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Una vida sin dolor... ¿es realmente posible?¡Despertad! 1978 | 8 de junio
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Una vida sin dolor... ¿es realmente posible?
LOS nudillos del dedo índice de su mano derecha están muy hinchados. “Cuando me levanto por la mañana, las manos me duelen terriblemente y están muy rígidas,” explica este bien conocido cirujano de la República Sudafricana. “He tenido ocasiones en las que el dolor era tan intenso durante la cirugía que no me ha sido posible continuar y he tenido que pedir a mis ayudantes que sigan por mí.”
El dolor artrítico tan intenso como ése, y aun peor, aflige a millones de personas. Tan solo en los Estados Unidos hay unos 19 millones de artríticos. Además, cada día hay unos siete millones de norteamericanos en cama debido al dolor en la región inferior de la espalda. Y se dice que en cualquier momento dado, más de 12 millones de personas sufren de dolor de cabeza tan solo en los EE. UU.
Millones de otros padecen de agudos dolores de muela, dolores de oído y hemorroides. También está el dolor atroz que muchos sufren debido a los efectos del cáncer, y de las enfermedades cardiacas y circulatorias, así como de muchísimas otras enfermedades y lesiones. Una autoridad en dolor, el Dr. John J. Bonica, declara: “Considero el dolor crónico como el principal problema de salud y economía.”
Cada año los norteamericanos gastan miles de millones de dólares en busca de alivio. En los EE. UU. los que padecen de dolor en la espalda anualmente hacen más de 18 millones de visitas a las oficinas de los médicos. Y se calcula que los que sufren de dolores de cabeza toman más de 12 millones de horas al año del tiempo de los médicos. En vista de estas sombrías realidades, pudiera parecer irreflexivo el siquiera sugerir la posibilidad de disfrutar de una vida sin dolor.
De hecho, cuando se le considera desde este punto de vista, lo que la Biblia dice acerca del dolor pudiera dar la impresión de ser algo traído por los cabellos: “[Dios] limpiará toda lágrima de sus ojos . . . ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor.”—Rev. 21:3, 4.
‘Imposible,’ quizás diga usted. ‘Todo el mundo se ve afligido por el dolor. Es parte de la vida.’ ¿Pero lo es? ¿Sabe usted que aun ahora hay personas que nunca sienten dolor?
Personas que no sienten dolor hoy
Un informe de la prensa dice lo siguiente de una jovencita: “En cierta ocasión estaba participando de una caminata en Suiza. ‘¿Por qué cojeas?’ le preguntaron sus amigos.
“‘No lo había notado,’ dijo Joyce, sonriendo. Se había dislocado la cadera.” Sin embargo esta muchacha no sentía dolor. ¡Ni tampoco había sentido dolor alguno en toda su vida!—The Star Weekly Magazine, 30 de julio de 1960.
Aunque esta condición es rara, en realidad hay personas que han vivido toda su vida sin sentir dolor. La Encyclopædia Britannica de 1976 hace notar: “Hay más de 65 informes de personas que nacieron sin la habilidad de sentir dolor alguno, o solo muy poco dolor.”
¿Le gustaría ser como esas personas? ¿Desearía usted vivir toda su vida sin sentir dolor? Muchas personas que a diario sufren de angustioso dolor quizás respondan sin vacilar: ‘Sí.’ Pero considere lo que esto podría significar.
Si al participar en una caminata o jugar usted se hiciera una ampolla, probablemente no la notaría hasta que se convirtiera en una llaga terriblemente ulcerada. Además, le sería peligroso asistir a una fiesta en la que se hiciera un asado, o que se acercara a cualquier fuego, pues una chispa podría quemarlo gravemente antes de que alguien lo notara. El no poder sentir dolor puede tener consecuencias graves, hasta desastrosas.
Sí, ciertamente el dolor es una importante señal de advertencia del cuerpo. De hecho, lo obliga a hacer algo para protegerse. Por eso, ¿qué hay de la promesa bíblica de son grandioso que mencionamos antes, “ni existirá ya más . . . dolor”?
¿Se siente usted inclinado a decir: ‘Podemos habérnosla sin el cumplimiento de esa promesa; prefiero poder sentir dolor’? Tal respuesta es comprensible si uno toma la promesa literalmente, en su sentido restringido. Pero, ¿es éste el modo en que se supone que la tomemos? ¿Es de veras apropiado darle una interpretación tan absoluta?
Lo que la promesa significa
Deténgase y examine el marco o contexto de la Biblia. Note que, precisamente antes, se promete que Dios “limpiará toda lágrima de sus ojos.” Considere lo siguiente: ¿Significa esto que Dios se propone cambiar la función normal de los conductos lagrimales del ojo? ¿Va a taparlos para que cesen de emitir su fluido? ¿Qué sucedería si esto ocurriera?
Sus conductos lagrimales rocían pequeñas cantidades de una sustancia húmeda sobre los ojos durante todo el día y la noche para refrescarlos y limpiarlos. Esto mantiene los ojos húmedos y evita la fricción entre el ojo y el párpado. Cuando sustancias extrañas como el polvo, la neblina y la suciedad invaden sus ojos, sus lágrimas las eliminan. Es de importancia también el hecho de que las lágrimas contienen una sustancia antiséptica llamada lisozima, que desinfecta los ojos y los protege de una infección grave.
Así, se ve que las lágrimas son vitales a la salud y protección de los ojos. De modo que si Dios fuera a limpiar toda lágrima de los ojos de la gente en un sentido total, esto sería una calamidad. Es obvio que esto no es lo que Dios ha prometido. Pues bien, ¿qué significa el que él ‘limpie toda lágrima de sus ojos’?
Lo que será eliminado no son las lágrimas que normalmente lavan y protegen los ojos. Más bien, lo que Dios limpiará son las lágrimas de dolor. Originalmente Dios no se propuso que los seres humanos vertieran tales lágrimas. Sin embargo, la primera pareja humana se rebeló contra Su gobierno, y esto trajo enfermedad y dificultades a la entera familia humana, y a esto se deben las lágrimas de sufrimiento y dolor. Note del contexto de esta cita bíblica cómo vendrá el alivio.
Precisamente antes de la promesa de eliminar el dolor y las lágrimas, el escritor bíblico informa lo siguiente: “Vi un nuevo cielo y una nueva tierra; porque el cielo anterior y la tierra anterior habían pasado.” (Rev. 21:1) Note que el alivio está asociado con el pasar de un cielo y una tierra anteriores, y el reemplazo de éstos con “un nuevo cielo y una nueva tierra.”
Por supuesto, la Biblia no está diciendo que nuestro cielo y tierra literales pasarán. El “cielo anterior” se refiere a los gobernantes injustos que actualmente están en poder, incluso los actuales gobiernos políticos injustos y las fuerzas malignas que los apoyan. La “tierra anterior” se refiere a la sociedad humana impía de hoy día. Por otra parte, el “nuevo cielo” será un nuevo gobierno justo... el reino de Dios por el cual oran los cristianos. (Mat. 6:9, 10) Y la “nueva tierra” será una sociedad justa de personas que son súbditos obedientes del reino de Dios.
Así es que la vida sin dolor se disfrutará aquí mismo en la Tierra cuando el cielo y tierra anteriores sean removidos y se les reemplace con una sociedad humana limpia gobernada por el reino de Dios.
Pero, ¿qué condiciones habrá cuando ‘ya no exista el dolor’? ¿No sufrirá la gente, por lo menos de vez en cuando, dolor severo que ocasione sufrimiento y llanto?
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La vida sin dolor de la cual usted puede disfrutar¡Despertad! 1978 | 8 de junio
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La vida sin dolor de la cual usted puede disfrutar
EL DOLOR es una gran paradoja. Puede constituir una temida aflicción. O puede servir de verdadera protección.
La sensación de dolor nos hace retirar inmediatamente la mano de un objeto que esté tan caliente que dañaría nuestra piel. La Biblia no se refiere a esta sensación de dolor —este maravilloso mecanismo de advertencia del cuerpo— cuando promete que ‘ya no existirá el dolor.’—Rev. 21:4.
En este texto la Biblia se refiere al dolor importuno y crónico que le hace la vida cotidiana miserable a literalmente centenares de millones de personas, y las obliga a gastar miles de millones de dólares al tratar de hallar alivio. ¡Qué bendición será cuando ya no haya que sufrir de artritis, dolor de cabeza, dolor de oído, dolor de muelas, ni se vea uno plagado por cualquier otra clase de enfermedad o herida! Sin embargo, ¿cómo podría realizarse una situación así?
Los cambios venideros
Primero, como vimos en el artículo anterior, se precisa un cambio radical en el presente sistema. ¡Y Dios promete que lo habrá! Él se propone cambiar nuestra “tierra,” removiendo completamente a todos los reinos o gobiernos actuales. Efectuará esto por medio de su propio gobierno, como dice la Biblia: “El Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino . . . triturará y pondrá fin a todos estos reinos [en existencia], y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos.”—Dan. 2:44.
Pero, ¿cómo puede un cambio de gobierno librarnos de los dolores que tan a menudo afligen nuestros cuerpos? Puede hacerlo debido a la sabiduría y poder de aquel a quien Dios ha escogido para encabezar su gobierno, Jesucristo. De él, una profecía bíblica dice: “El gobierno estará sobre su hombro. . . . Del aumento de su gobierno y de la paz no habrá fin.” (Isa. 9:6, 7, Authorized Version) Una persona que tenga esa autoridad puede usar su conocimiento de las necesidades del cuerpo humano para prevenir las enfermedades dolorosas.
Una experiencia de la flota británica en el siglo dieciocho ilustra cómo esto pudiera suceder. La temida ‘infección del escorbuto’ hacía estragos en los marinos, y anualmente mataba a miles de ellos. Sus encías se hinchaban y sangraban, sus dientes se caían y padecían de dolores y rigidez en las articulaciones y extremidades inferiores. Pero entonces se descubrió que faltaba algo vital de su régimen... alimentos que contuvieran vitamina C. Por eso cuando se incluyó el jugo del limón, y más tarde el jugo de lima, en el régimen reglamentario de los marinos británicos, dejaron de padecer y morir de escorbuto.
Sucedió algo semejante con el beriberi, una enfermedad mortífera y dolorosa. Hace algunos años se descubrió que entre la gente que depende en gran parte de un régimen de arroz, los que comían arroz descascarillado desarrollaban beriberi, mientras que los que comían arroz sin descascarillar no contraían la enfermedad. Así, el conocimiento de que la cáscara del arroz contiene una sustancia vital, que más recientemente fue identificada como la tiamina, hizo posible el control del doloroso, y a menudo mortífero, beriberi.
Pero el conocimiento y sabiduría de Jesucristo, que ahora está resucitado en el cielo, es mucho mayor que el de cualquier médico terrestre. Él entiende a cabalidad el funcionamiento de nuestro cuerpo físico, y lo ha demostrado. Cuando fue un hombre en la Tierra hace más de 1.900 años curó las peores enfermedades y dolencias, y así demostró lo que hará en una escala mucho mayor como gobernante del reino de Dios. De una ocasión en que hizo curaciones, la Biblia dice:
“Entonces se le acercaron grandes muchedumbres, teniendo consigo personas que eran cojas, mancas, ciegas, mudas y muchas en otras condiciones, y casi se las tiraron a los pies, y él las curó; de modo que la muchedumbre se asombró al ver que los mudos hablaban y los cojos andaban y los ciegos veían.”—Mat. 15:30, 31.
¡Qué cambio tan maravilloso! Y Jesucristo, el gobernante que Dios ha nombrado, eliminará, no solo el escorbuto y el beriberi y otras dolencias que los hombres, con su conocimiento limitado, han podido controlar, ¡sino todas las enfermedades humanas! ¡Esto no se efectuará tan solo en una pequeña zona, sino por toda la Tierra! La promesa del Creador es: “Ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo.’” (Isa. 33:24) Sí, en ese entonces, bajo el gobierno del reino de Dios, se cumplirá la promesa: ‘no existirá ya más dolor.’—Rev. 21:4.
La siguiente información acerca del dolor pudiera sernos útil para apreciar cómo, en casos en que comúnmente se esperaría que uno sintiera dolor, el Gran Médico, Jesucristo, se encargará de que no lo sienta.
¿Qué es el dolor?
La pregunta: “¿Qué es el dolor?” parece muy sencilla. Pero no lo es. El Dr. John J. Bonica, una autoridad en cuestiones de anestesia y dolor, hace notar: “Si uno les hiciera esa pregunta a 100 autoridades diferentes, obtendría 100 respuestas diferentes.” ¿Pero por qué?
Science News del 26 de octubre de 1974 explica: “Los clínicos todavía no están seguros de lo que es el dolor y cómo tratarlo.” Más recientemente, el Dr. Peter James Dyke, profesor de neurología en la Escuela de Medicina Mayo, dijo: “No alegamos saber cómo funciona el dolor.”
La investigación ha revelado que el dolor es algo mucho más complejo de lo que anteriormente se creía. Fueron muy esclarecedores los estudios que se hicieron hace unos 20 años con una mujer que, durante toda su vida, no tuvo sensación alguna de
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