-
¡Cuán felices los de genio apacible y pacíficos!La Atalaya 1960 | 1 de julio
-
-
con toda su poderosa gloria y fuerza desarraigará y destruirá para siempre a los inicuos, y luego, como “hijos de Dios,” personalmente recibir un lugar de servicio asignado como posesión y herencia eternas bajo el gobierno pacífico del Reino—¡cuán grande vindicación de la Palabra y nombre de Jehová será todo esto! ¡Eso seguramente será una bendición sumamente maravillosa y un privilegio conmovedor para los de genio apacible, muy superior al simple goce de que ahora disfrutan de estar libres de la turbulencia y de los pesares presentes que vejan a este mundo enfermo y lamentoso!
-
-
Apacibilidad y gobierno de uno mismo producen fruto pacíficoLa Atalaya 1960 | 1 de julio
-
-
Apacibilidad y gobierno de uno mismo producen fruto pacífico
“¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? muestre él por su comportamiento correcto sus obras con una mansedumbre que pertenece a la sabiduría. además, el fruto de la justicia tiene su semilla sembrada en condiciones pacíficas para los que están haciendo la paz.”—SANT. Sant. 3:13, 18.
1. (a) ¿De qué consta el fruto pacífico del espíritu de Dios? (b) Si ha de haber una abundante cosecha de tal fruto, ¿qué precauciones tienen que tomarse?
ES LA voluntad de Jehová que sus testigos felices produzcan continuamente una cosecha abundante de fruto espiritual. Este producto del espíritu de Dios no sólo consta de bondad, fe, gozo, amor y benignidad, sino también de paz, apacibilidad, gran paciencia y gobierno de uno mismo. Ahora bien, si tal fruto delicioso como éste ha de producirse, entonces no sólo tiene que sembrarse la semilla bajo las condiciones correctas, sino, de igual importancia, tiene que plantarse la semilla de la clase correcta. La antigua ley de Jehová prohibió a Israel plantar semilla mezclada o semillas de dos clases juntas. Y Jesús dijo: “La gente nunca recoge uvas de espinos o higos de cardos, ¿verdad? Un árbol bueno no puede dar mal fruto, ni puede un árbol podrido producir buen fruto.” Por eso asegúrese usted de plantar sólo la semilla de la clase buena, de la clase correcta. “Porque cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará; porque el que esté sembrando con el pensamiento en su carne segará de su carne la corrupción, pero el que esté sembrando con el pensamiento en el espíritu segará del espíritu la vida eterna. Por lo tanto, no desistamos de hacer lo que es recto, porque segaremos al tiempo debido si no nos rendimos.” Luego el apóstol agrega este punto significativo: “En realidad, pues, mientras tengamos tiempo favorable para ello, obremos lo que es bueno para con todos, pero especialmente para con los que están relacionados con nosotros en la fe.”—Lev. 19:19; Deu. 22:9; Mat. 7:16, 18; Gál. 5:22, 23; 6:7-10.
2. (a) ¿Es correcto el que un siervo dedicado busque el ser nombrado superintendente? (b) Antes que uno pueda llenar los requisitos para ser nombrado superintendente, ¿qué reputación debe tener?
2 En el arreglo teocrático de las cosas a ciertos siervos del Señor se les pone como superintendentes del rebaño o la grey de Dios. (Hech. 20:28) En tales puestos responsables deben llevar la delantera en dar fruto pacífico y en obrar lo que es bueno para con todos, especialmente para con los que están relacionados con ellos, sus fieles hermanos y hermanas de la congregación de Dios. Es una cosa digna de encomio, dicen las Escrituras, el que un siervo dedicado del Señor busque el ser nombrado al puesto de superintendente. Esto se debe a que tienen que llenarse los requisitos más elevados antes de que una persona esté capacitada para servir en esta capacidad. Entre los requisitos previos para recibir la administración de parte de Jehová como superintendente una persona debe “tener un testimonio favorable de personas de afuera,” no siendo “un pendenciero ebrio, no un golpeador, . . . no belicoso.” Jamás debe ser pugnaz, jamás mandón ni dictatorial ni dominante, jamás un individuo que intimide al rebaño, jamás irritable o altercador. Más bien, para llenar la norma elevada de Jehová tiene que ser “moderado en los hábitos, de juicio sano, ordenado.” Tiene que ser uno que ‘no hable perjudicialmente de nadie,’ y tiene que ser ‘razonable’ para con todos, entendiendo a otras personas y sus problemas, “desplegando toda apacibilidad para con todo hombre.”—1 Tim. 3:1-3, 7; Tito 3:2.
3. ¿Qué buen consejo dio el superintendente Pablo a Timoteo en el 1Ti capítulo seis de Primera de Timoteo?
3 El joven Timoteo fue tal superintendente capacitado en la congregación cristiana primitiva, y a él el apóstol y superintendente Pablo le dio buen consejo sobre qué hacer cuando brotaran envidia, celos y disputas violentas. Ciertos individuos se levantarían de en medio de la congregación, se le dijo a Timoteo, los cuales estarían hinchados de orgullo y mentalmente enfermos a causa de asuntos doctrinales. “De estas cosas,” dijo el apóstol, “brotan envidia, contienda, discursos ofensivos, sospechas inicuas, disputas violentas acerca de insignificancias por parte de hombres corrompidos de mente y despojados de la verdad.” Bajo tales circunstancias, ¿qué habría de hacer Timoteo? Se le dijo que no tuviera nada que ver con estos alborotadores ni su ponzoña venenosa. Habría de apresurarse y huir de la iniquidad de ellos y seguir tras “la justicia, la devoción piadosa, la fe, el amor, el aguante, la apacibilidad de genio.” Aquí Pablo colocó al genio apacible en la misma clase que los otros cinco requisitos esenciales.—1 Tim. 6:4, 5, 11.
4, 5. (a) El apóstol Pablo recordó a los cristianos del primer siglo que mostraran apacibilidad ¿a quiénes, y por qué? (b) En este respecto, ¿qué se requiere de los cristianos del siglo veinte?
4 A otro superintendente del primer siglo, llamado Tito, se le dijo que su responsabilidad como superintendente era: “Continúa recordándoles [a los de las congregaciones] . . . que no hablen perjudicialmente de nadie, que no sean pendencieros, que sean razonables, desplegando toda apacibilidad para con todo hombre. Porque hasta nosotros una vez éramos insensatos, desobedientes, siendo descarriados, siendo esclavos a muchos deseos y placeres, obrando con malicia y envidia, aborrecibles, aborreciéndonos los unos a los otros.” (Tito 3:1-3) Como una razón para ser de genio apacible para con todo otro hombre, Tito había de recordar a las congregaciones cuán benigno y amoroso había sido con nosotros Dios mismo, salvándonos no debido a ninguna actividad de justicia que hubiésemos ejecutado nosotros para que Dios fuera obligado a nosotros, sino salvándonos él según su propia misericordia divina para con nosotros por medio de Jesucristo, su Hijo abnegado. ¡Qué apacibilidad desplegó esto a un grado sin paralelo por parte del Altísimo Dios para con nosotros! ¡Junto con esta apacibilidad, cuán gran paciencia ha tenido Dios para con nosotros los humanos a través de los siglos hasta ahora! No se debe a que Dios sea lento o indiferente; más bien es porque no desea que seamos destruídos. Él ha deseado que tengamos el tiempo necesario para venir al arrepentimiento que conduce a la salvación. Por lo tanto podemos considerar la paciencia apacible de Dios para con nosotros como cosa que significa nuestra salvación.—Tito 3:4-7; 2 Ped. 3:9, 15.
5 Hoy no se requiere menos de los superintendentes cristianos fieles. Ellos también tienen que recordar continuamente a las congregaciones que estemos en humilde subordinación y anuente sujeción a “nuestro Salvador, Dios,” y que lo imitemos en nuestra conducta para con otros en el asunto de tratamiento con apacibilidad. Su Hijo, “Jesucristo nuestro Salvador,” imitó a su Padre celestial
-