si alguno no tropieza en palabra, éste es varón perfecto.” (Sant. 3:2) Puesto que hasta los maestros ejemplares propenden a errar en palabra, el peligro de que eso se haga es mucho mayor en el caso de hombres que no están capacitados. Y mientras más yerre cualquier maestro, más daño recibirá la congregación y más severo será el juicio contra el individuo.

      “¿QUIÉN ES SABIO Y ENTENDIDO ENTRE USTEDES?”

      7. ¿Qué revela la pregunta que se halla en Santiago 3:13 respecto al hombre que calificaría para maestro?

      7 En vista de los peligros inherentes en enseñar a otros, bien pudiera preguntarse: ¿Quién, realmente, está capacitado para hacer eso? El discípulo Santiago presentó una pregunta similar: “¿Quién es sabio y entendido entre ustedes?” (Sant. 3:13) Debe notarse que Santiago no preguntó simplemente: ‘¿Quién tiene excelente aptitud como orador?’ Para ser buen maestro, no basta con que el hombre simplemente pueda expresarse bien. La sabiduría y el entendimiento son esenciales. La persona sabia teme apropiadamente a Jehová Dios y sabe cómo aplicar el conocimiento de tal manera que de ello vengan buenos resultados. (Pro. 9:10) El que posee entendimiento puede penetrar en un asunto, conseguir el sentido de éste y discernir las relaciones que existen entre los varios aspectos de una situación o circunstancia. El individuo capta a cabalidad el significado de lo que está considerando. Esto significa que debe ser un cristiano maduro cuyas ‘facultades perceptivas hayan sido entrenadas para distinguir tanto lo correcto como lo incorrecto.’—Heb. 5:14.

      8. ¿Qué cosa revela que un hombre tiene el entendimiento y la sabiduría que se necesitan para impartir enseñanza a sus compañeros de creencia?

      8 ¿Cómo se hace patente que algún hombre tenga la sabiduría y el entendimiento que se necesitan para impartir enseñanza a sus compañeros de creencia? Su vida debe demostrar que él sí tiene la sabiduría y el entendimiento que se asocian con un temor profundo, reverente, a Jehová Dios. El discípulo Santiago pasa a decir: “Que muestre por su conducta excelente sus obras con una apacibilidad que pertenece a la sabiduría.” (Sant. 3:13) Por lo tanto, otras personas deben poder ver que él se conduce de una manera que armoniza con la personalidad, caminos y tratos de Dios.

      9. ¿Cómo pudiera un hombre manifestar la “apacibilidad que pertenece a la sabiduría,” y por qué es importante esto para que sirva de maestro?

      9 Esa conducta apropiada incluye el manifestar la “apacibilidad que pertenece a la sabiduría.” Para calificar como maestro, el individuo tiene que ser amable, sereno y pacífico, no duro, alborotoso, ni terco o arrogante. Tampoco debe estar propenso a presentar aseveraciones firmes sin argumento o prueba sólida como apoyo. Al hombre que careciera de apacibilidad se le haría muy difícil obrar en armonía con este consejo de Pablo a Timoteo: “El esclavo del Señor no tiene necesidad de pelear, sino de ser amable para con todos, capacitado para enseñar, manteniéndose reprimido bajo lo malo, instruyendo con apacibilidad a los que no están favorablemente dispuestos.”—2 Tim. 2:24, 25.

      RASGOS QUE DESCALIFICAN

      10. (a) ¿Qué pudiera estar incluido en el que alguien tuviera “amargo celo”? (b) ¿Qué es el espíritu de contradicción?

      10 El discípulo Santiago, dirigiendo su atención principalmente a hombres que presumían de calificar para maestros en la congregación, pasó a señalar rasgos que descalificarían a un individuo. Leemos: “Pero si ustedes tienen en su corazón amargo celo y espíritu de contradicción, no anden haciendo alardes y mintiendo contra la verdad.” (Sant. 3:14) Estas palabras exigen que el individuo se examine a sí mismo. Pudiera preguntarse: ‘¿Abrigo amargo celo? ¿Manifiesto un espíritu de contradicción?’ El celo amargo incluiría el que el individuo tuviera un deseo desenfrenado de glorificarse y glorificar sus opiniones. Pudiera manifestar esto en un celo fanático y terco por sus propios puntos de vista mientras en voz alta menospreciara las opiniones que difirieran de las de él, o por no reconocer que otras personas poseen sabiduría y entendimiento iguales o superiores a los de él. En cuanto a espíritu de contradicción, esto se refiere a que la persona tenga un espíritu de riña o de envolverse en contienda. El individuo pudiera tender a usar métodos que produjeran perturbación para confundir a otros y promover sus propios fines. Ese espíritu de contradicción o riña sería resultado del orgullo y la ambición egoísta.

      11. ¿Por qué podía Santiago dar a entender que el presunto maestro que tiene amargo celo y espíritu de contradicción está “haciendo alardes y mintiendo contra la verdad”?

      11 El hombre que tuviera amargo celo y espíritu de contradicción, al llamar atención a que califica para maestro, ciertamente estaría haciendo alardes o jactándose. Sin embargo, la verdad cristiana, que él pretendería estar enseñando, condena los malos rasgos que está manifestando. Por eso, el hombre que tiene un espíritu divisivo de rivalidad y todavía cree que califica para maestro cristiano representa falsamente la verdad que se da en las Escrituras, o miente contra ella. Además, porque tiene esos rasgos indeseables, no tendría base para jactarse de que califica para maestro. Su jactancia sería una mentira. El hecho de que en el corazón busca engrandecerse y está dado a las riñas lo descalificaría en cuanto a ser maestro cristiano.

      12. ¿Qué clase de sabiduría posee el hombre que tiene amargo celo y espíritu de contradicción?

      12 La sabiduría que tal hombre egoísta y dado a las riñas alegara poseer no sería sabiduría celestial. El discípulo Santiago escribe: “Esta no es la sabiduría que desciende de arriba, sino que es la terrenal, animal, demoníaca.” (Sant. 3:15) La sabiduría divina se opone al celo amargo y el espíritu de contradicción.—Pro. 6:16-19.

      13-15. ¿Cómo es (a) “terrenal,” (b) “animal” y (c) “demoníaca” esta clase de sabiduría?

      13 La sabiduría que tal presunto maestro manifestaría es la que caracteriza a las criaturas terrestres apartadas de Dios. Él es como los que no tienen espiritualidad, sino que gastan su tiempo y energías en satisfacer sus deseos de placer o en esforzarse por tener prestigio y posesiones en este sistema de cosas inestable y siempre cambiante. (Fili. 3:19; Col. 3:2) El motivo para su deseo de ser maestro es incorrecto. Porque es orgulloso, desea el respeto y la honra que en su mente asocia con esa posición o puesto.

      14 La sabiduría de un hombre orgulloso, dado a las riñas, es también animal, o del ánima o alma, es decir, viene naturalmente de que el hombre sea una criatura sensible, lo cual es un alma. Según las Escrituras, tanto el hombre como los animales son almas. (Gén. 2:7; Núm. 31:28; Rev. 16:3) Los seres humanos como criaturas sensibles (almas) están dotados de capacidad moral e intelectual, pero los animales como criaturas sensibles son irracionales. (2 Ped. 2:12; Jud. 10) Por lo tanto, cuando a esta sabiduría se le llama “animal” o ‘del ánima o alma’ se muestra que no es espiritual, sino que proviene de las sensaciones, apetitos e inclinaciones carnales.

      15 Además, Santiago correctamente la llama sabiduría demoníaca. Esto se debe a que los demonios (espíritus inicuos) manifiestan una disposición contraria a la sabiduría divina. No son apacibles, sino duros y crueles, como se puede ver por la lamentable condición de las personas a quienes poseían. (Mar. 5:2-5) En cuanto a Satanás el Diablo, el gobernante de los demonios, la Biblia revela que el orgullo egoísta y la ambición resultaron en su caída.—1 Tim. 3:6.

      LAS CUALIDADES DESEABLES QUE SE ASOCIAN CON LA SABIDURÍA CELESTIAL

      16. ¿Qué características tiene la sabiduría celestial?

      16 Para que uno califique de maestro de sus compañeros de creencia tiene que estar libre de los rasgos que se asocian con la sabiduría terrestre, animal o del alma, y demoníaca. Su vida debe revelar que uno está gobernado por la sabiduría celestial. El discípulo Santiago describe esta sabiduría de este modo: “La sabiduría de arriba es primeramente casta, luego pacífica, razonable, lista para obedecer, llena de misericordia y buenos frutos, sin hacer distinciones por parcialidad, sin ser hipócrita.” (Sant. 3:17) Considere lo que esto significa.

      17. ¿Qué quiere decir el ser ‘castos’ y ‘pacíficos’?

      17 De los que califican para servir de maestros se dice que son ‘castos,’ puros o incontaminados en mente y corazón. Por ser ‘pacíficos,’ son personas que promueven la paz. No solo evitan ser agresivos o belicosos, sino que también hacen esfuerzos extraordinarios por establecer buenas relaciones con otros y entre otros. (Rom. 14:19; 1 Tim. 3:3) No participan en nada que quebrante la paz, ni aprueban tal cosa.—Compare con Proverbios 16:28; 17:9.

      18. ¿Cómo manifiesta uno (a) que es “razonable,” (b) ‘que está listo para obedecer’ y (c) que está ‘lleno de misericordia y buenos frutos’?

      18 El hombre “razonable” está dispuesto a ceder, es moderado o tolerante, no fanático en su celo. No insiste en que las cosas se hagan a su manera, ni insiste en la letra de la ley, sino que considera con benignidad humana, con debida consideración, el asunto que se esté tratando. (Compare con 1 Pedro 2:18.) En vez de ser terco, el que posee sabiduría celestial está ‘listo para obedecer.’ Tiene un espíritu de cooperación, una anuencia a responder a lo que se solicita cuando la solicitud es apropiada. Tal hombre cede a lo que las Escrituras dicen, y no adopta cierta posición y se apega a ella sin importar que esté en lo correcto o esté equivocado. Se apresura a cambiar cuando hay evidencia clara de que ha adoptado una posición errónea o ha llegado a conclusiones equivocadas. El que tiene sabiduría celestial también está ‘lleno de misericordia y buenos frutos.’ Cuando trata con otros, es compasivo. Muestra piedad a los afligidos y angustiados, y está deseoso de hacer lo que pueda para ayudarlos, y está presto a hacerlo. Entre los “buenos frutos” están todas las acciones que armonizan con la bondad, la justicia y la verdad.—Efe. 5:9.

      19. ¿Qué significa el que alguien ‘no haga distinciones por parcialidad’?

      19 La persona que sigue la guía de la sabiduría celestial no ‘hace distinciones por parcialidad.’ No da tratamiento de preferencia a los individuos debido a su apariencia exterior, posición, riqueza, rango en la vida o su influencia en la congregación. (Compare con Santiago 2:1-4.) En sus tratos con su congénere, se esfuerza por ser imparcial.

      20. (a) ¿Qué es un hipócrita? (b) ¿Cómo muestra el que posee sabiduría celestial que no es hipócrita?

      20 La sabiduría celestial nunca hace “hipócrita” al individuo. El hipócrita finge ser lo que no es. El hombre que despliega sabiduría divina no lleva puesta una máscara, por expresarlo así. En todas sus relaciones es recto y digno de confianza.—Efe. 4:25.

      21. ¿Cómo podemos aplicar personalmente lo que la Biblia dice acerca de los requisitos que hay que satisfacer para servir de maestro en la congregación?

      21 Lo que se requiere de los maestros cristianos debería hacer que todos nos examináramos cuidadosamente. ¿Estamos dando evidencia de que deseamos vivir en armonía con la sabiduría celestial? Aunque no seamos maestros en la congregación, todos, como discípulos de Cristo, tenemos la responsabilidad de enseñar la verdad a otros. Por lo tanto, es vital que nuestras actitudes, palabras y acciones concuerden con lo que afirmamos que somos. (Rom. 2:21, 22) Que sigamos esforzándonos por ser mejores siervos de nuestro Padre celestial y regocijándonos en las bendiciones que él nos ha otorgado.—Compare con 1 Timoteo 4:15, 16.

      [Ilustración de la página 24]

      “Si, pues, un ciego guía a un ciego . . .”—Mat. 15:14

  • Ponderando las noticias
    La Atalaya 1979 | 1 de abril
    • Ponderando las noticias

      “Cristianos” de Grecia andan sobre fuego

      ● “Danzar desenfrenado sobre un lecho de brasas en el centro de la aldea” es como un despacho de la Prensa Asociada describió la escena. ¿Se trataba de ritos paganos en algún país asiático? No; se trataba de griegos que andaban sobre brasas en celebración de la fiesta griega ortodoxa de los santos Elena y Constantino. Se dice que, después de abrazar las imágenes de los dos “santos,” las personas que se proponen andar sobre el fuego caen en un “estado como de trance.” Esta costumbre empezó en el siglo 13, cuando el fuego consumió una aldea búlgara y entre lo quemado estuvo una iglesia dedicada a los dos “santos.” Cuando, según se alega, unos hombres oyeron que las imágenes “gemían,” se atrevieron a penetrar en el fuego para rescatarlas, y, supuestamente, salieron sin haberse quemado.

      Las autoridades griegas ortodoxas tiznan de “idólatra” y “pagana” la costumbre. Sin embargo, ¿está sin culpa la iglesia cuando, para empezar, estimula el uso de imágenes? Está claro que Dios conocía cómo pensaban los hombres cuando ordenó a su pueblo que no hiciera imágenes esculpidas, al decir: “No debes inclinarte ante ellas ni ser inducido a servirles.”—Éxo. 20:4, 5.

      “¿Paz” en el monte Sinaí?

      ● A fines del año pasado, la revista noticiera U.S. News & World Report habló de la posibilidad de que para fines del diciembre pasado se firmara el tratado de paz que estaban preparando Egipto e Israel, muy probablemente para la Navidad. La revista de noticias añadió: “En aquel tiempo, Sadat desea reunirse con Begin y Carter en la cumbre del monte Sinaí, donde, según informa la Biblia, Moisés hizo su pacto con Dios y recibió los Diez Mandamientos.”

      Poco podía lograr lo “espectacular” de escoger al monte Sinaí como la ubicación para tal acuerdo de paz, excepto llamar atención pública al paso que daban estos líderes hacia la paz. Es interesante el hecho de que, al escribir acerca de dos “pactos” antiguos, el apóstol Pablo se refirió a “uno del monte Sinaí, que da a luz hijos para esclavitud.” (Gál. 4:24-26) ¿Podría tener algún resultado más deseable un tratado de paz que se firmara en el mismo lugar?

      En realidad, sean cuales sean los pasos que den hacia la paz las naciones en este “tiempo del fin,” lo único que esto puede lograr es acercarlas más al cumplimiento de la profecía que dice: “El día de Jehová viene exactamente como ladrón en la noche. Cuando sea que ellos estén diciendo: ‘¡Paz y seguridad!’, entonces destrucción repentina ha de sobrevenirles instantáneamente.” (1 Tes. 5:2, 3) Sin embargo, esto abrirá el camino para que se cumpla gloriosamente el otro “pacto” mencionado por Pablo. Ese pacto incambiable contiene la promesa divina de que “se bendecirán todas las naciones de la tierra,” no por los esfuerzos humanos por establecer una paz, sino por medio del Cristo.—Gén. 22:18; Gál. 3:8, 16.

      ‘Futuro siniestro’

      ● Una encuesta Gallup tomada bajo la dirección del Concilio Nacional de Iglesias en los Estados Unidos llegó a la conclusión de que algunos de los resultados “eran siniestros con relación al futuro de la religión organizada.”

      La encuesta descubrió que hoy los estadounidenses le dan menos importancia a la religión en su vida de la que le daban en las dos décadas anteriores. Tanto los que van a las iglesias como los que no lo hacen opinan por lo general que las iglesias y sinagogas no dan dirección espiritual. La mayoría concordó en que “la mayoría de las iglesias y sinagogas han perdido la verdadera parte espiritual de la religión.”

      Gallup dijo que estos resultados representan “una severa denuncia contra la religión organizada.”

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